Tora había asistido al día siguiente al examen previsto, sintiéndose un tanto ansioso por el posible resultado. Tomo el tren, sintiendo un leve brisa recorrer sus cabellos, al bajarse del mismo en la estación indicada, camino unas cuantas cuadras hasta llegar a dicha clínica, a la que el día anterior había ingresado. En la sala de espera ya se encontraban algunas personas sentadas, por lo que mientras revisaba su teléfono podía oír algunas conversaciones que se encontraban más cerca de él, la mayoría hablaba de lo agradable que era el médico. Que casi nunca se equivocaba en los diagnósticos, o que el mismo contaba con una precisión que era envidiada por muchos. Aquellos comentarios llamaron la atención de Tora, puesto que parecían algo exagerados incluso llegó a pensar que le habían pagado, aunque era cierto que parecía agradable, pero una primera impresión no era suficiente para poder calificar a una persona. Prefirió esperar un poco más para evaluarlo y más aún para saber si realmente estos exámenes servirían en el cambio de medicinas.
Cuando llegó su turno, ingreso a aquella sala un tanto más grande de la que había visitado el día anterior, mientras era conducido por el doctor hasta un recinto que contaba con una bicicleta y varios cables. Sakamoto entablo una breve conversación con el técnico de dicha maquina y pronto ubico a Tora en su lugar para comenzar el examen que no le llevo muchos minutos. Aunque se centro en dicha tarea, no pudo evitar notar lo concentrado y profesional que era el doctor, el mismo no se relajo hasta que obtuvo todos los parámetros necesarios para evaluarlo. Una vez que había terminado de examinarlo, se atrevió a hablarle con normalidad, más que nada explicándole que era exactamente el fallo de su antigua medicación. Tora frunció el ceño, puesto que no entendía de los términos médicos, pero Sakamoto terminó por sonreír y aclararle las dudas que le invadían. Tan pronto como despejó sus dudas, emitió la receta para el cambio de medicación, mientras Tora terminaba de acomodar su ropa, puesto que parte del examen le obligó a quitarse la camiseta.
- ¿Desde cuándo usted lleva esos tatuajes?— Preguntó con intriga el médico, mientras terminaba de firmar las ordenes. Tora se asombro frente a la pregunta, pensó en recibir algún comentario al quitarse la camiseta, pero Sakamoto se había contenido y recién se había atrevido a preguntar.
- Desde que tenía 20, masomenos. Aunque al principio eran pocos.— Aclaro sonriendo un tanto avergonzado, dando a entender que luego de un tiempo se había tatuado más.
- Pensé que usted se había escapado de alguna mafia, o quizás una banda de rock.— Bromeó Sakamoto, riendo suavemente. Logrando dibujar una sonrisa en el rostro de Tora.
- Oh no, sólo me han gustado los tatuajes desde que era adolescente. No he pertenecido a ninguno de los dos. De joven quería tocar el bajo, pero no llegue a nada.— Confesó, mientras se acomodaba el abrigo, en ese momento agradecía que no lo regaño por la cantidad de tatuajes.
- Muy interesante...También quise tocar en una banda, pero la vida me llevo por otro lado.— Expresó Sakamoto con un deje de nostalgia en su voz.
Pronto retomo la conversación de los medicamentos, explicándole a Tora los horarios indicados para la administración de los mismos. A ello le sumo que lo citaba para dentro de quince días, para saber si había cambios o no. Sakamoto se despidió de Tora, de un modo muy formal pero también con una media sonrisa dibujada en sus labios.
Tora salió de la clinica, con una extraña sonrisa dibujada en sus comisuras. Algo generaba en él aquel doctor, quizás por tener edades similares y poder comunicarse, hasta entenderse mucho más. Incluso parecían tener aficiones similares. No estaba seguro de que se trataba pero algo en él, lograba que se sintiera de algún modo mejor. No podría expresar qué, pero quizás puedan ser buenos amigos.
Los siguientes quince días, transcurrieron con bastante fluidez, Tora había tomado sus medicamentos exactamente como el doctor le había indicado y al contrario de sentirse cansado, podía sentir un alivio, los dolores ya no eran tan recurrentes y podía realizar sus actividades con total normalidad.
Incluso en aquellos días había salido varias veces con Shou para comer o simplemente caminar. Siempre y cuando su amigo tuviera el tiempo, puesto que últimamente el mismo parecía algo ocupado, o siempre parecía tener algo más que hacer, Tora no quería saber de qué se trataba pero podía notar como Shou había cambiado un poco aquellos días. Primero pensó que era debido a que le había hecho caso con el doctor, pero luego se percató de que no era sólo eso. Había algo más, aun así no se atrevió a preguntarle.
Algunas noches, Tora se quedaba algo solo y aburrido de sus juegos, decidía tomar un poco de aire y de paso vagar por las calles de la ciudad, deambulado sin un rumbo exacto pero suficiente para poder disfrutar de aquel paseo. Unas luces de neón acapararon su atención, recordando que aquel bar estaba abierto casi toda la noche, opto por tomar un trago en dicho lugar, aquello termino por dibujarle una tenue sonrisa, pensar que antes de conocer al doctor, permitirse un trago no era algo que entraba en su vida diaria, pero desde que se había comenzado a tratar con el mismo y que la medicación funcionara, logro que pudiera hacer las cosas con más normalidad, incluso Sakamoto le había mencionado que no tendría porque reprimirlo, sino mas bien controlarlo, nada que toque los extremos y lo dañe. Una copa no le hace mal a nadie, le había mencionado pero siempre y cuando recuerde los horarios de su medicación.
De pronto tomar su medicación, era parte de su rutina, lejos de sentirse cansado, estaba mucho más tranquilo, por lo que podía darse aquel gusto y de paso disfrutar un poco de la actividad nocturna, que hacía tiempo no lograba disfrutar. Se sentó en la barra sólo para pedir una cerveza, mientras observaba a las personas ir y venir, con la música que sonaba a un volumen indicado, suficiente para no aturdirle. Voces y sonidos de todo tipo que lo rodeaban pero que no le incomodaban.
Al poco rato de observar todo, una figura llamo su atención, se acomodó los lentes para observar mejor y frunció el entrecejo, le había parecido ver al doctor en una mesa sentado, por un momento sintió un extraño impulso de querer hablarle, quizás tan solo saludarle y quién dice entablar una conversación distinta a la de paciente y doctor. Su impulso crecía con el correr de los minutos, pensando que tal vez podrían hablar de música, algo que a ambos tenían como interés común. Su impulso murió al segundo de percatarse de que sus ojos lo habían engañado, el hombre de aquella mesa se había levantado y aunque tenía un parecido, no era Sakamoto. Frustrado se volvió hacia la barra a tomar el último sorbo de su cerveza.
Quizás tan sólo un vaso, ya lo había emborrachado, debido a la falta de costumbre, o tal vez ese doctor se había calado tan profundo en su interior que comenzaba a verlo por todos lados, y hasta parecía confundirlo. Tora llevaba mucho tiempo sin sentir algo similar, su divorcio había sido motivo suficiente para no volver a confundirse en el amor. ¿Amor? Tora comenzó a reírse solo, mientras terminaba el contenido de su vaso. Seguro ya estaba borracho. Desde cuando se había confundido sólo por un profesional que le había ayudado a tener una vida más normal, admitía que el mismo era bien parecido, pero nada más. Negó suavemente con la cabeza, antes de pagar su cuenta y retirarse del lugar, pensó que quizás la próxima vez iría acompañado para no tener que estar pensando idioteces.