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Mes del amor por shiki1221

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Notas del fanfic:

Aunque Hfroppy lo planteó para Naruto y Sasuke, pero yo decidí agregar a Menma y Charasuke porque me gustan XD

Notas del capitulo:

Disclaimer: Los personajes son propiedad de Masashi Kishimoto, sólo esta historia es de mi autoría.

Día 1: Algodón de azúcar

En año nuevo el clima era tan frío que la nieve solía caer adornando todo de blanco. Era ideal para encerrarse en casa y disfrutar de chocolate caliente frente a la chimenea. Sin embargo, para Sasuke existían dos problemas. En primera no disfrutaba del chocolate por ser demasiado dulce. Y en segunda, no estaba en su hogar debido a un festival. Sus padres habían decidido salir juntos en familia y por supuesto, no dejarían a un niño de ocho años totalmente solo en su hogar sin supervisión. Por lo cual, se vio arrastrado a una salida que no era en absoluto de su interés. Su hermano mayor Itachi podría haberlo cuidado de decidir quedarse, pero sus padres lo necesitaban. Alguien debía mantener un ojo sobre Charasuke mientras los adultos hablaban. Su hiperactivo gemelo era demasiado consentido y travieso como para sostener una conversación sin tener que correr detrás de él para evitar que se lastime o rompa algo.

―Nee, nee Sasuke-nii ―llamó el mencionado mientras caminaban de la mano de Itachi, uno sostenido a cada una de las que tenía el primogénito―. ¿Por qué la cara de amargado? ―preguntó con aquella sonrisa que le recordaba al gato Cheshire de Alicia en el país de las maravillas.

―Hace frío ―respondió escuetamente mirando hacia el cielo nublado―. Parece que va a nevar y estamos yendo a un festival de invierno, sería más cómodo estar en casa donde está cálido y tranquilo.

―Qué aburrido ―protestó Charasuke con un puchero―. En el festival hay juegos, comida y fuegos artificiales. ¡Es muy divertido! ―gritó alzando su mano libre―. Además podemos presumir nuestros lindos yukatas. ¿Verdad, Nii-san? ―interrogó a Itachi.

El mayor simplemente asintió dedicándoles una sonrisa a sus hermanitos. A pesar de ser gemelos, sus personalidades eran muy opuestas la una de la otra. A sus padres se les hacía complicado que congeniaran entre ellos justamente por esa razón, pero él era bueno mediando cuando surgían peleas. Siempre había algo para quejarse del otro y alguno terminaba ofuscado y haciendo berrinche. El mayor de los hermanos no dudaba en que sus padres le dejaron a él llevando a los gemelos de la mano para evitar peleas. Cuando Charasuke iba de la mano de su padre, Sasuke decía que su padre le hacía favoritismo a él. Cuando Charasuke iba de la mano de su madre, éste aseguraba que era porque querían más a su gemelo que a él y a su vez Sasuke hacía berrinche diciendo que su mamá lo dejó de querer y por eso lo cambio por Chara. Nada les venía bien a esos dos, siempre querían lo que el otro tenía y aunque lo obtenían pedían más.

―No es lo mejor presumir ―aconsejó Itachi viendo las espaldas de sus padres quienes se detuvieron a hablar con otro matrimonio amigo suyo―. Acepta los halagos con humildad ―dijo sonriéndole al menor.

―Ni siquiera sabe lo que significa “humildad” ―soltó Sasuke con burla hacia su gemelo.

―Sí sé ―exclamó el aludido haciendo un mal gesto al otro.

―¿Y qué es? ―preguntó siguiendo con aquella media sonrisa llena de superioridad típica de él.

―Esto… es… ―tartamudeó Charasuke haciendo memoria de alguna definición que le cerrara la boca a su hermano.

―Virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento ―recitó Itachi interviniendo con una sonrisa tranquila.

―¡Eso, eso! ―exclamó el menor mientras señalaba al mayor viendo a su gemelo con burla―. Lo que dijo nii-san.

―Tramposo ―acusó Sasuke viendo a sus hermanos con reproche―. Le ayudaste. Solo no sabía nada este tonto ―se quejó cruzándose los brazos.

―Tú eres el tonto ―señaló Charasuke y viendo que en el suelo quedaba algo de nieve de la noche anterior, juntó un poco con sus manos y se la arrojó en la cara a su gemelo.

―¡Chara! ―llamó Itachi en tono de regaño por lo que había hecho.

―¡Tú! ―gruñó el otro gemelo buscando nieve que arrojarle en venganza.

―Sasuke no ―intentó detener el joven de cabellera larga.

Empero, sus intentos por detenerlos fueron inútiles. Los gemelos se habían enfrascado en una lucha de bolas de nieve y para desgracia de varios, tenían mala puntería. Cada vez que fallaban algún tiro, alguna otra persona que estuviera pasando por allí se veía recibiendo uno de esos ataques. Para empeorar las cosas, los azabaches iban trasladándose lentamente lejos de donde estaban sus padres. Se escondían entre otras personas, detrás de árboles o estatuas del lugar. Itachi en esos momentos maldecía que el festival fuera en el templo por la cantidad de personas que se acercaban a orar, haciendo fácil perder de vista a sus hermanitos. Sus padres le pidieron vigilarlos mientras jugaban y asegurarse de que no molestaran a nadie en el proceso. “Qué fácil decirlo”. Pensó rodando los ojos mientras les intentaba alcanzar el paso. Cuando ya no podían ni siquiera ver a sus padres, el mayor comenzó a perder la paciencia. Estaban lejos y había poca gente alrededor. En caso de perderse sería difícil incluso pedirle ayuda a algún adulto.

―¡Sasuke! ¡Chara! ―llamó con voz grave―. Se terminó el juego, es hora de volver con nuestros padres.

Los menores hicieron un cese al fuego y dejaron la nieve que tenían en sus manos. Cada uno salió de su escondite ante el llamado de Itachi sabiendo por el tono que estaba hablando en serio. Se le acercaron con la cabeza algo agachada, arrepentidos de haber montado toda una escena por su pelea infantil. Itachi los miró con severidad brevemente antes de acariciarles la cabeza y sonreír como siempre hacía. Los menores correspondieron y le dieron la mano como sus padres les enseñaron. Ellos siempre decían que no debían soltar la mano de su hermano mayor mientras caminaban en multitudes para no perderse. Emprendieron el camino de regreso de manera tranquila hasta que Charasuke vio un puesto que le llamó la atención.

―¡Nii-san! ¡Nii-san! ¿Qué es eso? ―preguntó viendo aquel dulce esponjoso como una nube y de color rosado.

―Eso es algodón de azúcar ―respondió el mayor viendo como hasta Sasuke lo miraba interesado.

―¿A qué sabe? ―interrogaron los gemelos ladeando la cabeza.

―Cierto que ustedes nunca lo comieron ―meditó Itachi de manera pensativa. Luego revisó sus bolsillos y observó el precio―. ¿Quieren probarlo? ―preguntó viendo que le alcanzaba para comprar dos precisamente.

―¡Sí! ―contestó Charasuke de inmediato mientras su gemelo simplemente asentía.

El mayor se acercó junto a los menores al puesto y pidió un par al vendedor. Cada gemelo tenía uno en la mano y comenzaron a probarlo de a pequeños mordiscos. A Sasuke nunca le había gustado el dulce, por ello no tardó en darse cuenta de que no le gustaba. Lo malo es que no se veía capaz de arrojarlo a la basura cuando él lo pidió y su hermano hizo el favor de pagarlo. Por el contrario, al otro gemelo le encantó aquel dulce y se lo terminó en seguida. Lo había disfrutado mucho y quería más.

―Quiero otro ―dijo impaciente mirando a su hermano mayor.

―Lo siento, ya no tengo dinero para comprar más ―habló el mayor con una sonrisa de disculpa.

―Pero yo quería otro ―susurró con un puchero.

―Sin dinero no se puede comprar más ―comentó Sasuke con el suyo en la mano.

―¡Ya sé! Le pediré dinero a nuestros padres ―habló Charasuke decidido como si hubiera tenido una gran e iluminadora idea.

En breve, salió corriendo entre la multitud en busca de los adultos. Itachi sabiendo que no podía dejar que su hermanito se perdiera corrió tras él, pero con tantos vendedores, personas y demás, lo perdió de vista. Para colmo había corrido tras el menor más de lo que creyó, pues al darse vuelta ni siquiera era capaz de ver a su otro hermanito. Soltó un suspiro con aburrimiento sin saber qué demonios haría ahora. Tenía dos hermanos a los cuales buscar y no sabía por cual ir primero. Meditando un poco, sabía que Sasuke era de carácter calmado, mientras que Charasuke… mejor ir por ese hiperactivo primero. Mientras tanto en el puesto de algodón de azúcar, el azabache seguía observando su dulce. Quizás debió decirles a sus hermanos que él podía darle el suyo a Charasuke, pues él no se veía capaz de terminarlo. Lo empalagaba demasiado. Sin embargo, ahora tenía que esperar a que los otros dos volvieran. Podría ir a buscarlos, pero corría el riesgo de perderse y seguramente lo irían a buscar al último sitio donde lo dejaron.

―Lo siento, niño. Sin dinero, no hay algodón para ti ―dijo el vendedor atrayendo la atención de Sasuke.

―Pero… ―dijo decaído un niño rubio de su edad mientras ponía ojos de cachorro triste.

El niño Uchiha le hizo un pequeño escrutinio con la mirada. Al verle el rostro se percató de que ese era Naruto, su compañero de clases y el hijo de la amiga de su madre. Si no mal recordaba, era ella con quien estaba hablando cuando inició su guerra de nieve. Aunque no recordaba haber visto al rubio con los adultos. Observó su algodón de azúcar sintiendo que era un desperdicio arrojarlo a la basura sin más. Y si seguía teniéndolo para cuando Itachi volviera notaría que no le gustó. Gruñó para sí mismo por no poder terminar con el estúpido dulce, pero si se lo daba al blondo, eliminaría la evidencia y nadie saldría herido. Además aun si su hermano se enteraba de que se lo dio al Uzumaki, seguramente lo felicitaría por ser un niño bueno. Sí, eso haría.

―Hey, Dobe ―llamó Sasuke con su típico tono de indiferencia―. ¿Quieres? ―preguntó mostrándole el algodón de azúcar en su mano.

―¡Ni creas que te burlarás de mí ttebayo! ―gritó Naruto creyendo que le daría alguna de esas contestaciones burlonas del tipo “pues no te doy”.

―¿Eso es un no? ―interrogó el moreno sin prestarle atención al escandaloso rubio.

Ya recordaba por qué le resultaba irritante. Era tan escandaloso como Charasuke o quizás más y eso lo ponía de los nervios.

―Es obvio que quiero y que tú buscas dejarme en ridículo ―acusó señalándolo con el dedo índice.

―Eso estás haciendo tú solo, Usuratonkachi ―se burló Uchiha con una sonrisa prepotente.

―Teme ―se quejó el blondo sin saber cómo responder a eso. Por ello, se decidió escapar por la tangente―. Creí que no te gustaba el dulce ―mencionó dándose cuenta de lo surrealista que era verle con aquel dulce rosado en la mano.

―Mi hermano me lo compró. No puedo terminarlo ―explicó encogiéndose de hombros―. Pero si no lo quieres, puedo tirarlo…

―¡No hagas eso, Teme! ―regañó Uzumaki colocándose delante suyo―. Es de mala educación desperdiciar la comida.

―¿Te lo comerás tú?

―Por supuesto ―aseguró dándole un gran mordisco que le dejó la barbilla manchada con baba y pedazos del dulce pegados―. ¡Está muy rico!

―Comes como un cerdo ―se quejó al darse cuenta de esa manera tan salvaje de atacar el dulce.

Uzumaki se sentía a gusto comiendo de la mano del otro. Hasta que se dio cuenta de que parecía una mascota al estar tan contento dándole mordiscos al algodón de azúcar mientras el moreno lo sujetaba y lo observaba divertido. Avergonzado separó su boca de aquella golosina y se refregó la boca con la manga de su yukata naranja. Se sonrojó un poco al ver lo poco que quedaba del algodón. Prácticamente lo había devorado como un famélico y eso era algo penoso. No quería verse tan desesperado frente a Sasuke precisamente. Y probablemente también estaba haciendo un espectáculo penoso delante de los demás Uchiha. Sin embargo, al observar alrededor no los vio. El azabache se encontraba totalmente solo allí al lado del puesto.

―¿Y tú familia? ¿No me digas que viniste solo? ―preguntó Naruto preocupado.

―Mis papás se quedaron hablando con los tuyos e Itachi debe estar persiguiendo a Charasuke por todo el lugar. Yo me quedé aquí a esperar que alguno de ellos venga ―explicó mientras miraba hacia arriba notando que estaban comenzando las pruebas de los fuegos artificiales.

―Yo… la verdad es que me separé hace un buen rato de mis padres y no sé dónde están ―admitió el de ojos claros rascándose la nuca con nerviosismo―. ¿Puedo hacerte compañía hasta que vengan por ti? ―preguntó algo sonrojado.

Sasuke lo miró de reojo y se acercó un poco para sujetarle la mano. Se apenó un poco por lo que estaba haciendo, pero eso era lo que sus padres le habían enseñado. Uzumaki se sorprendió un poco por esa acción, pero no se quejó. La mano del moreno estaba algo fría, por lo cual la envolvió con la suya buscando hacerle entrar en calor.

―Así no te volverás a perder ―murmuró Sasuke observando lo poco que quedaba del algodón de azúcar en el palillo.

Los pocos bocados que restaban para terminarlo no fueron tan tormentosos para él. Antes de dar el último mordisco miró de perfil al rubio viendo como seguía sujetándole la mano sin protestar, sin alejarse y con aquel color carmesí en sus mejillas. Se preguntó así mismo si sería por el frío o por algo más, pero al sentir la tibieza de su mano gracias a Naruto, sólo pudo pensar:

 

“El algodón de azúcar no está tan mal”

 


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