Al día siguiente, Noah envió de inmediato a un mensajero que pudiera buscar al famoso tutor privado, Sir Elias, quien fue su maestro hasta que ingresó a la "Real Academia de los Nueve." El Señor, que parecía haber dejado de ser maestro para dedicarse al estudio de su antigua civilización favorita cuando se separó de los hermanos de la corona, se alegró de saber que estaba cuidando a un cachorro de dragón en su casa.
El señor Elias, cuyo cabello blanco estaba recortado a lo largo de la línea de la barbilla, no parecía dejar de ser activo ni siquiera ahora que había llegado a la vejez.
"Entonces, digamos que puedo darle una clase todas las mañanas. Es interesante ¿Pero dices que es un niño dragón que sigue siendo un bebé incluso aunque ya pasaron 12 años? Sí, seguramente la pila de la biblioteca del castillo real debe tener todos los materiales sobre los de su especie ¿Podría pedirle a Su Majestad que me dé permiso para leerlos?"
"¿Es necesario?"
"Sí. Quiero saber acerca de mis estudiantes tanto como sea posible".
"Entiendo. Si lo pido, puedo obtener el permiso el mismo día."
Elías sonrió un poco a Noah, quien lo miró como si estuviera en problemas, a pesar de que el rey era su hermano.
"¿O sigue siendo incómodo para ti hablar con su Majestad?"
"No, ese no es el caso."
Noah le devolvió la sonrisa, aunque obviamente era mentira.
Una tormenta llegó a la mansión en la orilla del lago Danna y Shama. Y en medio de la noche, Luang fue sorprendido por el sonido del viento así que sostuvo una almohada, que era tan grande como su cuerpo, como un escudo, y salió por la puerta casi corriendo. El cielo se volvió blanco y las olas que golpeaban la orilla del lago se tragaban el taller. Entonces, Luang saltó gracias a un sonido rugiente que sacudió el pueblo ¡Era un trueno! Por lo general, cuando algo daba miedo, Luang se colaba bajo las mantas y tapaba sus oídos como para imaginar que todavía estaba en la cáscara de huevo. Todas las cosas que daban miedo estaban fuera del caparazón, y era absolutamente seguro estar allí. Pero... Ahora no podía estar en paz porque Noah también odiaba el sonido del trueno. Hizo el sello mágico así que estaba seguro de que les tenía terror.
Luang tomó la herramienta mágica, la lámpara occidental. Se estiró y agarró el pomo, se puso de puntillas y abrió la puerta. La habitación de Noah estaba justo ahí. Aunque las luces estaban apagadas, escuchó ruido adentro y luego, algo como un gemido doloroso ¿Noah seguía despierto? Y entonces, cuando levantó la linterna un poco sobre su cabeza, vio el esqueleto desaliñado del hombre en una cama sencilla sin dosel.
Con la herramienta mágica a sus pies, Luang subió a la cama mientras Alexander, que parecía haberlo seguido, saltaba hasta ponerse en el pecho de Noah. Después de todo, estaba quejándose.
Pero cuando extendió la mano para despertarlo, Alexander de repente golpeó su frente con una pata así que Luang le preguntó:
"¿Qué haces?"
Y de repente, el campo de visión de Luang se volvió rojo. Estaba viendo el sueño de Noah.
Todo a su alrededor estaba en llamas. La mitad del techo y las paredes se habían ido y hacia muchísimo frío. Luang, quien misteriosamente miró alrededor de la extraña oscuridad, notó que solo su cabeza estaba cubierta de nubes negras. Conocía este cielo. Hace seis años, se puso así en "La noche del terremoto". Había nubes negras que se cernían de forma antinatural sobre el castillo real y escuchaba gritos por todas direcciones. Los caballeros se habían colocado sobre los escombros para proteger al rey y había manos asomándose por debajo...
Luang jadeó cuando vio a la persona que estaba atrapada. ¡Era la esposa del rey! Luang escuchó la voz de Noah, culpándose. Dijo que fue su culpa que su cuñada se convirtiera en un cuerpo que no podría dar a luz jamás y que fue su culpa que la capital real se derrumbara y muchos sufrieran. Luang sujetó el cuerpo de Noah.