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ÍMPETU E INSTINTO por Mon18Zu

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Notas del capitulo:

En este capítulo te toparas con parte del escuadrón de Hange y Nifa estará allí!

Primer misión de rescate

 

T/N salió disparada sobre los viejos y empolvados edificios de la ciudad, seguida muy de cerca de Nanaba y de Henning.

 

La capa ondeó sobre su cabeza pero no reveló su rostro cuando se posicionó abruptamente sobre la pared de uno de los edificios, con las manos cerradas alrededor de los pistones y las rodillas dobladas, el cuerpo inclinado hacia arriba.

 

Nanaba la imitó, aterrizando a dos metros de distancia.

 

-Los tratantes deben de estar por aquí – Susurró Nanaba con los dientes apretados y una mueca.

 

-La policía militar mencionó que este edificio podría ser clave – Comentó T/N, olfateando el desagradable aire a cañería. Arrugó la nariz, en consecuencia.

 

-Si, pero….

 

Una lluvia de vidrios estalló, haciendo callar a su compañera cuando T/N cayó unos metros abajo y con las piernas por delante se abrió camino a través de una de las ventanas.

 

Nanaba la siguió de inmediato.

 

Ciertamente, ese era el único edificio de tres pisos que aún tenía cristales en las ventanas, al menos que cualquiera pudiera notar.

 

T/N se posicionó exitosamente en el interior e izó las espadas que sacó mientras los vidrios aún volaban por todas partes. Apenas tuvo tiempo de notar que Nanaba había entrado justo detrás, porque un hombre sacó un cuchillo y saltó hacia ella.

 

Mientras que con una facilidad indiscutible se deshacía del sujeto pudo oír que en el piso inferior otra de las ventanas se rompía. Ese debía ser Henning.

 

Luego escuchó gritos y un altercado. No se quedó quieta, empero.

 

Avanzó por el pasillo más largo, dejando que Nanaba se enfrentara a los otros alfas que se encontraban en el mismo piso.

 

Siguió el fuerte aroma de un alfa y se detuvo apenas delante de una puerta de madera solo para bajar su capucha. Alzó la pierna derecha y la impactó con rudeza, haciendo volar la madera en pedazos.

 

Echó un vistazo rápido, esforzándose un poco debido a que el polvo entorpeció su vista. Lo que vio fue una descuidada recámara repleta de polvo en el piso, paredes de concreto gris, un par de camas pequeñas y algunas mantas en el suelo.

 

No dejó que la escena que vio sobre la cama la detuviera. Es más, pudo sentir la indignación y la furia burbujear en su pecho.

 

Avanzó hacia el hombre, quien apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando T/N lo sujetó del cuello de la camisa y lo izó en el aire antes de arrojarlo sobre la pared.

 

El sujeto soltó una exclamación de dolor mezclada con sorpresa y se desparramó por el suelo. Pero T/N dejó de ponerle atención por un momento para mirar a la pequeña niña que yacía sobre las sábanas, temblando con una palidez extrema.

 

Usaba solo un delgado camisón viejo que podía apostar, no era suyo.  

 

T/N no pudo oler nada salvo el aroma del alfa en ella y fue así como supo que la joven aún no se había presentado. El alfa había estado sobre ella para provocar su primer celo, llenándola de feromonas.

 

Eso era asqueroso.

 

La niña miró su uniforme y sus ojos dejaron de reflejar pánico por un segundo. T/N vio sorpresa y alivio porque la pequeña acababa de caer en cuenta de que estaba siendo rescatada, pero tuvo que apartar interrumpir el contacto visual debido a que el alfa macho se había puesto de pie, listo para enfrentarla, mismo quien soltó una exclamación de entendimiento mientras se limpiaba la sangre de la comisura de sus labios.

 

-La legión de reconocimiento – Dijo en voz baja, con una descarada sonrisa. T/N apretó los dientes, pero se quedó dónde estaba - ¿Qué? ¿No vas a atacarme?

 

T/N sonrió ampliamente. Su sonrisa desconcertó al secuestrador.

 

-Tengo mejores planes para ti – Cuando dijo eso, el alfa corrió hacia ella y la atacó. Pero T/N solo se hizo a un lado y el hombre cayó de rodillas al suelo, por lo que el cuchillo que había sacado del bolsillo de su sudadera se le escapó de las manos.

 

Gruñó e intentó ponerse en pie.

 

- ¿Sabes que ya hemos acabado con todos tus amigos? – Le preguntó, sintiendo solo satisfacción. Colocó la bota derecha en la sudorosa nuca de su enemigo y tiró hacia abajo, provocando que el alfa tuviera que lamer el asqueroso piso.

 

Había caído cerca de la cama y no podía permitir que se acercara a la víctima, quien no se había atrevido a moverse.

 

-Secuestré a una niña rica, fue un estúpido error – Balbuceó como pudo.

 

-Si – T/N estuvo de acuerdo – Lo fue – Luego añadió, mirando el cuchillo abandonado - ¿Qué me dices si tomas el cuchillo?

 

Sorprendió al hombre al quitar el peso de su pierna. El alfa alzó su torso y gateó hacia el arma antes de ponerse en pie, amenazándola. En ese momento, la niña chilló pero T/N no dejó que eso la afectara.

 

El alfa debió ver su oscura mirada porque comenzó a temblarle la mano antes de que siquiera pronunciara las siguientes palabras:

 

-Ponlo sobre tu cuello y córtalo.

 

Su voz fue más que profunda…fue aterradora.

 

Permaneció donde estaba, observando al hombre luchar contra sí mismo. Pero su brazo finalmente se dobló y su mano se curveó hacia su cuello. Mientras se mataba a sí mismo soltaba un agudo y deprimente sonido forzado. Cuando la sangre comenzó a salir a borbotones de su carne cortada éste cayó al suelo, convulsionándose con fuerza.

 

T/N suspiró, cambiando su actitud y transformando su mirada. Procedió a girarse hacia la joven, que no podía tener más de doce años.

 

Caminó un par de pasos hacia la cama y se hincó delante de ella, quien no podía quitarle la vista de encima como si temiera que también fuera un peligro y T/N no podía culparla.

 

La chica tuvo que parpadear varias veces para poder enfocarla debido a las lágrimas. T/N vio su cabello castaño claro, ondulado, y sus ojos color ámbar. Ciertamente, era muy bonita. 

 

- ¿Hitch Dreyse? – Le preguntó suavemente. Ella asintió energéticamente con los labios apretados, incapaz de poder hablar – Ya estás a salvo, tu padre te está esperando – Levantó los brazos y pasó las manos detrás de la espalda de la joven, quien empezó a sollozar. Sin embargo, apenas la sentó sobre la cama, ella gimió.

 

T/N la miró pero su cabello había cubierto su rostro. No obstante, no fue necesario preguntarle nada, porque su nariz percibió el deleitante aroma que acababa de escapar de entre sus muslos.

 

Hitch apretó el camisón con sus dos puños y tuvo un escalofrío.

 

Acababa de entrar en celo.

 

Una omega.

 

Cuando comenzó a sollozar nuevamente, T/N hizo que la mirara.

 

-Oye, mírame – Posó una de sus manos sobre su mejilla derecha y la pequeña la miró – Está bien, no pasa nada. Nadie te hará daño – Le aseguró, dándole un sueva beso en la frente. Luego esculcó en uno de sus bolsillo y sacó un pañuelo. La omega lo tomó con las dos manos y se limpió la nariz, controlando sus sollozos. Claramente, estaba acostumbrada a recibir pañuelos de alfas – Te llevaré a un lugar seguro.  

 

Luego, T/N procedió a quitarse la capa del uniforme y pasarla por los escuálidos hombros de Hitch, atándola por su cuello y colocándole la capucha. Ella intentó mirarla, pero la tela cayó por su rostro, cubriendo sus ojos irremediablemente.

 

La tomó por debajo de las axilas, la alzó en el aire y cuando la pegó a su pecho, Hitch enredó sus piernas alrededor de su cintura y dejó descansar su cabeza en su pecho, aferrando sus manos a la camisa del uniforme.

 

T/N se giró hacia la salida de la habitación, donde pedazos de madera aún quedaban incrustados en el umbral. Apenas caminó un paso Nanaba hizo acto de presencia, caminando lentamente hacia el umbral mientras verificaba el estado de sus espadas.

 

-Ya no queda nadie – Dijo distraídamente pero miró con sorpresa el cuerpo que T/N cargaba encima y ya no dijo nada más. Se hizo a un lado para dejarla pasar, pero se quedó.

 

Unos segundos después ingresó en la habitación y analizó la escena.

 

Lo que vio fue a un hombre degollado con un cuchillo ensangrentado en la mano, sobre un charco de su propia sangre.

 


 

T/N se dio media vuelta lentamente, dejando que sutil sol de mediodía le dé de lleno en la nuca.

 

Estaban en el pórtico, esperando que el mayordomo introdujera las valijas en la parte trasera del carruaje. No solo Rico y ella estaban allí sino también su madre, acompañada de las seis doncellas a su cargo.

 

La mansión jamás había lucido tan limpia y hogareña en los últimos tres años.

 

La omega se adelantó hacia T/N y colocó esas pequeñas manos sobre su camisa a la altura del pecho, luego las deslizó hacia el cuello de la camisa y alisó los bordes, aun cuando no había necesidad de ello.

 

-Cuida muy bien de Rico – Susurró.

 

-Lo haré – Ella asintió, agachó la mirada solo un segundo y volvió a alzarla con una cálida sonrisa.  

 

– Es momento de decirte que me complacería aceptar el puesto que desees darme en la compañía – Dijo.

 

-De acuerdo – Asintió nuevamente – Lo tendrás – Le aseguró.

 

Desde su posición escuchó la puerta del carruaje al ser abierta con una delicadeza desacostumbrada. T/N miró a su madre unos segundos más antes de volverse y bajar los escalones de la entrada.

 

Rico acababa de subir al carruaje, cuya puertezuela estaba siendo sostenida por el mayordomo, y esperaba pacientemente sobre los asientos de piel. Rico tuvo mucho tiempo para despedirse antes de salir al pórtico, por ello no se molestó en volver a hacerlo.

 

El mayordomo cerró la puerta detrás de T/N y el carruaje se puso en movimiento. El andar fue suave y pronto salieron a la carretera, desde donde podían apreciar los campos de cultivo.

 

El tiempo no era tan caluroso, de hecho, el cielo estaba un poco oscurecido y de vez en cuando una brisa húmeda soplaba del sur. Por ello, llevaban puestos sus abrigos y las ventanillas de las puertas del carruajes estaban cerradas.

 

Tal vez pasó una hora cuando Rico se animó a iniciar una conversación.

 

- ¿Sabes cómo murieron mis padres? – Casi fue un susurro, para sacó a T/N de sus pensamiento. Ella asintió.

 

-Lo sé. Fueron asesinados por salteadores de caminos mientras se dirigían a visitarte en el campo de entrenamiento.

 

- ¿Sabes lo que les hicieron? – T/N cambió la pregunta.

 

- ¿Tú lo sabes? – Rico asintió.

 

-Le pedí a la policía militar el informe.

 

-Entonces sabes que estuvieron agradecidos de morir – Rico no dijo nada por un tiempo pero mantuvo una expresión nostálgica. Cuando volvió a hablar, T/N mantuvo su mirada en ella.

 

-La policía militar jamás encontró a los culpables y está el hecho de que recibí una carta de tu padre dos meses después del funeral – Hizo una breve pausa – Solo mencionaba que ya no debía preocuparme.

 

La alfa apartó la mirada y la posó sobre la ventana. Esa carta…debe ser la única que guardó debajo de aquella almohada que T/N no le escribió.

 

-Debió de haberse encargado – Dijo.

 

- ¿No lo sabes? – T/N negó.

 

-No, él nunca me confió nada de importancia.

 

-Eso no suena a mi tío – Se extrañó. Desde que T/N se presentó como un alfa, su padre convirtió en su principal tarea formarla con el propósito de convertirla en alguien digna de su patrimonio.  

 

-Suena a él después de que te fuiste – No lo vio, pero Rico alzó la mirada con un parpadeó y mantuvo sus ojos en T/N por un largo tiempo hasta que finalmente sus cejas se curvearon en una expresión triste y apretó los puños, enrollando los pliegues de su vestido.

 

Se quedó en silencio las próximas horas, momento en que comenzó a caer una suave llovizna. Minutos después comenzaron a encontrarse con algunos carros comerciantes que se dirigían hacia el distrito de Ehrmich desde el territorio de la muralla María, el principal productor de carne.

 

El cielo también se había oscurecido mucho más, pero aún quedaban algunos rayos de luz.

 

No pasó mucho hasta que el carruaje se detuvo en el camino, a pocos metros de ingresar bajo la puerta del Muro Sina directo al distrito Ehrmich, haciendo fila detrás de carros y carretas.

 

Por la ventana, Rico pudo ver los edificios crecer conforme el carruaje se adentraba en la ciudad hasta hacerse más grandes en el centro del distrito. Sin embargo, no se detuvieron allí. Los caballos continuaron tirando del carruaje algunos minutos más, hasta que las calles entorpecieron el movimiento, seguramente por la presencia de hoyos en la tierra.

 

Cuando el carruaje se detuvo, Rico miró por la ventana alrededor de la calle. Los candiles a fuera de las casas estaban encendidas, dándole la bienvenida a la noche.

 

El chofer hizo sonar dos veces con los nudillos de sus manos la madera a las espaldas de la omega.

 

T/N abrió la puerta de junto y bajó a la calle, seguida de cerca por Rico, quien tomó la mano que la alfa le tendía para bajar.  

 

Rico miró alrededor; a las calles y los baches que almacenaban agua sucia, al hostal que estaba unos metros por adelante en el interior de una calle y al bar que se encontraba más cerca. T/N comenzó a caminar, soltando la mano de la omega, pero Rico se adelantó y la izó del brazo, cruzando el suyo por debajo cuando T/N lo encogió.

 

-Llévame al bar – Le pidió, haciendo sonar intencionalmente su voz demasiado aguda mientras observaba como la puerta se abría y un par de sujetos abandonaban el establecimiento descuidadamente, a pesar de ser aún temprano.

 

Detrás de ella, el carruaje comenzó a alejarse con un suave relinchido de los sementales.

 

- ¿Quieres ir al bar? – Le preguntó, sorprendida de ello – Seguro es un lugar de mala muerte.

 

-Perfecto – Rico asintió, reforzó su brazo alrededor del de la alfa y se pegó a su cuerpo disfrutando del calor que emanaba de él. Juntas comenzaron a caminar hacia el bar, redireccionando sus pasos.  

 

Cuando estuvieron delante de las puertas corredizas de madera, Rico empujó de una y miró alrededor, notando que el interior era tal como se lo había imaginado.

 

El sitio en sí olía mal; a sudor, tierra, humedad, alcohol y, si no que equivocaba, sangre. Delante de ella se extendía una zona de mesas y hasta el fondo se encontraba el bar y la cocina.

 

El establecimiento estaba más que lleno y las voces y risas se esparcían fácilmente por el recinto.

 

-Por aquí – Habló T/N, abriéndose camino fácilmente y arrastrando a la omega con ella quien no pudo evitar pegarse más a la alfa cuando un sujeto saltó y cayó al suelo.

 

Por poco y toca su vestido.

 

Cuando Rico levantó la mirada del hombre, se dio cuenta de que varios sujetos tenían la mirada puesta en ella. Rico arrugó las cejas, disgustada, y decidió que no dejaría que eso la afectara.

 

T/N escogió una de las pocas mesas vacías cerca del centro y en cuanto tomaron asiento, una mujer se acercó y les tomó la orden.

 

Rico supo que no era una omega porque su rostro no se embelesó al ver a su acompañante, y porque cuando hizo su pregunta solo tuvo ojos para ella.

 

- ¿Qué es lo que desean pedir? – T/N no miró a la mesera y Rico supo que le molestó su actitud socarrona, pero decidió ignorarlo mientras se quitaba el abrigo y es que, de pronto, sintió calor.

 

- ¿Qué tal dos cervezas espumosas? – Sugirió Rico, mirando a T/N.

 

-Está bien – Accedió, manteniendo su mirada al frente.  

 

-Las traeré – Prometió la mesera, alejándose con una sonrisa picarona.  

 

-Es bastante amable – Comentó Rico.

 

-Por favor – Rico sonrió pero su expresión pasó a la sorpresa cuando dos hombres tomaron asiento del otro lado de la mesa. Eran grandes y debajo de sus sudaderas Rico pudo ver el emblema de la tropas estacionarias.

 

Antes de que pudieran decir nada, la mesera volvió con los tarros de cerveza y los dejó sobre la madera. Rico tomó el suyo y bebió, dejando una bigote de espuma debajo de su respingada nariz.

 

-A ti te conozco – Uno de ellos señaló a Rico - ¿No eres esa omega que le costó las ganancias a las tropas de guarnición? – La cuestionó, luego bebió de su propia cerveza. Rico parpadeó, sin saber que responder.

 

-Pudiste haberte quedado callada, ¡Maldita zorra! – Vociferó su compañero, azotando la mesa.

 

Rico no pudo evitarlo. Se puso en pie, colocó las palmas sobre la mesa y los enfrentó con la mirada. Empero, no los amedranto ni un poco. Sin embargo, sintió como la falda de su vestido ondeaba por el costado y eso la distrajo de su arrebato.

 

Giró el cuello y se topó con un hombre obeso a centímetros de ella con una expresión de espanto. Cuando miró abajo, vio su brazo cerca de su falda, sujeto con firmeza por otro brazo que cruzaba detrás de ella, a escasos centímetros.

 

En cuanto Rico lo comprendió giró sus talones y se sentó sobre las piernas de T/N, indignadísima.

 

Mientras lo hacía, el extraño balbuceó:

 

-Me disculpo, no vi una mordida… – Pero T/N no soltó su brazo, ni siquiera lo miraba. En vez de ello, ajustó sus dedos e hizo un movimiento rápido y preciso.

 

Rico escuchó el crujido antes de ver el hueso saltar. El hombre gritó y cayó al suelo. T/N encogió su propio brazo y el tipo que había osado intentar tocar su trasero se levantó apenas y salió corriendo.  

 

El resto del bar se había quedado en silencio, aunque la atención no duró mucho. No obstante, Rico escuchó el ruido de una silla caer precipitadamente y cuando se volvió hacia el frente, vio a uno de los tipos que la había insultado salir corriendo mientras el otro se había quedado en su lugar, con los hombros caídos y la mirada en el suelo.

 

-Yo…Yo lo siento – Susurró, temblando. Luego se puso en pie aún cabizbajo y se alejó lentamente.

 

Entonces, Rico se dio cuenta de que tenía una de sus manos sobre su cuello, cubriéndolo. Agachó un poco la cabeza, ensimismada.

 

Ese hombre creyó que podía meterle mano porque no pertenecía a alguien más. Ahora entendía porque su padre siempre se reusó a que visitara estos lugares.

 

- ¿Estas bien? – T/N preguntó, provocando un parpadeó en Rico. Despegó la mano de su cuello pero no hizo contacto visual con la alfa.

 

-Estoy cansada, ya podemos irnos – Fue su respuesta.

 

T/N extendió la mano y Rico la tomó antes de ponerse en pie. Ajustó su abrigo a la altura de su pecho y se puso en marcha cuando T/N lo hizo, procurando no alejarse un solo paso más allá de ella.

 

Por su parte, T/N abrió un par de botones su propio abrigo y es que estaba haciendo demasiado calor. Mientras caminaban, la alfa procuró posicionar uno de sus brazos tras las espaldas de Rico sin llegar a tocar siquiera su abrigo, de modo que ella no lo vio. Luego metió una de sus manos en los bolsillos del pantalón, corriendo el abrigo y dejando al descubierto parte de su camisa ajustada.

 

Sin embargo, cerca de la salida y por pura casualidad, sus ojos distinguieron unos rostros familiares, aunque fingió, tanto como ellos, que no habían coincidido en el mismo establecimiento.

 

La castaña cabellera de la sargento Hange Zoë así como la agobiante expresión en el rostro de Nifa fueron inconfundibles para T/N. Moblit también estaba allí, compartiendo una mesa con ambas omegas. Pero como ellas, se reúso a hacer contacto visual con T/N por el insignificante tiempo que ella observó.

 

T/N miró hacia las calles en el exterior, confundida porque, sino se equivocaba, había visto el rostro de la sargento Hange ruborizado.

 


 

-Puedes pagar cualquier cosa, ¿por qué elegiste este hostal? – Le preguntó Rico mientras subían las escaleras.

 

-Porque no quiero llamar la atención – Respondió con simpleza, mirándola de reojo.

 

-Eso tiene sentido – Asintió, con las manos unidas al frente, los dedos engarrotados alrededor del aza de su bolso de viaje – ¿Qué fue eso en el bar, justo antes de salir? – La cuestionó en voz más baja.

 

T/N gruñó ligeramente por lo bajo. Acababan de llegar al descanso de las escaleras.

 

-Lo notaste – Dijo, resignada. Ella asintió, ingresando en la recámara.

 

-Fue difícil no hacerlo. Pude olor el enfado en el fuerte aroma de esa omega.

 

-Seguro que pudiste notar que tenía los ojos puesto en ti, como si quisiera ahorcarte – Rico la miró más que sorprendida, pero T/N se dio media vuelta y cerró la puerta.

 

-Yo no pude haber hecho nada… - Comenzó, afectada, sin llegar moverse.

 

-No, fui yo – Le aseguró, tomando la valija de sus manos para quitarle peso y colocándola sobre una mesa alta junto a la pared – Se llama Nifa – Negó, recordando la expresión que vio en el bar – No creí que fuera tan obstinada.

 

Además, Rico percibió su aroma. Eso solo significaba una cosa: el escuadrón de Hange estaba en una misión en cubierto, donde era indispensable que nadie supiera que pertenecían al ejército, lo que también concordaba con su actitud. Haber usado supresores hubiera sido como ponerse un letrero en la cabeza. Aunque también le sorprendía que Erwin estuviera de acuerdo con eso.

 

-Nifa – No fue una pregunta, más bien saboreó el nombre salir de entre sus labios – Había dicho que no tenías ningún pretendiente.

 

-No, dije que no tenía muchos – La corrigió, comenzando a desabotonar por completo su abrigo – Escucha, le dije que no tenía absoluto interés en ella, lo que por cierto, me metió en problemas con Nanaba – Dejó el abrigo sobre un perchero – Nifa aparenta ser una persona muy amable y carismática.

 

-Entiendo – Aseguró, con dedo índice sobre su labio inferior – Ahora ella asume que soy tu enamorada – Hizo una pausa – Eso debe sacarla de sus casillas – Luego caminó hacia la cama de la derecha y se sentó sobre el borde, juntando las piernas y entrelazándolas a la altura de los tobillos.

 

Cuando T/N la miró, se dio cuenta de que jugueteaba con los bordes de una playera que reconoció enseguida y que sobresalía del bolsillo de su abrigo. Parpadeó, desconcertada. Dejó a un lado el nudo de su corbata y se adelantó hacia ella.

 

Rico estaba tan ensimismada que no notó la cercanía de su presencia.

 

-Creí haberte dejado en claro la importancia de mantener nuestro género en absoluto secreto en el trabajo – Le dijo con seriedad, tomándola desprevenida al hacerse con la prenda al tirar de ella y extrayéndola del bolsillo. Rico se puso en pie, pero, sabiamente, no hizo ademán de arrebatárselo.

 

- Pero no tenía intención de enseñárselo a nadie – Dijo impresionada.

 

Por supuesto que no iba a hacerlo.

 

-Compartirás habitación con otros omegas – Alzó la mano, mostrando la playera – Si alguno descubre está posesión solo me meterás en problemas. No debiste de haberlo traído – La reprendió con el entrecejo ligeramente fruncido. Rico mantuvo su posición.

 

-Fue un regalo, tú me lo diste – La amonestó de vuelta, apretando ligeramente los puños en un último intento de recuperar lo perdido. Pero T/N ya no la escuchaba – ¡Tendré cuidado, lo prometo! – Exclamó, llamando su atención porque la alfa comenzó a alejarse.

 

-Hazlo más fácil y empieza a aceptarlo – Le dijo solemnemente, deteniendo sus pasos y mirando tras su hombro derecho. Sus palabras claramente la impactaron – No tomaré ese riesgo. Me descuidé una vez y ahora tengo una perturbada omega detrás de mí.

 


 

-Habernos topado con T/N definitivamente fue un inconveniente – Susurró la sargento para sí misma después de soltar una exclamación de fastidio, olvidando mirar adelante mientras tiraba de las riendas de su caballo sobre el camino de piedra. Observó un segundo la noche oscura y estrellada. Pasaba de media noche, pero las luces de las casas que dejaban atrás aún iluminaban la senda.

 

De pronto, notó la serie de sollozos que provenían de detrás de ella, así que se detuvo y miró sobre su hombro. Lo que vio fue a Nifa con la capucha de la capa del uniforme cubriendo su rostro y sobresalía uno de sus brazos. Sus dedos estaban apretados en puños.

 

Desconcertada, se giró.

 

- ¿Pasa algo, Nifa? – le preguntó, haciendo que la omega se detuviera abruptamente. Sus sollozos pararon también, pero pudo oír cómo sus dientes rechinaban y su garganta soltaba quejidos entretanto su puño se apretaba aún más. Moblit se detuvo justo a su lado y la miró con atención.

 

-Pudo haberme dejado…– Musitó forzadamente entre dientes. Hange parpadeó, desconcertada – Pudo haberme dejado atacarla.

 

- ¿De qué estás hablando, Nifa? Sabes que no podíamos llamar la atención – Sonrió, excusándose, mientras hacía un ademán con la mano.

 

-Nifa – Habló Moblit, con una voz bastante gruesa y seria – No sabemos quién era esa omega. Sin mencionar que no tienes ningún derecho sobre T/N – Nifa se volvió hacia él, desafiante y con una mirada aterradora. Hange lo vio porque cuando alzó la cabeza para mirar a Moblit, la capucha bajó por su cabellera. Y supo también que lo que había escuchado no eran sollozos, sino quejidos.

 

- ¿De qué estás hablando? Viste cómo la trataba – Su voz demostró calma pero los pliegues de sus cuencas estaban más que extendidos, impactantes. Luego, Nifa volvió su mirada hacia abajo y masculló – La dejó sentarse en sus piernas…no me cabe duda. No es más bonita que yo, pero la elegirá a ella.

 

Hange parpadeó una vez más, luego suspiró hondo y se relajó. Lidiar con esta clase de obsesiones no estaba en sus planes de esta noche.

 

-Está bien, sigamos – Dijo, volviéndose hacia el camino nuevamente. Los cascos de los caballos volvieron a sonar. Tenían que reunirse en la posada con el resto de su escuadrón y partir al amanecer a la ciudad de Trost, donde se reencontrarían con el resto de la Legión.

 

Lo único que podía aliviar a Nifa, era el hecho de que aquella omega no tenía aún una marca en el cuello. Jamás creyó eso que T/N le dijo en el establo aquel día, sobre que unirse a un omega no estaba dentro de su panorama de vida; su padre siempre le dijo que los alfas necesitaban a los omegas tanto como los omegas a los alfas.

 

Sabía que no podía dejar que eso afectara su trabajo, así que puso en pie delante del otro y continuó con el grupo.


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