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ÍMPETU E INSTINTO por Mon18Zu

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Notas del capitulo:

Te reencuentras con una omega inesperada mientras paseas por Mitras junto a Rico. 

Tal como se lo pidió, Rico se mantuvo a su lado en todo momento, incluso cuando varios pares de ojos se posaron en ella al entrar en la sala. T/N estaba sorprendida y orgullosa de que la omega no mostrara un solo signo de sumisión delante de ellos, pero se mantuvo un paso detrás de la alfa, declarando su sumisión únicamente a T/N.

 

T/N dedujo que se debía a su propia calma. Si el alfa se mostraba fuerte, en consecuencia el omega también lo hacía.

 

La sala de reuniones era bastante amplia y tenía la iluminación adecuada.

 

Los alfas se acercaron a T/N uno por uno, la felicitaron por su nuevo puesto en la empresa y después de un breve pero significativo vistazo hacia la omega en cada ocasión se alejaban, dando paso al siguiente.

 

T/N pudo notar que uno de los miembros llegaba consigo a un joven alfa. Cuando lo presentó como su hijo éste se adelantó, tomó su mano e hizo ademán de extender la misma hacia Rico. T/N pensó que si el muchacho hubiera dado un paso al frente, ella lo hubiera tomado por el cuello y lo hubiera retirado hacia adelante.

 

Pero no lo hizo.

 

Rico se mostró sorprendida, sin embargo, en vez estrecharle la mano alzó los ojos hacia T/N, solicitando un permiso que ella jamás le dio; sus rasgos no cambiaron cuando devolvió su mirada hacia el alfa, abandonando la solicitud de Rico. Debió ser su expresión lo que hizo que el joven alfa devolviera su brazo hacia sí y comprendiera de inmediato que había sido inoportuno.   

 

Su padre se disculpó por él y T/N pudo percibir la resignación en el aroma de Rico y es que la omega no estaba acostumbrada a dejar que otra persona se hiciera cargo de absolutamente toda la situación; de la misma forma se sintió en el juicio de Floch. T/N conocía omegas en el ejército que, involuntariamente, se retiraban de una situación cuando un alfa tomaba el control y muchas veces T/N podía identificarlos como omegas aunque no pudiera captar su aroma. Rico no era como esos omegas, ella siempre daba un paso al frente.

 

Pero T/N solo suspiró.

 

El concejo de su empresa se componía de quince miembros así que aquello tomó un tiempo, pero cuando finalizaron las formalidades la puerta de la sala se cerró y T/N caminó hacia la cabecera de la larga mesa en el centro. Por unos segundos fueron solo sus pasos lo que se escuchó en la sala.

 

Casi en automático, abrió la silla que estaba a su lado. Rico tomó asiento en silencio, con una elegancia que le recordó a Nifa.

 

-Me acompaña Rico Brzenska – Anunció mientras reposaba sus brazos en el respaldo de la silla de la omega – Está aquí solo para escuchar, pero es importante que mencione que tomaré en consideración las opiniones que Rico tenga que ofrecer respecto a la dirección de esta compañía – Hizo una breve pausa porque todos ellos volvieron a concentrar su atención en la única omega dentro de la sala. T/N miró a todos y cada uno, sentados alrededor de la mesa.

 

Luego tomó asiento y entonces, la reunió comenzó.

 


 

T/N no redujo sus pasos mientras caminaba por el pasillo principal del ala Este del edificio de la compañía. Apenas notó que había dejado a Rico muy atrás, hasta que la omega apareció a su lado, presurosa, cargando con su bolso de mano por delante de su regazo.

 

T/N le dedicó una mirada porque pudo sentir la de Rico con una insistente demanda.

 

- ¿Te pasa algo? – Le preguntó. Esta vez, si redujo su velocidad.

 

-Sé lo que hiciste, allá adentro – Dijo con una emoción que T/N no pudo descifrar.

 

- ¿Y qué fue lo que hice? – Le preguntó con desconcierto.

 

-Hiciste lo mismo en el bar. Casi no lo noté porque estaba muy alterada, pero esos tipos de las tropas estacionarias salieron huyendo aun cuando ni siquiera los habías tocado. Dudó que simplemente haya sido al ver cómo rompías un brazo – Respondió con una sonrisa en el rostro.

 

T/N se detuvo y se volvió hacia Rico, atrapada. Se miraron mutuamente por algunos segundos. La mirada de Rico nunca dejó de ser desafiante pero con cierto toque de emoción en ella.

 

- ¿Cuál es tu punto?, Dime – La instó, percatándose de que no podía simplemente evitar el tema. Rico es bastante observadora. Creía ya haber aceptado ese hecho.

 

-No se lo diré a nadie – Le aseguró, deduciendo que era un asunto delicado. Era bastante conveniente que el pasillo estuviera vacío en ese momento – Usas tu aroma, pero por alguna razón cuando lo haces no me afecta a mí también. Cuando te enfadas lo sé, pero cuando lo usas de esa manera, tienes un propósito – Alzó la mano izquierda, abandonado el aza de su bolso, y lo cerró en un puño visiblemente emocionada por su brillante deducción – Debió ser así cómo sometiste a Nanaba bajo tu poder y también tuviste que usarlo para llegar a Floch. Eso es bastante estratégico, de ese modo no es necesario que uses tu voz. Un alfa lo suficientemente débil se someterá con facilidad a ti.

 

T/N guardó silencio un tiempo, continuaron mirándose mutuamente y la alfa supo que Rico esperaba su aprobación, así que finalmente decidió decir:

 

-No puedo someter a cualquier alfa – Le explicó mirando sus ojos azules, brillantes – La mayoría responde paralizándose, los más valientes huyen; si los guardias no podían moverse, entonces no podían detenerme. Respecto a Nanaba, ella es diferente, es superior – Se dio media vuelta dicho aquello y retomó su andar – De no haberlo usado en la reunión, tendríamos que habernos quedado varias horas. Es muy dificil convencer a un grupo de alfas que consideran que su palabra es absoluta: han disfrutado demasiado del poder de mi dinero y de mi conveniente ausencia estos tres años.

 

-Lo entiendo – Aseguró la omega, poniéndose a su altura – Tienes razón, no me habría gustado estar en esa sala más de lo necesario – Luego Rico hizo algo que le pareció de lo más natural: cruzó uno de sus brazos debajo del suyo y se aferró a la alfa mientras salían del edificio al exterior. T/N no dijo nada, pero encogió su propio brazo, mejorando el agarre.

 

Afuera, el sol apenas estaba escondiéndose en el horizonte.

 

- Así que no solo tienes un poder natural sobre los omegas, sino también sobre los alfas – Su voz fue un susurro y T/N quiso ignorarlo, al menos por un tiempo.

 

-El anfiteatro está cerca, podemos ir caminando – Mencionó. Rico asintió, esperando una respuesta que no llegó. Cuando cruzaron unas cuantas calles en absoluta paz, su voz volvió a alzarse.

 

- ¿Cuándo supiste que podías hacerlo? Debió ser después de mudarme – Dedujo.

 

-No creo que haya habido un momento. Es como si siempre lo hubiera sabido – Le confesó, deteniendo sus pasos lentamente. La miró de reojo, pero Rico mantuvo toda su atención en ella con una mirada medida entre la admiración y la preocupación.

 

- ¿Alguien más lo sabe? – La cuestionó y T/N vio que la angustia en su mirada se mezclaba con un interés calculador.

 

-Solo alguien – Asintió ligeramente, mirando sobre las amplias y limpias calles de la capital, y las elegantes personas que andaban por estas, disfrutando del anochecer. Muchos padres caminaban al lado de sus hijos en refinados trajes de lana.

 

-Nanaba – Rico dio un asentimiento de comprensión, sin molestarse en mirar alrededor – ¿Puedes confiar en ella?

 

-Puedo confiar en el vínculo señorial.

 

-Yo no basaría… – Pero su voz quedó apagada por un grito agudo salido de la nada y una serie de pasos presurosos.

 

- ¡Eres tú!, ¡Eres tú!, ¡Eres tú! – T/N giró el cuello hacia un costado y cuando localizó a la persona exaltada, sus ojos se abrieron de par en par.

 

Fue instintivo, pero soltó el brazo de Rico a tiempo y ella no se separó pero bajó los brazos a sus costados porque una mujer saltó a los brazos de T/N súbitamente y enredó sus piernas alrededor de su cintura.

 

Sin embargo, eso fue lo de menos, porque la omega acercó su rostro al suyo y la besó.

 

Sus labios se sintieron sumamente suave y le supieron a vino…un vino muy dulce.

 

- Hitch Dreyse – Otra persona en las inmediaciones pronunció aquel nombre en una clara reprendida; una voz varonil pero suave. T/N inhaló el aire circundante y su nariz se embelesó con el aroma de la omega. La mujer separó sus labios de T/N y entonces la alfa pudo ver su rostro; sus delicados risos castaños claros y los brillantes ojos color ámbar. Los pliegues de su vestido rozaban sus brazos.

 

Hitch había cambiado. Ya era toda una mujer, nada comparada con la frágil niña recostada en aquella cama empolvada.

 

-Lo siento tanto – La voz del hombre que la acompañaba tembló, visiblemente afectado por el comportamiento de su hija. T/N lo miró al tiempo que Hitch bajaba de sus brazos casi de un salto, contenta. El omega también vestía elegantemente, como si acabaran de salir de una cena de familiar, pero no vio al alfa por ninguna parte.  

 

-Padre, ella es la soldado que me rescató, ¿Es que no la recuerdas? – Parecía hacer un gran esfuerzo por no gritar. La señaló con el dedo brevemente, luego se giró hacia T/N, metió una mano en su bolso de mano y extrajo una tela verde que se apresuró a desdoblar.

 

T/N la reconoció de inmediato.

 

-Mira, la capa de la Legión que me regalaste esa noche – Y como esperó, Hitch se la puso encima teniendo cuidado de meter su cabeza en la capucha. Sonrió desde el interior mientras anudaba los lazos – Ya no resbala por mi cabeza – Señaló con obviedad.

 

T/N no pudo evitarlo, pues río.

 

Definitivamente aquello había mejorado su humor. Saber que Hitch usaba su antigua capa con ese enternecimiento también la hizo sonreír, sin mencionar que se veía muy usada. Había estado tan sorprendida de verla, que por ello no había dicho una sola palabra hasta ahora.

 

-Está bien – Le indicó al padre con un ademán para calmarlo. Estaba agitado, como si hubiera corrido detrás de la joven omega, pero se recompuso en cuanto T/N le hizo saber que no estaba molesta.

 

-Me uniré al ejército este año – Continuó Hitch y dio una vuelta sobre sí misma, haciendo ondear la capa con fuerza – Pretendía elegir unirme a la Legión, pero mi madre ha aceptado mientras pueda entrar en la policía militar.

 

-Es comprensible – Siguió la conversación con una leve asentimiento. El padre se adelantó entonces, pero mantuvo su distancia y T/N entendió que no deseaba que su aroma se mezclara con el de la alfa.   

 

De pronto, Hitch pareció percatarse de la presencia Rico, quien hasta entonces se había mantenido callada. Dejó de girar y la miró. Luego se adelantó hacia Rico y estiró su mano.

 

-Hitch Dreyse – Rico la tomó y se estrecharon mutuamente.

 

-Rico Brzenska – Hitch soltó una exclamación de alivio y le sonrió con sinceridad.

 

-Sabía que no eras su omega. De haber sido ya me habrías atacado – Dijo y T/N sonrió, pero Rico mantuvo su expresión seria, como diciendo “ganas no me faltaron”. Pero tal vez no pudo decirlo en voz alta porque el padre de Hitch la tomó de la mano y se inclinó hacia el frente, instando a su hija a hacer lo mismo. Hitch se mostró asombrosamente obediente.

 

-Jamás podré terminar de agradecerle por devolvérmela, señora. – Hizo una breve pausa, solo para darle dramatismo – Gracias – T/N no dijo nada, porque también se sintió agradecida.

 

Acto seguido, el omega se irguió y comenzó a alejarse con Hitch a su lado. Cuando T/N miró a Rico, ella avistaba a Hitch alejarse con la capa de las alas de la libertad aún puesta, despidiéndose energéticamente con la mano.

 

-Lamento eso – Se disculpó seriamente con ella, deduciendo que Rico ya debía suponer de qué clase de rescate se trataba.

 

-Es muy carismática – Aceptó Rico, luego se giró y la enfrentó con el entrecejo fruncido – ¿Dejas que todos los omegas te ataquen y te besen así?

 

Debió ver el desconcierto en su rostro.

 

-No fue para tanto – Se excusó – ¿Qué pretendías qué hiciera?, ¿Qué la lanzara al piso? – Rico no respondió, pero bajó su mirada, derrotada.

 

Cualquier otro alfa lo haría, pensaba Rico, pero no podía esperarlo de T/N. Ciertamente, no podía reprochar la actitud caballerosa de su prima. Ella misma se había beneficiado de ello.

 

-Aunque fue inoportuno que me besara, cuando la conocí era una niña de doce años – Comentó con un leve gesto en los labios, retomando la marcha de nueva cuenta.

 

-Ya no tiene doce años – Refutó ella, enredando sus brazos, justo como andaban antes de aquel encuentro.

 

-Si, lo noté.


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