Le vendó los ojos con una corbata y le metió una toalla en la boca.
Con la vista y la voz privadas, le amarró los brazos a la espalda, se insertó por detrás y empujó sus caderas completamente hacia arriba y de un modo que pareció bastante brusco. Ignoró los gemidos de Kawachi y lo hizo justo como se le vino en gana. Si le daba prioridad a este placer, sin escuchar las palabras de la otra parte en absoluto, entonces descubría que no se sentía tan mal consigo mismo.
Sin embargo, sin importar cómo lo penetraba, el pene de Kawachi se elevó firmemente y cuando lo apretó, incluso eyaculó en grandes cantidades y pareció como si estuviera tan excitado como lo estaba él.
"¿Por qué lo sientes tanto cuando duele?"
No solo su pene, sino también sus pezones estaban hinchados hasta el grado en que la leche goteaba sin parar sobre la cama y, además de eso, cuando le mordía los pechos o al momento de apretar tan solo un poquito con los dedos, el líquido se desbordaba de su boca e incluso se ponía a eyacular al mismo tiempo. Como si hubiese sido su intensión hacer un desastre para empezar. Solo era cuestión de, golpear unilateralmente el deseo que estaba dentro de él hasta que pasara algo.
Kawachi roció leche y semen y contrajo con fuerza la parte que estaba recibiendo a Inukai. Luego, cuando notó que ya estaba cansado, derramó una rica feromona en la habitación y estimuló el libido del hombre como si todavía le faltara un poco más para llegar a donde quería.
Fue por la mañana cuando finalmente, se estabilizó la liberación de las feromonas en Kawachi.
El hombre estaba hecho jirones debido a la actividad sexual tan extensa y sin descanso pero, Inukai... Inukai estaba demasiado abrumado y agotado como para poder decir cualquier cosa al respecto. La venda de los ojos de Kawachi se cayó en el camino y su corbata terminó empapada de lágrimas. Retiró la toalla en su boca y la sujeción en su brazo pero, quizá lo había hecho demasiado apretado porque descubrió que había dejado algunas marcas alrededor de sus muñecas.
Luego, lo limpió, lo bañó, lo puso en sábanas limpias y él hizo exactamente lo mismo. Sin embargo, su cuerpo estaba tan pesado que pensó que no quería dar un paso más nunca en la vida y que, además de eso, estaba contento de que hoy fuera precisamente sábado y ninguno de los dos tuviera que ir a trabajar.
Lo último que le dijo a la señora Sawako era que estaba a punto de encontrar a Kawachi pero, después de eso, simplemente desapareció. Además, aunque el ciclo de celo le había disminuido maravillosamente, estaba tan cansado que pensó que podía dormir por años si lo intentaba. Lo lamentaba mucho por ella, pero solo alcanzó a enviar un mensaje bastante sencillo. Sawako dijo:
[Me alegro de que el señor Kawachi esté a salvo. Nosotros estamos bien y entiendo que tú estás muy cansado de buscarlo toda la noche, así que tómate tu tiempo.]
Sawako era una Diosa.