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Clockwork Absolution por hana midori

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Notas del capitulo:

¡Hola! Ya casi se me olvida que hoy tenía que subir capítulo, jajajaja. Pero, hey, es que entre el capítulo de The owl house, el de spy x family y el hecho de que ayer empecé a leer "El cuento de la Criada" y ya estoy a 100 páginas de acabar... he tenido la cabeza en otro lado, jejeje. En fin, me logré acordar y acá andamos. Este capítulo trata más de contexto que otra cosa, aunque también trata sobre Jackson. Aunque lo principal es Jack y Hiccup, creo que vale la pena dejar que los demás igualmente se expresen. Ya lo hizo Eros, lo justo es que Jackson lo haga. Espero les guste

 

Day 11: Treasure.

 

Las cosas habían regresado poco a poco a la normalidad. O bueno, lo más cercano que ellos tenían como normalidad. Todos los días, sin falta, Jackson se despertaba muy temprano para dar una ronda, la cual consistía en revisar tanto a Eros como a su hermano. Dado que ahora dormía en la misma habitación que el pelirrojo, sólo bastaba que él se incorporara en el colchón para encontrarlo. Casi siempre tenía una de sus manos enredada en su brazo, mano que se negaba a soltarlo hasta que Jackson le decía que traería la comida. Entonces sí que le dejaba ir, no sin que antes Eros murmurara algunas cosas que se perdían contra la almohada.

 

La revisión de Jack era un poco más complicada, especialmente porque no podía ni tocarlo ni meterse dentro del tanque. Pero los animales artificiales le facilitaban la tarea al iluminar el agua, y después de comprobar que su respiración parecía normal, que no había sangre o pus en la cola, Jackson daba por terminada la ronda y era entonces momento de bajar por el desayuno.

 

Aunque Jackson tenía instrucciones de sólo ir a recoger los alimentos a la cocina, casi siempre ayudaba en la preparación de éstos. La razón recaía en el hecho de que era un tanto complicado preparar tres menús distintos para una sola comida, y a Jackson le daba vergüenza quedarse parado mientras veía como las cocineras y sus ayudantes iban de acá para allá llevando cosas. Así que cuando entraba en la cocina, inmediatamente buscaba un mandil e iba con la encargada, una mujer llamada Lisa, que le indicaba cuál sería su tarea del momento.

 

Luego de que todo quedaba, Jackson tomaba las cosas, y se apresuraba a salir de la cocina, antes de que los sirvientes tuvieran tiempo de tomar un respiro. Esto último no lo hacía como grosería, sino como mecanismo de defensa: si bien los sirvientes eran en general amables, también eran bastante chismosos. Si permanecía demasiado tiempo en un lugar, ellos superaban su timidez inicial, acercándose para conversar, para preguntarle discretamente sobre sus orígenes o para sonsacarle nuevas noticias sobre las criaturas que su señor tenía escondidas en el ala oeste.

 

Jackson sabía que, en el fondo, no hacían eso con malas intenciones, pero él se negaba a convertirse en su entretenimiento, en el bufón que los sacaría unos cuantos minutos de su rutina con cotilleos sobre las desgracias de otros. Así que era mejor mantenerse hermético, especialmente porque esta tarea debía de hacerla de tres a cuatro veces al día, dependiendo de si Jack y Eros no tenían hambre entre el periodo de la comida y la cena.

 

Después de regresar al ala oeste con el desayuno, tocaba preparar la mesa. Para este entonces Eros ya estaría levantado, aunque no siempre tenía ánimo de hacer cosas. Si se sentía bien, empezaría a sacar los platos del carrito con toda la rapidez de la que era capaz, mientras le contaba alguno de sus sueños. En cambio, si se sentía mal o la espalda le dolía, tomaría uno o dos vasos, y se instalaría en la silla, pidiéndole que le hablara de alguna anécdota de su infancia.

 

Una vez que todo estaba listo, Jackson dejaba a Eros en el pequeño comedor e iba a ver a Jack… o más bien, iba a despertarlo. Y es que pasaba algo muy curioso con su hermano: él nunca se levantaba a menos que el sol iluminara el tanque. Y para que esto pasara, era necesario que alguien, ya fuera él o Hiccup, abriera las cortinas que cubrían las ventanas del cuarto. Sólo entonces, cuando la luz, convertida en una lluvia dorada de espigas, entraba en la habitación, Jack abría sus ojos, activándose como si en todo ese rato hubiera estado dormitando.

 

Aquello le resultaba demasiado extraño. Su hermano nunca había sido de los madrugadores, pero jamás había necesitado tanto la llamada del sol para despertarse. Una parte de él se preguntaba, cada vez que hacía esto, si su ahora dependencia por la luz era realmente una consecuencia de las modificaciones que sufrió o si, por el contrario, era causada por su propia psique. Después de todo, en las últimas semanas Jack llegó a confesarle que veía mejor bajo el agua que fuera de ésta, algo que no podía ser físicamente posible porque jamás le hicieron algo en sus ojos. Pero él sostenía que sí, y Jackson no estaba tan seguro de que tan bueno era que su realidad tomara tanta importancia en su cabeza.

 

En cualquier caso, luego de que su hermano se despertaba, Jackson le ayudaba a salir del tanque e instalarse en la bañera, para luego llevarlo al pequeño comedor donde Eros los esperaba. Entonces procedían a desayunar. Todo este proceso se repetía sólo en la mañana y en la noche, ya que para la comida no trasladaban a Jack sino que ponían todo lo necesario en su cuarto y comían ahí. No había una razón particular detrás de este cambio, excepto quizá que como las porciones de la comida de las doce eran mayores, la inactividad que les invadía después de ingerirla era bastante más severa que en el desayuno o la cena. Recoger las cosas y lavar los platos podía esperar, pero regresar a Jack al tanque para que estuviera cómodo, no.

 

Luego del almuerzo, empezaban las tareas domésticas. Dado que los sirvientes tenían prohibido ir al ala oeste so pena de un terrible castigo, Jackson era el que se encargaba de mantener la limpieza en ese lugar. No era algo realmente pesado, pues además de que ya estaba acostumbrado a hacer cosas parecidas gracias a su estancia en el orfanato, las habitaciones no eran exageradamente grandes, ni tampoco tenían tantos muebles. Entre la barrida, la trapeada y la sacudida, le llevaba, a lo mucho, dos horas dejar todo listo.

 

Además, no hacía todo solo. Eros por lo general ayudaba con lo que podía, ya fuera acomodar libros, sacudir mesas, acomodar sillas, o sencillamente darle apoyo moral mientras le contaba alguna cosa. Aunque Jackson agradecía cuando Eros tenía la iniciativa de trabajar con él, le gustaba más cuando le hablaba. Porque entonces podía escucharlo reír, podía detenerse y mirarlo y encontrar su sonrisa iluminando la habitación entera, llenando de calidez su corazón.

 

Todavía no podía olvidar lo que le dijo aquel día. Pero más que sus palabras, no podía olvidar la forma tan desesperada en la que le buscó, en la que le abrazó. Parecía que en cualquier momento se rompería entre sus brazos; que en cualquier instante se haría trizas, igual que un cristal, bajo la presión de sus propias ideas, de sus dolores. Jackson hizo cuanto pudo para que supiera que no estaba solo, que estaba ahí con él, que jamás iba a dejarlo. Y todos los días desde entonces se lo recordaba. Si algo le sucedía…

 

Después de que la limpieza dejaba de ser prioridad, empezaba el tiempo de los ejercicios. En esta parte del día, Eros tomaba lo que fuera que estaba haciendo en ese momento e iba a buscar a Jack, quedándose con él prácticamente el resto de la jornada. Jackson, en cambio, descansaba un poco, y luego buscaba alguno de los libros de medicina que Hiccup le había dado para leerlo.

 

No pretendía convertirse en un doctor o siquiera en un ayudante, sin embargo, sí quería tener al menos una noción de lo que podía hacer en caso de una emergencia. Aún venía a su mente, con bastante fuerza, el día que Jack tuvo su ataque nervioso. Por un largo minuto no supo si debía entrar, si debía quedarse afuera, si debía esperar a que Hiccup volviera o si debía salir a buscarlo. Sólo cuando creyó que Jack iba a romper el cristal, supo que no debía perder más tiempo y se fue corriendo al tribunal.

 

Aunque esa había sido la mejor decisión, le habría gustado no haberse quedado congelado. Le habría gustado decidir activamente que eso era lo que haría y no hacerlo porque se sintió sobrepasado, sin elección. Qué diferente habría sido si en lugar de salir huyendo, hubiera intentado hablar con Jack, le hubiera dado un calmante y después hubiera ido por Hiccup. Pero en ese entonces no sabía nada de ataques ni de medicamentos. Por ello debía prepararse, por si volvía a ocurrir.

 

Luego del estudio, Jackson iba a ver como estaban Eros y Jack. Si tenían hambre, bajaba por algo para que merendaran. Si no, se quedaba con ellos, practicando ahora el lenguaje de señas en el que Eros seguía siendo terriblemente malo. Entonces llegaba la noche y con ésta, la hora de cenar. La mayoría de los días, Hiccup se presentaba mientras preparaban la mesa, lo que le daba oportunidad de ser él quien trajera a Jack. Luego cenaban todos juntos, y al terminar, Hiccup llevaba de regreso a su hermano mientras él y Eros recogían las cosas. Cada quien iba a su cuarto después de eso, dando por finalizado el día.

 

Esta rutina se repetía una y otra vez, con las variaciones requeridas en caso de que Jack o Eros estuviera en recuperación luego de algún procedimiento. Pero dado que eso se había detenido por el momento, sólo estaba esta rutina tranquila y serena, una que, no tan en secreto, Jackson atesoraba mucho. Por ello, cuando una jornada después de la cena, Hiccup le pidió que le concediera un momento, Jackson se sorprendió un poco.

 

Lo primero que consideró fue que quería hablarle de alguna operación para Jack, o tal vez que intentaría de nuevo convencerlo de que era necesaria la modificación en las alas de Eros para darle una mejor calidad de vida. Si se trataba de la opción uno, se limitaría a preguntar lo de siempre respecto a los motivos y el tiempo de sanación de su hermano. Si era la segunda cosa, volvería a mandarlo a la mierda, como siempre cuando le colmaba la paciencia.

 

Pero, para su asombro, no fue ni una ni otra. No bien entró a su estudio, Hiccup le pidió que se acercara al escritorio, el cual se encontraba, igual que todos los días, lleno hasta el borde de papeles.

 

—Mira, quiero que veas esto y me des tu opinión sincera, —le dijo, mientras le tendía un bonche. Jackson encarnó una ceja, sin embargo, si quería su opinión sincera, claro que se la daría. Así que comenzó a estudiar los papeles, empezando por uno que tenía con trazos bastante marcados la fachada de una casa…

 

—Hiccup, ¿qué…?

 

—Termina de verlos todos, —le pidió. Jackson no se había percatado de que estaba tan nervioso como entusiasmado. —Por favor.

 

Jackson así lo hizo. Después de la fachada, encontró dibujos de cuartos, de salas, de cocinas, de estudios. Eran iguales en esencia, aunque diferentes en estilo, porque algunos tenían muebles como los de la mansión, mientras que otros tenían muebles de tipo industrial, muebles rústicos o muebles de cristal. Entonces Jackson dio con unos dibujos un tanto más técnicos, usando de base las mismas habitaciones pero modificándolas ahora con paredes de vidrio, paredes que estaban conectadas con tubos del mismo material donde fácilmente cabía una persona si ésta se arrastraba.

 

“O nada. Si pones agua en esas paredes… no, no paredes, en esos tanques, y el agua llena también los tubos…”

 

Para cuando por fin Jackson entendió que tenía entre las manos y levantó el rostro para encontrarse con el castaño, Hiccup estaba extendiendo un plano enorme de color blanco, que abarcaba casi todo el escritorio.

 

—Obviamente no he terminado de diseñarla, primero quería que le echaras un vistazo y me ayudaras, —le dijo, haciéndose a un lado para que pudiera ver. Jackson entonces pudo mirar de forma más tangible la casa contenida entre las hojas que le dio al inicio. —La idea es que tenga tanques por todos lados, para que Jack pueda moverse entre las habitaciones. Todavía no sé si es necesario que en la cocina haya uno, pero las salas y todos los cuartos los tendrán. Y mira, tu habitación, —señaló un cuadro dentro del dibujo, —estará entre la habitación de Eros y la habitación de Jack, para que puedas revisarlos a ambos.

 

Hiccup continuó diciéndole la distribución, las cosas que tendrían, cómo diseñaría el sistema de filtros y bombeo de agua para que no tuvieran que preocuparse por la salud de Jack. Jackson lo escuchó sin escuchar, incapaz de entender el motivo…

 

—¿Por qué? —le soltó por fin, interrumpiendo al castaño, —¿Por qué les construyes una casa?

 

Sabía que Hiccup conocía su responsabilidad en todo esto, y sabía también que Hiccup le debía a Jack y a Eros mucho más de lo que podría pagarles. Pero de ahí a diseñar un hogar completo para que los dos, y especialmente Jack, pudieran sentirse cómodos y andar a sus anchas… sencillamente era… era demasiado. Demasiado en el sentido de que no tenía por qué hacerlo. Menos incluirlo a él cuando Jackson jamás escondió la hostilidad que le provocaba.

 

—Porque… —Hiccup desvió la mirada, dejándola fija en el plano, —porque quiero que estén felices. Quiero que Jack pueda ir a donde quiera y quiero que Eros deje de tener miedo. Quiero que tú y ellos dos tengan un hogar.

 

Un hogar. Jackson jamás había tenido uno. El orfanato era el orfanato, un sitio donde pasó su infancia y al que le tenía mucho cariño y agradecimiento… pero no era un hogar. Lo mismo esta mansión. Era un techo donde estaba seguro, donde tenía comida, donde no pasaba frío. Sin embargo, también era un sitio donde tenía que estar alerta, donde debía vigilar que nadie se atreviera a entrar. Tampoco era un hogar. Y éste que le mostraba ahora, que todavía era grafito y papel, pero que podía convertirse en algo real, algo de ladrillo y mezcla y vidrio…

 

—No veo tu cuarto, —se atrevió a decir, luego de un largo, largo silencio.

 

—¿Qué?

 

—Que no veo tu cuarto, —repitió, señalando los tres cuadros que estaban uno junto al otro. —Puedes usar el mío. Yo dormiré con Eros.

 

Hiccup parpadeó varias veces. Se veía a leguas que no sabía qué decirle, y Jackson, no queriendo enfrentarlo, le dio unos golpecitos al dibujo, como diciendo: no arruines esto, pon atención.

 

—Jack no se despierta si no hay sol. Habría que orientar su cuarto para que le dé el sol cuando salga…

 

Ya era bien entrada la madrugada cuando Jackson salió del estudio. Se sentía cansado, aunque particularmente satisfecho. Obviamente el diseño que hicieron todavía sufriría sus modificaciones, sin embargo, con los detalles que pudo darle a Hiccup, sentía que las cosas terminarían bien.

 

Intentando no hacer mucho ruido, Jackson entró a la habitación, se cambió, y suavemente se introdujo en el colchón. Eros inmediatamente le apresó el brazo, murmurando algo entre sueños que le hizo reír en voz baja.  

 

—Sí, un hogar, —le susurró.

 

Un hogar para él, para su hermano, para Eros, incluso para Hiccup. Un hogar lleno de calma, de animalitos artificiales que brillan en la oscuridad, de la risa de Eros, de las gracias de Jack, de la ya cada vez menos irritante presencia de Hiccup. Un hogar para los cuatro. Un hogar con todos sus tesoros.

 

Notas finales:

¡Y eso es todo por hoy! Un hogar no es cualquier cosa, y dado que Jackson por fin está empezando a superar también lo que pasó... creo que es justo ;) Ya casi hasta son cuñados y él ni en cuenta, jajajaja. ¡Nos vemos el día lunes para el siguiente capítulo! ¡Bonito fin!


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