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Clockwork Absolution por hana midori

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Notas del capitulo:

¡Hola! Vengo con el día cinco del reto <3 Hoy pude subirlo un poco más temprano, así que espero que lo disfruten :D En este capítulo se explican algunas de las cosas que han sucedido y se establece qué pasará a futuro con el pobre de Jack. Ya saben, ligeras menciones de tortura y esas cosas. Cualquier error de ortografía o de redacción, una disculpa de antemano :3

 

Day 3: Lassoed.

 

Ya casi no recordaba el tiempo antes de esa noche. Ya casi no recordaba su infancia, sus años de estudiante, sus tiempos tranquilos y llenos de maravillas en la empresa de su padre. Ya casi no recordaba la emoción de lo desconocido, la excitación de lo nuevo, la belleza de lo intangible convertido en tangible. Su memoria ahora volvía solo a esa noche, esa fatídica noche de verano donde, en lo más profundo de la mansión Pitchiner, se encontró cara a cara con el lado maldito y demoniaco de la ciencia.

 

Hasta entonces, Hiccup no creía que esa personificación existiera. Le parecía que la gente la inventaba por miedo a lo que se podía lograr, por miedo a perder el orden establecido que, aunque les esclavizaba, era todo lo que conocían. Por ello, nunca los culpaba, y se tomaba su tiempo para explicarles pacientemente que no era de esa forma, que la ciencia no destruiría su humanidad ni destazaría su alma y espíritu… pero ahora se daba cuenta de la verdad. Ahora entendía que ese miedo estaba justificado. Ellos no habían sido los tontos. Él lo fue. Y vidas inocentes pagaron el precio de su estupidez.

 

Aquella noche, le pareció que había más de cien personas dentro de la tercera habitación. Después le dijeron que no, que solamente rescataron a diez. Sin embargo, Hiccup sabía que bien pudieron ser cien, que quizá fueron más de cien. Los miembros, los cadáveres dentro de tubos… no contaban a esos dentro de los diez. Tampoco contaban a los que ya no estaban más ahí, pero que en algún punto estuvieron.

 

Para efectos prácticos y, especialmente, para el ojo público, sólo había diez afectados. De esos diez, tres estaban muertos cuando los encontraron, cinco murieron en las siguientes dos semanas a pesar de sus esfuerzos por estabilizarlos y, el resto, los dos restantes, tenían un pronóstico reservado.

 

Hiccup encontraba interesante como la gente reaccionaba al escuchar ese término. Pronóstico reservado. Significaba muchas cosas, y al mismo tiempo, no significaba nada. Así como un milagro podía ocurrir, la tragedia podía tomar definitivamente su lugar en la obra. No quería decir nada, pero quería englobarlo todo. Eran palabras de consuelo y de resignación.

 

El primero era el más fuerte de los diez. A pesar de los constantes dolores que sufría por sus prótesis metálicas, hablaba con una soltura que no esperarías de alguien que sufrió tal trauma. A veces incluso llegaba bromear y reír. Hiccup sabía que lo más peligroso con él sería remover sus alas, pues estaban tan conectadas con su espina dorsal que resultaba todo un misterio que todavía pudiera moverse y caminar. Para él, para Eros M., pronóstico reservado quería decir que sus heridas físicas eran menos que sus heridas emocionales, y eso, a su vez, se traducía en buenas probabilidades de supervivencia.

 

El segundo no compartía las esperanzas de Eros. Si bien no era el más débil, tampoco se encontraba entre los más resistentes. Las modificaciones que le habían hecho fueron tan masivas que en verdad Hiccup no se explicaba cómo las había soportado. Porque sí, perder las piernas y recibir una prótesis en forma de cola como reemplazo era terrible, pero la cirugía que enfrentó Eros era peor en cuanto a conexiones de nervios y localización. En un principio no entendía como Eros podía estar mucho mejor que él… hasta que encontró las demás modificaciones. Entonces comprendió.

 

Además de la cola de sirena, Pitchiner le había destrozado el sistema respiratorio. Realmente necesitaba el agua para sobrevivir, aunque sólo en cierta medida. El cambio en su interior no había sido llevado a la etapa final, y Hiccup se imaginó que ellos interrumpieron eso la noche que catearon su villa. En cualquier caso, ya no podía respirar aire puro, sin embargo, tampoco podía tomar todo el oxígeno que necesitaba del agua. Estaba en un constante estado de ahogamiento que le hacía tomar sólo pequeñas bocanadas de aire en cada aspiración.

 

Aunado a esto, sus cuerdas vocales estaban hechas mierda. Hiccup no se había percatado de ello pues pensaba que su falta de habla era a causa del shock, pero luego vio que no era así. Pitchiner le había destrozado la garganta durante la modificación respiratoria, y honestamente, Hiccup no estaba seguro de si podría revertir el daño a tiempo.

 

Así que, observando todo el panorama, era más fácil de comprender por qué el segundo, por qué Jack, apenas podía mantenerse despierto y consciente. No se trataba solo de dolor, ni siquiera se trataba del trauma… genuinamente era una situación donde su cuerpo estaba luchando por mantenerse vivo, por tomar otra bocanada de aire. Y si Hiccup no hacía algo pronto, no importaría la voluntad o el deseo fisiológico de no morir… moriría. Para Jack, pronóstico reservado significaba estar tan vivo como muerto. Era una paradoja, una que pronto tendría que resolverse.

 

Esto en particular fue lo que le llevó a tomar su decisión definitiva, una que fue tan criticada como alabada: tomar a ambos chicos y curarlos él mismo. Después de todo, su ingenuidad y su poco cuidado habían llevado a que fueran victimas de Pitchiner. Era natural que él quisiera reparar esto, que él quisiera enfrentar lo que sea que el maldito había hecho y deshacerlo. Algunos comprendían sus sentimientos, llegando incluso a compartirlos. Otros no, pensando sencillamente que la humillación de saberse burlado era demasiada para que quisiera admitirla.

 

Jackson estaba entre estos últimos. Él no creía en las buenas intenciones de Hiccup, en el talento que los demás decían que tenía para reparar cosas. Para Jackson, Hiccup era tan culpable como Pitchiner, y a sus ojos, solamente terminaría lo que el bastardo no pudo completar. Por ello se mostró tan reacio a dejar ir a su hermano, a confiarlo ciegamente en las manos de Hiccup.

 

—¿Quieres corregir lo que pasó? Entonces me llevas contigo. Lo dejé solo una vez y mira lo que le hicieron. No voy a cometer el mismo error.

 

La presencia de Jackson era un lastre pesado para Hiccup. Era esa parte que sabía que, por más invenciones que hiciera, por más que sanara lo que estaba herido, había un margen de error. Había un límite que no podría cruzar. No era capaz de revertir todo el daño en el sistema respiratorio de Jack. No era capaz de retirar todas las alas de la espalda de Eros. Ambos tendrían que vivir con sus modificaciones… o sucumbir finalmente a ellas.

 

Fue así que los cuatro terminaron en el ala más apartadas de la vivienda Haddock. Jackson se encargaba de vigilar la evolución de Jack y Eros, así como de las comidas y de las curaciones menores. Hiccup era quien hacía todo lo demás, desde las operaciones hasta la aplicación de antibióticos y antisépticos.

 

Esto último fue lo que más hizo durante las primeras semanas. Antes de pensar siquiera en abrirlos, debía estabilizarlos, especialmente a Jack. Y por lo que Eros le contó, Pitchiner no solía darles medicamentos para el dolor con la excusa de que “era mejor sentirlo para saber que los nervios estaban vivos”. Maldito imbécil.

 

En cualquier caso, sus cuerpos tenían que descansar de ese infierno, empezar a sanar. Hiccup acondicionó una de las habitaciones para que fuera particularmente cálida, y ahí descansaba Jack, durmiendo medio sumergido en agua dentro de un tanque de cristal al que terminaron apodando “la bañera”. Así se mantuvo durante quince días… hasta que abrió de nuevo los ojos.

 

Le costó mucho convencerlo de que estaba a salvo. Aún ahora, le daba la impresión de que no le creía por completo. Ese despertar agitado y desesperado se repitió al menos cinco veces, hasta que una parte de Jack pareció entender que, para bien o para mal, estaba aquí y no se iría. Fue durante ese tiempo que descubrió lo de su voz. Y fue también durante ese tiempo que comprobó que la pérdida de la misma no significaba una pérdida en sus capacidades comunicativas.

 

Jack era tremendamente expresivo. En sus ojos azules se reflejaban las emociones que sentía, y sus manos, siempre frías a pesar de la temperatura cálida del agua, le transmitían las palabras que no podía articular. Era en verdad extraño que Hiccup pudiera entenderle sólo con tocarlo o ver sus pupilas.

 

—Si te duele, apriétame el brazo, —era algo que solía decirle bastante seguido, tanto que Jack comenzaba a jugar con ello y le pellizcaba incluso antes de que le hiciera la curación o le inyectara el medicamento. —No seas tramposo, —le respondía entonces, y Jack, dependiendo de su humor, se atrevía a sonreír o le daba un segundo apretón.

 

Hiccup no sabía hasta que punto se estaba haciendo consciente de Jack. Pero una buena señal fue cuando tuvo que decirle que lo operaría para mejorar su respiración. Jack clavó sus ojos mar en los suyos con una fuerza y un terror que le dejó helado. De inmediato, Hiccup se dejó caer de rodillas, mientras apretaba su mano y se la llevaba al corazón.

 

—No te haré daño, Jack. No soy como él. Te ayudaré, ¿recuerdas? Te lo prometí.

 

Jack no le contestó. Y por un largo minuto, Hiccup no pudo leer nada en su expresión, en sus ojos de hielo. Era como si hubiera cerrado el canal, como si Jack ya no quisiera que le hablara. La idea llenó de zozobra su cabeza, hasta que, así como apareció, esa hermeticidad se fue y pudo volver  a entender sus pensamientos… unos que estaban llenos de miedo, de ansiedad.

 

—No temas. Estoy contigo. Estamos juntos en esto.

 

En verdad lo estaban. Tal vez más de lo que Hiccup podría admitir nunca. Realmente éste era su karma. No el haber perdido su pasión por la ciencia, no el haber descubierto las consecuencias de sus pensamientos ingenuos, no el haber enfrentado el linchamiento público o sentir todavía el desprecio de las personas. No, nada de eso había sido su karma. El verdadero era éste, y solo éste: enamorarse del chico al que le había destruido la vida. Vaya giro cómico. Vaya giro trágico.

Notas finales:

¡Y eso es todo por hoy! Prometo que a partir de aquí los capítulos serán más tiernos, jajajaja. Bueno, la mayoría. Nos vemos para el día siete :3 <3


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