Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sweet Dreams por Dra-chan

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Tercer día de hacer la publicación de historias para este hermoso evento. He sacado mi lado más sucio con uno que otro, pero algunos no son tan extremos como me gustaría, supongo que me agarraron con la guardia muy baja. En fin, esta vez vengo con una de las parejas que más me gusta, Iwaizumi x Oikawa porque son vida, son lof.

Notas del capitulo:

A parte de especificar que hay sexo homosensual en esta historia, y el uso de extremidades extras, ejejeje, creo que no hay nada más que decir. Quizás mi lenguaje vulgar, pero mñe.

#omf2022 #monsterlover #ilitiaforever

Temas del día:
2.-No sólo con las manos
6.- Tentáculos, perfecto
28.- Me lastimáste

1


Se mira en el espejo y suelta un gemido de frustración. Oikawa sabe perfectamente lo horrible que se ven sus ojeras en ese momento. Son bolsas oscuras debajo de sus ojos que reflejan la enorme falta de sueño que viene sufriendo desde hace varias semanas.


No importa si toma pastillas para dormir, medita o se pone música relajante para poder intentar conciliar el sueño, son precisamente esos sueños lo que lo tienen hecho polvo totalmente.


No recuerda exactamente cuándo comenzó, pero de un tiempo para acá lo único que puede soñar es con la imponente figura masculina de un ente que le atormenta noche tras noche.


Al principio fue aterrador, por supuesto. Quién podría sentirse tranquilo cuando sueña que algo con figura masculina y extremidades adicionales, cual tentáculos, le hace de todo, noche sí y noche también.


Recuerda perfectamente el primer sueño. Tooru se ve a sí mismo en su habitación, oscura y tranquila. Está acostado sobre su cama, bocarriba e inmóvil, tratando de averiguar qué está pasando hasta que nota otra presencia al lado de su cama. No puede ver con claridad las facciones del hombre, pero intuye una sonrisa burlona en sus labios. Una mano se estira hacia su cuerpo. La mano grande y masculina termina en unas intimidantes garras de color negro que, sin embargo, toman con delicadeza la sabana que cubre su cuerpo y la retira lentamente. La tela roza suavemente su piel y es cuando se da cuenta que se encuentra totalmente desnudo. Quiere cubrirse, por vergüenza y miedo, pero le es imposible moverse. Todos los músculos de su cuerpo se sienten adormilados y lo único que puede hacer es ver cómo la sabana le es retirada por completo, quedando expuesto.


Su entrepierna está dura como roca y eso sólo lo asusta más.


Lo que sigue es aún más inverosímil que el pensar que está teniendo un sueño húmedo con una figura masculina. No es que se cierre al pensamiento, pero siempre ha estado más rodeado de chicas interesadas en él de forma sexual, que de hombres. Los hombres generalmente sólo demuestran hostilidad hacia su persona, como si le culparan por tener un gran atractivo y estar acaparando la atención de todas las mujeres. La genética no es culpa de Tooru. Su actitud de mierda sí, por supuesto. Lo que ve y siente es increíble. Detrás del cuerpo de ese hombre salen cuatro largas extremidades en forma de látigos oscuros, o tentáculos, depende de cómo se vean. Tienen una textura fina y delicada, puede sentirlas perfectamente reptar por todo su cuerpo. No tienen ventosas, como esperaría con su nulo conocimiento de extremidades como esas, tampoco se sienten babosas y pegajosas como le han enseñado los vídeos para adultos. Son más como largos dedos flexibles que le acarician a placer. Las siente en sus muslos, en su pecho. Hay uno incluso que acaricia su rostro, repasando sus labios como si quisiera entrar y es ahí donde Oikawa piensa que, en realidad, parecen cuatro penes paseándose por su cuerpo, restregándose contra cada parte de su piel expuesta.


Esa primera noche despierta en ese punto, asustado y agitado como si hubiera corrido una maratón.


Piensa, ilusamente, que es cosa de una noche, que debería dejar el porno duro por un rato, aunque nunca ha sido fanático y lo ve por puro morbo. Se convence que soñar con una figura masculina no significa nada y que todo volverá a la normalidad la siguiente noche.


Estaba muy equivocado.


2


Resulta que a partir de ese momento los sueños continuar noche tras noche. Y el problema no es sólo que los sueños de ese tipo continúen, sino que van subiendo de intensidad cada noche.


No sabe por qué, pero ya no se encuentra inmóvil como la primera vez, pero eso no significa que pueda escapar o hacer algo para defenderse o detener lo que sucede. En el fondo, en realidad, ni siquiera sabe si quiere detenerse. A veces se retuerce y se niega a las caricias, pero qué puede hacer contra algo con prácticamente seis brazos. Se ve inmovilizado en la cama, con las manos sujetas sobre su cabeza mientras que los tentáculos que no le están sujetando recorrer su cuerpo a placer.


Otra cosa que va cambiando cada noche son las facciones del sujeto que le da tanto placer y miedo. Puede verlo un poco más nítidamente con el pasar del tiempo. Hay dos cuernos retorcidos de color negro que sobresalen de su cabellera castaña, es lo primero que nota. Poco después puede ver dos pequeñas pupilas de un color oliva que le ven con un brillo seductor y divertido. La piel ligeramente bronceada cubre un cuerpo bien esculpido, con abdominales definidos, brazos fuertes. Oikawa no ha podido levantarse nunca de su lugar en la cama, pero está muy seguro que esa cosa debe sacarle una o dos cabezas de alto.


Es por la tercera o cuarta noche que nota una quinta extremidad adicional de esa criatura, el cual sigue sólo estando junto a su cama, torturándole solamente con sus tentáculos, y es una cola negra, del mismo grosor de aquello que le tortura noche tras noche. La ve balancearse de un lado a otro detrás del cuerpo de su torturador. Es sólo cuando la nota que esa cola comienza a ser parte de su placer. A veces es la que le sujeta de los brazos para tenerle inmóvil en la cama. A veces es la que toma su cintura para girarle y poder darle otro ángulo a ese maldito demonio lascivo. A veces toma una de sus piernas para abrirle de par en par y permitir que uno de los tentáculos se cuele entre sus nalgas y acaricie su entrada, burlándose con caricias que nunca llegan más profundo.


Y a veces no puede creer que lo que más le frustra es que todo lo que le da son caricias superficiales. Nunca toca su polla, triste y necesitada, nunca le embiste con fuerza como tanto necesita su entrada. Y ve esa maldita sonrisa ensancharse, como si supiera qué es lo que le tiene tan molesto. Se retuerce en la cama, deseoso de al menos poder liberarse el mismo de ese sufrimiento, pero es cuando más le sujetan las manos, cuando más le abre de piernas y Tooru a veces se encuentra pensando en por qué no usa también sus manos. Esas manos grandes al final de sus poderosos brazos. Se ve a sí mismo perdido entre su pecho, sujetándose con ambos brazos al cuello contrario mientras le embiste con fuerza.


Es quizás la décima, o quién sabe, perdió la cuenta, noche pensando en ello que al fin puede definir más allá debajo de su cintura. Por supuesto que está completamente desnudo, si Oikawa tuviera ese cuerpo, está seguro que andaría desnudo por la vida a la menor oportunidad. Lo que ve entre sus piernas le aterra y le hace salivar al mismo tiempo. No será tan largo como los tentáculos que ama y odia en ese punto de su vida, a menos que pueda estirarlo a voluntad como hace con ellos, lo cual le lleva a una línea de pensamientos que debe detener antes de avergonzarse y correrse por el simple pensamiento. Pero es grueso. Lo suficiente para hacerle pensar si su cuerpo podría soportarlo. Está duro y pulsa ante cada gemido que Tooru suelta mientras se retuerce en la cama.


Eso le frustra más, por supuesto, ¿cómo es posible que no haga nada si está así de duro? ¿Qué es exactamente lo que disfruta sino consuma el acto?


No lo sabe y está furioso por no saberlo.


3


Por mucho que disfrute de esos sueños, no sabía que podía disfrutar de sentirse tan aterrado, de verdad, Oikawa se pregunta constantemente si siempre tuvo ese lado medio masoquista con él, pero detiene sus pensamientos porque aún no está listo para esa clase de autodescubrimiento, no puede evitar vivir extremadamente cansado día con día. Levantarse con el pijama húmedo todos los días, a veces con una erección persistente, le está pasando factura. Ha leído un poco sobre el tema y cree firmemente que se está enfrentando a un incubo.


Le parece ridículo pensar en ello, pero todo calza. Aunque generalmente prefieren a mujeres, quién podría decir que ellos no tengan sus gustitos especiales.


Así que no sabe si se levanta así de jodido todas las mañanas porque tiene toda la sangre en la polla o porque el demonio le está chupando toda la energía vital. Lo cual apesta, podría al menos chuparle la polla en compensación, no hacerle sentir tan miserable por estar deseando que se lo folle de una maldita vez.


Pensó por una fracción de segundo en ir y buscar a alguien que realmente se lo folle, pero no tiene la energía ni las ganas de lidiar con gente real. No cree que pueda hacerlo con el primer idiota que se le cruce por el camino. No mientras lo único que puede hacer es pensar en todas las cosas que esos tentáculos podrían estarle haciendo en ese momento. En lo mucho que le gusta la sensación de la piel áspera de esa cola sujetándole para moverlo a su voluntad. En cómo le gustaría que fueran unas manos grandes y toscas la que lo tocaran. En cómo esos poderosos brazos podrían estar sujetándolo desde atrás para dejar su espalda totalmente pegada a un poderoso pecho.


Y es injusto ser él quien tiene que pasar por todo ese martirio y estar deseando tan fervientemente algo que nunca pensó que desearía. Fue ese maldito incubo el que lo eligió de alguna forma ¿no? Entonces por qué no terminaba de una vez con todo eso.


Nunca se le ha pasado por la cabeza pedírselo, no cree poder con la vergüenza. Sus interacciones verbales son unilaterales por parte de Oikawa al final de cuentas. Se basan en “no” “detente” y “más, por favor, más” llegados a cierto punto. No ha escuchado a ese ente hablar. Lo cual siempre le hace plantearse si realmente son más que sueños. Son muy vividos, pero no es como que no existan ese tipo de sueños y sólo sea el lado más homosexual de Oikawa pidiendo ser liberado. Y follado, al parecer.


Mientras piensa en todo ello, deja una enorme canasta sobre el mostrador en la tienda donde se encuentra. Lleva tantas bebidas energéticas como puede, varios sobres de café instantáneo y panecillos de chocolate, sólo porque sí.


No planea dormir esa noche. Puede dormir entre clases de universidad. La cosa esa no aparece en sus siestas diurnas y le dará una lección sobre no meterse con Oikawa Tooru.


4


La noche es complicada, por supuesto, Tooru no esperaba nada menos que eso. Se ha tomado cuatro latas de bebidas energéticas y dos cafés bien cargados con unos cuantos panecillos de chocolate, y lo único que siente es que el corazón podría petarle en cualquier momento de lo acelerado que lo tiene y, sin embargo, caer dormido en cualquier segundo. Descargó una serie de vídeos de voleibol que tanto le gustan y algunas películas sobre alienígenas para poder sentir que la noche dura menos.


Cuando el día comienza a despuntar y la claridad entra por su ventana, se permite dos horas de sueño antes de tener que levantarse de la cama, siendo esto un esfuerzo sobre humano, y darse una ducha bien fría para poder despertar de nuevo.


La escuela es un martirio porque está más dormido que despierto en la mayoría de las clases y para las once del día busca un rincón olvidado de la biblioteca donde toma una larga siesta que afortunadamente nadie interrumpe.


No va a sus clases de la tarde, como es obvio. De hecho, se termina despertando casi a las seis de la tarde cuando el trabajador de la biblioteca lo encuentra y le pide que se retire del lugar. No le molesta, al contrario, agradece que alguien lo despierte porque es capaz de dormir otras dos horas, o más.


Sin embargo, cuando sale del campus de la universidad, rumbo a su casa, se siente bastante despierto y descansado, como hace mucho no se sentía. No recuerda qué soñó, pero definitivamente no había ningún tentáculo involucrado en sus sueños y eso es genial al mismo tiempo que decepcionante. No quiere pensar en eso último, así que intenta distraerse pensando en qué comprar en la tienda para hacer de cenar y distraerse durante la noche.


Al final compra una cena ya hecha y más café. Cree que las bebidas energéticas no son una buena opción considerando cómo casi le peta el corazón la noche anterior y espera que el café sea suficiente compañía.


Al llegar a casa cena frente a la televisión mientras ve El día de la independencia por millonésima vez. Cuando termina ve el reloj que marca a penas las ocho y media de la noche. Le duele un poco que aun falte tanto para que la noche termine. Agradece que sea viernes y al día siguiente no tenga nada que hacer. Si se desvela nuevamente esa noche, podrá dormir todo lo que quiera durante el día y esa idea le seduce bastante. Dormir largo y tendido, descansar lo suficiente y tener energías de nuevo es casi un sueño húmedo.


Todos esos sueños pervertidos no serían tan malos, sino le estuvieran dejando tan molido.


Toma las cosas que ensució por su cena y las lleva a la cocina. Está pensando en qué película ver a continuación, Señales, Alíen o quizás La cosa porque es un amante de los clásicos. También considera si será prudente tomar un café y un panecillo, aunque acaba de cenar, pero decide que será para más al rato que deba distraerse del sueño.


Ni todas las bebidas energéticas de la noche anterior casi le petan el corazón como el encontrarse ese demonio, que tantas noches anteriores le robó el sueño, parado en medio de su sala, de brazos cruzados, el ceño fruncido, con la cola y los tentáculos oscuros serpenteando detrás de él, como extremidades inquietas.


—¡¿Qué demonios?! —grita mientras da un salto hacia atrás y se refugia detrás de la barra que divide la cocina del comedor y la sala.


Tooru no puede creer que en algún momento se quedó dormido cuando fue tan cuidadoso, ni siquiera tenía sueño como para considerar que fuera un accidente.


—¿Qué me hiciste? —pregunta con pánico mientras pellizca su brazo, su pierna y hasta una de sus mejillas para intentar despertarse—. ¿Puedes obligarme a dormir?


El demonio parece desconcertado por esa pregunta, levanta una de sus cejas en un movimiento lento, casi calculado, como si no entendiera su balbuceo.


—¿No? —responde con voz gruesa—. ¿De qué estás hablando? Tú me obligaste a venir aquí.


—¡Yo no te obligué a nada! —se defiende Oikawa sin entender nada, muy adolorido de las partes que estuvo pellizcando.


—Claro que sí —vuelve a insistir el demonio, comenzando a caminar lentamente hasta la cocina—. Tú me obligaste a venir al no estar soñando.


—¿De qué…? —vuelve a intentar Tooru, pero detiene su pregunta cuando dos de los látigos negros se lanzan rápidamente hacia él, envolviendo su cuerpo por completo. Lo levantan del suelo para poder acercarle hasta ese demonio increíblemente sexy, enojado y desnudo.


Por supuesto que Oikawa no había reparado en su desnudes, demasiado ocupado entrando en pánico. Tampoco es que pueda dar el largo y calculador vistazo que le gustaría, ya que esos látigos lo dejan suspendido en el aire para que pueda quedar cara a cara con ese hombre, cosa, lo que sea, que parece acribillarlo con la mirada.


—¿Crees que puedes escapar de mí? —pregunta el demonio, sonriendo y mostrando sus afilados caninos. La sonrisa debería verse amenazadora y predadora, pero la polla de Tooru da un salto, interesada en el espectáculo y nunca creyó que debería intentar mantener la concentración para mantenerse asustado y no pasar a estar increíblemente cachondo.


—¿No? —responde de todas formas, como sino entendiera que fue una pregunta capciosa.


—Anoche no dormiste y me dejaste esperando, ¿crees que eso es divertido?


En ese punto Oikawa se pregunta si el demonio realmente espera una respuesta de su parte. No obtiene respuesta a su interrogante, pero sí obtiene unos tentáculos comenzando a hurgar entre sus prendas. Uno acaricia su pecho y el otro se abre paso entre su pantalón y su bóxer, pensando en despertar su ya muy despierta erección. Si al incubo le asombra que esté muy cachondo en esa situación, su rostro no muestra absolutamente nada al respecto.


—No me dejas dormir —responde Oikawa al fin, con una seguridad que no siente para nada—. Estás absorbiendo mi energía sin darme nada a cambio, yo creo que no amigo.


Puede ver que el demonio intenta mantenerse en su plan de ser maligno y amenazante, pero su comentario hace que una de las comisuras de sus labios se levante un poco por un par de segundos. Para alguien tan observador como Tooru, eso no pasa desapercibido. Sin embargo, pestañea y la mueca ha desaparecido, dejando un ceño fruncido y una mueca agría en ese rostro.


—Yo creo que te doy bastante —repone el incubo. Desde hace rato el tentáculo que entró en su pantalón se entretiene bastante con su erección y a Oikawa le está costando toda su fuerza de voluntad el no gemir y jadear como tanto desea, pero no quiere darle ese placer a ese demonio. Tiene que dejar claro su punto.


Por su mente, por supuesto, no ha pasado para nada el pensamiento de tener un incubo, un demonio real, justo en su sala, justo entre sus ropas, acariciando su polla y manoseando sus pezones. Él tiene que dejar algo claro aquí. No sabe el qué, se está distrayendo por minutos, pero está claro que no va a ser el primero en ceder. No señor.


—Yo creo que no —dice Tooru. Muerde sus labios porque no dejará salir ningún sonido que no sean palabras. Cuesta, pero lo está logrando—. Yo necesito algo más —continua mientras, de alguna forma, uno de sus pies se mueve hasta dar con la semi-erección del demonio y la acaricia levemente—. Y si tú no me lo vas a dar, puede que lo busque en otro lado.


Es una mentira, por supuesto, y Oikawa está seguro que de alguna forma ese demonio también lo sabe. Eso no evita que frunza con más profundidad su ceño y un leve gruñido escape de entre sus labios.


—No te atreverías —dice entre ese gruñido. Tooru puede oler el peligro, vibra en su cuerpo. Casi podría ver un aura negra emanar del demonio ante sus palabras, pero poco le importa ya que desde hace varios minutos está pensando con una cabeza sin neuronas.


—¿Por qué diablos no me atrevería? —reta nuevamente, ya que cero instintos de supervivencia de su parte—. ¿Qué podría detenerme?


La respuesta que obtiene es el ser, de un momento a otro, arrojado sin miramientos y Oikawa teme por dos segundos terminar con algo roto. De alguna forma se lo estaba buscando al ponerse tan insolente con un demonio, al fin y al cabo. Está muy listo para sentir mucho dolor, pero, por el contrario, lo que siente es la suavidad de su cama. La base cruje ya que Tooru no es nada pequeño y tampoco es exactamente ligero. Supone que fue un mal cálculo y aunque su cuerpo cae mayormente en su colchón, su cabeza pega contra la cabecera de la cama.


—¡Ey! ¡Me lastimaste! —se queja. El golpe no fue muy duro, y ni siquiera es todo el dolor para el que se estaba preparando, pero si Tooru no se queja de algo, no es Tooru en esencia.


—No estés de quejica —gruñe el incubo mientras se pone sobre su cuerpo. Sus palabras son frías y cortantes, sin embargo, sus tentáculos toman delicadamente el cuerpo de Oikawa hasta moverlo un poco más al centro de la cama y uno de ellos se queda serpenteando en sus cabellos, como si quisiera aliviar cualquier dolor con sus caricias.


Quiere sonreír triunfante, por supuesto, Oikawa nunca se niega al sentirse victorioso por algo, pero cree que esa noche ha estado abusando demasiado de su suerte al retar un ente maligno con intenciones claramente sexuales, u homicidas, a ese punto no sabe ver la diferencia y su polla tampoco, la cual no se ha visto desanimada en ningún momento.


—¿Qué es lo que quieres de mí? —sorpresivamente esa pregunta sale de los labios del incubo, el cual ha tomado lugar entre las piernas de Oikawa mientras sus tentáculos se encargan de retirar una a una las prendas en el cuerpo de Tooru.


Lo piensa por unos largos segundos. ¿Qué es exactamente lo que quiere? ¿Que se lo folle de una maldita vez? Eso seguro. ¿Que le haga muchas cosas sucias con esos tentáculos? ¿Con esa cola? Sí, por supuesto. Que lo toque por todos los rincones inexplorados de su cuerpo con sus poderosas e intimidantes manos. Que le bese y haga un desastre con su cuerpo y su razonamiento.


Quiere muchísimas cosas en ese momento que no puede pensar exactamente por dónde debería empezar.


—Que me digas tu nombre —es lo que sale de sus labios sin si quiera pensarlo, lo cual los toma por sorpresa a los dos.


—Hajime —responde, sin embargo, el incubo.


Una sonrisa escapa de los labios de Oikawa, complacido al escuchar ese nombre.


—Sí, definitivamente estamos a punto de comenzar.


5


Después de la primera petición, vinieron muchas más.


Algo que sabe muy bien Tooru es que, si le dan el poder de dirigir los pasos de otra persona, o criatura, no va a tentarse el corazón ni un poco para hacer su voluntad.


Después de pedirle saber su nombre, porque algún nombre debe tener en mente para gritarlo mientras se retuerce de placer, no se detuvo ni un poco para hacer más peticiones.


—Bésame —fue lo siguiente que pidió. Aunque llegados a ese punto sus palabras sonaban más a una orden que una petición.


Pensó por un momento que sería complicado tener caricias tan íntimas como besos, por aquello de los colmillos, pero resulta que a Hajime le gusta ser cuidadoso con lo que hace y que puede hacer cosas increíbles con la lengua.


El beso fue húmedo desde el principio, sin preámbulos. La lengua de Hajime se enterró en las profundidades de la boca de Tooru, recorriendo cada rincón como si quisiera memorizarlo, luchando con la lengua contraria que buscaba seguirle el ritmo. Se tomaba el tiempo de separarse un poco para delinear sus labios, saborearlos uno a uno, mordisquearlo sin llegar a herirlo y volver a beberse cada suspiro que escapaba de la boca de Oikawa.


—Acaríciame con tus manos —fue la siguiente petición de Tooru, sin pensar demasiado en las garras que adornaban esas manos que tanto quería sobre su cuerpo.


Se sorprendió al ver cómo las garras podían contraerse y dejar unos dedos normales que estrujaron la piel de sus muslos para hacerle más espacio a Hajime entre sus piernas, luego subían por sus costados hasta que los pulgares ajenos llegaron a sus pezones y comenzaron a acariciarlos con rudeza, todo eso sin romper el beso ni un momento. A veces Tooru olvidaba que podía respirar por la nariz si se esforzaba un poco, pero igualmente se bebía los suspiros que Hajime soltaba contra él. Sus ojos estaban cerrados, disfrutando al máximo todas las nuevas sensaciones que experimentaba su cuerpo, pero en un segundo que los entre abrió, pudo ver la cola y los tentáculos ajenos retorcerse a espaldas de Hajime.


—Puedes usarlos también —fue todo lo que dijo antes de pasar sus brazos alrededor del cuello del incubo y profundizar un beso que ya era de por sí bastante profundo.


No tuvo que repetir esa orden para sentir como los tentáculos le acariciaban por todos lados, dos retorciéndose entre sus piernas, dejándolo bien abierto -como si en algún momento hubiera pensado en cerrarlas-, otro se retorcía y serpenteaba contra su entrepierna y el otro bajaba entre sus nalgas, buscando su entrada.


Lo siguiente ni siquiera tuvo que pedirlo, de pronto había una humedad extraña emanando del tentáculo que jugueteaba contra su entrada, y al momento tenía varias pulgadas dentro de su cuerpo. Quiso alarmarse por un segundo pensando en lo doloroso que debería ser ese repentino momento, que lo único que podía pensar es en que lo quería más adentro, mojando cada rincón de su cuerpo que pudiera alcanzar. Que pensando en lo mucho que podía estirarse, sería bastante. Pero no abusó de lo mucho que Oikawa podía tomar. Simplemente se quedó a esa profundidad y empezó a bombear lentamente dentro de él. Sentir esos labios comerle la boda, un tentáculo encargándose de su erección, los dedos que dejarían rojos y adoloridos sus pezones y el tentáculo extra follándole lentamente le tenían al borde del mejor orgasmo de su vida.


Sin embargo, y como ha pasado en mucho de sus sueños anteriores, aunque esto no fuera un sueño, Hajime detuvo todo movimiento antes que Tooru sintiera su liberación.


—Hijo de perra —gruño Oikawa, frustrado y sintiéndose al borde. El tentáculo sobre su polla se enroscó contra está y apretó un poco, deteniendo su liberación.


—¿Qué quieres que haga, Tooru? —preguntó Hajime. Sin embargo, la pregunta no era con burla o prepotencia. No parecía estar disfrutando el detenerse para nada, ni el estar lejos de sus labios. Aun así, parecía buscar una respuesta honesta.


Nuevamente muchas cosas pasaron por la mente de Oikawa. Que le besara de nuevo, que le dejara correrse de una vez, que ese puto tentáculo dentro de su culo se moviera más rápido y más profundo. No sabía qué decir y temía tomar una decisión equivocada con sus palabras cuando Hajime parecía esperar por algo en específico.


Fue entonces cuando su mente, inundada de endorfinas, pareció ver la luz por un segundo.


—Fóllame —siseó desesperado. Lo cual no parecía ser la respuesta que el incubo esperaba, pero antes de poder mostrar su descontento, como pudo, Oikawa movió nuevamente una de sus piernas, alcanzando como pudo, ya que sus piernas seguían sujetas por los tentáculos para mantenerle bien abierto, con su pie la dolorosa erección de Hajime—. Fóllame —repitió, acariciando lentamente con sus dedos. Un roce apenas efímero que fue todo lo que necesito Hajime, quien tenía una enorme sonrisa predadora en sus labios.


Volvió a besarle con fuerza, como si buscara succionarle el alma por la boca, lo cual Oikawa interpretó como la respuesta correcta a la pregunta. Los movimientos sobre su cuerpo retomaron su ritmo, el tentáculo dentro de su cuerpo bombeo un par de veces antes de abandonarle y dejarle un extraño sentimiento de vacío que no duró lo suficiente, pues la punta de la polla de Hajime tomó su lugar sin hacerse esperar.


Oikawa mentiría si dijera que no le aterraba el imponente tamaño de esa polla y la tensión en su cuerpo debió darle alguna pista al otro.


—Tranquilo —susurró sobre sus labios, mordisqueando el labio interior antes de continuar hablando—. Nada de lo que haga te va a lastimar.


Por supuesto, Tooru quiso recordarle que hace unos minutos estrelló su cabeza contra el cabecero. Pareciendo conocer sus intenciones al hablar, Hajime simplemente volvió a besarlo, al mismo tiempo que de una estocada enterraba casi por completo su erección dentro del cuerpo humano bajo el suyo.


Todo el aire dentro del cuerpo de Oikawa escapó de un golpe. Estaba muy listo para comenzar a quejarse de dolor, pero todo lo que sintió es como esa polla que irrumpió de golpe rozaba su próstata en su camino, mandando oleadas de placer a cada fibra de su cuerpo.


—¿Qué…? —quiso preguntar sin poder procesar nada de lo que estaba pasando.


La respuesta que obtuvo fue una traviesa sonrisa en los labios de Hajime y el comienzo de un poderoso bombeo contra su cuerpo.


—Follar con un incubo nunca sería doloroso —dijo mientras movía las caderas con fuerza, dejando ir por completo su polla en el interior de Oikawa, el cual gemía sin control sin poder procesar del todo sus palabras—. Me alimento de tu placer —continuó hablando mientras abrazaba por completo el cuerpo de Oikawa, dejando que este se abrazara con brazos y piernas a su cuerpo. El aliento caliente del incubo caía directamente sobre la oreja humana—. Jamás buscaría lastimarte.


Al final Oikawa se resignó a no pensar ni responder absolutamente nada. Sólo quería disfrutar de ese cuerpo sobre el suyo, del calor emanando que se fundía contra él. Recorrer con sus manos lo que pudiera alcanzar, los anchos hombros, el cabello castaño oscuro y rebelde, incluso pasar sus dedos delicadamente por la rugosidad de los cuernos en la cabeza de Hajime. De esos potentes movimientos de cadera que chocaban contra su cuerpo como si buscaran destrozarle, pero que simplemente le estaban volviendo loco. Loco porque quería pedirle que lo hiciera más fuerte, más rápido. Que marcara su forma muy dentro de su cuerpo.


Ya no tenía casi ningún tentáculo sobre su cuerpo, sólo el que se retorcía contra su polla, los otros tres parecían haberse hecho más pequeños y sólo reptaban en la espalda de Hajime. Se tensaban un poco por momentos, pero mayormente sólo parecían dejarse llevar por el bamboleo de las embestidas de su dueño. La que parecía más animada era la cola del incubo, la cual, como si fuera un ente aparte de ese cuerpo, se paseaba lentamente por el cuerpo de Tooru, como si adorara cada porción de piel que podía alcanzar.


Cuando se deslizó lentamente por el rostro de Oikawa, acariciando lentamente su mejilla sudorosa hasta llegar a sus labios, no pudo evitar besarla con dulzura, como saludando a una vieja conocida antes de pasar su lengua lentamente por los costados, la punta. No había un sabor particular en ella, ni tampoco lo buscaba, sólo disfrutaba de la rugosa sensación contra sus labios y su lengua.


—Si tu boca se siente sola —siseo Hajime, alejando su lengua de golpe—, puedes distraerte con esto —y por “esto” se refería a otro de sus tentáculos, el cual introdujo de golpe a la boca ansiosa de Tooru y bombeo fuertemente.


Aunque sintió por un segundo que se asfixiaría, pues el tentáculo le llegó de golpe hasta lo profundo de su garganta, pronto se acostumbró, y hasta disfrutó, tenerle entre los labios. Se retorcía de adentro hacia afuera, lo que reforzaba más el pensamiento de Tooru sobre compararlos con penes extras.


Pudo ver la mueca contraída de placer en el rostro de Hajime y se preguntó si la cola era un punto tan débil en su cuerpo. El pensamiento le alegró bastante, aunque todo lo que había hecho era inconsciente. Sin embargo, pronto se vio concentrado en enroscar su lengua en ese tentáculo que tanto pedía su atención. Era difícil concentrarse en una sola cosa. La polla bombeándole con fuerza, la felación a un tentáculo que se movía como una polla extra dentro de su boca, su propia polla siento estimulada al límite le iba a llevar al borde y no sabía cuánto más podría soportar sin volverse loco.


No demasiado, se dio cuenta cuando su orgasmo le golpeó de golpe, soltando largos hilos blancos que mancharon su pecho. Por un segundo temió que el espasmo que recorría su cuerpo le hiciera cerrar la mandíbula y morder lo que aún se retorcía entre sus labios.


Hajime debió temer lo mismo, pues en cuanto sintió su cuerpo tensarse retiró el tentáculo, dejándole soltar un largo y agónico jadeo de satisfacción.


Los movimientos en su culo no se detuvieron para nada, no hubo consideración a su reciente orgasmo, pues Hajime buscaba el suyo propio. Los movimientos se volvieron más bestiales y Oikawa lloriqueó porque tanto placer comenzaba a ser increíblemente doloroso.


Cuando Hajime se corrió dentro de su cuerpo, un nuevo orgasmo sobrecargó los sentidos en el cuerpo de Oikawa, dejándole laxo sobre la cama.


Apenas tuvo tiempo de ver el rostro contraído de placer en el rostro de Hajime antes de dejar que el sueño lo venciera por completo.


6


La luz del sol se colaba por su ventana cuando Tooru despertó al día siguiente. Sentía que había dormido por días, pero el cuerpo le pesaba como si no hubiera descansado absolutamente nada. Tardó un par de segundos en recordar los acontecimientos de la noche anterior y se incorporó de golpe en la cama. Lo cual fue tremendo error al sentir calambres en lugares que ni siquiera sabía que podían tener calambres. Podría considerar que todo fue un sueño, pues estaba vestido y sin rastro de fluidos extraños en su cuerpo. Pero había marcas como de ataduras cuando revisó sus piernas, su cintura y hasta las muñecas. Todo había sido muy real y le pesaba un poco que fuera de día y Hajime hubiera desaparecido.


Piensa que quizás lo vería de nuevo esa noche, pero al mismo tiempo le parece una estupidez, al fin de cuentas ya había conseguido lo que quería de él y posiblemente estaría buscando su siguiente víctima.


No quiso pensar más en ello, ni en la desazón que eso le provocaba.


Le tomó varios minutos el ser capaz de levantarse de la cama. Tenía muchísima hambre. Después de todo el ejercicio de la noche anterior, y el que seguramente Hajime tomó bastante de su energía, seguro lo explicaba. Agradecía enormemente no haberse comido los panecillos de chocolate la noche anterior, así no tendría que batallar de momento en hacer algo más elaborado.


Estaba poniendo el agua para el café, cuando alguien tocó a su puerta.


Detuvo todo movimiento, pensando que quizás se equivocó. Él nunca tenía visitas, no le gustaba tener gente en su casa y en el raro caso que alguien fuera, le avisaría con muchísimo tiempo de antelación. Pensó en no hacer ningún movimiento y si había alguien detrás de la puerta, quizás se marcharía al no obtener respuesta.


Para su mala suerte, fue justo ese momento en el que la tetera donde calentaba agua decidió comenzar a lanzar su pitido por el vapor, lo que provocó que los golpes en su puerta se reanudaran.


—Mierda —masculló al ver que no podría librarse de, quizás, un vendedor o, peor aún, un vecino—. ¿Diga? —dijo antes de siquiera abrir la puerta por completo.


Del otro lado había un joven ligeramente más bajo de estatura que él, pero con un porte tan imponente que Oikawa se sintió muy pequeño de pronto.


—Ya despertaste —dijo una seductora voz masculina que tomó por sorpresa a Oikawa.


Tomándose un minuto para detallarlo bien, podía reconocer perfectamente esas facciones. El ceño fruncido, los ojos verde oliva, sus fuertes brazos cruzados sobre su pecho. Si Oikawa tuviera más energía, si ya hubiera desayunado, tendría la fuerza para tener una erección. La contracción en su trasero recordando la noche anterior fue toda la respuesta que pudo obtener de su cuerpo por el momento.


—¿Hajime? —preguntó incrédulo, pensando en que se había encogido bastante desde la noche anterior.


—Iwaizumi Hajime —dijo como si eso debiera significar algo para Tooru—. He sido tu vecino de al lado por casi dos meses.


Casi dos meses es el tiempo que llevaba teniendo esos sueños pervertidos con el incubo sexy e imponente.


Se quedaron en silencio por unos largos minutos. Oikawa realmente no terminaba de entender nada, ni de procesar la información e Iwaizumi parecía increíblemente incómodo parado ahí sin obtener ningún tipo de respuesta. Al menos eso explicaba, más o menos, por qué Hajime no le seguía en sus sueños hasta la escuela. Eso creía al menos.


—¿Quieres un café? —fue todo lo que pudo procesar Tooru en ese momento, moviéndose y dejándole espacio para entrar.


—Traje desayuno —ofreció y hasta ese momento Tooru notó la bolsa que colgaba de una de las manos de Iwaizumi. Sin garras. Sin cola. Si cuernos. Sin nada. Sólo un increíblemente atractivo chico con comida y una sonrisa en los labios.


—Genial, necesitaremos energías en un rato —respondió Oikawa antes de cerrar la puerta.

Notas finales:

En fin, si gustan dejarme un bonito comentario, lo amaré pa siempre :3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).