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Ser acariciado por monstruos (Traducción finalizada) por yuniwalker

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Gracias a las palabras de su amigo, Sanatakia se ofreció a organizar una fiesta nocturna en su propio castillo.

Al parecer, habían pasado varios cientos de años desde que realizó una de esta magnitud así que, aunque poseía un conocimiento igual al de un dios, era muy excéntrico y completamente intolerante. Aroker le susurró al oído a Hideo que era un demonio muy "especial" incluso con otros de su clase y que, durante mucho tiempo, incluso se negó a interactuar con nadie más que con sus muy limitados amigos personales. Así que, lógicamente, tenía que tenerle paciencia. Más de la de costumbre.

"Oye, ¿No es esto demasiado llamativo?"

Para la fiesta de la noche, el encantador Satanakia encargó un nuevo par de blusas y pantalones azul marino para su mascota. Una camisa de vestir con muchos volantes suaves y una chaqueta larga con lujosos bordados dorados. Los pantalones del mismo tejido le llegaban justo por debajo de las rodillas y vestía sus habituales medias blancas y zapatos de cuero en beige.
Si existía la oportunidad de usar esto en el Japón moderno, sería solo para teatro o hacer cosplay. Pero Hideo no tenía conexión con ninguno de los dos  así que era un tanto inútil. No es que estuviera particularmente insatisfecho con su cara, pero como era un japonés muy marcado, no pensaba que la ropa occidental le quedara particularmente perfecta. Además, ya que iba a aparecer por primera vez frente a monstruos que en definitiva no entendían el sentido de los valores, por lo menos le hubiera gustado pasar desapercibido tanto como le fuera posible. Sin embargo, la otra mitad de su cabeza tenía el deseo de no avergonzar a Satanakia, el dueño y anfitrión de la velada de esta noche, portándose tan bien como nunca antes.

El hombre entrecerró los ojos hacia Hideo, quien había terminado de cambiarse de ropa, y asintió con satisfacción mientras decía:

"Está bien. Te queda perfecto".

Pero se preguntaba si era verdad. Incluso Satanakia no estaba en su túnica habitual esta noche. Llevaba un chaleco y pantalones en negro azabache brillante, chaqueta hasta la rodilla, corbata de ascot gris en el pecho y sin embargo, su aspecto clásico y digno complementaba tan bien como siempre debido a sus tres grandes y bonitos cuernos. Era mucho más genial que la imagen de cualquier otro monstruo que hubiese visto en televisión o en videojuegos.

"Tú también te ves bien."

Pero solo lo pensó.

Había querido darle un cumplido como él lo hizo hace un segundo, pero su voz se atascó en su garganta. Era algo embarazoso. Debería haber sido bueno en este tipo de cosas después de tanta práctica pero sus mejillas empezaron a calentarse hasta la locura y sus ojos comenzaron a picar. Y mirando a Hideo, nervioso y estrujando sus manos sin parar, Satanakia comenzó a ponerse de tan buen humor que hasta le sonrió profundamente.

"Entonces vámonos."

Satanakia se levantó del sofá y miró a Hideo. Su mano le alcanzó el cuello y lo siguió con la punta de sus uñas afiladas. Entonces "crunch", un leve chirrido le llamó la atención cuando la cadena, que nunca le había quitado desde que llegó a este castillo, se soltó del collar para terminar por caer al suelo.

¿Por qué?

Abrió la boca para preguntar. Pero cuando lo vio asentir como para convencerse de que todo estaba bien, dejó de hacerlo.

"Yo..."

Los sentimientos de Hideo se desbordaban, se arremolinaban y llenaban su pecho hasta dejarlo sin oxígeno. Él ya no se iría de su lado porque pareció pensar que no tenía sentido hacerlo. Y este, era como un claro testimonio de la confianza que había crecido entre los dos.
Instintivamente, tocó su mejilla y su pelo largo, esponjoso y suave:

"Gracias, Satanakia". Dijo suavemente "Te prometo que no voy a irme."

"Entonces vamos."

Extendió su brazo izquierdo para poder escoltarlo a la fiesta. Hideo abrió mucho los ojos y lo miró:

"Ambos somos hombres así que..."

Sin embargo, dado que los dos tenían una relación de dueño y mascota, ese tipo de cosas podrían ser una insignificancia para los demás. Claro que igual estaba preocupado. Es decir, se encontraba a escasos segundos de ser mostrado ante el más alto nivel entre las bestias y por eso mismo no quería cometer un error extraño y no deseaba que terminaran comiéndoselo por eso.

"¿Hideo?"

"... Estoy bien."

Lo tomó del brazo y continuó, aunque en realidad no estaba pensando claramente.

"Ni siquiera sé qué estoy haciendo".

Caminaron juntos por el pasillo hasta el gran salón, donde se escucharon un montón de palabras que no lograba entender y el sonido de una canción muy bonita en piano. Entonces, Satanakia presentó orgullosamente a Hideo a los invitados que pasaban a su alrededor y les contó una o dos cositas de él como si estuviera realmente orgulloso de su progreso en este mundo.
Había afirmado que no veía a Hideo como un objeto sexual pero, aún así, todavía sentía que estaba recibiendo un trato bastante... Diferente. Y cada vez que caminaba, lo veía o comenzaba a hablar tiernamente con él, entonces podía reconocer ese sentimiento que estuvo ocultando por tanto tiempo:

Le gustaba Satanakia. Y demasiado.

Y así como trataba a Hideo igual a un "humano" y lo respetaba de la forma que lo haría con sus familiares, a Hideo también le gustaba sin importar su apariencia, su modo de hablar o su género.

Cuando Satanakia y Hideo entraron al salón, el ambiente comenzó a sentirse increíblemente ruidoso. La exclamación se desbordó sin que pudiera detenerse a pensar en lo que estaba haciendo:

"¡Wow!"

"¿Qué?"

Preguntó Satanakia.

"¡Hay un montón de humanos!"

Después de decir eso, pensó que fue una estupidez. Era obvio que había humanos. Esta noche se estaba celebrando una reunión de demonios de alto rango que tenían humanos de mascota. Había escuchado que todos eran millonarios y además, dueños muy orgullosos.

"Hay tanta gente".

Se sorprendió de nuevo. ¡Se preguntaba si había como cincuenta personas allí! Estaba lleno de muchos hombres y mujeres jóvenes, pero también de personas mayores. Algunos estaban bien vestidos, con trajes o faldas, mientras que otros iban completamente desnudos. (La mayoría de ellos en realidad.)

"Ah... Entonces, estar desnudo es el estándar después de todo..."

Entendió el motivo por el que lo obligaron a caminar desnudo al principio. Además, Satanakia nunca le mintió. Los humanos en este mundo eran tratados como "una especie de animal" así que, para ellos, vestir o no a un humano era probablemente el equivalente de una persona que podía o no, ponerle ropa a un perro o gato.

Otra cosa que todos los humanos tenían en común era que estaban encadenados y con collar. Miró a su alrededor, pero no podía encontrar a nadie más que él, que fuera sin uno. Un joven blanco, de la misma edad y que casualmente lo miró a los ojos, lo analizó con una cara que decía: "¿Por qué vienes así?" O "¿Cómo lograste eso?"

"Satanakia-sama. Gracias por invitarme esta noche. Estoy muy agradecido por estar en un lugar tan maravilloso".

La bestia tenía un humano de piel negra y cabello corto. Estaba vestido solo con un par de pantalones cortos de cuero negro y tenía su torso entero decorado con oro y joyas. Cuando se encontró con los ojos de Hideo, guiñó y toco su propio collar a modo de pregunta. Después de todo, se sentía como si todos a su alrededor estuvieran diciendo "¿Por qué demonios no estás encadenado?"

Quería hablar, pero no sabía si entendía inglés y segundo, tampoco estaba seguro de si podía o no comunicarse con ellos.

Tirando de las mangas de Satanakia, que estaba tratando con los invitados, preguntó en voz bajita:

"Satanakia ¿Puedo hablar con estas personas?"

Él respondió: "Claro, pero primero debo preguntar a sus dueños. Hay personas aquí que están involucradas sexualmente con sus mascotas y personas a las que no les gusta que sus mascotas hagan lo que quieran sin comunicarlo".

"Está bien".

Asintió con la cabeza. Ya lo había pensado, pero estaba un poco sorprendido aún así. Que necesitaran el permiso de su amo, incluso para hablar con otras mascotas, era terrible. Incluso a pesar de que tenían la cadena. Y mirando a los dueños y sirvientes a su alrededor, definitivamente le pareció que él era el único que estaba siendo tratado como un humano. Es decir, utilizaba ropa que cubría todo su cuerpo correctamente y caminaba en dos piernas sin tener cadena.
Además, entre la gente que pasaba junto a él, había algunos que estaban específicamente "entrenados" para servirles a las bestias por lo que podía darse cuenta de un vistazo sobre quienes eran los que estaban en una relación sexual. Es decir, no importaba de donde los viera, casi podía notar que tenían los ojos en forma de corazón y la boca llena de baba.
Bueno, si eso era lo que los hacía felices entonces no era algo que le importara. E incluso los humanos tenían personas y mascotas que querían presumir ante los demás por lo que, aunque complicado, no podía interferir con esto.

"¡Señor Satanakia!"

Los monstruos que encontraban a Satanakia, el anfitrión de la noche, gritaban y se ponían frente a él para darle la mano. Había desde cosas que parecían humanos de 4 metros, hasta lagartijas azules, toros negros y gatos. Además, todo el mundo tenía una mascota humana de la que presumían abiertamente. Y por eso mismo, era obvio que querían saber acerca de Hideo.

"Mi hijo lo encontró en una subasta. Este cabello dorado es hermoso, ¿No lo cree?"

"Claro, es muy bonito".

"Tomó algún tiempo entrenarlo, pero ahora está muy apegado a mí."

Satanakia ocupaba un lugar bastante alto entre esos demonios, incluso aunque todos ellos eran de alto rango. Pero aunque era muy respetado entre la comunidad, se le consideraba todavía un "bicho raro". Y las 30 piezas de oro que pagó por Hideo les daban una razón importante para hacer eso. Después de todo, era una cantidad aterradora de dinero, dos o tres veces el precio de un ser humano común. Las preguntas del tipo: ¿Cómo lo conseguiste, qué haces con él, cómo lo conservas? Eran las más populares para empezar le conversación.

Satanakia dijo:

"Lo encontré en una carnicería en el mercado..."

¡Una carnicería!

Después de todo, Hideo era comestible. Estaba horrorizado con eso.

"Al principio fue un poco difícil, pero ahora es amigo mío. Es mi compañero de juegos".

Dijo Satanakia en voz baja, pero los demonios igual se sorprendieron. Se miraron y se rieron al mismo tiempo.

"¿Un amigo? ¿Un humano?"

"¿Cómo juegas con él?"

Preguntó una señora con cabeza y alas de murciélago. Satanakia respondió seriamente:

"A un juego de cartas humano llamado naipes".

"¿Juego de cartas?"

"Es un desperdicio jugar con ellos a eso cuando las mascotas resultan ser tan caras."

Aunque era una conversación relajada, con chistes ocasionales, había palabras y voces que aparecían y desaparecían pero que le daban la sensación de ser un poco "mal intencionadas". Tanto que incluso Hideo frunció los labios. Se reían de ellos, pero ni siquiera sabían ni la mitad de lo divertido que era estar juntos en su habitación jugando a la memoria.

"¿Cómo te comunicas con él?"

Ciertamente estos monstruos nunca habían hablado con sus "mascotas", y justamente por eso no entendían los sentimientos de Satanakia o los que Hideo tenía por él. Sin embargo, aunque la atmósfera era bastante pesada, Satanakia explicó:

"Ambos podemos tener una conversación bastante inteligente".

"¿Puede hablar?"

"Claro. Entiende y habla nuestro idioma".

Luego Satanakia lo miró y dijo:

"Anda. Saluda a todos".

Hideo finalmente se rindió y los saludó en lenguaje demoníaco:

"Encantado de conocerlos a todos. Soy Hideo".

Los demonios que rodeaban a Satanakia y Hideo gritaron:

"¡Oooooh!"

Y luego se cubrieron la boca al mismo tiempo.

"¡Increíble!"

Levantando sus anteojos redondos y mirando fijamente el rostro de Hideo, un monstruo, que tenía cara de un búho anciano, de inmediato dijo:

"¿Cómo le enseñaste?"

"Dado que él y yo conocíamos el mismo lenguaje humano, pudimos comunicarnos a través de él y empezar unas pequeñas clases."

"Como se esperaba de Satanakia-dono, incluso el humano que escogió es inteligentes".

"¡De verdad es increíble!"

Detrás de los monstruos que no dejaban de decir palabras halagadoras, las "mascotas" humanas miraban a Hideo con una expresión que era bastante diferente a la anterior.

Una chica, con una larga cabellera negra trenzada, que era mascota de una bestia cabeza de ave, se acercó un poquito y le pidió permiso a Satanakia para hablar con él. Ella no parecía ser capaz de hablar el lenguaje demoníaco, pero lo hizo con gestos:

"Ella quiere hablar contigo".

"¿Está bien? Espero que pueda entender inglés o japonés..."

"Adelante".

Asintió Satanakia, y luego le dejó el paso a la chica. Aunque parecía un poco asustada aún así:

"¿Puedes hablar ingles?"

"¡Sí!"

Y en inglés dijo: "Encantada de conocerte".

"¿Tienes algo que decirme?"

Ella estalló en lágrimas de inmediato.

"Por favor, quiero que le digas a mi maestro algo importante."

"Ah..."

Involuntariamente, miró a Satanakia. Él podía entenderlo todo porque era excelente en el inglés. El demonio puso una cara bastante contrariada y pensó que, a juzgar por la atmósfera de ahora, no sería una buena idea que Hideo le hiciera una petición al amo de alguien más.
Satanakia suspiró, eligió las palabras adecuadas para transmitir lo que pensaba y abrazó a la niña de los hombros:

"No tienes que preocuparte, intentaremos hacerle llegar tu mensaje de la mejor manera posible para que te sientas bien".

Después de eso, habló más y más con Hideo. Dijo lo mucho que quería regresar a su mundo original y además, hubo muchas quejas como "No quiero estar desnuda" y "Por favor, dígale que me ponga algo encima". Sin embargo, también hubo consultas serias como "Aunque tengo alergias, me está obligando a comer camarones y cangrejos". Y "¿Puedes decirle a tu amo que me lleve con él?" Pero el propio Satanakia se negó.

"Para mí, este querido niño es suficiente. Lo siento".

"Vaya. Esto es algo muy extraño de ver..."

El que dijo eso fue un demonio de rango bastante alto, con una atmósfera a su alrededor que brillaba igual que la de Satanakia. Las mujeres rubias, y de cabello negro, con las que iba acompañado estaban vestidas con vestidos extravagantes y eran tan inexpresivas como muñequitas.

Mirando a Hideo, dijo:

"¿Ni siquiera te dignas a ponerle cadena a tu mascota?"

"No. Porque no se va a escapar".

"Ya veo, tienes confianza en su disciplina".

El demonio sapo acarició la gran verruga debajo de su barbilla. Además, el moco que sacaba su piel hacía que todo su rostro brillara.

"Pero no bajes la guardia. En un momento, podría pensar que tú y él son iguales y pues, debe saber su lugar ¿No estás de acuerdo? Aunque admito que igual es muy lindo."

Una risa fuerte, como si hubieran tocado una gran campana, resonó en su cabeza. Después de todo, había mucha gente diciéndole cosas así a los dueños de perros que los trataban como si fueran parte de su familia por lo que, estar en una situación como esta, le hizo muchísima gracia.

Casi se deprimió cuando se dio cuenta de que Satanakia le había dado la razón, pero, de repente todo eso dejó de tener importancia cuando abrazó los hombros de Hideo:

"Tiene razón, Su Excelencia. Tal vez estoy actuando extraño con él porque hasta ahora nunca había llegado a pensar que los humanos pudieran ser tan... Hermosos".

Se quedó impactado. Aunque era solo una teoría suya, que Satanakia dijera todo eso sonaba un poco como un "Te amo" dicho de frente. Y aunque sus palabras parecían estar en completa sintonía con las del sapo, también sonaban muy diferentes.

El sapo sonrió:

"Wow. ¿Satanakia, quien es famoso por ser un excéntrico millonario heterosexual, tiene este pasatiempo tan extraño? Digo, parece que también te gusta coger con él".

"..."

Eso fue muy feo. El sapo, quien era un pervertido que parecía feliz de tratar a sus mascotas como amantes, se portó muy descarado y confianzudo cómo para decir cosas como esas tan abiertamente. De todos modos, Satanakia lo reprendió de una manera elegante:

"Hay mucha gente aquí que tiene ese tipo de pasatiempo, su Excelencia. No veo que es lo que le causa tanto escándalo".

"No, no. A lo que me refiero es que es completamente diferente tener una pareja para el procesamiento sexual y tener sentimientos románticos por uno de ellos. Las mascotas no pueden ser amantes".

Los monstruos circundantes se sumaron al razonamiento del sapo y dijeron que era verdad.

"Oh, sí. Se supone que solo somos sus dueños".

Y entre los monstruos que asentían con la cabeza, uno dijo algo escandaloso:

"¿No quiere que su pareja se apareé con la mia, lord Satanakia?"

Interiormente, Hideo se sobresaltó. ¿Ellos realmente hacían que humanos se fueran con otros para tener hijos? ¿Y exactamente para qué? Se sintió horrible de pensarlo, pero los monstruos estaban completamente emocionados con la idea.

"Un amigo mío embarazó a su mascota. Le dio un niño perfectamente sano."

"¡Que afortunado!"

"Si ese es el caso, ¿Por qué no lo intentamos?"

"Los humanos son débiles y mueren rápidamente, pero dan a luz de maravilla. Se reproducen bien".

La línea de visión de los demonios, que dijeron eso, se volvió hacia sus respectivas mascotas. Una mirada que parecía determinar la calidad del producto y que casi estaba diciendo: "Sí, me da curiosidad intentarlo".

Pero que algunos demonios estuvieran tratando de ponerlo en acción de inmediato, justo en la fiesta, le hacía tener náuseas.

Hideo se aferró a la manga de Satanakia.

"Miren nada más. Se ve nervioso."

Una mujer, vestida completamente de negro, acompañada por un hombre desnudo, curvó de inmediato sus labios carmesí:

"¿Amas a tu amo, muchacho?"

Satanakia empujó involuntariamente a Hideo lejos de las garras afiladas y negras de esa demonio así que, al ver eso, la risa estalló en los alrededores. Incluso aunque fue más como una burla:

"…Hideo". Satanakia, que dijo su nombre, le miró. Luego contestó en su lugar como para evitar que siguiera poniéndose tan nervioso: "¿Las mascotas no deben amar naturalmente a sus dueños? Él seguramente estaría muy feliz de aparearse con alguien cuando llegue el momento. Más si yo se lo pido."

Abrió los ojos como si no pudiera creerlo. No había palabras que decir, ni siquiera una voz.

No podía... Imaginar que justo a él se le ocurriera ser tan cruel.

"¿Estás bromeando?" Pensó. "Por favor, dime que estás bromeando. Que es un mal chiste. Si lo haces, puedo perdonarte ahora."

"¿O crees que yo también soy un animal?"

Pensó que había cambiado. Quitarle la cadena era prueba de confianza. Una preocupación para que Hideo no se sintiera humillado frente a otros monstruos y humanos. ¿Pero lo que acababa de decir significaba que, al final, fue una suposición suya? Por supuesto, al mismo tiempo comenzó a surgir una profunda desesperación por salir de allí. Como si estuviera sumergido en agua fría. Su cuerpo tembló. No sabía cómo se sentía Satanakia pero esto le decía que para él, seguía siendo una mascota ¿No era nada más que un objeto a sus ojos? Como un animal, alguien que podía aparearse mientras era observado.

"Que horrible..."

Lejos de ser visto como un objeto de amor por alguien que le gustaba, ni siquiera era tratado como una existencia igual.

"¿Hideo?"

Cuando se quedó quieto, sin decir una sola palabra, Satanakia le miró a la cara. Rápidamente se tapó con ambas manos.

"Hideo."

"Estoy bien… Lo siento."

"Lo siento, me enamoré de ti. Lo siento por estar pensando demasiado."

No quería pensar en nada de esto, pero la mascota rubia con la que estaba el toro negro se acercó a él casi a la fuerza. Tenía un bikini que apenas y cubría las partes subidas de tono y, mientras presionaba su pecho contra el de Hideo y llevaba su mano en dirección a la suya, escuchó que decía:

"Las crías que nacerían de nuestras mascotas serían perfectas ¿No cree? Rubios y hermosos."

Era suficiente.

"Perdóneme".

La empujó lejos de una vez.

"Lo siento, voy al baño"

"Oh... está bien, pero ¿Todo está en orden?"

Pudo escuchar la voz de Satanakia a un lado así que asintió con la cabeza.

"Está bien. Volveré pronto".

Porque una buena mascota debía ser obediente con su dueño.

Hideo soltó la mano de Satanakia y giró su pie hacia la puerta.

"Déjame salir un minuto".

Fue directamente a través del pasillo, fuera de la puerta y tambaleándose hacia la pared para poder sentarse. Aunque Satanakia había estado a su lado todo este tiempo, su cuerpo estaba instintivamente tenso después de haber estado expuesto a las miradas de muchos monstruos a la vez así que, mientras respiraba muy profundo, las emociones reprimidas se desbordaron repentinamente y luego Hideo pareció no tener más opción que encogerse y abrazar sus propias rodillas en un intento por no comenzar a gritar.

¡El idiota de Satanakia...!

Bueno, enamorarse de él fue estúpido desde el inicio y era evidente que algo suyo no podía tener mucho futuro. Pero aun así, esas palabras fueron terribles.

"¡¡Estúpido, estúpido, estúpido...!!"

¿Por qué yo, por qué los humanos tienen que ser tratados así? Le enseñó palabras y le mostró un poco más de su mundo así que sentía que ya podía entenderlo. Pero enamorarse y tener un terrible desamor, en menos de un minuto, le hizo daño. Todavía le dolía la conversación que los demonios tuvieron con él.
Tuvo la suerte de poder comunicarse con Satanakia desde el inicio. No lo alimentaba con comida a la que era alérgico, no lo tenía desnudo y tampoco le ponía cadena. Pero estaba impotente ante su facilidad de aceptar las palabras de "tener hijos" y "aparearse" como si nada de lo que hablaron le importara.

Resentimiento.

Una sensación de impotencia.

Frustración.

Disgusto y odio hacia los monstruos que hablaban de ser "buenos dueños" a pesar de que no querían ver a los humanos como iguales.

Después de aprender sobre Satanakia, llegó a creer que incluso entre los monstruos, había personas que podían entenderlo si les hablaba con la verdad ¿Pero todo fue mentira?

"Satanakia..."

Las palabras que fueron pronunciadas volvieron a sus oídos y las lágrimas brotaron de sus ojos casi sin darse cuenta.

"¿Al final, eras igual que ellos...?"

Pensó que lo respetaba como una criatura viviente y debido a eso, Hideo pudo aceptarse a si mismo por enamorarse de él, sin importar su apariencia o género.

Lloró por un rato, pero no importaba lo desesperado que pareciera, el dolor todavía estaba allí.

"...Tengo que volver."

No quería hacerlo, pero si Hideo no regresaba, los otros monstruos se reirán de Satanakia y dirían cosas como: "Por eso las cadenas son importantes".

"Soy un idiota."

Ni siquiera era visto como una criatura inteligente y de todos modos, todo lo que hacía era por el bien de Satanakia. Una prueba de que ni siquiera en estás circunstancias podía dejar ir a su tonto amor.

Se puso de pie, tambaleándose igual a si estuviera borracho, y de esa forma se dirigió al baño. Se lavó la cara en el fregadero y se vio en el espejo. De verdad se veía terrible. Aunque tal vez era de esperar porque demasiadas cosas pasaron en un corto periodo de tiempo. Se lavó la cara de nuevo y se limpió con un pañuelo. Tomó una respiración profunda, como un suspiro, y decidió que tenía que irse.

Sin embargo, en el momento en que se dio la vuelta, Hideo chocó con alguien.

"Perdóneme"

Pidió disculpas de inmediato. Recordando que el japonés no era bueno para los demonios, lo repitió:

"Perdóneme".

"No, esta bien".

La voz que respondió sonaba un poco como la de Satanakia.

De pie, frente a él, había un macho cabrío vestido con un traje de terciopelo de algodón de color rojo oscuro. En comparación con Satanakia, era una talla más pequeña y tenía el pelo completamente negro. Ambas esquinas no estaban enrolladas, sino que ondulaban y fluían hermosamente hacia atrás. Llegó a la conclusión de que sus voces sonaban similares, pero probablemente era porque tenían la misma cabeza de cabra.

"Perdóneme de todos modos..."

Bajó la cabeza ligeramente y trató de pasar por el costado. Sin embargo, el agarró su brazo de inmediato y lo jaló para atrás. Entonces, un temor instintivo burbujeó a través de la piel de todo su cuerpo.

"Oye... ¿Qué?"

La cabra pareció olvidar que era un invitado así que comenzó a mirarlo como si le pareciera gracioso que estuviera tan a la defensiva.

"Realmente hablas nuestro idioma".

"Lo aprendí de Satanakia."

Pensó que le dejaría ir si mencionaba su nombre, pero la cabra negra simplemente chasqueó la lengua.

"... Bueno, gracias a él podemos hablar".

Con un fuerte impulso, el brazo que estaba bajo su mano fue tirado en su dirección otro poquito más. La cabra negra habló tan cerca de su cara que realmente podía olerlo:

"¿Ya te cogió?"

"..."

La cara de Hideo estaba completamente pálida.

"¿Por qué tengo que decirte algo así?"

Entonces, el demonio sonrió vulgarmente. Por primera vez, aprendió que incluso la cara de una cabra podía ser abiertamente odiosa. Satanakia nunca mostraría tal expresión.

"Me gusta trabajar con humanos", dijo. "Tener sexo con ustedes es el sentimiento más satisfactorio del mundo así que, si estás acostumbrado, entonces va a ser más rápido."

Hideo estaba asombrado por la manera demasiado franca de hablar.

"No... No me interesa nada de esto. Por favor, déjame ir".

Trató de sacudirse la mano que agarraba su brazo. Sin embargo, el demonio lo tomó con fuerza y ​​no le soltó. Estaba horrorizado por eso:

"¡Por favor, suéltame!"

La cabra negra le susurró esto al oído, como para ridiculizar a Hideo al estar luchando tanto contra él.

"Satanakia te dijo que podías aparearte, ¿No es verdad?"

"Eso es..."

Hideo se mordió el labio.

"Dijo que... Me apareara con humanos. No con bestias".

"Si crees que el sexo entre humanos se siente bien, es porque no has estado conmigo."

"Por favor, detente."

Con su mano libre, apartó la cara de la cabra negra tanto como pudo. No estaba bromeando. Incluso aunque los dos eran el mismo animal, se comportaban completamente opuestos. No podía evitar pensar que este tipo daba asco. Tal vez porque, Satanakia, a pesar de que lo obligó a experimentar una dolorosa angustia, seguía siendo una existencia especial para Hideo.

"Mierda."

Este demonio era bastante repugnante y quería hasta golpearlo, pero su físico era más alto que el suyo y su poder seguramente lo superaba con creces. Además, no sabía que tipo de magia podía utilizar y si hacía un alboroto, entonces le causaría problemas a Satanakia, que era el anfitrión de esta noche.

Tomó prestado su nombre de nuevo, tratando de hacer las cosas un poco más fáciles.

"Estoy enamorado de Satanakia".

"¿Y?"

Preguntó la cabra negra. El concepto de castidad y fidelidad era una actitud que las bestias no podía entender bien.

"Ya que me gusta alguien, no puedo hacer esto con otras personas".

"Eso es muy tonto".

Para terminar, la cabra puso su mano en la chaqueta de Hideo y comenzó a rasgarla a la fuerza. Entonces, un hermoso botón de perla se fue volando y el frío comenzó a pegarle directo en el pecho hasta que tuvo ganas de llorar.

"¡Detente! ¡No! ¡¡Satanakia!!"

Gritó con toda su fuerza. Y gracias a eso, en un instante la puerta del baño se abrió de par en par para revelar unos hermosos cuernos envueltos alrededor de un largo cabello blanco y negro.

En el momento en que vio esa figura frente a él, todo su cuerpo perdió fuerza.

"¡Hideo!"

Satanakia sostuvo su cuerpo, al borde del colapso, con un brazo fuerte.

"Lo siento. Debí llegar más rápido. Lo siento..."

La voz que llegó hasta sus oídos era tan dulce y gentil que las lágrimas rodaron involuntariamente por sus mejillas. Fue aterrador, de verdad terrible. Tanto que solo pudo aferrarse a su chaqueta como si ni siquiera pudiera respirar bien.

Sosteniendo el hombro de Hideo, llamó a la cabra negra: "Leonard".

"Estoy muy enojado en este momento ¿Cómo se te ocurre?"

Su tono era cortés, pero su voz era terriblemente baja e intimidante. Aunque el regaño no estaba dirigido a Hideo, hasta le dieron ganas de arrodillarse y pedirle perdón. El traqueteo detrás de él era el sonido de Leonard golpeando algo.

"Trataste de tomar lo que era precioso para mí. Esto es mío, en cuerpo y alma. Lo lastimaste, lo hiciste sentir incómodo, lo hiciste llorar. Es imperdonable".

"Tú..."

Con una voz aterrorizada, la cabra negra respondió.

"¿No dijiste que podía reproducirse?"

"..."

Puso rígido todo su cuerpo. No era una palabra que quisiera escuchar una y otra vez después de todo.

Satanakia dejó escapar un pequeño suspiro. Al oído de Hideo, dijo: "Lo siento", en japonés. "Ese fue mi error. No debí haber dicho eso ni siquiera para zafarme del problema. Disculpa."

Luego dijo en lenguaje demoníaco.

"Sin embargo, esa es solo una historia entre humanos. No voy a dejar que tú lo toques".

Y agregó:

"Si le pones la mano encima a Hideo, no te perdonaré jamás. Ni siquiera por los años de amistad que tenemos".

Hideo exhaló fina y largamente en los brazos de Satanakia. La fragancia que hacía cosquillas en sus fosas nasales estaba allí, así que se aferró a ella con fuerza.

Comenzó a preguntarse si era demasiado engreído por pensar que era lo suficientemente importante para él como para ser consolado.
Ese hombre era el diablo con cabeza de cabra y aún así, solo Satanakia se había vuelto una existencia especial para su corazón. Tanto como para necesitarlo siempre.


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