Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Intentos por Mc-19051

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Disculpen la demora

Las sopas instantáneas no son tan instantáneas, de hecho tardaron cómo quince minutos en aparecer. Algo que sí era cierto, era que eran muchísimo más deliciosas que cualquier otra comida que Segundo le hubiese preparado; y además, sin proteínas. Mejor todavía.


Angello había retomado su rigidez mientras comía de una forma casi automatizada, todavía no entendía cómo aquel envase de cartón que contenía la sopa, todavía aguantaba ¿No y que el cartón se dañaba con el agua? Debía dañarse más rápido con agua caliente y otras cosas más ¿Cierto?


Se lo preguntaría después a Angello, junto con el porque nada más había una taza en el departamento, porque sí, el moreno estaba comiendo en ese cartón extraño mientras que él comía en una taza común y corriente de plástico que tenía un diseño floral algo viejo.


Ah, también le preguntaría cual era su talla, o quizá podría convencerlo de ir de compras con él el siguiente día. Sería genial si le pudiese comprar unas botas, que las que tenía puestas ya no lucían cómo botas de los gastadas que estaban, ¿Qué estilo le gustaba a Angello? ¿Le gustarían robustas y pesadas? ¿O le gustaría algo más casual, cómo de montaña? Quizá también podría convencerlo de dejarse comprar ropa, estaba seguro que una chaqueta de motociclista le quedaría cómo anillo al dedo.


Y hablando de anillos, ¿Le gustarían los anillos a Angello? Sus manos se notaban ásperas y tenían varias cicatrices aquí y allá, que siempre insistía en guardar bajo los guantes de bedel ¿Le gustarían más los guantes acaso?


Le preguntaría después, le debía preguntar algo muy importante primero.


—¿Dónde voy a dormir? —preguntó, y vio cómo Angello casi se atragantaba con la sopa cómo respuesta.


[…]


Bueno, no era por quejarse pero no sabía que era más incómodo, si el colchón en cuestión porque una cosa era estar sentado y otra totalmente diferente acostado, ver a Angello pelear con el piso buscando algún tipo de comodidad allí, o el silencio entre ambos.


—¿En serio estás cómodo allí? —quiso saber luego de meditarlo un poco más, sí, definitivamente lo más incómodo era ver a Angello dormir en el piso—. Creo que los dos sí cabemos aquí —insistió, Angello era gigante, pero con un poco de esfuerzo, los dos podrían dormir en el colchón, algo incómodos, pero definitivamente era mejor que dormir sabiendo que el otro está sufriendo en el piso.


—Estoy bien, Ryan; no te preocupes —intentó convencerlo una vez más el moreno—. He dormido en condiciones peores —susurró al final.


—¿En serio? —preguntó, sintiendo la curiosidad barrerle el poco sueño que tenía.


—No han sido las ocasiones más gratas —o sea, que habían sido varias veces, interesante.


—¿Quieres hablar de eso?


—No, ahora no —negó con suavidad Angello, mirando el techo con intensidad—. Tal vez en un futuro —lo ultimo lo volvió a susurrar.


—Y tal vez en un futuro, te dejaré dormir en el suelo —contraatacó, sintiendo cómo la incomodidad de antes regresaba—. Si no te vienes al colchón, yo me iré al suelo —ofreció triunfal.


Aquel hombre lo observó durante unos segundos, con una mueca indescriptible, pero supo que había ganado cuando lo vio levantarse y caminar rumbo a la improvisada cama. Intentó no reírse al verle batallar para abarcar la menor cantidad de espacio posible, casi volviéndose uno con la pared con tal de no tocarle; pero así cómo Angello era más grande que él, también era más pesado.


Y así, cómo ocurrió cuando se sentó junto a él en el colchón hacia rato, su peso le hizo rodarse hacia él, quedando ambos aún más juntos; no le incomodaba, de hecho le daba gracia verle tan tenso nuevamente por el mínimo contacto físico con él.


—Intentas alejarte, pero siempre terminas más cerca de lo que quieres —comentó, tranquilo, acomodándose un poco para alejarse de Angello y darle algo de paz física, no quería que el pobre pasase toda la noche tenso—. Descansa, Angello —susurró al final, ya derrotado por el sueño no escuchó si el moreno le respondió o no.


Al menos él, durmió tranquilo esa noche. Con la mente en blanco y preguntándose de fondo, por qué había decidido pasar el día con Angello.


El olor a café le despertó en algún punto, bostezó a la par que se levantaba.   Entonces un pensamiento asaltó su cabeza.


Su maquillaje, debía estar todo hecho un desastre, se giró y se alivió al notar que no habían manchas de maquillaje en ningún sitio, menudo consuelo. Suspiró tranquilo nuevamente, pero definitivamente su cara debía lucir algo extraña.


—Buenos días—le saludó Angello cordial, a la par que le ofrecía una taza de café, justo en la taza que le había regalado, él la recibió y pudo notar cómo el hombre tenía un pequeño vasito plástico para beber su café.


—Buenos días—respondió el saludo, algo aturdido ¿Acaso Angello tenía una sola taza para sopa y una sola taza para el café? Eso le hizo recordar algo—. Segundo una vez me comentó que, cuando era joven y vivía con su madre; ella tenía una costumbre algo rara—tomó una pausa y observó a Angello que le regresaba una mirada expectante para que continuara—. Me dijo que cuando recibían visitas, ella le obligaba a sacar unos vasos de vidrio que ella guardaba con recelo, según ella era para demostrar que tenían buena vallija*, que tenían dinero, aunque la casa se les estuviera cayendo encima—. Tú no estás haciendo eso, ¿O sí?


—No—respondió el moreno después de un rato—. Sólo te estoy dando mi ‘mejor vajilla’ porque eres mi invitado, y sería grosero darte los trastes usuales mientras yo como en lo que es ‘fino’ —explicó despacio y pausado, cómo si estuviese pensando demasiado sus palabras—. No hay nada más que eso.


Él sólo asintió, más confundido por la forma en la que Angello le explicó las cosas que por la situación en sí. Decidió dejarlo pasar; finalmente comprendiendo que ya debía irse y confrontar a Segundo y Javier.


Pero realmente no quería, no se encontraba de ánimos pero a la vez no quería seguir utilizando a Angello para distraerse porque lo estaba usando ¿No? Querer pasar tiempo con él para no sentirse solo y que los pensamientos le invadieran más de lo usual. Odiaba cuando su mente no podía quedarse quieta y se enfocaba en todo y a la vez nada, perdía demasiado la noción del tiempo y de la conversación.


—¿Pasó algo? —la pregunta de Angello lo rescató de ser arrastrado por sus pensamientos. No quería irse, no quería estar solo y tampoco quería seguir abusando de la hospitalidad de Angello, quizá, y sólo quizá podría…


—¿Qué talla son tus zapatos? —Y nuevamente vio esa expresión tan cómica en su rostro.


El viaje de regreso a casa fue tranquilo; Angello no estaba tan tenso cómo la primera vez pero él seguía aferrado con la misma fuerza que la primera vez, no se acostumbraba a la furia de aquella moto.


Era divertido y aterrador, ¿Eso tenía algún sentido?


—¿Sabes? —la voz de Angello lo sacó de sus pensamientos—. Tienes una fuerza bastante sorprendente considerando lo delgado que eres.


—¿A qué te refieres? —quiso saber, estaba demasiado intrigado. No supo porque pero una parte de él se alegró bastante al ser llamado fuerte.


—Bueno es que me estás abrazando con la fuerza suficiente para cortarme la respiración, la circulación y el flujo de mis pensamientos—contestó el moreno, risueño.


Él por su parte se acercó un poco más y enterró su cara en la espalda del otro, más avergonzado de lo que le gustaría admitir. Y sorprendentemente, aquellas palabras fueron suficiente para mantener su mente tranquila y repitiéndolas durante todo el resto del viaje.


[…]


Su plan había sido sencillo, en serio lo era; esperar que Angello se arreglara para salir de nueva cuenta, que lo llevase a su casa; él arreglarse y salir a hacer compras juntos. No le gustaba complicarse haciendo planes largos, quizá por eso Segundo a veces lo llamaba impulsivo cuando le preguntaba si podían comprar un peluche tamaño real de un panda a las cinco de la mañana, cuando lo vio en internet en una tienda que quedaba al otro lado de la ciudad.


Quizá estaba siendo demasiado impulsivo con Angello.


Y también quizá podría hacer explotar su casa si encendía o decía algo en ese instante cuando Segundo y Angello se encontraron. La tensión que esos dos hombres tenían no era normal, se miraban cómo si cada uno estuviese conteniéndose para no matar al otro. Todo se tornó hostil en un abrir y cerrar de ojos, o bueno, realmente lo que tardó en abrirse la puerta de su casa porque Angello estaba tranquilo y con una pequeña sonrisa en el rostro, pero se terminó de desaparecer apenas Segundo se asomó a la puerta.


Quizá tuvo que haberle llamado primero antes de aparecerse con lo que, para el oji-gris era un completo desconocido.


—Estuve llamándote toda la noche y toda la mañana —espetó Segundo apenas dejó de matar imaginariamente a Angello con la mirada, estaba irritado—¿Dónde demonios estabas?


—Estaba con Angello, cómo puedes ver —respondió seguro, cruzando sus brazos para mostrar seguridad—. De todos modos, en el contrato dice que puedo salir sin avisar.


—Sí, puedes salir sin avisar—concedió él sorprendentemente calmado—¡No desaparecer de la nada! —sólo para explotar poco después, el grito le tomó por sorpresa así que retrocedió, era la primera vez que notaba a Segundo tan alterado.


Así que Angello intervino, poniéndose entre ambos y retomando aquella batalla de miradas antes de decir:


—Ryan es un hombre adulto que puede tomar sus propias decisiones—puntualizó firme.


—Ah no —Segundo sonrió de forma extraña, podía ver cómo una vena se brotaba en su cuello—. Tú no te vengas a meter que contigo no estoy hablando—le señaló con desdén, vale eso no le gustaba—. Esto es entre él y yo—


—¿Por qué no estás en la sede? —preguntó, interrumpiendo a Segundo, éste le miró confundido.


—Porque no trabajo allí —explicó con simplicidad, rodeando a Angello y acercándose a él, no supo ni porque pero volvió a retroceder—. Soy tu empleado Ryan, no de Food n’ Care —dijo, bajando un poco su voz—. Puede haber un contrato de por medio pero me preocupo por ti, en serio—suspiró, intentó acercarse pero Angello resultaba una barrera en la que él se sentía protegido, así que suavizó aun más su voz—. Mira, perdón ¿Sí? No tuve que haberme alterado tanto, sólo estaba preocupado, es todo —le sonrió de forma amena, pero él no pudo confiar en esa sonrisa, había cambiado demasiado rápido de humor—. Mira, ¿Qué te parece si entras, dejas en paz a este pobre diablo —señaló a Angello—, te bañas y vemos una película de esas que tanto te gustan?


—Pero yo ya tenía planes con Angello—refutó, realmente no quería estar a solas con Segundo, no se sentía a gusto, al menos no por el momento—. Además, ¿Ni siquiera visitaste a Javier hoy? —quiso saber, aquella pregunta resultando más dolorosa de lo que pensó—. Es tu novio ¿No? —y aquellas palabras quemaron y ardieron.


—O sea, sí —aclaró el oji-gris—. Pero mi compromiso es contigo.


—Eso no tiene mucho sentido.


—Sí lo tiene, sólo que estás cansado y no estás prestando mucha atención—volvió a suspirar—. Toma un baño, te relajas y hablamos mejor de esto, ¿Qué te parece?


—Me parece que no estás incluyendo a Angello en esto —defendió nuevamente, frunciendo el ceño, y agarrando la mano del moreno el cual se volvió nuevamente de piedra ante el tacto. Se sentía seguro de seguir confrontando a Segundo ya que Angello estaba allí.


De lo contrario, seguramente estaría hecho un mar de lágrimas y maquillaje arruinado, Segundo le estaba dando miedo; el moreno pareció entender su necesidad de confort, y le apretó la mano de regreso. Al parecer el hombre había decidido no meterse demasiado en el asunto, aunque estuviese en el medio haciendo de su escudo y soporte moral.


—Estás siendo caprichoso e impulsivo, Ryan —Segundo señaló nuevamente a Angello, cómo quien señala a la basura—. A este no lo conoces de nada y pasas una noche en su departamento, sin saber realmente sus intenciones, pudo haberte hecho daño.


—¡Así cómo tú pudiste hacerlo cuando nos conocimos! —gritó, quizá si estaba siendo impulsivo y caprichoso, quizá Segundo tenía razón, pero no quería darle la razón, no lo quería dejar ganar aquella discusión. Y al parecer, su grito fue suficiente para callarlo.


—Bien, haz lo que quieras —cedió al fin, alejándose de ambos—. Me largo—y empezó a caminar, momento, eso tampoco estaba bien.


—¿A dónde vas? —preguntó, preocupado y empezando a arrepentirse de su arrebato.


—Estaré en el jardín, recuerda que no te puedo dejar solo por mucho tiempo; así que estaré ahí con la esperanza de no tener que llamar a la policía por si tu nuevo amigo decide ponerse loco—explicó a la par que se alejaba sin mucha prisa.


[…]


—Perdón por tantas molestias—le dijo al moreno cuando finalmente logró convencerlo de entrar a la zapatería, compensaría todo lo que le había hecho pasar comprándole tantas cosas cómo pudiese, así pasase gran parte del día intentando convencerlo de aceptarlas. A la gente le gustaba que le comprasen cosas, no entendía porque a Angello le costaba tanto aceptar regalos.


¿Acaso creía que no los merecía o qué? Después de haber estado con él tanto tiempo, y haberse tomado tantas molestias con él, cómo mínimo debía comprarle una buena cama, pero empezaría con las botas porque para esas ya tenía un argumento para convencerle.


Y era, que no podía trabajar si no tenía zapatos; ¿Cómo convencerlo de aceptar un colchón nuevo? Ya luego pensaría en eso, quizá podría también convencerlo de que se dejase comprar más tazas, pensaba visitarlo más a menudo, pese a lo caótico que fue regresar a su propia casa, no iba a negar que la había pasado bien.


—Está bien, no te preocupes —le consoló el moreno otra vez, notándose particularmente enorme en la zapatería, varios empleados le miraban con asombro, quizá convivir con un hombre igual de grande y masivo le había acostumbrado y no le sorprendía tanto ver a uno en la calle.


De hecho, eso fue lo que hizo que notara a Segundo enseguida, era enorme y resaltaba con facilidad. Igual que Angello… Y es lo único que tenían en común realmente.


Podían ser parecidos físicamente, pero el aura de cada uno era diferente; demasiado. Segundo irradiaba confianza y algo de peligro, mientras que Angello amabilidad con un toque de misterio; algún día le preguntaría por sus cicatrices.


Por el momento debía enfocarse tanto en comprarle los zapatos nuevos a Angello así cómo evitar que éste viera a Segundo, que sí, por razones del contrato, debía estar cerca de él un mínimo de doce horas; y al parecer seguía negándose a dejarle solo con Angello demasiado tiempo.


Algo que debía reconocerle, era su capacidad para esconderse, no lo veía por ningún sitio y eso que por sus dimensiones resaltaba con facilidad, ¿Acaso estaría sentado en algún sitio? Lo más probable.


Mientras tanto, notó cómo Angello le preguntaba algo a los empleados, y estos negaban entre avergonzados y confundidos.


—¿Qué pasó? —preguntó, consternado; no se había distraído tanto buscando a Segundo ¿O sí?


—No tienen lo que estoy buscando, no es algo complicado; sólo que, bueno, en este tipo de zapaterías no se consiguen.


—Entonces vamos a todos los tipos de zapatería de la ciudad, debe estar en alguna lo que estás buscando, ¿No? —Angello asintió con una sonrisa amena y él se entusiasmó, le encantaba ir de tienda en tienda, saber qué tenía para ofrecer cada una.


Podrían incluso aprovechar y comer algo.


Y así fue, pasearon entre varias zapaterías, visitaron otras tiendas; incluso logró convencer a Angello de comprarse un poco de ropa adicional, junto con los zapatos nuevos. Todo fue maravilloso, lo único que no disfrutó del todo fue estar pendiente de que el moreno no viese a Segundo, no quería que ambos volviesen a tener ese choque tan intenso de miradas.


Claro, que al final resultó todo dar un poco igual. Porque cuando se estaba despidiendo de Angello en el frente de su casa, éste le dijo:


—Me sienta mal haberte hecho pasar por cada tienda de la ciudad, sobre todo considerando que Segundo te tenía que ir siguiendo—oh, entonces sí lo había visto, ¿Cómo? Él no lo pudo ver en ningún momento.


Bueno, ya no importaba.


—No te preocupes, me la pasé genial, y al final conseguiste tus botas nuevas—sonrió, recordando que al final de todo sí se había logrado su objetivo—. Y lo de Segundo, bueno, nadie lo forzó a seguirme—técnicamente había un contrato pero se podían hacer excepciones, para días cómo ese ¿No? Ya revisaría después.


Sino, cuando lo renovase, revisaría esa clausula y… ¿Sería bueno renovar el contrato? ¿No sería agotador para una relación que uno de los dos tuviese que estar todo el tiempo  con otra persona y vivir con ésta además? Él quería mucho a Segundo, por eso le dolía verlo con otra persona, pero debía aceptar las cosas tal y cómo eran.


Así cómo debía aceptar que su cita con Angello había terminado.


—Hasta la próxima—se despidió el moreno con una sonrisa, él por su parte sintió algo de calor en sus mejillas, mientras lo veía alejarse.


Ya luego lidiaría con el irritado Segundo que se bajaba de un auto alquilado y entraba a la casa echando humo por las orejas.


 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).