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Intentos por Mc-19051

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Interesante fue el encuentro que tuvo con Ryan ese mismo día, cuando finalmente perdió noción del mastodonte apestoso a alcohol. En un principio el rubio lo miró cómo si de un fantasma se tratase, luego se recuperó y le abrazó con entusiasmo.

Al parecer le había echado de menos. Él le regresó el abrazo, un poco menos entusiasta y no porque no estuviese feliz de verle, sino que Ryan era tan delgado que le daba agonía el abrazarlo con demasiada fuerza, pensando que podría lastimarlo si se emocionaba con el gesto.

Ahora, si él, un hombre contextura promedio tenía esa sensación ¿Qué quedaba para las bestias que eran Angello y Segundo? Esa era una buena pregunta para la cual nunca tendría respuesta.

—¡Javi ha pasado tanto tiempo! —dijo Ryan feliz apenas interrumpió el abrazo, y antes de que él pudiese responderle que solo había pasado un mes y unas pocas semanas, el rubio le interrumpió—. Lamento tanto haber reaccionado tan mal cuando Segundo me reveló que estaban saliendo, no me lo tomé a mal ¡Lo juro! Sólo me tomó por sorpresa; o sea, en mi mente jamás pensé que ustedes podrían estar juntos ¿Desde cuando están saliendo? No es por ser chismoso, bueno un poco sí ¡Pero es porque ustedes me importan! Eres mi amigo y Segundo también, entonces que ustedes estén saliendo es algo bueno ¿No? Quizá un día de estos podríamos salir todos juntos, no seré un camarón, lo prometo. Aunque si no quieren, está bien, ¡Oh! ¿O es que acaso ustedes quieran que sea privado todo eso? No sabía, en serio; y no te preocupes, no estoy enojado contigo ¡Nunca me enojé de hecho!

Esa fue la tormenta de palabras que recibió, y de todo eso; su mente se quedó en camarón.

—¿Camarón? —tuvo que preguntar al fin.

—Sí, camarón —enfatizó cómo si fuese lo más obvio ¿Acaso quería decir cabrón? —. Ya sabes, el que vigila a las parejas.

Ah. Por supuesto.

—Es chaperón —le corrigió de la forma más sutil que encontró, el rubio le miró algo confundido—. Se le dice chaperón al que acompaña a las parejas.

—Oh, sí, eso tiene más sentido —afirmó el rubio entusiasta—. Ya me empezaba a preguntar qué tenía que ver un marisco con las parejas, aunque la gente siempre hace comparaciones raras; por ejemplo Segundo siempre que ve a alguien con la boca abierta dice que luce cómo un pollo, aunque los pollos no tienen boca; tienen pico—lo último lo enfatizó, al parecer le habían corregido más de la cuenta por confundirse con eso.

Y nuevamente le tocaba preguntarse, ¿Cómo le hacía Angello para seguirle el ritmo a Ryan? Algún día tendría la respuesta, o tal vez no.

—¡Cómo sea! —Ryan le interrumpió justo cuando iba a volver a hablarle—. Estoy feliz de verte otra vez —eso lo dijo más calmado y sonriente—. Tú no estás enojado conmigo, ¿O sí?

—¿Me veo cómo si estuviese enojado? —preguntó con una sonrisa—. Está bien, no te preocupes. Y entiendo que te hayas alejado por lo sorpresivo que fue enterarte de—tomó una pausa, buscando las palabras, al final se rindió—nuestra relación.

Decir que él y Segundo estaban saliendo era cómo decir Alexander estaba en todas sus facultades mentales. A no ser que se bajaran tanto los estándares al punto que era igual a comparar ácidos.

Y no de los divertidos.

—¿Y son felices juntos? —la pregunta de Ryan cómo cosa rara, lo tomó por sorpresa. No eran felices juntos, Segundo se llevó la desagradable sorpresa que la versión idealizada de Javier que existía en su mente no la iba a conseguir apenas ‘formalizase’ su relación de extorsión y amenaza.

Y él, por su parte, nunca le gustó Segundo desde el principio, pero éste seguía aferrado en mantener a flote un romance que nació hundido.

Así que, eran miserables juntos, y —probablemente— un poco menos miserables separados.

—Se podría decir que sí—pero claro, tenía que mentirle al rubio—. Es un poco complicado a veces.

—Lo supuse —dijo Ryan empezando a caminar, él por inercia le siguió. El rubio se notaba pensativo—. Me imagino que te habrá contado sobre nuestro —el muchacho tomó una pausa verbal y juntó sus manos—acuerdo.

—Me ha dado pistas —volvió a mentir.

—¿En serio? —los ojos grandes de Ryan le desnudaron y por un momento en su mente bailó la idea de lanzarle toda la verdad, pero solo tragó grueso y asintió cómo mejor respuesta—. Pensé que ya te habría dado todos los detalles, las parejas tienen que estar juntas, ¿No? Especialmente si uno de los dos tiene que estar mucho tiempo con otra persona por trabajo, inclusive vivir juntos.

No sabía porque no le sorprendía que esos dos viviesen juntos.

—Sí, me ha explicado algunas cosas, pero no se ha extendido demasiado —fue lo que alcanzó a responder.

—Bueno, por motivos legales, él siempre tiene que estar cerca de mí. Mínimo doce horas; y sé que eso pone tensa cualquier relación; digo ¿Qué momento tendrían ustedes para tener momentos íntimos de pareja? ¿Un rato en la noche? No me parece justo —explicó el rubio con determinación, acelerando un poco el paso—. Así que decidí cancelar nuestro acuerdo para que ustedes puedan pasar más tiempo juntos.

Justo a la par que le daba la noticia, ambos se encontraban caminando cerca de los grandes ventanales de aquel edificio, habría sido chistoso ver la figura de Segundo caer por allí tras escuchar semejante declaración.

Él por su parte, estaba seguro que aquel mastodonte con todo ese tiempo extra; definitivamente no lo pasaría con él, sino buscando cualquier forma de recuperar el aprecio de Ryan y demostrar que era mejor que Angello de una forma u otra.

—Eso es muy considerado de tu parte—dijo, sin realmente saber qué más agregar a la conversación—. ¿Ya lo hablaste con él?

—Sí, claro —afirmó Ryan—. Se lo dije temprano esta mañana.

—¿Cómo a qué hora?

—No sé, quizá cómo a las nueve ¿Por qué?

Por supuesto; pensó.

—Ah no, es que yo hablé con él esta mañana y no me dijo nada, pero es que todavía no le habías dado la noticia— y volvió a mentir, ya empezaba a sentirse sucio—. Es increíble que te estés tomando tantas molestias por nosotros.

—No son molestias, en serio —refutó Ryan con una pequeña sonrisa—. Soy un romántico y adoro ver parejas felices; yo no quería ser la piedra en su relación así que hice lo que era necesario para no serla —explicó animado—. Aunque sí me pone un poco triste —eso ultimo lo susurró, pero él lo escuchó igual de claro.

—¿Por qué lo dices? —y ahora era turno de su pregunta la de tomar a Ryan por sorpresa. La vergüenza se coló en el rostro de Ryan y lucía cómo un ladrón que había sido pillado.

—Bueno —tosió algo nervioso—. Siendo honesto, Segundo me gusta; bueno, me gusta en el sentido que te gusta un cuadro o un outfit ¿Me entiendes? —el muchacho le explicaba entre nervioso y avergonzado—. Y él es mi persona favorita, y que un día me entere que me lo están quitando —rió un poco nervioso, colorándose un poco más—. Bueno, ya sabes, me pone triste ¡Pero está bien! Porque eres tú, y tú lo amas también ¿No?

—Sí —esa palabra se sintió cómo tragar clavos; Ryan no tenía necesidad de ser tan honesto, en serio.

—Entonces todo está bien —declaró el muchacho, acomodándose un poco el cabello—. Además, no es cómo si fuesen a tener una luna de miel en Marte y jamás volver; cuando se muden juntos —eso nunca—. Podré irlos a visitar y demás.

—Claro, claro —la conversación estaba terminando cuando justo habían llegado a la cafetería, y él se encontraba sin aliento, era difícil seguirle el paso a Ryan, y al parecer mientras más nervioso estaba más rápido caminaba; porque de resto no entendía cómo habían recorrido tanto en tan poco tiempo.

—Bueno, ya me tengo que ir; Angello debe estar almorzando en algún sitio —y con esas palabras, el millonario se fue sin más.

[…]

Pese a su pronóstico inicial; Segundo sí aprovechó el tiempo extra para estar cerca de él. Eso sí, sin hacer nada romántico, sólo estando ahí apreciando su trofeo; o eso era lo que le gustaba pensar porque no entendía que hacía semejante bestia metida en su cubículo compartido sentado en una esquina y perforándole la espalda con la mirada.

Agatha se ahorraba la incomodidad del asunto, cogiendo su envase de agua lleno y salir de allí diciendo que tenía que recargarlo. Cuanto la envidiaba, lo más probable es que si salía con ese pretexto, el saco de alcohol, esteroides y malas decisiones se le pegaba atrás.

A veces lo visitaba incluso cuando no venía Ryan al edificio, lo normal ya que, técnicamente hablando, ya no era su empleado.

—No necesito un guardaespaldas para hacer mi trabajo—dijo sin separar su vista de las celdas de Excel—. Y tu olor a alcohol no me deja concentrar —jamás pensó que llegaría a extrañar el olor de aquel potente perfume; no había día o noche que Segundo no apestase a vodka o whisky, a veces combinados incluso.

—Sólo te estoy visitando, relájate—fue lo que le respondió, nuevamente escapándosele ese acento extraño; nunca se tomó la molestia de preguntarle siquiera de dónde era realmente.

—Bueno, tus visitas me desconcentran —refutó, finalmente dejando su trabajo de lado mirándole intrigado—. Además, ¿Cómo mierda le haces para entrar? No eres empleado ni de Ryan ni de la empresa.

—Baja la voz —le regañó con desgano—. Ryan no lo ha hecho ‘oficial’, solamente lo sabemos tú, yo y posiblemente ese maldito de Angello; ese hijo de puta me robó el trabajo —cada palabra iba impregnadas tanto con alcohol cómo con un odio casi inhumano.

—O tú metiste tanto la pata que él sólo se aprovechó que el puesto estaba básicamente libre —contraatacó un poco burlón, le daba risa y pena verlo tan miserable—. Tal vez alguien le dijo que si medía dos metros y lucía cómo boxeador, Ryan le daría trabajo en menos de cinco segundos.

—¿Tú le dijiste eso? —le preguntó Segundo después de analizar eso ultimo, al parecer tanto el oji-gris cómo el rubio tenían una forma de conectar puntos interesante. Nuevamente lo veía cómo si hubiese cometido el peor acto de traición.

—Claro que no —declaró, ahorrándose el insulto al final; ni siquiera en sus fantasías más salvajes se le habría ocurrido hacer semejante cosa—. Y tal vez, si no apestases a vodka todo el tiempo, podrías hablar con Ryan y convencerlo de que renueve el contrato que ustedes tenían, eso de estar tomando desde temprano es un problema —puntualizó.

—Yo no tengo un problema —respondió Segundo irritado, frunciendo el entrecejo—. Sólo así pienso mejor, es todo.

—Lo que tú digas, grandulón —dijo a la par que rodaba los ojos y retomaba su antigua posición de trabajo—. De todos modos, este no es sitio para hablar de eso.

—¿Tú quieres seguir hablando de esto? —preguntó el mastodonte ese a sus espaldas.

No podía creer lo que estaba a punto de decir, ¿En serio estaba volviendo a caer por el discurso de hombre solo y dolido? ¿Por qué demonios era así? Sólo debía mantenerse callado, y Segundo eventualmente captaría el mensaje y se iría.

Sólo debía mantener la boca cerrada.

Y sin embargo dijo:

—Te quiero desintoxicado hoy a las ocho en el parque Whilhinger, hablamos más allá —ordenó a la par que presionaba las teclas con más fuerza de la necesaria. Estaba tanto enojado consigo mismo cómo con Segundo.

—¿El que tiene el lago? —preguntó éste, esperanzado; él por su parte asintió sin dirigirle mirada—. Entonces es una cita —y con esas palabras se fue tanto entusiasta como tambaleante.

Ya era momento de terminar todo, que pasase lo que tuviese que pasar. 

 

Notas finales:

Gracias por leer <3


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