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Intentos por Mc-19051

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Notas del capitulo:

Muchas gracias por tantas lecturas, recuerden que la historia se encuentra disponible tanto en Wattpad cómo en Inkitt por si quieren apoyarla también por esos lares <3

(Utilizo el mismo user en ambas plataformas)

Aunque su plan era perfecto, sin fisuras. Siempre debía considerar dos factores primero; Ryan y Segundo que resultaban el centro de toda orquesta que tuviese planificada en su mente. Por primera vez en el tiempo que llevaba pagando condena en ese purgatorio, Segundo no había asistido, y Ryan andaba pululando por allí con alguien que había conseguido su sello de aprobación.

 

Un lamebotas de alto calibre llamado Obryan que, aunque su apariencia resultaba bastante común —a excepción de los lentes con aires de Jarry Pottore* que a juro quería combinar con la forma de su rostro—, estaba bastante seguro que el rubio excéntrico se había fijado en él sólo por lo parecido que su nombre era del propio.

 

Y que Obryan estuviese dispuesto a pasear al esqueleto con brillantina por todo el lugar en uno de esos carritos de oficina; lo que confirmaba su teoría que Ryan no pesaba más que dos carpetas juntas. Y que al parecer, le hubiese obsequiado un megáfono al rubio.

 

No es cómo si Ryan necesitase algún instrumento para ser escandaloso, pero eh, el cielo era el límite ¿No?

 

Aunque el espectáculo de ver a una persona con una severa falta de kilos sentada encima de un carrito de oficina, a la par que le gritaba a todo el mundo con un megáfono, siendo empujado por un lamebotas con un pésimo gusto para la ropa, fuese algo magnífico de ver, prefería desaparecer del sitio e irse a trabajar.

 

Pero era muy pretencioso de su parte esperar un día de normalidad en aquel sitio, ya que su compañera Rebecca apareció por la puerta con el cabello hecho una maraña, ojeras que le llegaban a la comisura de los labios y el uniforme más enredado y confuso que la relación de su compañero de departamento con el pelirrojo siniestro.

 

Obviamente, semejante aparición llamaría la atención del rubio que seguía montado en ese carrito de oficina cómo si de un carruaje real se tratase. Él tenía que ser sensato y no dejarse consumir por las cosas que veía allí, él debía subir al siguiente piso, aplastar su trasero contra la silla de escritorio y trabajar.

 

No quedarse de pie esperando la colisión de dos titanes, porque sabía de antemano por las veces que escuchó hablar a Rebecca por teléfono que cuando la mujer estaba cansada, perdía todo pudor y sólo saldrían cuchillos y hachas de su boca.

 

Contrario al rubio adicto al rosa, que decía cosas bordes sin ningún tipo de filtro, fuese con mala intención o no. Él por su parte, dio dos pasos hacia atrás con la intención de alejarse para evitar perder la mañana, pero su parte más racional le dijo.

 

‘’Te pagan por cumplir horas aquí, ¿No? Quédate a ver este espectáculo, igual te van a pagar el día.’’

 

Carajo, cuánta razón tenía ese lado de su mente.

 

Así que se quedó perenne en el sitio, sólo esperando el choque inminente, y eso parecía ser el modus operandi de todos los demás presentes en el piso, viendo expectantes cómo Rebecca terminaba de entrar, sosteniendo una gran taza de café —al parecer se había comprado otra, o la había robado, quién sabe— y tomando de ésta de vez en vez, mientras caminaba hacia el ascensor ante la mirada expectante de todos sus compañeros de trabajo.

 

—¿Y qué se supone que están haciendo todos ustedes aquí? —y la voz chillona de Ryan finalmente hizo acto de presencia, bajándose del carrito y caminando entre la multitud, notoriamente confundido del porque todos se habían detenido; entonces cuando finalmente vio la razón del silencio unánime del personal, casi se le caía el megáfono de la mano.

 

Rápidamente su rostro se coloró y caminó con prisas hacia la desarreglada mujer, demostrando lo furioso que estaba.

 

—¡¿Qué rayos significa esto, Rebe?! —chilló indignado el rubio, señalándola acusadoramente— Sabes muy bien que tengo estándares para la vestimenta de ustedes, y esto —sacudió frenéticamente sus manos intentando describir con éstas la apariencia de la mujer, únicamente logrando un tintineo intenso de sus brazaletes— ¡Está muy por debajo!

 

—Cállate ¿Quieres? —musitó la mujer sobándose la cien—. Tengo una migraña terrible y tú vociferando idioteces aquí no ayuda en nada.

 

—¡Me interesa un nepino* tu migraña! —volvió a gritar Ryan aún más colorado— ¡Esto es un insulto a mi vista!

 

—¡Tú eres un insulto a mi vista! —gritó finalmente de regreso Rebecca, ya tocando el punto límite de su paciencia; ahora la cosa sí iba a escalar, cuanto quisiera tener algo para merendar mientras todo el espectáculo se desarrollaba.

 

¿Qué era cruel por no apoyar a su compañera de cubículo? Claro que lo era, porque ningún humano racional, sabiendo que hay un peligro rondando constantemente, llamaría la atención de dicho peligro. Una vez leyó que los animales venenosos utilizaban colores estridentes para advertir sobre su peligro, y vaya que Ryan lo hacía muy bien.

 

—Repite eso —demandó Ryan, poniendo ambas manos en su delgada cintura, para luego entrecerrar los ojos y decir en voz baja—: Te reto.

 

—¿O qué? ¿Vas a chillar hasta que me arregle? —se burló Rebecca—. Eres un chiste mal contado, un insulto a mi vista y a la de todos, ¡Ni siquiera puedes despedir a quien quieras sin que tu papi te regañe! —ahora era el turno de la mujer para señalar acusadoramente—. Sólo chillas cómo un animal herido hasta que alguien se digna a hacerte caso, y ese rostro que te cargas, en serio —la morena negó—. Estoy empezando a creer que eso fue lo que me causó la migraña.

 

Era extraño o hasta perturbador ver  a Ryan tan en silencio, al parecer procesando todo lo que le estaban diciendo, era cierto que la inteligencia del rubio no era su punto más fuerte pero definitivamente estaba entendiendo todo lo que le estaba siendo dicho; al fin y al cabo las lágrimas que estaba reteniendo con esfuerzo sobrehumano en sus ojos, eran muestra de ello.

 

Pero se las arregló para tragar grueso y decir en voz temblorosa y con una sonrisa más bien chueca:

 

—Si bebiste hasta perder el conomiciento*, no me interesa —empezó, temblando y con la cara de un rojo no saludable—. Me interesa que llegues bien vestida aquí y supongo que te repompensaré* por tus hermosas palabras con un ascenso—vale, esos eran aleteos de ahogado; Ryan queriéndose ver cómo quien tenía la batuta de la discusión, dando un mensaje ‘’hiriente’’ — pero a la inversa, eso sería un…. —el muchacho miró hacia un lado, sonando sus dedos, intentando buscar la palabra.

 

Y cómo no podía ser de otra manera, Obryan intervino.

 

—Un descenso —aclaró el hombre de lentes.

 

—¡Eso! —exclamó Ryan triunfal, retomando el hilo de la conversación—. Te has ganado un descenso, Rebe ¡Debiste de pensarlo mejor antes de venirte así!

 

—No puedes hacer eso —bufó la mujer, cruzándose de brazos.

 

—Sí, sí puedo, no puedo despedir a nadie, pero sí puedo polernos* donde quiera y tú estarás con… —el muchacho empezó a buscar a los alrededores, hasta que algo o alguien llamó su atención— ¡Con él! —señaló a un bedel que parecía el primo perdido de Segundo que casualmente pasaba por allí.

 

Ante esto Rebecca empezó a reírse, volviendo a irritar a Ryan.

 

—Ay, cosita, en serio; mira te haré un favor —y dicho esto la mujer le tiró el contenido de su taza en la cara a Ryan, todo el mundo contuvo la respiración al ver cómo el maquillaje de éste empezaba a correrse, y cómo con sus ojos bien abiertos miraba a la morena—. Ve a lavarte la cara que sigues dormido y andas ligando palabras—la mujer le entregó la taza vacía para luego agregar—: Y considera esto mi renuncia.

 

El silencio fue sepulcral, solamente interrumpido por los pasos triunfales de Rebecca mientras se alejaba del sitio, aunque su andar no duró mucho ya que cuando finalmente Ryan ya no pudo aguantar las lágrimas y la rabia, su endiablada puntería hizo de acto de presencia; utilizando la dichosa taza cómo proyectil, lanzó con una fuerza que a cualquiera le rompería el brazo, el pobre utensilio.

 

Asestando con una increíble precisión el centro de la espalda de la morena, la cual perdió el equilibrio y cayó ante semejante impacto.

 

—Vas a ser una puta bedel —chilló el muchacho, amenazado con desangrarse las cuerdas vocales— ¡Lo quieras o no! Y quiero verte en una matilda* hora limpiando el estacionamiento con un cepillo de dientes, o sino —las manos le temblaban y las venas se le mercaban en el enrojecido rostro, que junto al maquillaje corrido y ojos rojos llenos de lágrimas, lucía definitivamente cómo un demonio, y al parecer las palabras se le acabaron porque al final sólo gritó— ¡Ugh!

 

Y se fue de allí hecho una fiera, vociferando cosas en un idioma desconocido, o lo que era un español muy maltratado; no estaba seguro. Pero  esa fue señal más que suficiente para que todos retomaran sus puestos de trabajo. Y él no iba a ser idiota para tentar a la fiera; se encerró en su cubículo, ignorando a todo el mundo, escuchando de fondo los gritos rabiosos de Ryan en algún sitio, junto con cosas siendo destruidas.

Notas finales:

Nuevamente, muchisimas gracias por el apoyo, significa un montón ver las lecturas que esta historia está recibiendo <3


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