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RinHaru week 2023 por Yaoi lovers

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Desde que tenía memoria había estado rodeado de música, desde el suave tarareo de su madre para ayudarlo a dormir hasta las pequeñas composiciones que su padre escribía para él. Para nadie fue una sorpresa que estuviera rodeado de instrumentos musicales de juguete y tan pronto aprendió a hablar mostrara su interés por aprender a tocar un instrumento real. 


Su elección fue el violín, su sonido le causaba una paz indescriptible y sentía una conexión especial al tomarlo en sus manos. Pese a la dificultad que suponía aprender a tocarlo y su corta edad no le tomó demasiado tiempo comenzar a producir sonidos armoniosos y replicar las partituras más sencillas con habilidad. 


El nombre de Haruka Nanase no tardó en escucharse entre las escuelas cercanas y su fama de prodigio comenzó a crecer conforme participaba en recitales y concursos escolares. Resaltaba la precisión con que tocaba y más de uno comparaba su ejecución con la de violinistas profesionales. 


Haru no quiso ingresar a una escuela especializada en música pese a las recomendaciones de su profesor, él no tocaba intentando lograr fama o reconocimiento sino por la libertad que sentía tras cada nota que producía y la vitalidad que sentía en cada pieza que interpretaba. 


Absorto en la música apenas hablaba con sus compañeros de clase y la mayor parte del tiempo estaba solo simplemente escuchando música o plasmando notas tras tocar una pieza con la que se sintiera satisfecho. Ni siquiera había notado el revuelo que una cabellera roja recién llegada a su clase causó. 


Ni siquiera prestó mucha atención al fallido intento de su nuevo compañero por entablar una conversación. Algo sobre su fama y que también tocaba fue lo único que logró entender entre las miles de palabras que el chico decía. 


Al finalizar las clases fue directo al salón de música, el profesor lo esperaba para practicar la pieza que presentaría en el festival escolar y quería terminar pronto con aquello para poder continuar con su composición. 


Era común que algunos alumnos curiosearan los alrededores cuando Haru tenía práctica en solitario, ya no le sorprendía encontrarse con ellos al entrar o salir del lugar y solo ese rostro aparentemente desconocido llamó su atención. El chico recién llegado y que no paraba de hablar estaba ahí también y su expresión reflejaba cierta intriga. 


—No es lo que esperaba —le escuchó susurrar cuando otro de sus compañeros de clase atrajo la atención del pelirrojo. 


Los chicos que lo acompañaban comenzaron a causar alboroto tras escucharlo y no pudo importarle menos. No tenía interés en ser reconocido y ni siquiera le gustaba toda la atención que recibía, lo único que le interesaba era sentir la música y fluir con ella. 


Rápidamente salió de la escuela hacia su refugio, era un lugar tranquilo en el que a nadie alrededor parecía interesarle lo que tocara y donde podía ser libre. Encontraba tanta paz al estar ahí que aprovechaba cualquier momento que tuviera libre para ir y dejar los sonidos fluir a su antojo. 


Tocó la pieza que plasmó durante clases, aun debía perfeccionarse y sabía que solo ahí sería capaz de hacerlo. No necesitaba seguir la partitura o las instrucciones de nadie, la música cobraba vida y se colaba por cada poro de su piel a medida que tocaba, por fin había encontrado la melodía perfecta y solo eso necesitaba, más tarde se preocuparía por terminar de escribirla. 


Para Haru no había nada ni nadie más que él y la música, pero la realidad era distinta, a una distancia considerable lo observaba el chico pelirrojo atento a lo que hacía. Tras verlo salir de la sala de música decidió seguirlo pues tenía muchas cosas que preguntarle.


No iba a negar que su forma de tocar era asombrosa, pero se sentía vacía. Cada nota era ejecutada a la perfección y era evidente que sabía la manera correcta de producirlas, pero parecía que tras ellas no había una intención.


No había dudado en seguirlo hasta aquel lugar, pero en cuanto empezó a tocar le fue imposible acercarse. Parecía una persona completamente distinta a la que había escuchado en la sala de música, la ejecución seguía siendo maravillosa, pero esta vez podía sentir la emoción tras ella.


Estaba llena de vitalidad y podía sentir cada nota fluir por su cuerpo conforme avanzaba la pieza. Era una experiencia que solo recordaba haber vivido una vez y se sentía realmente conmovido por lo que escuchaba. Ese definitivamente era el prodigioso violinista del que había escuchado.

Notas finales: Adivinen quien revivió de entre los muertos(? No quiero aburrirlos con mis dramas, prefiero compartirles esta pequeña idea que me costó mucho plantear, pero espero poder darle coherencia y que disfruten mi pequeña contribución de este año uwu
 
Y nada, si todo sale bien me tendrán por aquí mañana con la siguiente parte de esta historia 

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