Las cosas no habían cambiado mucho desde su última conversación, a excepción de que Haru cada vez aceptaba más su compañía. De vez en cuando iban juntos a su refugio e incluso escuchaba a Rin tocar también.
Él seguía tratando, de forma cada vez más sutil, de lograr que le diera una oportunidad a su sugerencia. Sabía que no era indiferente hacia su música y que incluso si no lo decía lograba captar su atención mucho más que cualquiera de sus compañeros del club.
Incluso lo dejaba hacer modificaciones sobre sus partituras y sugerirle cambios mientras tocaba, en apariencia le molestaba que interfiriera tanto en lo único que se sentía libre, pero estaba seguro de que valoraba sus comentarios o de otra manera lo hubiera frenado por completo.
Haru solo era totalmente sincero cuando se trataba de la música, y en más de una ocasión mientras Rin tocaba le había hecho alguna sugerencia técnica para mejorar el sonido de la melodía que interpretaba o algún cambio en la composición.
Podía sentir que algo estaba cambiando en su relación y eso lo motivaba a seguir adelante. Quizá solo había elegido la forma incorrecta de acercarse a él, pero ahora que Haru dejó de ignorarlo era momento de abordar la situación de otra forma.
—¿Y qué opinas? Genial ¿Cierto? —estaban en el descanso e insistió en mostrarle algunas bandas grandiosas, tenía algo que mostrarle y esa sería la única manera de hacerlo.
—No lo sé, es... Diferente —no sabía como expresarlo, había algo que le causaba cierta emoción que no había experimentado antes, pero no sé parecía en nada a lo que estaba acostumbrado a tocar o siquiera escuchar.
—Es rock progresivo, básicamente surgió como una forma de demostrar que no es solo ruido y que requiere mucho más esfuerzo del que se pensaba —la sonrisa no había desaparecido de su rostro y sentía que estaba logrando aunque fuera un pequeño avance.
Haru se mantenía en silencio intentando procesar la información que acaba de recibir, años de formación clásica pesaban más de lo que podía pensarse y en ese preciso momento solo tenía claro lo confuso que era todo aquello.
—Para mí es fantástico —después de varios minutos en silencio Rin se animó a hablar mientras miraba hacia el cielo—. Quiero decir, la música conecta nuestras emociones y hace más fácil comunicarlas ¿Por qué habría que limitar lo que podemos o no tocar si solo estamos intentando conectar con los demás?
Tampoco hubo respuesta, pero estaba seguro de que era una señal positiva. Haru era reservado, sí, pero de alguna manera comenzaba a interpretar sus silencios y estaba casi seguro de que en ese momento la falta de palabras no era por incomodidad o desinterés sino por alguna razón diferente.
Pero no lo presionaría más, necesitaba tiempo y lo respetaría. Simplemente retomó la reproducción de la lista que había preparado para Haru esperando pacientemente por el momento en que estuviera listo para decir algo al respecto.
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