La tormenta fue de tal magnitud que provocó que el agua del Sexto Círculo, un océano inmenso, se filtre al Anillo de la Pereza y de la Lujuria. Ante la urgencia de salvar a miles de este desastre. Leviathan, pecado capital de la Envidia usó sus poderes para conjurar magia acuática e impedir que los demonios se ahoguen.
Todos los súcubos, íncubos, sabuesos infernales, baphomets, aves y diablos fueron transformados en sirenas y tritones, seres mitad demonio mitad criatura marina. Como parte de esta transformación también se encogieron. Sólamente aquellos híbridos con progenitores acuáticos mantuvieron su conciencia y talla natural.
Las acciones rápidas de Leviathan se hicieron sin tiempo para dar explicaciones. Como se encontraban en el edificio más alto al momento del desastre. Asmodeus y Fizzarolli se libraron del alcance del agua, pero la magia igual afectó al famoso bufón. Se convirtió en un caballito de mar mitad demonio mitad máquina. Sus prótesis robóticas, ahora impermeables habían sido convertidas en una cola prensil como la de los hipocampos. También desarrolló unas pequeñas aletas. Y al igual que los caballitos, era tan hermoso como pequeño. El diablo pasó de medir lo que normalmente a quince centímetros con cola estirada. Diez mientras la mantuviera curva. Cabía dentro de un vaso de vidrio. Vaso con agua que Asmodeus llevaba con precaución cuidando de no mecerlo demasiado.
El tritón podía respirar tanto dentro como fuera del agua, pero en este último caso su nuevo cuerpo no le servía. Y con temor; tras recuperarse de la impresión, Asmodeus tuvo el acierto de sumergirlo en el vaso. Conocía la magia de Leviathan y mientras lo llamaba miró por las ventanas de su Penthouse. El agua subía cada vez más y más rápido, en cuestión de minutos se inundó la ciudad entera; el agua se extendía hasta el horizonte y mecía violentamente. Rápido comprendió las acciones de su asociado y agradeció que salvara a sus súbditos.
–¿Y cómo me comunico con él? –Y es que en cuanto Fizzarolli se volvió tritón, la comunicación se volvió imposible, fue lo primero que aterró a Asmodeus.
–No puedes, ahora es una criatura del mar. No sabe quién eres o lo que eres. Lo único que puedes hacer por él es mantenerlo seguro.
–¡¿QUÉ?! –
Eran muchas preguntas, muchas preocupaciones, a las cuales respondió el pecado capital de la Envidia.
–¿Pero, tenías que encogerlos? –Reclamó Ozzie, esto porque no podía manipular a Fizzarolli con normalidad, siendo tan pequeño e incluso el mismo encogiéndose se arriesgaba a lastimarlo.
–La magia acuática funciona así. Ahora debemos buscarles refugio y drenar el agua gradualmente, cuando eso pase todos volverán a la normalidad–También le recomendó usar una red para peceras.
Mientras se apresuraba para coordinarse con Leviathan y Belphegor. Asmodeus instaló a Fizzarolli en un gran recipiente de cristal, mismo que colocó en su escritorio de la oficina en casa.
–¡Fizz tengo que ayudar a los demás!, estarás a salvo aquí. ¡Lo prometo!–
Aun sin saber si era capaz de escucharlo. Asmodeus escribió el mensaje y pegó el papel al vidrio para que el hipocampo lo leyera. Sin embargo, la criatura ya no era capaz de leer. Su metamorfosis en tritón lo hizo perder la conciencia de los demonios y adquirir la de las criaturas de mar. Por ello más adelante, presentó comportamientos animalísticos.
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Asmodeus nunca sintió particular interés por las peceras, pero pronto consiguió una muy grande, al menos para una criatura tan pequeña. La acondicionó según las recomendaciones de Leviathan. Consiguió el filtro, la bomba de aire, el sustrato y la llenó de agua, de cuya temperatura también tenía que estar al pendiente. Todo esto en cuanto pudo desocuparse. Llenó el fondo con un revestimiento de arena, piedras, plantas submarinas y también colocó un gran castillo decorativo, que esperaba sirviera de residencia para su pequeño Fizz-de mar. En su cariño también sumergió gemas, perlas y diamantes, eso para llenar de lujos a su adoración. El diablo sirena no conocía su valor, pero si le gustaban y entretenían mucho los colores, reflejos y arcoiris que formaban todas esas piedras con la luz.
Finalmente, cuando dio la hora de dormir y cansado, Fizz-de mar nadó hasta un cúmulo de plantas submarinas, enredó su cola a un tallo y cerró los ojos.
Asmodeus lo observaba con los rostros pegados al cristal de la pecera. Apagó la luz de la oficina. Había dejado la pecera en el escritorio para poder acompañarlo y mirarlo mientras trabaja. Pero, incapaz de pasar la noche en el dormitorio, e inquieto. Al final llevó el sofá que tenían en la sala hasta la oficina para pasar la noche cerca de la pecera en la que su querido imp vivía… Además del desastre en su Círculo, el pecado no dejaba de pensar en que. De poder Fizz habría escrito un mensaje con su cola en la arena. Pero no lo hizo. Como temía era justo como Leviathan le dijo y comunicarse sería imposible. Sobrecogido Asmodeus trato de dormir.
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Cada día, era un nuevo día para Fizz-de mar. Aunque había cierta rutina a la que ya se estaba acostumbrando. Despertaba, hacía un rondín entre los helechos de mar. Nadaba hasta la superficie cuando miraba la comida para tritones que Asmodeus le proporcionaba.
Después volvía a los helechos, nadaba en el rincón de las gemas y pasaba un rato descansando entre las rocas y columnas decorativas.
Asmodeus no lo sabía, pero aquella pecera con agua clara era inmensa para Fizz-de mar, aunque se sentía seguro, en ocasiones tanto espacio era sobrecogedor, más encontrándose solo.
Mientras tanto. El ejército de Leviathan y los híbridos voluntarios ayudaron a resguardar a la población. Usaron una gran red con niveles para permitir a los habitantes desplazarse de forma segura por el Círculo de la Lujuria. Así Asmodeus también podía vigilar de cerca a sus súbditos.
Eso no impidió que se escabulleran algunos pillos. Tal es el caso de Wally Wackford. Un diablo imp que salió ileso durante la catástrofe y que en su nuevo estado de tritón comenzó su recorrido en búsqueda de tesoros. Bajo efectos de la magia acuática, de la cintura para arriba era un diablillo con un par de tenazas en vez de manos y de la cintura para abajo cola de langosta. Remolcaba una almeja como si fuera una carreta en la que guardaba todas las cosas brillantes que cupieran. Tenía centavos, dedal, medallas, un anillo con diamante, pendientes y otras basurillas que reflejan la luz.
Mientras nadaba se dejó llevar por una corriente de agua que, por una ventana rota, lo introdujo en el interior del edificio de Asmodeus. Estando todo inundado muy fácil fue desplazado por la corriente hasta un muro y de allí a un ducto de ventilación. Gracias a sus patas y cola de langosta nadó por el ducto mientras llevaba su carga. Había estado recorriendo el edificio por aquellos túneles hasta que se encontró una zona sin agua. Como tritón que es y gracias a su forma de crustáceo pudo caminar fuera sin ahogarse. Usando sus fuertes pinzas subió su almeja al siguiente nivel de los conductos y siguió su camino.
Tack Tack Tack
Era el ruido de las pequeñas patas contra el metal del ducto de ventilación. Cuando comenzó a resentir la resequedad. Sus cuernos que también servían de antenas lo guiaron a la fuente de agua más próxima. Miró por la rendija del ducto. Justo debajo de él había una gran pecera, llena de piedras preciosas y luminosas. En cuanto las vio y sin dudar se dejó caer desde el techo hacia la pecera seguido de su carreta improvisada.
El chapuzón agitó las aguas. Fizz-de mar miró como la tranquilidad de su acuario era perturbada por este nuevo visitante que mientras se sumergía lentamente en el agua, usaba todas sus patas, pinzas y cola para retener sus tesoros que salieron volando una vez cayeron junto con él. Una vez tocó el fondo del acuario, la langosta rápido recuperó la almeja y la cargó con sus cosas para acto seguido caminar en dirección a las gemas.
Intrigado Fizz–de mar observó desde la seguridad de los arbustos. Miró al crustáceo avanzar pisando con sus patas el fondo del tanque, lo que lo llevó a mirar su propia cola. Luego nadó hasta estar justo sobre la cabeza del extraño para observarlo más de cerca y sin ser visto. Tras recorrer un largo tramo del acuario, Fizz–de mar se dejó caer delicadamente sobre la carreta cargada. El peso de esta aumentó lo suficiente para que Wackford– Langosta lo notara, pero no demasiado como para hacerlo girar y mirar tras él. Así terminó dándole un paseo al tritón imp tras el quien se divirtió con ello.
Cuando Wackford-Langosta llegó hasta las gemas, diamantes y perlas enseguida las inspeccionó, quiso llevar la más grande, pero era demasiado pesada. Buscó otras más pequeñas y regresó cargado con unas perlas a su carreta, pero apenas miró a Fizz, las soltó y muy molesto agitó sus tenazas para apartarlo de sus pertenencias mientras sacaba burbujas por la boca. Muy fácil Fizz–de mar retrocedió. Cuando Wackford-Langosta estuvo conforme con la distancia entre ambos tomó las perlas y las subió a su carreta.
El ciclo se repitió varias veces, curioso Fizz–de mar se acercaba y Wackford–Langosta lo repelía amenazando con sus pinzas.
Al final Wally–Langosta fue el primero en cansarse. Había viajado mucho y le faltaba descansar. Se posó sobre el diamante más grande el cual abrazó y agitó su tenaza contra Fizz cada que lo creía necesario. Hasta que el agotamiento lo venció y se quedó dormido. Fizz–de mar decidido a observarlo, se hizo lugar dentro de la almeja. Cuando dejó de moverse, el hipocampo le escupió un chorro de agua para despertarlo, pero la langosta siguió roncando y emitiendo pequeñas burbujas al hacerlo. Curioso Fizz–de mar se estiró y tocó con la punta de su cola el cuerpo del tritón. Lo picó varias veces sin obtener respuesta. Comprendiendo que no lo atacaría como antes Fizz–de mar permaneció allí.
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Admirado del castillo que se cernía en el centro de la pecera, un animado y recuperado Wacky Wally Wackford– Wacky Langosta acarreó hasta allá sus pertenencias. Se dedicó gran parte del día a esos viajes de ida y de regreso para llevar todas las gemas hasta el castillo. Fizz–de mar muy entretenido lo contemplaba. Así hasta que al azar sopló una burbuja de aire que se le ocurrió arrojarle. La langosta distraído con la misma, por un momento se olvidó de su carreta y carga, la pinchó y reventó.
–¿Pero qué…? ¿Qué haces allí? ¿Cómo llegaste? –
Asmodeus volvía tras ayudar en el drenaje de agua y en cuanto vio a un extraño en la pecera de su Fizz se acercó alarmado. Pero ese tritón extraño no fue difícil de reconocer, aquel diablo es su empleado en Ozzie´s, el barman.
Una irritación se apoderó de Asmodeus. Al mirar como aquel demonio se había escurrido sin él tener conocimiento, y se aprovechaba del cómodo y seguro acuario que había adecuado para Fizzarolli. Sintió que el diablo les robó. El impulso de sacarlo de allí se frenó al verlos interactuar. No tenían ninguna conversación, pero, parecía que estaban jugando. Fizzarolli le lanzaba una burbuja grande que formaba soplando y Wackford intentaba agarrarla con su tenaza, pero se rompía. Y Fizz repetía la acción. Intrigado y ambivalente en qué hacer. Asmodeus decidió esperar un poco antes de separarlos.
Pensó en que, sus demás súbditos se encontraban acompañados en el acuario submarino con niveles que con ayuda de Leviathan instaló en Lujuria.
Concluyendo que el diablillo le serviría de compañía a su amor sentenció:
–¡Wackford ni se te ocurra molestar a Fizzarolli! ¡Sí lo haces te arrojaré al retrete! –
Al pecado le preocupaba que esas pinzas hicieran daño a Fizz, pero langosta tenía bien medida su fuerza. Además se equivocaba. Su delicado hipocampo no tenía nada de delicado, le gustaba jugar rudo, hacía que el tritón lo cargara y al estilo lanzamiento de bala lo arrojará tan lejos como fuera posible. Una y otra vez, “volar en al agua” era el equivalente de hacer piruetas en el aire; para el caballito era muy divertido. Y si algo no le parecía rápido se defendía azotando su cola como si fuera un látigo. Para fastidiar, empujaba a Wackford–Langosta de espaldas lo que le molestaba mucho, porque batallaba y tardaba para poderse incorporar. Así obligaba al crustáceo a ponerle atención.
A unos días, el rey de Lust también se angustió por ver a Wackford mordisquear la cola robótica de Fizzarolli, pero se dio cuenta de que no lo dañaba, solo la limpiaba comiendo el limo y algas que se formaban en la superficie de la cola. En cierta manera le daba mantenimiento. Así que por eso lo toleró un poco… No le gustaba que lo tocará, pero lamentablemente Fizzi se encariño muy rápido, frotaba su mejilla contra el rostro de Wackford–Langosta para agradecer, y también pasaba coquetamente su cola bajo el mentón del tritón. Como una caricia.
–¡Fizz ese castillo es para ti! ¿Por qué lo dejas usarlo? – Wackford vivía en el castillo. Allí dormía y guardaba sus tesoros.
Fizz–de mar ni siquiera era consciente de Asmodeus reclamando. Su acuario era demasiado espacio aun para dos tritones. Ocupar lugares pequeños le resultaba muy cómodo, por eso seguido se recostaba dentro de la almeja vacía mientras Wally-Langosta se tomaba su tiempo acomodando las gemas y perlas dentro del castillo que comenzaba a quedarse sin lugar. Por eso muchas se quedaron afuera. Sólamente el gran diamante que pesaba más que la fuerza del tritón se quedó en el rincón de la pecera.
Asmodeus sabía que no eran seres conscientes, al menos no como solían ser. Pero esos hábitos sin duda reflejan sus personalidades.
El pecado cuidaba el estado del acuario y los alimentaba.
–Estas artemias son muy pequeñas. Supongo que para ustedes es como comer camarones–
Las vertió en la pecera y enseguida los diablos tritón nadaron a la superficie para comerlas.
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Asmodeus dedujo que por algún lado este diablillo se escabulló y buscando agua llegó a la pecera. Se convenció de que la inesperada llegada podría (tal vez) enriquecer la rutina de Fizzarolli. Pero enseguida se retractó de sus pensamientos, porque la próxima vez que miró al tanque….
–¡Wackford aléjate de Fizzarolli! ¡Fizz! ¡FIZZ! –
Asmodeus permaneció lívido.
–¡Déjalo! ¡BASTA! ¡PAREN AHORA MISMO! –
Y es que allí, a escasos centímetros de la pared de vidrio que los contiene empezaron a aparearse. Y es que como diablos imp y tritones que eran, aunque sus cuerpos fueran diferentes, eran más que compatibles.
–¡FIZZ! –
Llevado por la prisa e ira, Asmodeus metió la mano para sacar a la langosta del tanque, se llevó un terrible dolor en los dedos cuando fue pinzado por las tenazas. Claro, a nadie le gusta que lo molesten en la intimidad.
–¡Maldito diablo! – Asmodeus chupó sus dedos adoloridos.
Cuando quiso usar la red para sacarlo, Fizz–de mar le dio varios coletazos para repelerla.
–¡Fizz no! ¡Intento..! ¡Espera! ¡Fizz! ¡Ranita! – Fizz–de mar muy determinado intentó apartarlo. Asmodeus contrariado volvió intentar atrapar a alguno con la red, pero entendiendo que no podrían librar esta amenaza, Fizz–de mar enroscó su cola en la cola de Wackford–Langosta y tiró de ella para llevárselo de allí. Nado directo al bosque de helechos marinos para esconderse. No sabían que Asmodeus pudo verlos meterse allí, pero entendió la acción.
Muy dolorido sacó la red.
Sin saber qué hacer. Cuando se calmó. Dudando llamó a Leviathan. No le dijo que se trataba de su pareja.
–Tengo un demonio muy leal, pero no se comporta como normalmente…lo he visto intimar con otro demonio con el que normalmente no… no lo haría–
–Ahora son criaturas marinas, se comportan como tal. Como dije, cuando se levante la magia acuática regresaran a la normalidad– Entendiendo el afecto marino, Leviathan inconscientemente suspiró. Sintió mucha envidia de la pareja, pero no le dijo Asmodeus.
Tras unas palabras más, la llamada terminó.
A Asmodeus le dolió como si le hubieran clavado una aguja en el corazón. Tantas dudas. Pero aun así no podía enojarse con Fizz. ¿Qué tanta soledad debía experimentar su ranita para que recurriera a esto? ¿A este? No era culpa de nadie, bueno sí, de Wackford definitivamente. El imp nunca debió meterse con ellos, pero Ozzie entendía que en este nuevo estado; el tritón no tenía la voluntad para resistir su impulso… Lo que le llevó a preguntarse si alguna vez el diablo pensó o siquiera consideró meterse con su querido Fizzarolli… aún si alguna vez lo pensó, jamás lo habría hecho. Porque de hacerlo sabía que lo destruiría, nadie era tan tonto cómo para cavar su propia tumba así.
Quiso ir con Fizz, pero no podía hacer algo así. Debía protegerlo. El pecado odio toda la situación, pero aún faltaban días para terminar de retirar el agua. ¡Maldito desastre! Sólo habían logrado drenar un cuarenta y cinco por ciento de la ciudad. Aún tenían que esperar. Pero los tritones no le dieron tiempo de recuperarse, porque apenas dio un vistazo a la pecera los encontró enroscados.
– ¡Tiene que ser una broma! –
Asmodeus sufrió por ver a su amor en las tenazas de aquel espantoso ser. Pronto los celos lo superaron. Enseguida y en cuanto tuvo oportunidad los separó. Dejó a Fizz en el acuario y a Wackford lo metió en un bowl grande que llenó de agua y dejó en la mesa de su cocina.
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Fizzarolli-de mar estaba muy triste. No salía de la carreta-almeja. Era como si estuviera esperando a que regresara. Se lamentaba allí. Por primera vez ignoró las croquetas para tritón, tampoco comió las larvas deliciosas con las que Asmodeus lo alimentaba.
Por su parte Wackford-langosta había logrado escapar del bowl y comía las sobras de la comida de Asmodeus de esa tarde. Costillas a la barbecue. Se dio el gran festín hasta hartarse y llenó toda la cara con la salsa mientras mordisqueaba los huesos.
Cuando lo encontró fuera del bowl Asmodeus pensó terminarlo. Si algo lo detuvo de hervir agua, fue la cara triste de su pececillo.
Incapaz de ver tristeza en aquella criatura sublime. Asmodeus gritó.
–¡Está bien! Supongo que te hace falta un amigo allí después de todo. Amigo con beneficios– Masculló.
El gran pecado capital suspiró; tomó el plato sobre el que Langosta Wackford se encontraba panza arriba y jadeante por tanto comer y lo dejó caer en el interior del tanque. La langosta llevaba en su tenaza una costilla que fue incapaz de terminar con restos de carne.
Apenas se percató de la perturbación en el agua Hipocampo Fizz fue a su encuentro y nadó rodeándolo muy contento mientras el tritón bajaba lentamente hasta el fondo, lo que fue más rápido de lo habitual porque ahora pesaba más. Luego, hambriento, el caballito de mar empezó a comer la carne de la costilla. En su mente de tritón concluyó que Wackford–Langosta se ausentó para buscarle comida deliciosa y así decidió que sería su pareja. Dado que los caballitos de mar son monógamos, Fizz–de mar hizo de Wackford–Langosta su esposo de por vida.
Desde entonces se apareaban todo el tiempo. En donde fuera, aun si era donde Asmodeus pudiera verlos. Claro que ellos no sabían que estaba allí. Pero el pecado sentía que se lo echaban en cara. Pero eso no era lo peor, lo peor es que como encarnación de la Lujuria los entendía perfectamente.
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Cuando se recostaban juntos, Fizz–de mar podía escuchar el palpitar del corazón de Wally–Langosta. El sonido más tranquilizador que en su vida de hipocampo tritón alguna vez escuchó.
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Cuando al fin lograron retirar el agua y secar la ciudad. Se restableció la energía eléctrica y los demás servicios. Entonces Leviathan retiró el hechizo.
Preparado para este momento. Asmodeus sacó a los tritones de la pecera y los posó en el sofá. Recuperaron su forma y tamaño originales. Hasta sus ropas parecían intactas. Solamente una tenue confusión mental.
–Hasta luego Wackford. Puedes irte–
Asmodeus lo empujó al elevador para sacarlo del Penthouse.
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Ozzie´s
El grupo toca música de jazz. Normalmente se hace en el receso, momento para que los comensales disfruten sus alimentos. Aunque fueron semanas perdidas las que duró la inundación. La vida de los demonios siguió como si nada. La mayoría recuerda nada sobre lo que fue su vida en aquel estado de sirena.
Aún así, a veces hay recuerdos que parecen más imágenes sacadas de un sueño.
Mientras trabaja la barra, cada que Wally mira a Fizzarolli, su mente evoca el brillo de diamantes, luces de colores y un paisaje marino muy bello. Así como un palacio monumental. Una vida llena de riquezas.
Y cada que Fizzarolli mira a Wally recuerdos de una época de paz entremezclada con diversión, éxtasis de sexo desenfrado, comida deliciosa y muchos placeres sensuales vienen a su mente.
Siempre que cruzan miradas no pueden dejar de mirarse.
Compartían una promesa proclamada en el mismo sueño.
Asmodeus, débil a la expresión de Fizzarolli refunfuñó.
–¡Está bien! ¡Puede venir!–
FIN