-¡¡¡PRÍNCIPE SHURIC!!!-
-¡¡¡PRÍNCIPE SHURIC!!! –
-¡¡¡¿DÓNDE PUEDE ESTAR EL PRÍNCIPE?!!!-
-¡¡¡RÁPIDO BUSQUEN LO!!! ¡¡¡NO PODEMOS PERDERLO A ÉL TAMBIÉN!!! –
En un castillo a la orilla del mar, el cual existe un enorme alboroto, ya que todos los sirvientes, buscan como locos al único miembro de la familia real que aún sigue con vida.
Una terrible enfermedad azotó no hace mucho aquel reino, y lamentablemente varios fallecieron y, entre ellos se encuentran los padres de aquel niño.
No existe forma de saber donde se encuentra, todos están muy desesperados buscando su paradero, desde entrada la tarde y ya siendo ahora de noche, volviéndose aún más peligroso el mundo para él.
Uno de sus más fieles sirvientes, un concejo muy amable, que siempre ha buscaba el bien para el reino al igual que lo hicieron los anteriores reyes. Ahora se hace cargo del pequeño príncipe, sin embargo con la desesperación y los de deberes que ahora tiene, es obvio qué no pueda cuidarlo las veinticuatro horas.
-Nunca había hecho esto, siempre se comporta muy bien…- La angustia en ese hombre un tanto mayor se hace presente y no lo deja, claramente se nota en su rostro. Pero no se puede dar por vencido, debe buscarlo a como de lugar y mantenerlo a salvo, eso es lo que le prometió al rey antes de morir.
Pero, si tan solo se fijará mejor a la orilla del indomable mar, qué está noche parece tan peligroso.
Los marinos dicen, que cuando el mar enfurece como esta noche, significa que el rey del mar, se debe encontrar enloquecido de ira, pero la razón claramente es desconocida para los terrestres.
Y es mejor no saberlo, ni intentar conocer lo que sucede realmente, pues… Salir bajo este cielo nocturno es tan peligroso que cualquier podría perder la vida en un parpadeo.
Más esas advertencias no detienen a un niño, uno que a la orilla del mar se encuentra, escondido de la vista de los del castillo, detrás de un pilar. Mira hacia el imponente cuerpo de agua, sollozando, aspirando por la nariz, con su rostro sumamente empapado de lágrimas, que a la vez intenta limpiar a cada segundo con la manga de sus prendas.
Su pequeña figura, sus cabellos verde oscuro, al igual que sus cristalizados ojos cuales jades preciosos, qué hundidos en una inmensa tristeza se encuentran, pues no encuentra forma de sanar su dolor.
Sus ropas empapadas por la brisa marítima, una camisa verde pálido, unos pantalones de color morado oscuro, y unos zapatos negros, sus mejillas rojizas, por la terrible que lleva en su corazón.
Había huido de su palacio, de ese enorme lugar que no volverá jamás a ser cálido, pues la pena y tristeza lo ha invadido y él no lo puede soportar.
Lo odia, no quiere estar allí, es su único hogar, pero no puede volver, no lo soporta siquiera, y más al saber que allí sus padres, dieron su último respiro y él vio todo lo ocurrido.
-¿Por qué?- Se pregunta, mirando hacia el nocturno horizonte de donde amenazan nubes negras cargadas de lluvia. Aprieta su puño derecho, mientras que con la izquierda sujeta sus propias ropas al nivel de su pecho, de donde algo más se encuentra -¡¡¡¿POR QUÉ ME DEJARON?!!!- Hace una pregunta al océano qué no tendrá respuesta alguna -¡¡¡¿POR QUÉ SE FUERON?!!!, Papá… Padre… Quiero ir… con ustedes- Ya entiende el concepto de la muerte.
Comprende su pesar, lo que ha sucedió con el destino de sus padres y el suyo, sin embargo… Claro que no esta preparado para vivir sin ellos… Solo tiene ocho años, y ha tenido que afrontar la pedida de sus padres, cuando jamás creyó que eso ocurriría en tiempos de paz.
Sus diminutos pies que con pesadez y tristeza dan pequeños pasos hacia el frente, justo hacia el océano.
Ha tomado una decidió, una muy fuerte y cuestionable para su corta edad.
Pero, ya era demasiado para poder soportarlo…
No quiere permanecer más tiempo sólito, no le importa en lo absoluto que tenga deberes tan fuertes sobre sus hombros, condiciones que debe cumplir algún día por su linaje real… Él no tenía interés en asumirlos, solo quiere y necesita regresar a lado de sus padres…
Los reyes, qué le juraron amarlo y cuidarlo por siempre.
Su labio inferior tiembla, sus ojos color jade miran al océano enfurecido, siente de a poco el agua helada en su piel, primero sus pies y piernas se sumergen, un escalofrío recorre su cuerpo, pero sabe que pronto todo estará bien.
-Iré por to con ustedes… Papá, padre… Espérenme, por favor…- La orilla esta siendo tragada por el mar, al igual que sus pies y rodilla, si sigue así muy pronto dejara de sentir la tierra y se hundiera por completo y aunque sepa nadar, ni siquiera lo intentará para salvarse.
Esta decido en irse lejos junto con sus padres, incluso si debe darle la espalada a su reino.
Cierra sus ojos, decidido a morir para ya no seguir sufriendo -Estoy listo-
Sin embargo, al estar a pocos centímetros de que su cuerpo quede por completo cubierto por el mar, de que ya nadie lo detenga de morir ahogado… Un llanto se presenta… Uno muy sonoro y ruidoso inunda los oídos del menor, a pesar del fuerte viento qué comienza a sentirse.
Esto provoca qué sus ojos se abran de par en par, sorprendido ya que ese llanto no se escucha como ningún otro.
Es tan suave, melancólico y triste… Tan triste como el suyo.
Pero puede notar algo más en ese llanto, una melodía qué no logra entender, que no pertenece a su mundo.
Siente en su ser como si lo estuviera llamando tan cerca, y a la vez se encuentra sumamente lejano…
Esto deja sin palabras y sumamente sorprendido al pequeño príncipe.
-¿Hola?- Llama rápido a quien esta llorando, pues siente tan cercano ese sonido -¡¡¡¿QUIÉN ESTA ALLÍ?!!!- Grita con todas sus fuerzas, dando unos pasos hacia atrás, para girar su cuerpo y ver hacia todas direcciones, queriendo encontrar el origen del doloroso llanto, pero nada logra ver, simplemente no lo entiende.
-¡¡¡¿QUIÉN ERES?!!! ¡¡¡¿POR QUÉ ESTÁS LLORANDO?!!!- Algo extraño lo empieza a motivar para buscar el origen de ese ruido.
El golpe de las oleas empieza a ser cada vez más violento, tanto que lo comienza azotar fuertemente, haciendo qué su frágil cuerpo, caiga de espaldas cerca de la arena, confundiéndose aún más por su entorno -¿Qué le está…?- Su mente inundada por ese melodioso llanto, qué sigue siendo su interés, pero su alrededor se vuelve más oscuro a cada segundo, con el sonoro mar embravecido de fondo, qué al parecer va aumentando su crueldad.
Ese llanto, sigue espaciándose por todos lados, pero poco a poco se va volviendo débil, como si también se quisiera consumir con el mar.
Entrecierra sus ojos, el agua salada le ha calado en los ojos ardiéndole un poco. Tanto así que pone sus brazos delante para no seguir siendo lastimado por el agua.
-¿Dónde estás?- Sigue llamando con angustia, se asusta mucho y teme pensar que alguien está sufriendo igual que él en el mar. En primera, el no debería estar siquiera cerca del agua, por el fuerte oleaje.
Pero, realmente no le importa mucho su propio bienestar, en cambio… Saber que alguien más esta derramando lágrimas, con una voz tan encantadora qué parece hipnotizarlo.
El oleaje se vuelve feroz, impidiéndole qué pueda seguir escuchando bien aquel suave llanto, que se lo está llevando tan lejos.
-No… No puede ser… Debo saber quien es- Se pone de pie, intentando que el viento y el mar no lo azote de nuevo al suelo -¡¡¡SI ME ESCUCHAS!!! ¡¡¡POR FAVOR… VUELVE A LA ORILLA!!!- Ha tomado todo el aire posible en sus pulmones para gritar, aunque sus ojos no lo dejen ver nada más.
Es allí qué por unos pequeños instantes, su rostro se fija hacia unas rocas algo alejadas, qué apenas se distinguen entre el agua, y es allí que nota una pequeña figura, una casi de su misma estatura solo que se ve algo más pequeña, entrecierra sus ojos para enfocar mejor, pero las condiciones de la naturaleza no le ayudan mucho.
-¿Quién… Eres?- Murmura, sin darse cuenta sus pies dirigen hacia ese punto, aunque sea una terrible y peligrosa idea.
Sin embargo… La figura se gira levemente, topándose con el niño de cabellos verde oscuro.
Los ojos de la extraña figura, son unos celestes muy brillantes y hermosos, cristalizados por las lágrimas, mirando con miedo y angustia al pequeño niño que lo observa con curiosidad.
Ambos se quedan impactados por la mirada del contrario.
Sin embargo, los celestes cielos, se alteran al verlo contrayendo su pupila de cierto impactó, sin esperar mucho más se arroja al mar por completo, dejando ver muy apenas una cola de pez.
El niño de cabellos verdes no comprende lo que acaba de ocurrir, esa figura que apenas logro apreciar, no podía ser real… O ¿Si?
Sus ojos entrecerrados, demostrando desesperación y angustia, pensando qué alguien acaba de cometer la tontería que deseaba hacer hace muy poco.
-¡¡¡NO!!! ¡¡¡NO LO HAGAS!!!- Quiere ir a rescatar a quien se acaba de perder en el mar.
Sin embargo, una mano rápido lo sujeta por la espalda, para tomarlo con fuerza y sacarlo del mar.
-¡¡¡PRÍNCIPE SHURIC!!! ¡¡¡GRACIAS A LA DIOSA QUE LO ENCONTRÉ!!!-
-¡¡¡NO!!! ¡¡¡ESPERE ODYSSBY!!!- Sentir que lo alejan del mar, siendo atrapado en los brazos de aquel concejero qué lo protegerá y cuidara de ahora en adelante -¡¡¡AHÍ ALGUIEN EN EL AGUA!!!- Señala con desesperación al infierno marítimo, mientras intenta zafarse de ese agarre para intentar salvar a quien se esfumó en su delante y le causó tremendo impacto.
-¡¡¡LO SIENTO PRÍNCIPE SHURIC, PERO ES MUY PELIGROSO, DEBEMOS REFUGIARNOS!!!- No lo piensa más aquel hombre de cabellos blancos, largos y alborotados, de ojos amarillos con pupilas en vertical, el cual se comienza alejar con el niño en brazos de la orilla.
-¡¡¡NO!!! ¡¡¡NO PODEMOS DEJARLO SOLO!!!- Intenta protestar, pero nada funciona.
Es alejado de la orilla bruscamente, siendo protegiendo por aquel hombre, que lo regresa al castillo, rogando que nada malo le pase al príncipe por estar tan empapado.
Pero el llanto y desesperación del pequeño no hacen nada fácil la tarea.
-¡¡¡DEBO VOLVER!!! ¡¡¡ESTABA LLORANDO!!! ¡¡¡ALGUIEN NECESITA MI AYUDA!!!- Sigue gritando angustiado ya que no puede soportar qué alguien más muera delante de sus ojos... O bueno, eso es lo que cree.
-No, no… Tengo que salvarlo… Quien sea… Yo debo-
-¿Príncipe Shuric?-
-Tengo que volver… Está asustado… Yo… Debo protegerlo…-
-¡¡¡PRÍNCIPE SHURIC?!!!-
-¡¡¡YO DEBO…!!!- Se incorpora de golpe, descubriéndose de aquella sabana, agitado, jadeando, con sus ojos bien abiertos, el cabello despeinado y el sudor en su frente, pero poco tiempo después frunce el ceño demostrando molestia, mientras mira directamente hacia sus manos temblorosas, peor que aprieta al hacer contacto visual con ellas -De nuevo… ¿Ese sueño?-
Se encuentra sumamente confundido, su mente no le ah ayuda mucho para recordar, ese tiempo…
Aún tiene mucho interés por ese llanto, desea tanto poder volver a ver esos ojos celestes tan brillantes y hermosos que no puede olvidar, lamentablemente no puede creer que no lo logrará salvarlo… Le carcome tanto el alma, pero a la vez, su pensar le dicta que todo eso ha sido un mal sueño, como todo a su alrededor se lo recalca.
-¿Prince Shuric?- De nuevo el hombre de cabellera blanca, larga y ojos amarillos se presenta, abriendo la puerta, siendo un poco serio por su porte, pero demostrando entusiasmo a la vez.
-¿Qué sucede?- Pregunta, poniéndose de pie firmemente, mientras arregla un poco sus ropas después de esa siesta. Una camisa verde oscuro, abotonada desde el pecho, hasta el estómago, al igual que en las muñecas, unos pantalones morados oscuros, con un cinturón de cuero color marrón, acomodado perfectamente para llevar allí alguna herramienta necesaria al estar en alta mar, a la vez que se coloca un saco de tono verde brillante, con bordes dorados y el escudo de la familia real bordada en su pecho, con sus zapatos negros estilo botas bien pulidos, sin duda es un hombre bastante elegante, de mirada fría y aspecto hostil.
-El oleaje es perfecto y el cielo está sumamente despejado- Le informa el hombre de traje elegante, de color amarillo oscuro en su saco, arremangado en las muñecas, con una pañoleta negra, pantalones grises, zapatos cafés oscuros, con el cabello atado en una coleta baja, aunque se ve bastante alborotado -Creo que sin gramo de duda podremos seguir registrando las constelaciones del cielo- Le informa rápidamente al joven, llevando los pergaminos qué el príncipe tiene en sus aposentos náuticos, que refiere a un hobby y deber que tiene como príncipe heredero.
-Oh… Eso- Murmura, y asiente desganado -Bien… Continuemos entonces- Toma sus pinceles y un poco de tinta, para salir de aquel oscuro y sencillo camarote y seguir con lo que cree importante.
Aquel hombre mayor, mira como el más joven se dirige sin ánimos a seguir su deber -Mmh, príncipe Shuric…- Se lamenta que esa tristeza sigue sin poder ser superada.
Le pesa mucho ver al joven príncipe con una mueca triste, desolada y sin esperanza alguna. Así ha sido desde que él tenía ocho años. Al parecer no se ha podido recuperar de la muerte de sus padres y se puede intuir que nada lo hará mejorar… Sin embargo, a veces y con todo ese pesar puede existir una mínima de esperanza.