¿Acaso Sam se había ido dejándolo solo en el lugar? Sintió como sus ojos se inundaban de lágrimas mientras se encogía en la cama. Había tocado la gloria solo para minutos después bajar al infierno. Dobló las piernas y se abrazó a ellas de tal manera que sus rodillas tocaban su pecho. Fue cuando lo vio. Estaba sentado en la punta izquierda de la cama. No lo hizo por la escasa luz que entraba por la ventana. Por su postura, no era difícil adivinar que estaba con los antebrazos apoyados en los muslos. Arrepentido.
- Perdón – dijo Sam y Bucky sintió que le arrancaban la vida – no quería despertarte. Te veías hermoso – añadió cuando Bucky lo miro – ¿te lastime mucho?
- Estoy bien – dijo poniéndose de pie y buscando su ropa. Necesitaba salir de ahí cuanto antes. Sentía que si se quedaba un segundo más, caería muerto en cualquier instante
- No te vistas aun – pidió Sam –. Me gusta tu desnudes – y Bucky quedo paralizado en mitad del camino a tomar su pantalón – Hace un rato descubrí que tienes mejor cuerpo que Roxette. Ella no está mal, pero… creo que prefiero esto. Ven – pidió estirando su mano hacia Bucky – necesitamos hablar. – con paso tembloroso el fotógrafo se acercó hasta él y tomo su mano
- Sam… no tienes…
- Perdóname por lo que estoy a punto de hacer – dijo Sam y Bucky no puede evitar sollozar cuando se sentó en uno de los muslos del moreno – pero no puedo, ni quiero elegir lo que sucederá a partir de aquí. Soy un hombre casado, con un hijo pequeño y esperando otro, que hasta hace unas semanas estaba completamente seguro de su orientación sexual y amar a su esposa. Pero ahora… Bucky, esto es todo lo que te puedo ofrecer – y le limpio sus lágrimas –. Aunque no me arrepiento de lo que he vivido hasta ahora, de lo feliz que he sido con Carol, de tener a Joaquín… me encantaría ser un hombre libre para amarte como te lo mereces. Te repito, esto es todo lo que te puedo ofrecer. Vernos una o dos horas dentro de un juego de realidad virtual, y un quizás de vez en cuando en un motel olvidado de carretera…
- Lo tomo – dijo Bucky con esperanza
- No, no – dijo Sam bajando el rostro –, por favor piénsalo bien
- Acepto – dijo Bucky retomando su habitual seguridad en sí mismo
- Bucky, para nosotros no habrá aniversarios, ni navidades, no habrá vacaciones planeadas con meses de anticipación – dijo Sam –. Y no es justo para ti. Te mereces un amor entero, completo. Que sea solo para ti.
- Te quiero a ti – dijo Bucky con absoluta certeza tomando su rostro suavemente – y si para tenerte te debo compartir, está bien. Lo acepto. No tendrás quejas ni de mí, ni de Roxette – moviéndose hasta quedar sentado a horcajadas sobre los muslos del moreno, quien lo abrazo por la cintura –. Seremos tu bálsamo. Tu lugar de paz. Te lo daremos todo – y lo beso lentamente –, y no te pediremos nunca nada a cambio – añadió antes de volverlo a besar – no te arrepentirás
- Te amo Bucky – susurro Sam en medio del beso mientras lo acostaba en la cama – por cierto, te vez bien rasurado aquí – volvió a susurrar acariciándole la entrepierna haciendo reír al otro hombre – pero yo me quedo como estoy
Sam llego a su casa cerca de las cuatro de la mañana. Subió intentando no hacer ruido. Lo último que quería era una discusión con Carol a esa hora. Tomó su ropa de dormir y fue a cambiarse al baño. Se miró en el espejo y sonrió acariciándose el pecho. Bucky había sido muy cuidadoso en no dejar marcas, pero estaban allí. Las sentía y le gustaba. Volvió a la cama y se acostó dándole la espalda a Carol. Un par de minutos después sintió la cama moverse a su lado y un par de brazo que lo rodeaban desde atrás
- Hubo una emergencia en la oficina y tuve que ir – dijo Sam zafándose su avente – estoy cansado, lo siento – dijo alejándose hacia la orilla de la cama. Carol miro en silencio la espalda del moreno y también se giró. Definitivamente algo no estaba bien
A partir de ese día, todo se sentía raro para la rubia. Sam seguía siendo el mismo con Joaquín, con sus vecinos, con sus amigos, seguía jugando en línea con Bucky por las noches. Todo era igual excepto con ella. La intimidad entre ellos se convirtió en escasa, casi nula. Y cuando llegaba a ocurrir, se sentía mal. Sam se levantaba en cuanto el acto terminaba, se bañaba y salía alegando que tenía un pendiente del trabajo.
A veces sentía como si estuviese violando al moreno. Ya no había esos roces en la cocina al pasar. Ni los detalles. Tal vez el embarazo lo había complicado todo, y era lógico, pero no recordaba que las cosas fuesen así cuando esperaban a Joaquín
Por su lado, a pesar de que Sam le había dejado claro a Bucky que sus encuentros en el mundo real serian solamente ocasionales, cada viernes a las tres de la tarde, Sam Wilson salía de su trabajo y conducía por la carretera que conectaba la ciudad con Nueva Jersey , para encontrar un hotel solitario. Pedía la habitación más lejana y caminaba por el pasillo. Entraba y se sentaba a esperar que llamasen a la puerta. Normalmente lo hacían solo cinco o diez minutos después, abriéndole la puerta al paraíso mismo.
Para Bucky no era muy diferente. Esperaba con ansias esos encuentros donde solo eran ellos y nadie más. No había juegos. No había compromisos ni responsabilidades que no fuesen con nadie más que el uno con el otro. Una vez Bucky lo había sorprendido llevando una bolsa y diciendo “ahora sí nos podremos dar un buen baño juntos”. El hombre había comprado el shampoo, el jabón y la colonia que Sam usaba y había llevado un secador. El moreno solo había podido abrazarlo y darle un voraz beso mientras quitaba su estorbosa ropa
Tres semanas después de eso, Bucky preparaba su bolso con algo de ropa y su cámara. Le encantaba sacarle fotografías a Sam cuando estaban juntos. Algún día haría una exposición de ellos y su amor, donde Sam sería el gran protagonista. Miro su reloj y se apuró. No quería llegar tarde a su cita. Estaba a punto de salir cuando le llega un SMS.
“Perdón, hoy no puedo. Se me complicaron algunas cosas”
“¿Estas bien?” tecleo Bucky sentándose en la cama
“Si, no te preocupes. Te extraño. Podemos jugar en la noche y te lo compenso. Lo prometo”
“No hay problema” envió Bucky y se dejó caer hacia atrás. Odiaba cuando tenían que posponer sus citas, pero lo había prometido. Roxette y él serian su refugio. Su lugar de paz
Efectivamente Sam compenso su incumplimiento con creces esa noche, dejando zanjado el tema por un tiempo, hasta que tres semanas después se volvió a repetir. Y dos semanas otra vez. Algo pasaba y no le gustaba nada. Sacó sus cuentas y por esas fechas debía nacer el segundo hijo de Sam. ¿Sería eso? ¿El bebé habría acercado a la pareja y él había quedado fuera de la ecuación y Sam no se atrevía a decírselo? Pensó en buscar a Carol y hablar con ella, obviamente no le contaría absolutamente nada de su aventura, pero necesitaba respuestas. Tomo varias veces el celular para hacer esa llamada, pero al final decidía no hacerla, tirando el aparato y se lanzándose a la cama. Quería llorar
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Había pasado casi dos meses ya sin ver al moreno, cuando acepto tomar una copa con Rumlow, el curador de una galería donde había expuesto hacia algún tiempo. En el aquel entonces se le había insinuado, pero a él no le interesaba salir con un hombre. No es que ahora sí, pero necesitaba saber si funcionaria con alguien que no fuese Sam, y el moreno prácticamente había reducido sus encuentros solo al mundo virtual
Brock Rumlow no era mal parecido. Era alto y fornido, de piel blanca. Sus cabellos negros siempre tenían corte militar ojos marrones, lo cual lo hacía ver algo intimidante. Cosa que a Bucky le fascinaba. El contraste perfecto a Sam. Habían salido a una disco un par de veces y había buena química, pero por alguna estúpida razón que se le escapaba a su lado lógico, su cuerpo no reaccionaba como lo hacía con Sam. Nada funcionaba sin el estúpido moreno. Sin embargo, lo había decidido. Esa noche se desharía de la sombra del hombre.
Habían bailado y bebido un poco más que de costumbre. Necesitaba adormecerse para lo que estaba a punto de pasar. Cantaban a voz en cuello mientras Rumlow conducía hasta el departamento del fotógrafo. Sonreía cada vez que la mano del curador se posaba sobre su muslo y ascendía peligrosamente hacia su entrepierna. ¡Sería una noche memorable!
Llegaron a su departamento veinte minutos después intentando ahogar sus carcajadas para no despertar a los vecinos. Rumlow lo abrazó de la cintura por atrás, mientras rozaba su hombría más que despierta sobre el trasero de Bucky que no ocultaba sus gemidos y trataba de convencerse a sí mismo que eso no contaba como infidelidad
Bucky le abrió el pantalón al hombre mientras este le arrancaba la camisa. Se quitaron los zapatos y el pantalón de Rumlow salía volando, seguido muy de cerca del de Bucky. Rumlow cayó en el sofá arrastrando a Bucky con el hasta dejarlo sentado sobre su entrepierna, arrancando una nueva carcajada de la pareja
Era el turno de desaparecer del pantalón de Bucky, cuando sonó su teléfono, pero decidieron ignorarlo
- Hola soy Bucky, si no te contesto es porque seguramente no me da la gana – decía la voz del dueño de casa de manera seria – es broma – continuaba de manera más jocosa – Deja tu mensaje después del tono y en el trascurso del año te devuelvo la llamada. Bye
- Hola Bucky – dijo la voz de Sam – sé que estas allí. Alza el teléfono y hablamos. Mira, han pasado muchas cosas estas semanas y…
- ¿Qué pasa? – preguntó Rumlow cuando Bucky se detuvo
- No sé por dónde empezar excepto por un te amo – continuo Sam –. Se que te he tenido abandonado, pero todo tiene una justificación. Hablemos y sé que me vas a entender
- ¿Qué quieres? – dijo levantándose sorpresivamente y tomando la bocina del teléfono
- Verte – dijo Sam – por favor – suplicó
- ¿para qué? – dijo caminando hacia el balcón – ¿para sacarte las ganas y después volver con tu mujer y tu hijo, y fingir ser el heterosexual del año?
- Bucky – suplico Sam – escúchame. Las cosas no son como crees. por favor. Todo tiene una explicación…
- Se que nunca te pedí nada – interrumpió Bucky – ¿pero abandonarme como lo hiciste…? Merecía más respeto
- No lo hice, mi amor – imploro Sam – escúchame
- Te amaba Sam – dijo Bucky con la voz quebrada –. por ti… Dios – y sollozo bajando el rostro – por ti…
- No hables de nosotros en pasado – suplicó Sam – ¡veámonos! – y el fotógrafo miró el interior de su departamento donde lo esperaba un hombre dispuesto a llevarlo a la gloria misma en ese momento. Sin escala, ni complicaciones – por favor
- En cinco minutos en el callejón – dijo Bucky
- No, no – dijo Sam – me queda lejos. Te pasare mi dirección. Es solo a diez minutos de tu casa. Se que no te vas a arrepentir. Confía en mí. Y Bucky… Te amo
Bucky miro su reflejo en el cristal que tenía frente a él. No pudo evitar morderse el labio inferior. Estaba loco. Definitivamente estaba loco. ¡Es que no había, no existía otra explicación lógica para lo que iba hacer! Respiro profundo y…
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Sam miraba cada dos segundos su reloj. ¿Se habría descompuesto? Se lo llevo al oído y no. Funcionaba. ¿Entonces por qué Bucky no llegaba aun? Calculó, cinco minutos en cambiarse. Otros cinco en bajar al estacionamiento. Dos en prender el auto y salir del edificio. Diez minutos para llegar a su edificio, aunque cómodamente se podría hacer en siete. cinco entre preguntar en la recepción y subir al piso. Y tres hasta llegar a su puerta y tocar el timbre. Eso hacia un total de treinta minutos, y hacían dos horas que habían hablado. ¡Dos malditas horas! Entonces, ¿Dónde rayos estaba Bucky? ¿le habría pasado algo? Quería salir a buscarlo, pero ¿y si llegaba cuando no estaba? ¿pensaría que había jugado con él ? ¿Qué hacer?