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Blank Line por Lizzy_TF

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Notas del fanfic:

Historia inspirada en videojuegos tipo SAO, Valorant, Overwatch, LOL, FFXIV, entre otros. No obstante, todos los personajes son de mi autoría.

Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

Espero que la disfruten! :)

1


 


 Tutorial


 


Las letras parecían como un letrero colgado en una pared frente a mí. Eran de color verde neón, con separaciones entre ellas, como si fueran dibujadas por alguna máquina antigua. No decían nada en especial. Mejor dicho, no podía sacar ninguna conclusión de ellas. “Logging in”. ¿A dónde se suponía que accedía? Intenté recordarlo, pero nada llegó a mi mente. Cada que hacía recuento de algo tan simple como lo que hice por la mañana, lo único que obtenía era un remolino de estática, como aquellas veces que prendemos la televisión y no hay señal. Y, para acrecentar la extrañeza del mensaje, no había nada a mi alrededor. Era como si estuviera en una habitación sin paredes, pero delimitada por algo inusual, totalmente oscurecido, carente de sonidos y olor. Ni siquiera podía percibir mis manos, aun así las levanté y, de alguna manera, pude sentirlas sobre mi cara.


Intenté dar un paso adelante, pero no hubo eco. No hubo sensación en mis pies. Aunque estaba seguro de que existían, porque podía sentir el movimiento de los músculos al tensarse y caminar. Pero no avanzaba.


Así fue hasta que las letras desaparecieron y escuché que algo se aproximaba. El sonido se asemejaba a las olas del mar en la costa, cuando chocaban con las rocas y subían por la arena. Cada vez más era perceptible, hasta que otro ruido se le unió. Este último era un pitido lejano y constante, que comenzó a ir y venir, al igual que una alarma. Probablemente era eso, pues podía recordar una escena en específico: a mí, tocando el teléfono que se hallaba junto al buró de la cama y mirando el reloj. Las 06:00 en punto. Aquello me hacía pensar que era momento de levantarse e ir a algún sitio. El problema radicaba en que no podía saberlo. No había recolección en mi mente sobre mi cama. Si lucía grande o si estaba en una habitación acogedora y agradable. No era capaz de evocarlo.


Cuando los sonidos se intensificaron más, me exalté, aunque mi voz no salió. Intenté gritar de nuevo, pero no fue posible. Después, sentí que caía. Quizás el piso había desaparecido, porque iba en picada. Y estaba seguro de eso, ya que el aire chocaba contra mi rostro, contra las manos, que puse al frente como un reflejo para protegerme, y contra mi piel, con la sensación de los poros al expandirse. Tal vez iba directo a mi muerte. ¿Acaso así se sentía morir? ¡Qué horror! ¡No lo deseaba!


Otra vez me esforcé por gritar, pero fue inútil. En lugar de eso, caí en algo acuoso, que parecía ser una alberca o un lago. Quién sabe, pero era un líquido. No era agua, porque era capaz de reconocer la densidad de la misma, por lo menos de aquella que usaba para ducharme. Era tan extraño. ¿Cómo podía acordarme de algo que no tenía imagen en mi cabeza? Pero la sensación sí. Del agua tibia, en una bañera, al acariciar mi cuerpo para relajarme. No obstante, la acuosidad en la que me encontraba no era tibia, sino fría y densa, más como si hubiera caído en lodo.


Nadé hacia arriba en busca de aire, pero me sentí tan pesado que no lo conseguí. No tenía idea de la profundidad en la que me hallaba, y las alertas en mi cerebro estaban agudizadas y desenfrenadas. Moriré, era la única certeza que tenía. Sin embargo, tampoco ocurrió.


Finalmente, abrí los ojos y solté un respiro profundo. Lo hice de nuevo, hasta que el aire llenó mis pulmones, como un animal terrestre recién salido del mar en busca de oxígeno. Levanté las manos y las encontré adornadas con un par de guantes azul marino. Palpé mi piel, que estaba mucho más suave de lo que podía recordar, y luego la tela rugosa de un atuendo sobre el resto de mi brazo. Traía puesto un chaleco guinda y grueso, de esos resistentes para la cacería o la guerra. Estuve a punto de tocarme el rostro, cuando los alrededores se esclarecieron como si fuera un holograma creciente, que se dibujaba pedazo a pedazo, en tercera dimensión.


Carraspeé y por fin escuché mi voz. Sonreí y evité gritar desesperado. Podía articular, pero no supe qué decir, pues no tenía sentido lo que ocurría a mi alrededor.


—¡Por fin te encuentro! —Alguien dijo en las cercanías.


Miré al frente y noté que había muchas personas vestidas de maneras extravagantes. Algunas con carrizos, otras con mochilas de alpinismo y unas más con gabardinas ligeras y estilizadas. Entonces, de entre un grupo de la izquierda, una muchacha se acercó hasta mi lugar. No era muy grande, quizás apenas una adolescente de entre 17 o 18 años. Tenía el cabello castaño y sujetado en una coleta alta. Vestía un atuendo tipo top corto, con una chamarra de camuflaje y unos pantalones de corte militar.


Volví la vista hacia los lados, en busca de alguna pista que me indicara que efectivamente me hablaba a mí.


—¿Qué pasa? ¿No me recuerdas? —insistió la chica.


Negué tímidamente y estuve a punto de cuestionarla, pero continuó.


—¡Ay! ¿Cómo es posible? Bueno, no te puedo culpar —agregó y esbozó una sonrisa pícara—. Hace mucho que no nos vemos, ¿verdad? Creo que desde el último año del bachillerato, durante la graduación. Después, no supe más de ti. Da igual.


—¿Quién eres? —dije en un susurro. Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo entero, como si la tierra se hubiera sacudido y me hubiera indicado que algo de esas palabras era un disparate. Ni siquiera tenía recolección de mi propia vida, exceptuando la alarma de mi reloj. ¿De dónde sacaba ella que nos conocíamos en la escuela?


—Soy yo —repitió, pero con leve impaciencia—. Sólo que ahora luzco distinta. Además, aquí me hago llamar Sasha.


Asentí, aunque todavía no entendía ni pi de lo que pasaba.


—¿Qué? ¿No creíste que te reconocería? —compuso y me tomó del brazo—. Ven, déjame contarte de qué va todo esto. Sé que eres un jugador veterano en general; no tienes que andar por allí presumiéndolo, así que este juego será un pan comido para ti. No obstante, eres nuevo en los Shooters, ¿verdad? O, por lo menos, en los de Realidad Virtual.


Sabía que el concepto de Realidad Virtual era algo popular desde mucho tiempo atrás. Incluso conocía las marcas de muchas empresa que buscaban crear máquinas cada vez más complejas para brindar mejores experiencias a los usuarios.


—Me tomó un poco más de tiempo inscribirme en uno de los torneos que habrá hoy, pero dejé abierto el lugar de un compañero. Este será de 2 jugadores, porque es del modo Exploración. ¿Quieres que hagamos equipo?


—Sí —dije sin desearlo. De alguna manera sabía que con Sasha podría darle coherencia y sentido a toda esa locura frente a mí.


—Vale. Entonces, antes de ello, tendremos que pasarnos el tutorial para que puedas defenderte aunque sea un poco.


—Está bien.


—Por cierto, ¿qué nombre te has puesto por aquí? Déjame ver tus stats.


Al decir eso, frente a ella apareció una pantalla holográfica de color azul. Había una rueda dividida en ocho partes con diferentes palabras en cada una. No pude leer todo, porque Sasha tecleó con sólo tocar un poco las imágenes, y una nueva ventana se desplegó. Me quedé helado. La persona que se veía en el recuadro lleno de información extra era yo… O eso me parecía. Sí, sí, era yo. Podía asegurar que lo era, ya que mi cabello, un poco largo y despeinado, de un tono café oscuro, era distinguible. También mi tez blanca y ojos marrones. Di un paso extra hacia Sasha y observé con más atención. Dentro del holograma estaba vestido con una chaqueta guinda, unos pantalones tipo cargo, botas de estilo militar y un prendedor que decía “Lv. 1”. Era idéntico a lo que traía puesto en ese momento.


—¿Wyatt? ¿Por qué carajos no te cambiaste el nombre? —renegó la chica.


Leí el nombre arriba del avatar de la pantalla y pasé saliva. Wyatt, pensé y me estremecí nuevamente. Por unos instantes, pude escuchar la voz de una persona llamándome. Era un tono masculino y molesto. Parecía que gritaba y que resonaba como un eco. Junto al recuerdo de la voz, hubo un estruendo, como una puerta al cerrarse con brusquedad.


Di un pequeño salto y me aparté de Sasha. La visión, o los sonidos, se esfumaron casi de inmediato, pero las sensaciones en mi cuerpo estaban hechas un caos. Podía sentir frío, como si estuviera en algún lugar desolado. Podía sentir un hervor en el estómago, proveniente de alguna furia profunda y arraigada a otro sentimiento. A uno que reconocía y que prefería negar: al odio. No era un odio hacia un tercero, pero detestaba sentirlo e indagar en ello.


—Wyatt, ¿estás bien? No pasa nada. No te preocupes —Sasha dijo y me regaló una sonrisa amistosa—. Con que no le digas a nadie que es tu nombre real, todo estará bien. Es una fortuna que no tengas muchos amigos en línea, y que ninguno juegue este tipo de cosas. Anda, mejor vamos a prepararnos para el tutorial. Te voy a… —detuvo sus frases y miró a la izquierda.


La imité y noté que había un grupo de personas cercanas a lo que parecía una terminal hexagonal. Había una plataforma acompañada de una cápsula semitransparente, con unos brazos metálicos a los costados y una máquina extra para controlar el transportador. Presté atención al grupo de gente y vi a un chico sobresalir de entre todos. Era alto, un poco más que yo, de cabello castaño, tez morena clara y ojos de un color como la miel. Estaba vestido con una gabardina blanca y con un corte futurista, un cinturón lleno de municiones de algún arma pesada y unas botas negras y largas. El chico sonreía de vez en cuando, pero era obvio que buscaba alejarse de los que actuaban más como fanáticos que jugadores.


—Ay, ay, ay, es Crimson Hunter, Dylan —dijo Sasha y movió la cabeza en forma desaprobatoria—. Popular, como siempre, y peligroso también.


Estuve a punto de preguntar sobre el tal Dylan, pero éste se acercó a nosotros y nos ofreció un saludo casual.


—¿Sasha? ¿Verdad, linda? Te recuerdo por el trabajo que hiciste con uno de mis grupos mercenarios —dijo y le guiñó el ojo a ella. Luego, dirigió el interés a mí—. Déjame ver… ropas de nivel uno, ¿un novato?


—Sí, es mi amigo de la infancia —respondió Sasha un poco a la defensiva—. Es la primera vez que prueba un Shooter de VR. Estábamos a punto de iniciar el tutorial, porque será mi compañero en el torneo de ExpTeam.


—Que seguridad —contestó con un tono coqueto y su mirada me hizo sentir levemente incómodo—. Y que agallas del novato. Me gusta. No muchos tienen los cojones de meterse a torneos de Exploración. ¿Te gustan los retos, chico?


—Sí, no voy a mentir —dije un poco altanero. No supe si era el hecho de que había un cierto tono de mofa en sus palabras, o si era por la forma en cómo se expresaba en general. Había algo pedante en él que no me agradaba para nada, y me costaba aceptar que era muy atractivo y llamaba mi atención.


—En ese caso, nos vemos allá. Mucha suerte.


—Igualmente —agregó Sasha, antes de que yo pudiera hablar.


Dylan se despidió y se alejó sin prestar mucho interés en la multitud que lo siguió. Parecía el típico chaval guapo y popular, como esos modelos de las revistas de adolescentes, o los ídolos del pop de cara bonita, principalmente porque eran chicas quienes lo seguían alucinadas.


—No le prestes mucha atención. Entraremos al torneo para divertirnos, ¿vale? Además, dicen que habrá tesoros de buen valor.


—¿Podemos compartir las ganancias? —pregunté menos tímido.


—¡Por supuesto! Será nuestra primera misión juntos. Me alegra que te sientas más seguro. Anda, hagamos el tutorial.


—¡Vale!


Caminamos hacia una de las terminales del lado contrario al que llegué. Hasta ese momento presté atención en la estructura de lo que parecía una ciudad llena de puentes y rascacielos. Los edificios estaban conectados mayormente en diferentes niveles, por lo que en lugar de ventanas, tenían puertas para permitir el paso al interior de sus pisos. Era muy intrincado y característico de un mundo virtual hecho para los jugadores adictos a las misiones de disparos.


Cuando llegamos al transportador, Sasha introdujo un código en la consola, que parecía más un cuadro negro con letras en colores verdes y azules, y la terminal se encendió. Los brazos de la maquinaria se iluminaron en tonos azules y la puerta corrediza se abrió. Nos adentramos y desaparecimos… ¿o desapareció lo que estaba frente a nosotros? No lo supe. Pero se sentía como si hubiéramos ingresado a un elevador que se movía rápidamente hacia arriba.


Todo el panorama se esclareció y pude notar que estábamos dentro de una estructura muy alta, con corredores estrechos. Sasha comenzó a darme instrucciones sobre cómo saltar, aparecer el arma de base, que todos los novatos tenían al iniciar, y de más cosas básicas que necesitaría para progresar. Sin embargo, mi mente estaba fija en las cajas, tuberías y otras extrañezas que presentaba el lugar. Parecía una combinación entre una fábrica modernizada y un almacén. Los colores de las paredes iban desde los grises y negros, como para darle una sensación de un laberinto.


Seguí a Sasha por la única puerta gigantesca que estaba delante de nosotros. Utilicé la pistola y reconocí una mira instaurada en mi visión. Definitivamente no estaba en la realidad, puesto que, a través de mis ojos, podía ver estadísticas y conocer los puntos críticos de los enemigos que parecían drones. Era como si tuviera puestas unas gafas especializadas con algún tipo de computadora que me indicaba qué hacer. Disparé y derribé a los robots, pero no seguí a la chica. En lugar de eso, me quedé frente a uno de los enemigos caídos. No tenían un diseño especial; parecían aviones de juguete con alas muy extendidas y una esfera frontal que contenía una cámara. Antes de poder tocarlo, el dron desapareció y reapareció como una pelota de fútbol brillante y partida por la mitad.


—Te dio municiones. —La voz de Sasha me recordó que seguía conmigo—. Tómalas y sigamos.


Obedecí y pasamos a otro pasillo con una torre interna. Subimos las escaleras y ella me explicó que era indispensable no pasar por alto cofres o cajas con tesoros.


—Desde armas hasta protección. Has jugado algunos RPG, así que entiendes el concepto —explicó la chica—. Toma todo lo que puedas, para que cada vez más sea fácil derrotar enemigos.


—De acuerdo —dije sin poder pasar saliva.


Por lo menos, entendía una cosa: estaba dentro de un videojuego. Todo lo que nos rodeaba era producto de un código, para ser más exactos. Aun así, había una sensación de desesperanza. ¿Por qué no puedo recordar nada de mi vida del exterior?, me pregunté.


Cuando terminamos el tutorial, Sasha utilizó el transbordador y me dijo que me preparara. Estábamos a punto de entrar al torneo de ExpTeam.


—¿Qué es eso de ExpTeam? —inquirí mientras llegábamos a otro corredor muy parecido a los pasados.


—Es el término que se le da a los torneos de Exploración. Con el tiempo te acostumbrarás a reconocerlos. ExpTeam es para los que son en equipos de 2. Hay otros que se llaman VersTeam, que son para pelear entre equipos de 4. Los SoloMode son los más populares porque pones a prueba tus habilidades contra otros jugadores. Es más divertido jugar contra personas que contra un NPC.


La mayoría de los términos me parecían lógicos. Era muy común utilizar palabras en Inglés como la lengua estándar y preferida por los jugadores a nivel mundial. Lo sabía, porque tenía más de 10 años jugando… Me detuve en seco, me quedé helado y con la mirada al frente. Escuché que Sasha bajó del transportador y se acercó al primer pasillo que parecía una división en forma de T.


—¿Qué pasa, Wyatt? —preguntó.


—Nada —mentí e intenté sonreír, pero lo único que logré fue avanzar.


Sentí la mirada de Sasha; sabía que me observaba desconcertada. Preferí preparar el arma y caminar hacia la primera intersección.


Si tenía muchos años jugando videojuegos, entonces tendría lógica la razón por la que me encontraba dentro de ese Shooter. No era extraño que me refugiara en ellos. Sin embargo, ¿qué pasaba con mi cabeza? Había más incógnitas que respuestas.


—Prepárate —dijo Sasha y utilizó la pantalla holográfica para iniciar la partida.


Asentí y recargué la pistola estandarizada. Seguí a la chica y nos organizamos en un par de áreas abiertas. Me escondí detrás de una barricada, que era una protección predeterminada en un calabozo muy regular. Disparé a un par de robots que tenían forma más humanizada que los del tutorial y trepé por una pared junto a mi compañera.


Pasamos unos 10 minutos así, hasta que llegamos a un área marcada como Blue Zone. Nos detuvimos en seco, puesto que quedamos delante de dos personas. El primero era reconocible: Dylan, apodado Crimson Hunter. Pero el segundo no. Parecía un chico mayor que el resto, de cabello negro y corto, de estatura alta y de ropajes como los de un militar británico de la antigüedad, aunque en tonos azules. Portaba unos lentes gruesos que impedían reconocer más facciones específicas, como sus ojos.


—Joder… —Sasha murmuró y acortó la distancia conmigo—. Wyatt, no te separes. Estamos en Zona Azul, así que nos pueden matar.


—Y si mueren los dos, es Game Over para siempre —se burló Dylan.


—¿Los conoces? —preguntó su compañero.


—Hace unos minutos nos vimos, antes de iniciar el torneo. Sasha es la chica que ayudó a Lost Guild hace un mes. Tiene buena reputación. Si la enfrentamos, usaremos más municiones de las que pretendemos gastar, pero el novato no durará ni un segundo.


Por más que deseé responderle que era una mentira, no pude. Tenía razón. Por las estadísticas, mi nivel y el arma que portaba, era obvio que no había punto de comparación. Sasha tenía más tiempo dentro del juego, así que conocía las mecánicas internas, y también Dylan parecía tener mucho conocimiento. Asimismo, por sus fachas, intuía que estaba en un nivel superior, incluso que el de mi compañera.


—En ese caso, si vas a matarnos, dispara ya —preferí decir.


Dylan soltó una risa fanfarrona y sonrió seguro. Nuevamente me enfurecí, pero no pude expresarlo más que con una mueca torcida.


—Hagamos un trato. Acabas de entrar al juego, así que sería muy cruel de mi parte joderme a un novato que no representa ningún peligro —contestó él. Se cruzó de brazos y agachó la mirada unos segundos, como indicativo de que pensaba—. ¿Qué les parece adentrarse más al laberinto? Hay un grupo de jugadores de alto nivel que ha dejado un sinfín de trampas en los siguientes corredizos. No quiero tener tantos problemas, así que si logran deshacerse de los estorbos en la siguiente zona, los dejaré ir intactos.


—¿Enserio? —dudó Sasha incrédula.


—Sí, linda.


—¿Qué dices, Wyatt? —me preguntó ella.


La miré y asentí. ¿Qué más podíamos hacer? No teníamos opción.


—Una elección correcta —opinó Dylan y bajó los brazos. Se hizo a un lado, y su compañero lo imitó—. Nos vemos pasando la siguiente parte.


—Vamos, Wyatt —agregó Sasha.


Caminamos inseguros, sin dejar de voltear hacia atrás, creyendo que en cualquier momento Dylan y su camarada nos dispararían, pero no fue así. Ellos dos se quedaron parados, mientras observaban al frente y susurraban como en secretismo. Solté un respiro pesado y me sentí nervioso. Todavía no me quedaba claro qué era eso del Game Over para siempre que Dylan mencionó. ¿Osea que puedo morir de verdad? ¿O qué fregados?


Pasamos otra puerta y llegamos a una sala aparentemente vacía. Seguimos menos tensos, por lo que ignoramos las palabras de advertencia de Dylan. Sasha pisó uno de los recuadros dibujados en el piso, que parecía una pintura deslavada con un símbolo de un rombo amarillo.


—¡Mierda! ¡Es una trampa! —gritó ella.


Del techo, una compuerta se abrió y un tres drones enormes cayeron. Sus cuerpos era un rombo en tercera dimensión, con cuatro patas que simulaban a una araña. Podían girar sobre su propio eje, por lo que no importaba si nos colocábamos detrás. Sus ojos, ovalados con una cámara interna, nos encontraban y comenzaba a disparar los cañones de láser instalados a los costados.


—¡Cuidado! —dije, al ver que una nueva arma aparecía de una de las patas.


Sasha saltó y se separó de mí. Preparó su arma, que era una metralleta de mano, y disparó. Yo no tenía muchos recursos, así que preferí distraer a las máquinas entre saltos y maromas, hasta que conseguimos derribarlas.


—Esa estuvo cerca, vamos —agregó Sasha menos asustada. Se acercó a mí y guardó su pistola.


Salimos sin encontrar más trampas y, otra vez, quedamos en un camino con divisiones a los costados. No obstante, ya no era una Blue Zone, por lo que los enfrentamientos contra jugadores humanos no significaban un Game Over. Conocía esa característica de los Shooters. Muchos de ellos usaban terminologías especiales para referirse a sitios donde podías combatir directamente contra otros, pero tener consecuencias gravísimas, como perder la partida completa o no poder grabar tus avances. Sin embargo, no tenía idea de cómo se grababan los avances en un juego de VR.


—Gracias por dejarnos el camino libre. —La voz de Dylan nos alertó.


Él y su amigo quedaron junto a nosotros y miraron el resto del área.


—¿Y ahora? —pregunté ligeramente confundido. Todavía esperaba que Dylan nos pegara un tiro en la cabeza.


—Hice una promesa —concluyó él y esbozó una sonrisa segura.


¡Ah! Y te crees mucho, ¿no?, pensé al verlo de frente y notar que acrecentó la mueca cuando nuestras miradas quedaron enganchadas.


—¿De verdad nos dejarás ir? —insistió Sasha.


—Sí.


—En ese caso, elijan ustedes el camino que prefieran tomar. No los seguiremos.


—No. No sería cortés de mi parte —informó Dylan juguetón y dio unos pasos hacia la pared de la intersección frontal—. Elijan ustedes. Mi compañero y yo exploraremos el camino contrario. Mucha suerte.


—Gracias —dijimos Sasha y yo al mismo tiempo.


Aunque no quería aceptar la muestra amable que Dylan nos ofreció, tampoco iba a discutir con él por tonterías como su imagen de ídolo pop. Tal vez, él no era ni consciente de ello, o quizá sí y lo aprovechaba en otros momentos.


Tomamos el corredor de la derecha y seguimos sin decir una palabra. Noté que Sasha lucía mucho más seria de lo usual. Probablemente pensaba lo mismo que yo. ¿Por qué carajos Dylan no se deshizo de nosotros? O buscaba hacernos sentir miserables, como un par de mancos que no valían la pena matar. O en realidad había sido un acto de cordialidad.


—¿Estás bien? —decidí preguntar.


—Sí. Es sólo que no esperaba eso de Dylan. Aunque no lo creas, es uno de los líderes más respetados de todo el juego. Tiene a 3 grupos de mercenarios bajo su cargo y es parte del ranking más alto. Solamente hay 3 jugadores arriba de él. Uno de ellos es un tipo conocido como Sonic Sword, luego está Red Lillium, un sujeto tan misterioso como el tercero.


—¿Quién es el tercero? —seguí los cuestionamientos con extrema curiosidad.


—Se llama Kei, pero lo apodaron Yellow Target.


—¿Y luego sigue Dylan en el ranking?


—Sí. Es el cuarto mejor de todo el juego.


—Quiere decir que está en un nivel muy superior a ti —externé muy serio.


—Obviamente sí. Yo tengo apenas un mes y medio aquí adentro, él no. Quizá tenga más de 6 meses.


No indagué más. Era obvio que Sasha prefería evitar conversaciones relacionadas al ranking. Tal vez para ella era complicado subir su nivel. Entendía que muchos jugadores tomaban en cuenta eso de las posiciones en las tablas de resultados. Se obsesionaban con ser los mejores, como en cualquier carrera o competición deportiva. También sabía que muchos buscaban ser los número uno usando métodos cuestionables, incluida la compra y venta de armas que se suponían eran legendarias dentro del juego. Era algo común en los videojuegos del tipo online.


—¡Mira! —gritó Sasha y me sacó del trance—. ¡Tal vez podamos activar la computadora!


Miré al frente y encontré un transportador junto a unas escaleras que llevaban hasta una computadora intrincada. Había un par de pantallas holográficas y un teclado regular de colores. Sasha corrió y comenzó a manipular la máquina, mientras que yo la seguí con paso lento. Todavía divagaba en las ideas sobre los mejores jugadores y la obsesión que muchos mostraban. Incluso fui capaz de recordar algo: odiaba los juegos competitivos. No era el hecho de que fuera malo para ellos, de hecho creía que, en algún momento de mi vida, disfruté desafiar a mis amigos y ganar. Pero, de alguna forma, sabía que no lo deseaba más. Especialmente aquellos que implicaban conversar con extraños por internet. Lo odiaba más que por el juego en sí, por la comunidad. Tenía un vago recuerdo de malas experiencias, de gente pronunciando palabras hirientes o haciéndome sentir como un fracasado por perder una partida.


—Veamos, creo que es con este botón —Sasha murmuró más para sí que no me percaté de lo que hacía.


Sin darme cuenta, entré al transportador, con la mente llena de reproches. ¿Para qué estaba allí? ¿De qué serviría intentar convertirme en un buen jugador en ese Shooter? Tampoco tenía un objetivo claro. Sin embargo, lo que sí me tenía desesperado era el hecho de no recordar nada.


Me detuve y escuché algo a mi alrededor. Me percaté de que la puerta se deslizó y los brazos de la maquinaria cambiaron de color. Busqué a Sasha y la encontré afuera, con el rostro lleno de vergüenza y susto.


—¡Joder! ¡¿Por qué te metiste al transportador?! ¡Todavía no puedo averiguar a dónde lleva! ¡Espera y…! —pero no pude escucharla más.


Los alrededores se oscurecieron y volvieron a esclarecerse como si fueran dibujados por algún holograma en tercera dimensión. Me gustaba ver ese efecto. Quizás era como un calmante para mi cerebro, como un recordatorio de que ahí podía hacer cosas únicas, podía elegir ser otra persona y nunca más recordar aquello que me oprimía el pecho y me causaba demasiada ansiedad.


Cuando la puerta se abrió, salí y encontré una sala enorme. Había muchas estaciones de trabajo con escritorios, computadoras, monitores y cabinas pequeñas y vacías, puestas en el interior de orificios en la pared. Subí las escaleras del frente y quedé parado delante de una maquinaria distinta, que tenía un par de anillos giratorios y una cápsula completamente oscurecida en el centro. Esta última se movió hacia abajo y no pude evitar levantar la mano y tocarla. El vidrio estaba frío y, hasta ese instante, me percaté de algo abrumador. Podía sentir como en el mundo real. Había tersura, frescor, calidez, incluso la ventisca que entraba por las rendijas en el techo. ¿Cómo era posible? Jamás había experimentado algo así en un juego de VR.


—REGISTRO COMPLETADO. —Una voz me asustó.


La cápsula se iluminó desde el exterior y pude ver a una persona. El frente se abrió y di un par de pasos atrás, anonadado y confundido.


—USUARIO: WYATT, DUEÑO DE LA UNIDAD 00 —continuó la voz femenina y computarizada.


La persona dentro de la cápsula comenzó a flotar y a acercarse hacia mí. Era un chico de unos 16 años, de cabello rubio dorado, de tez un poco bronceada y una marca en la mejilla izquierda como un tatuaje de pintura blanca. Estaba vestido con un traje completamente gris y un par de guantes azules, que le daban la apariencia de un androide.


El chico cayó al suelo de repente y me movilicé aprisa. No obstante, hubo un sonido de una pistola, como si un alto calibre tipo francotirador hubiera sido disparado. Miré detrás de mí, pero no había nadie, luego hacia la parte superior de la pared izquierda y encontré a alguien bajando ágilmente.


Las cosas se tornaron más confusas, puesto que el chico androide abrió los ojos y habló con un tono humanizado.


—¿Amo? —dijo con una voz aguda, por lo que iba acorde con su imagen juvenil.


—¡Aléjate de él! —gritó el desconocido que portaba un rifle cuyo diseño se mezclaba con uno real y uno sacado de la ciencia ficción.


Mi reacción fue inmediata. Creí que dispararía de nuevo, así que me coloqué entre él y el androide y usé todo mi cuerpo para proteger al último.


El desconocido no disparó. Únicamente me observó con enojo. Sus ojos eran de un tono café oscuro, su tez era clara y pecosa, su cabello levemente despeinado, y su vestimenta parecía una gabardina ligera y una pechera de metal oscuro que hacía juego con el resto de su imagen de mesnadero. Noté que portaba un cinturón con dos mangos de espadas tipo Guerra de las Galaxias, pero no parecían activadas.


No sé si era por la locura del momento, que no entendía exactamente qué ocurría, pero me pareció que la mirada del extraño arrojaba una incertidumbre casi familiar. ¿Acaso yo denotaba lo mismo que él? ¿Ambos teníamos las mismas sensaciones? Si estaba allí para matarme, ¿por qué no lo hacía?


—¡Wyatt! —La voz de Sasha se escuchó en las cercanías.


Cuando ella llegó, levantó la metralleta y apuntó al desconocido.


—¡Baja el arma! —indicó con un tono seguro.


El extraño obedeció, pero no desprendió la mirada del frente.


—¿Amo? —habló el humano-androide.


—¿Amo? —repitió Sasha confundidla y también bajó el arma—. ¿Por qué te dijo amo?


—Tu amigo se adueñó de uno de los ítems más inusuales de este maldito juego —contestó el desconocido y dio un paso atrás. Se puso el rifle en la espalda y pasó los dedos por su cabello despeinado—. Sin importar que lo mate aquí, no habrá cambio alguno. Tendríamos que enfrentarnos en una Blue Zone para quitarle a la HIAsA-00 Z-Type.


—¿A la qué? —inquirió Sasha menos tensa y observó con atención—. ¿Te refieres al chico detrás de Wyatt?


—Sí. Es una unidad especial instaurada por los programadores en la última actualización. No es igual a las HIAsA que vemos como compañeros asistentes. Estas tienen un tipo de personalidad única que se adapta a las necesidades del usuario que seleccionan.


—¿Qué? ¿Acaso Wyatt seleccionó a este chico?


—Así parece ser.


—No —dije lo más pronto posible y negué con la cabeza—. No, no. Te equivocas. Yo no elegí nada. No tenía idea de lo que era. Cuando toqué la cápsula, él apareció.


—Extraño. Cualquiera hubiera dado una mejor excusa —aseguró el desconocido—. Pero no voy a buscarte, por ahora.


—Espera, ¿qué carajos quieres decir con eso? —renegó Sasha.


—Que no voy a molestar al novato por ahora —insistió él—. Sin embargo, quizá pronto los buscaré y asesinaré. Si necesito una maldita IA para salir de esta mierda, entonces robaré una.


Dicho esto, se dio la media vuelta y comenzó a caminar hacia las escaleras.


—¡Oye! ¡Te digo que no tengo la culpa! —intenté defenderme.


El desconocido se detuvo y giró la cabeza un poco, pero no me miró.


—Quédate tranquilo. Tampoco soy un canalla. No voy a matarte a sabiendas de que acabas de entrar al juego. Tengo una reputación que cuidar. No por algo estoy en el número uno.


De nuevo, al terminar su frase, continuó el paso y salió por la máquina de transportación.


—¡¿Qué?! —Sasha gritó desenfrenada y luego se tranquilizó—. Sonic Sword. ¿Por qué carajos no te mató? —Se giró y ahora dirigió el interés en mí—. Vaya suerte que te cargas, Wyatt. Encontrarse con el número uno del juego, con una IA extrañísima y salir con vida… ¿cómo lo haces?


—Vámonos… —dije con el pecho apretujado y las manos temblorosas. Estaba ansioso y sin comprender qué carajos pasaba.


—Amo, estaré listo para asistirlo cuando mi programa se haya cargado por completo —habló el chico-robot.


Por unos segundos, me había olvidado de él. Pero, al verlo de frente, me percaté de que no tenía nada de robot. Era un humano ordinario. Sus ropas eran lo único extravagante, pero su rostro era aniñado y muy lindo. ¿Lindo? ¡Ah! ¿Soy estúpido?, me autocritiqué al pensar en algo así de una máquina.


—Vámonos —insistí casi con súplica.


—Está bien. El torneo está por terminar, así que salgamos de aquí. Una vez que estemos afuera, en la ciudad, estarás a salvo. Revisaremos la IA llegando a mi departamento.


No quise interrogar a Sasha, ya que era como un ancla que me mantenía en una realidad subalterna de la que estaba. Era como una sensación reconfortante, como cuando llegaba a casa y encontraba paz en las voces de las personas que me amaba… Aunque eso tenía parte de verdad, sabía que por otro lado no era tan cierto.


Salimos los tres juntos, pero mi cabeza se quedó en pensamientos oscuros y desordenados. No sabía lo que debía hacer. No entendía qué pasaba. No comprendía por qué no podía recordar mi vida. Y no deseaba hacerlo, así no fuera capaz de aceptarlo.

Notas finales:

Esta historia se estará actualizando una vez por mes, así que irá lenta. Disculpas de antemano!


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