< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< >
Han pasado tres años desde que ingresé a Harvard ¡tres años! Ha sido bastante duro dado que tengo tantos trabajos de medio tiempo que ni siquiera puedo tener una vida social como los demás estudiantes. Puedo decirles que incluso he llegado a extrañar a los krelboyne, ¡y eso ya es mucho decir!
Como todos los días, llego a mi pequeño y miserable departamento y dejo mis cosas en la entrada. Estoy a punto de dirigirme al baño para tomar una larga ducha y dormirme temprano. Ni siquiera me interesa comer. Creo que incluso he bajado de peso. Estoy a punto de entrar y entonces suena el teléfono. Me estremezco. Lo miro y ni siquiera trato de levantarlo. Sé por mi experiencia quien llama así que dejo que la máquina contestadora tome el mensaje.
“¡Hola Malcolm! Soy yo. Sí, tu madre; a la que no le has respondido las llamadas durante las últimas dos semanas. Solo llamaba para decirte que tienes que venir a casa para Acción de gracias ya que todos tenemos noticas que compartir. ¡Ah! Y no trates de poner excusas. Hablé a tus trabajos y en todos me confirmaron que tenías días libres. Así que no tienes planes. Te estaremos esperando. ¡Ah! Y córtate ese cabello, no quiero qué…”
Por suerte se terminó la cinta. De haber tenido más espacio seguramente hubiera escuchado un monologo de al menos treinta minutos. Me pregunto ¿qué clase de noticias tendrán que compartirnos? Quizá ya no será necesario enviar dinero a casa. Quizá la hipoteca y todas las cuentas ya están pagadas. ¡O mejor aún! Mamá al fin dejará de meterse en mi vida privada y podré hacer los planes que quiera, cuando quiera y con quien quiera.
< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< >
- ¿Qué te vas a casar? - Tengo que confirmar lo que me enteré hace apenas unos días. No podía esperar hasta la noche. - ¿Y con Craig Feldspar?
- ¿Quién te lo dijo? – Me mira por un segundo y regresa con lo que sea que esté haciendo con esa masa esponjosa.
- ¡Eso es lo que menos importa! – Estallo.
- ¡Cálmate, Malcolm! Estas haciendo un drama.
- ¡Estoy bastante calmado! - ¿Acaso no lo ve? - Claro, considerando que mi hermano está a punto de arruinar su vida.
- ¡Por favor, Malcolm! – Suelta su masa y me mira directamente. - ¡Estoy preparando el banquete de hoy, no me tengo que distraer y tú vienes y me haces tus estúpidas preguntas!
- Solo dime si es cierto y te dejo en paz. - Si, claro.
- Si es verdad, ¿contento? – Está a punto de regresar a trabajar, pero sostengo su mano. Me mira con la duda en su rostro. No lo culpo, pero no puedo dar marcha atrás.
- ¡No puedo estar contento! Estamos hablando de Craig. ¡Craig!
- ¿Y eso qué? Llevamos viviendo un año juntos. No le veo lo malo. Es casi lo mismo, solo que con un papel.
- Eso es algo estúpido. – Estoy molesto. Creo que ya ni sé que estoy diciendo. – Además tú habías dicho que no eras gay.
- Y no lo soy. – Su mirada es bastante seria.
- Si te vas a casar con otro hombre significa que eres gay.
- No. – Aleja su mano y comienza a cortar verduras. – Significa que me agrada Craig, compartimos muchas cosas desde que éramos niños y extrañamente nos llevamos mejor ahora. Prácticamente es lo que pasa con una esposa, ¿no?
- ¿Ese es tu argumento? – Asiente. - ¡Tú y yo vivimos juntos mucho más tiempo, compartimos muchas más cosas en común y nos llevamos bien! – Alza su ceja y corrijo. - Bueno más o menos bien. Siempre estábamos juntos. Eso me haría ser una mejor esposa para ti, ¿no es cierto? – Me mira durante unos segundos. Sus ojos se ven más profundos y siento un estremecimiento diferente al miedo mientras hacemos contacto visual. Es agradable... Pero ¡qué diablos estoy pensando!
- No funcionaría. – Deja de mirarme y continua su labor.
- ¿Qué? – No lo dice en serio. - ¿Por qué? – Me toma de los hombros y me saca a empujones de la cocina.
- Malcolm, en serio. Si no vas a ayudar, ¡sal de aquí! –
¿Pueden creer lo que dijo? Hablamos de Craig. No se compara en nada conmigo. ¡Oh! Esperen. ¿Estoy comparando a Craig conmigo? Ni que Reese me interesara tanto. Digo, es mi hermano. No es por otro motivo. Supongo que es lo normal cuando te enteras que quiere arruinar su vida para casarse. Si ese debe ser el motivo de esta furia en mi interior. ¡Ya sé!, Seguramente mamá no lo sabe. Se lo diré y nada de esto ocurrirá.
< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< >
- ¡Qué! ¿En serio vas a dejar que tu hijo arruine su vida de esa manera?
- ¡Por Dios, Malcolm! ¿Cuál es tu problema? – Me señala con el dedo y le paso el mantel que está enfrente de mí. - Tú ya no vives aquí. Solo los verás una vez al año. Será lo mismo que cuando vemos a Piama con Francis.
- ¡Ese no es mi problema! – Estallo como siempre. - ¡Simplemente no quiero que Reese se una a alguien que ni siquiera le interesa solo porque comparten casa o porque es la única persona con la que tiene una vida debido a tantos estúpidos trabajos! - Mi madre me observa sorprendida, pero yo no he acabado. - Lo sabes, ¿verdad? Sabes que Reese es tan manipulable y fácil de convencer ¡y tú te estás aprovechando de eso para que Craig se olvide de ti! – No puedo controlarme ni un poco. – Verá a Reese como tu sustituto y te dejará de perseguir para siempre. – Me mira fijamente y solo atina a decir una palabra.
- ¡Claro! – Genial, ahora ya es más cínica que antes.
- ¡Es que eso no es justo!
- ¿Qué pasa aquí? - ¡Oh, genial! Papá llegó y seguramente se pondrá de su lado.
- Malcolm está molesto de que Reese y Craig se van a casar. – Mi padre me mira extrañado.
- ¿Por qué? Craig es un buen tipo. – Ambos ponen la mesa con toda tranquilidad. Desearía aventar todo, aunque eso los moleste.
-No estoy diciendo que no lo sea. A mí también me agrada. Pero Reese no está enamorado de él. Quizá él pueda encontrar a alguien mejor y…
- ¡Malcolm, estamos hablando de Reese! ¿Tú crees que alguna chica se fijaría en él?
- Tal vez a veces sea un idiota sádico y loco. Pero debajo de todo eso hay un chico sensible y agradable. - ¿En serio estoy diciendo todas esas cosas lindas sobre Reese? ¿Acaso estoy loco? Mis padres me miran extrañados. Intento arreglarlo. Jamás me habían escuchado decir algo lindo sobre Reese. - Tal vez encontremos a alguien como Alison o incluso como Raduca. – Digo lo más serio posible. Siento que pasa una eternidad hasta que mi padre habla.
- Y dime Malcolm, - me mira severamente. - ¿Tienes a alguien en mente que pueda soportar a Reese durante toda su vida? ¿Alguien que aguante sus groserías o su inmadurez?
- Yo... bueno... no, pero...
- ¡Lo vez Malcolm! - Mi madre tiene esa tonta sonrisa de satisfacción. Sabe que tiene la razón y me lo echará en cara. - Deja que sea feliz con Craig.
- Seguramente nadie lo va a hacer más feliz que él. – Asegura mi padre con una sonrisa esperanzada.
- Y como siempre te vas a poner de su lado.
- ¡Claro!, Tu madre y yo somos una unidad. – Los miro a los dos por un segundo y salgo de la habitación molesto. Escucho que me gritan, pero no hago el intento de regresar.
< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< >
A veces hablar con tus padres puede ser lo más molesto del mundo. ¡En serio! No se dan cuenta de lo que están haciendo. Están vendiendo a su hijo para que Craig ya no resulte ningún problema. Me acerco a mi habitación y trato de abrir la puerta. Está cerrada con seguro.
- ¿Se te perdió algo? - Volteo y allí está Dewey. Tiene cultivada demasiado bien su imagen bohemia. Su cabello va más largo y se ve más alto y desgarbado. ¿Y mi madre no me permite tener el cabello largo a mí que ya voy a la universidad? - ¡Ah, Malcolm! ¿Recibiste mi carta? – Su voz es tan musical que me da envidia. De hecho, odio admitirlo, pero siempre le he tenido un poco de envidia.
- Si claro, no sé si lo hiciste para prepararme o para molestarme. – Sonríe tranquilo.
- Tómalo como tú quieras. – Una mueca sarcástica aparece en su rostro. – Sabía que te daría mucho gusto.
- Cómo sea, ¿puedes abrir la puerta? Quiero recostarme un momento en mi cama.
- Lo siento Malcolm, pero la habitación solo es de Jamie y mía. Si él no te abrió la puerta es porque no quiere que estés allí.
- ¿Qué? Y ¿dónde rayos voy a dormir?
- No sé. – Toca varias veces la puerta. Es una melodía en toda la extensión de la palabra. – Pero si no te das prisa, la cama en la cochera será ocupada por Piama y Francis. – Entra a toda prisa y cierra la puerta.
¡Genial! La cochera. Seguramente está como siempre, atestada de cacharros, polvo y suciedad. ¿Acaso tanto me odian como para mandarme a lo más bajo? Ahora me siento más identificado con Francis. Quizá si tenía razón y por el orden de popularidad ninguno de mis hermanos me ve de esa manera. Ni siquiera Reese. ¿Por qué le contaría a Dewey antes que a mí sobre su relación con Craig si hablamos por teléfono todos los días? Es con el único que me mantengo en contacto y ni siquiera tuvo la decencia de decírmelo. Si fuera otra persona tal vez lo aceptaría, pero no con Craig, no para que mamá ya no tenga a su acosador oficial detrás de ella. Sería solamente porque Reese sería feliz.
¡Y con Craig no lo va a conseguir!
< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< >
La cena transcurrió bien. Considerando aquel día en donde lo arruiné todo con el asunto de Kirsten y mi borrachera. Francis llegó con Piama y se instalaron junto a Dewey y Jamie. Así que era un hecho. Me confinarían a la cochera. Craig también se presentó a la cena vestido con sus mejores galas. Quise acercarme a él para que me dijera cuales eran sus verdaderas intenciones con Reese, pero toda la noche estuvo ocupado. Nunca me había dado cuenta de lo bien que se llevaba con Dewey o con Jamie. ¡Incluso estaba platicando en gran algarabía con Piama y Francis! Si, era amigo de la familia, pero eso no le daba derecho de quitarme a Reese. ¡Digo, quitarnos a Reese!
- ¡Ah, Malcolm! – Me sobresalté un poco de ver interrumpido mis pensamientos precisamente por él.
- Craig. – Su nombre me salió más frio que de costumbre. Si hubiera podido arrojarlo por la ventana lo hubiera hecho. Claro que no hubiera sufrido ningún rasguño. Vivimos en planta baja.
- ¿Recuerdas aquella vez que me ayudaste a instalar mi equipo de sonido? – Asiento incómodo. – Pues bien, hace un par de meses encontré uno con mejor calidad en audio y decidí cambiarlo.
- ¿Y quieres que vaya a ayudarte? – Sería el momento perfecto para confrontarlo cara a cara. Y quizá pueda ocurrir un pequeño pero significativo accidente. No como en esa ocasión.
- No es necesario. - ¿Lo dijo en serio? – ¡Reese me ayudó y quedó perfecto!
- Pero si Reese en un idiota. – Fue lo primero que me llegó a la cabeza.
- Malcolm, esa clase de comentarios hace que los hermanos se alejen entre ellos. – Me abraza y percibo su aliento a whisky. – Por cierto, ya me contó Reese, ¡felicidades!
- ¿De qué? – Mentiría si supiera de que estaba hablando en realidad.
- ¡De tu compromiso con Stevie!
- ¿Qué yo que? - Hace meses que no hablo con Stevie. Lo último que supe de él fue que su madre otra vez se había marchado. Pero en esta ocasión en lugar de deprimirse volcó toda su energía en un nuevo experimento. Se había ido al extranjero. ¡Papá es el mejor amigo de Abe! Es obvio que todos deberían saberlo.
- En serio, Malcolm. Me parece genial que por fin hayan decidido hacer oficial su relación. - Está hipando sobre mi hombro. Quiero arrojarlo muy lejos de mí, pero algo me detiene. - Reese estaba muy sorprendido. - Su rostro babea sobre mí. - Dijo que siempre supo que tú te quedarías al lado de tu mejor amigo y que a todos los demás de la familia los harías a un lado.
- ¿Eso dijo? - Si, Reese siempre me dijo eso. Incluso el día en que iba a golpear a Stevie, ¡pero esos nunca han sido mis planes!
- En fin. Cuando nos enteramos de que tú te ibas a comprometer con Stevie, Reese y yo hablamos y decidimos hacer lo mismo. - ¡Esperen!, ¿qué dijo?
- ¿Reese aceptó casarse contigo porque pensó que yo me iba a casar con Stevie?
- Porque se enteró. - Se enderezó torpemente. - Y no lo culpo. Cuando sabes que no tienes ni la más mínima oportunidad con alguien, lo mejor es aferrarte a otra persona que tiene cierto parecido con tu amor.
Lo miré detenidamente. Sus ojos se veían tristes. ¿Hablaba de él o de Reese?
- ¿Otra vez tomando, Craig? – Reese ha llegado y puedo ver la preocupación en su rostro. Un sentimiento ardiente aparece en mi pecho y no entiendo por qué. – Te dije que si te volvías a poner de ese modo te olvidarías de mi pastel especial de chocolate.
- Pero es mi favorito. - La voz de Craig es como la de un niño.
- ¡Mamá! - Dewey grita desde la sala en donde juega videojuegos con Jamie. Francis y Piama se acercan desde el comedor.
- ¿Qué pasa aquí? – Mamá llega a toda prisa. Muchas consideraciones para Craig, ¿no es cierto? - ¡Por Dios, Craig! Sabes que si bebes más de dos vasos de wiski terminas ebrio como una cuba.
- Estamos celebrando, ¿no Lois? – Su sonrisa es tan sincera que incluso yo me preocupo un poco.
- Craig, amigo. – Mi padre se acerca. Viene de la cocina. – Ya lo llamé, así que viene para acá. - ¿De quién estaba hablando?
- Eres mi amigo, Hal. – Gira con ambos brazos. – Todos ustedes son mis amigos y mi familia. – Mi familia lo mira con un dejo de ternura. ¿Qué diablos está pasando? - Me alegra haber pasado esta noche especial con todos. - Me mira sonriendo. - Espero qué después de esta noche volvamos a reunirnos como siempre.
- Suficiente Craig. - Mi madre se acerca. - ¿Escuchaste eso? - Craig la mira como un idiota.
- Ya está aquí. - Mi padre lo toma del brazo. - ¡Vamos Francis, ayúdame! - Mi hermano asiente y lo lleva del otro lado. Todos vamos hacia la puerta. Es un espacio tan reducido que nos amontonamos a medida que nos acercamos al pasillo. Veo que Reese va a un lado y en el otro Dewey.
- ¡Reese! - Escucho que grita. Mi corazón se estremece. Estiro mi mano y tomo la de Reese instintivamente. No quiero que se vaya con él.
- Oye te equivocaste de mano. - La voz de Dewey llama mi atención. Lo miro y efectivamente llevo su mano entre las mías. Lo suelto enseguida.
- Lo siento. - Tartamudeo como un idiota y su sonrisa se hace más amplia.
- Deberías aprovechar mejor las oportunidades, ¿no te parece querido Malcolm? - Lo miro sin comprender y me lanza una mirada alternada con Reese. Me sonrojo sin saber por qué. La voz de Craig me sobresalta. Reese ya está cerca de él.
- Por tu propio bien no vayas hoy a casa. Seguramente haré un desastre.
- Pero alguien te tiene que cuidar y...
- Déjalo Reese. – Papá lo toma del brazo. - Yo sé que estás preocupado, pero Craig sabe que es lo mejor. ¿No es cierto, amigo? – Craig asiente.
- Puedes quedarte hoy a dormir aquí. – Interviene mamá. Gira un momento y llama a la persona que menos me hubiera imaginado. - Vamos, Piama. Ayúdame a sacar edredones y sábanas para todos.
- Claro, Lois. – Contesta amablemente y ambas se van a la recámara. Dewey me sonríe casi de manera cómplice y toma a Jamie de la mano. A pesar de su edad sigue sin pronunciar una sola palabra. Se dirigen al televisor. Francis y papá están con Craig afuera. Ignoro a quien llamaron.
- Bueno… - Escucho suspirar a Reese. - Supongo que eso significa que me toca levantar la mesa y guardar la comida. – Se dirige pesadamente a la cocina.
- ¿Quieres que te ayude? – Mi voz sale por si sola. Ni siquiera tuve que pensarlo. Se detiene un momento. Noto un poco de tensión en su postura, pero unos segundos después se relaja.
- Eso sería genial. – Lo dice con una sonrisa poco sincera. Cómo si dijera que prefería tener a un loro caminando sobre su cabeza en lugar de pasar un tiempo conmigo, pero no voy a desaprovechar la oportunidad de estar a su lado...
< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< > < >< >
- Estoy rendido. – Le digo mientras me siento en el comedor. Llevamos cerca de dos horas limpiando y estoy en verdad cansado.
- Me imagino que terminas peor todos los días, ¿no? - Reese pone su mirada preocupada hacía mí. Ese sentimiento cálido vuelve a invadir mi corazón. Trato de responder como normalmente lo haría, pero solo asiento con la cabeza. Ambos nos quedamos callados un buen rato. Reese observa hacia la ventana y yo lo observo a él. Se que para muchas personas resulta algo atractivo pero su carácter los mantiene alejados. Incluso algunos han pensado que solo es un tarado. Hasta hace unos años yo pensaba igual. Pero me he dado cuenta de que solo es una persona incomprendida que tiene miedo del mundo y prefiere que el mundo le tema a él. Siempre ha estado solo. Por eso nadie sabe lo amable y genial que puede ser. Es sensible y cuando realmente quiere, puede ser realmente muy cariñoso y cálido.
- Yo también estoy algo cansado. - Su voz me distrae de mis pensamientos. Se sienta a mi lado y suspira. Echa con desgano su cabeza hacia atrás. Su prominencia laríngea se ve más acentuada que cuando era pequeño. No sé si sea solamente yo, pero se ve bastante sexi. Esperen, ¿dije sexi? - Ahora que me voy a casar espero que pueda dejar de trabajar.
- ¿Te gustaría que Craig te mantuviera? - Le digo sin considerar el hecho de que aún sigo molesto por su decisión.
- Me gustaría ya no tener que fregar más platos y baños. - Me mira y veo su sonrisa sincera. - bueno, tal vez solo los baños. – Suspira. – Al principio creí que era el mejor trabajo del mundo, pero hacer lo mismo todos los días o recibir el mal trato de parte de los alumnos o los maestros… no sé… es difícil. - Asiento. Imaginé que en algún momento pasaría por eso. Desde la preparatoria dejaron de verlo como el bully de la escuela y solo se dedicaron a tratarlo como a un tonto.
- ¿No has pensado en entrar a trabajar en alguna cocina o restaurante? - Le digo de la manera más normal, como si fuera cualquier conversación.
- Con todos los trabajos que tengo no he podido darme un espacio para ir a hacer alguna prueba o mínimo a pedir empleo en algún lugar similar. – Suspira de nuevo. Me gusta mucho ese sonido. - Por eso, tal vez, cuando ya esté casado...
- ¡Yo te pondré un restaurante! – Le tomo la mano fuertemente. Me mira sorprendido. No quiero que vuelva a decir esa palabra. - Terminaré de estudiar, conseguiré un buen empleo y haré tantas inversiones como pueda. Entonces lo compraré. ¡Todo el mundo probará tus deliciosos platillos! - Me detengo. Reese está un poco rojo de la cara.
- ¿Lo dices en serio? - Asiento.
- ¡Claro que sí! - Le digo mientras aprieto con fuerza nuestras manos. Un estremecimiento recorre mi espalda. La fuerza de sus manos, el tamaño de ellas... Desearía tanto que me acariciaran...
Me levanto repentinamente de mi silla.
- ¿Malcolm? - Reese se sobresalta y gira hacia mí. ¡Otra vez ese gesto de preocupación! ¿Es que acaso no se da cuenta de que paraliza a mi corazón?
- Lo siento Reese, tengo que salir un momento. - Su rostro se ve algo triste.
- Oh, bueno... - Me mira y yo intento por todos los medios de que no se dé cuenta de que mi corazón palpita violentamente. Me dirijo hacia la puerta y veo que me sigue. - ¿No quieres que te acompañe?
- No, no. No te preocupes. - Tomo mi abrigo. - No me tardo. - Abro la perilla y salgo rápidamente. Antes de que pueda hacer algo, cierro la puerta tras de mí y echo a correr como si me persiguiera una jauría de perros rabiosos.