1
Por supuesto, todo es culpa de Wooyoung.
No en el mal sentido -aunque ¿puede realmente haber un buen sentido en culpar a alguien de algo?-. No es que alguno de sus amigos lo vaya a decir en voz alta, sólo porque sí, y quizás porque no quieren lidiar con las quejas de Wooyoung. Sin embargo, si alguien les pregunta, sin dudar dirán que es su culpa.
Lindo y tierno, tierno Wooyoung, el culpable.
¿Culpable de qué? ¿De hacerlos felices? ¿De ser estúpidamente encantador? ¿De tener la risa de una hiena histérica que invita a reír también? ¿De no saber ligar con una persona de una manera normal así que tuvo que arrastrar a todos sus amigos a su drama romántico y crear sus propios dramas románticos? ¿De ganarse tan fácilmente el corazón de la gente que le darán aun así las gracias por tanto drama y lágrimas?
Sí. Sí a todo.
2
Todo empieza como todo debe empezar: con el principio.
Para sorpresa de muchos, que ven a Wooyoung como un chico ruidoso y extrovertido, que lo es, también es una persona increíblemente solitaria. Tiene un hermano mayor y un hermano menor y como muchos hijos de en medio, a veces no encuentra dónde encajar dentro de su propia familia. Se espera que su hermano mayor sea responsable y que su hermano menor sea cuidado, pero, ¿qué se espera de él?
Que sea independiente, por supuesto, porque todos están demasiado ocupados con sus obligaciones como para esperar algo de él -o incluso hacer algo por él-, más que obediencia e independencia.
Wooyoung aprendió a sólo estar en su familia, a ser una ocurrencia tardía ya que sus padres están demasiado ocupados, pendientes de las actividades de su hermano mayor -sus logros- o las necesidades de su hermano menor -sus caprichos-, y no hay espacio para los logros o caprichos de Wooyoung, él puede arreglárselas solo, de alguna forma. ¿Cuál? Su familia no sabe, pero seguro que a Wooyoung se le ocurrirá algo.
Ni siquiera le dan ganas de tener una fase rebelde para ser notado, ¿cuál sería el punto? Parece haber más problemas que ventajas, así que sólo se concentra en existir la mayor parte del tiempo.
Le gusta ser ruidoso para que la gente lo note de alguna forma, pero eso sólo le juega en contra ya que su familia lo tacha de molesto y lo manda a callar, y sus compañeros de clase no ocultan en fastidio que sienten por el escandalo que a veces arma, por lo que carece de amigos. Ha habido gente que se acerca, por supuesto, Wooyoung tiene una personalidad que invita a la gente, pero esa idea de comportarse de cierta forma en ciertas situaciones se le escapan del entendimiento y la gente que lo rodea en lugar de intentar entender, de aprender, creen que es demasiado problema y se alejan.
Su existencia es mayormente solitaria y triste y se pregunta constantemente qué debe cambiar para que sea diferente. ¿Debe dejar de ser él para agradar? ¿Así tendría amigos y su familia le prestaría más atención?
A Wooyoung le gusta su propia personalidad, pero no puede evitar pensar que es un problema constante y si es necesario un cambio para lograr encajar.
Afortunadamente, antes de tener que llegar a ese extremo, conoce a Jongho.
3
Es en la escuela media, Wooyoung está en su segundo año y Jongho acaba de entrar a primero, así que es un año menor. Es callado y huraño, o al menos es la imagen que da de sí mismo a cualquiera que no sea de su circulo íntimo de amigos, que en aquellos días era cero. Wooyoung ni siquiera sabe de su existencia los primeros dos meses de clase del primer semestre porque no comparten nada académicamente hablando. Jongho está más en el lado deportivo y Wooyoung en el lado de las artes.
Sin embargo, sus caminos se cruzan cuando unos chicos de su clase lo están molestando por ser tan ruidoso y, según ellos, siempre querer llamar la atención con su supuesta risa falsa y escandalosa.
En defensa de Wooyoung, se estaba riendo de verdad de un chisque que uno de esos chicos hizo y él, malamente al parecer, alcanzó a escuchar. No puede hacer nada con su risa, así es naturalmente y no tiene ganas de cambiarla. ¿Por qué debe cambiar algo que es naturalmente suyo para complacer a otros? Es como que le digan que les molesta su cara que debe operarla para que dejen de sentirse tan ofendidos. Es absurdo.
Dice esos mismos argumentos y aun así sus compañeros no parecen entender y continúan la confrontación cerca de las canchas de la escuela. Wooyoung comienza a ponerse nervioso ya que los otros parecen querer ponerse físicos y aunque no diría que no a una confrontación, son muchos y, contrario a la creencia popular, él no es idiota.
Una pelota de futbol salida de la absoluta nada se estrella contra el cráneo de uno de sus compañeros, callando el enfrentamiento.
—Son muchos contra uno, ¿puedo unirme? —escucha Wooyoung que alguien dice.
El chico parece más o menos de su altura, aunque un poco más fornido. Sus ojos son redondos y lindos, y quizás Wooyoung debe aguantar las ganas de estrujar sus también redondeadas y tiernas mejillas. Se ve muy aniñado, pero un mejor vistazo muestra las facciones contraídas y casi asesinas que hacen retroceder a los otros chicos. No a Wooyoung, porque se ve protegido por la espalda del chico, quien enfrenta sin vacilar a cinco chicos que son mayores que él.
Sus compañeros le regresan la mirada por unos segundos, como valorando sus opciones y después de un momento de vacilación, se alejan sin darles una segunda mirada.
Cuando finalmente se alejan y sólo quedan Wooyoung y este otro chico, es cuando se siente capaz de soltar el suspiro que no sabía que estaba guardando dentro de su pecho. Ese acto le gana una pequeña carcajada por parte del otro chico, quien se ha girado para mirarlo con una adorable sonrisa en el rostro.
—Eso fue muy valiente, hyung —es lo primero que dice el chico, yendo por el balón que había pateado para interrumpir la discusión.
—¿Yo? ¿Valiente? ¿Lo dice el chico que plantó cara a cinco chicos mayores que él? —Wooyoung estaba estupefacto por la declaración del menor.
—Plantar la cara de esa forma me parece mucho más fácil que defender quién eres —responde el chico, girando el balón en sus manos—. Sobre todo, en un mundo donde todos quieren encajar para ser aceptados.
Las palabras calan más de lo que uno podría pensar, sobre todo para alguien como Wooyoung que lo que más quiere en la vida es encajar, pero no se ve capaz de hacerlo, acosta de mentiras.
—¿Cómo te llamas? —decide mejor preguntar, en vez de ahondar en sus inseguridades.
—Choi Jongho —responde el chico—. Soy de primer año.
—Soy Jung Wooyoung, de segundo año.
Y, sin saberlo en ese momento, ese fue el instante en que Choi Jongho no pudo volver a deshacerse de Jung Wooyoung. Tampoco es que haya hecho mucho más esfuerzo para escapar de él.
4
Decir que son polos opuestos es quedarse cortos con el tipo de personalidades que Wooyoung y Jongho tienen.
Wooyoung es extrovertido, ruidoso y muy táctil. Su lenguaje del amor es tocar, abrazar y, si bajas un poco la guardia, besar. Cuando, por su lado, Jongho es introvertido, callado y, si intentan tocarlo de más, te da un golpe sin avisar. Wooyoung lo ha descubierto de la forma dolorosa ya que ni jugando la carta de “soy tu hyung” le sirve de algo.
Y, sin embargo, funcionan. Jongho puede calmarlo lo suficiente para que se enfoque en sus tareas y aunque Wooyoung no es exactamente la persona más atlética o dada a los deportes, la fuente inagotable de energía que es ayuda a Jongho con sus entrenamientos constantemente. Jongho puede admitir lo divertido que es pasar tiempo con Wooyoung, ya que realmente no existe la barrera de “mayor y menor” entre ellos que complique o vuelva incómoda su amistad. Son sólo ellos, se permiten ser ellos de forma infantil y es como si pudieran respirar por primera vez en sus vidas. A pesar de la parquedad o quietud de Jongho, no le molesta para nada que Wooyoung sea feliz y lo exprese con su risa, que la emoción por algo le exude a raudales y quiera compartirlo con él a como dé lugar.
—Tengo un hermano menor —le cuenta Jongho un día, cuando la charla se volvió inesperadamente tranquila y seria entre ellos—, y esperan que sea, ya sabes, maduro y responsable todo el tiempo. Es agotador.
No agrega que le gustaría ser sólo un niño estúpido la mayor parte del tiempo, reír y hacer locuras porque sólo es un chico de primer año de escuela media y es lo que debería estar haciendo. Y Wooyoung puede comprenderlo. Su rol mayormente en casa es ser el hermano mayor. Es quizás el único momento donde más puede llamar la atención en casa, aunque no es muy común, pero es el comodín para esas ocasiones tan especiales.
—Puedes ser mi bebé, Jjongie —bromea Wooyoung apachurrando las mejillas de Jongho, lo cual le hace ganarse un golpe.
—No puedes hacer eso si te comportas más como un bebé que yo —le reprocha, aunque en broma.
—Oh, oh, oh, ¿quieres que sea tu bebé? Puedo serlo —coquetea sin pena el mayor.
—Oh por dios, para…
5
¿Qué es exactamente lo mejor de Jongho a parte de su carisma, su bonita sonrisa, sus preciosos ojos y los nacientes músculos de sus bíceps?
Song Mingi, por supuesto.
Jongho parece ser un imán de hyungs desvalidos y con problemas de autoestima que necesita adoptar desesperadamente. Cómo más se explicaría que un día llega con un chico que les saca a ambos más de diez centímetros de alto y parece estar juzgándote duramente con la mirada, pero que al final resulta ser el ser humano más adorable que Wooyoung a conocido en su vida. Y lo mejor de todo es que Mingi disfruta tanto o más que Wooyoung el dar abrazos y ser tratado como un enorme bebé ya que está casi tan hambriento de afecto como lo está el propio Wooyoung.
La gente suele malinterpretar a Mingi por su apariencia. Es muy alto y tiene ojos pequeños, las facciones de su rostro, aunque aniñadas después de un buen vistazo, inicialmente se ven afiladas y duras, totalmente creerías que anda en busca de problemas para demostrar su hombría o algo por el estilo. Y, sin embargo, Mingi es sólo una enorme masita en busca de amigos que quieran compartir sus papitas fritas con algo de juguito porque es ese sólo el tipo de persona que es. Es más, Mingi ni siquiera está enfocado en la parte deportiva de la escuela, sino que está en ciencias y Wooyoung encuentra adorablemente sexy que sea cerebrito detrás de su sonrisa bobalicona.
—Lo juro, Mangi —suelta el apodo con afecto—, que si alguien más te vuelve a buscar pelea, yo mismo me encargaré de aplastarlos, Jongho sólo tendrá que cargar sus cadáveres para ocultarlos —el mencionado asiente, igual de serie que Wooyoung al soltar tal declaración.
Ambos están enfadados al saber que varios chicos de tercer grado han estado amenazando a Mingi porque éste, según ellos, los retó con la mirada y no hay forma en el mundo que eso sea posible cuando a Mingi le aterra hacer contacto visual precisamente porque siempre es malinterpretado con sus intenciones.
Jongho tiene su reputación. Es un excelente deportista y tiene una fuerza descomunal para su corta edad que mantiene a ralla a mucha gente. Y, por sorprendente que parezca, es que es Wooyoung quien más ha logrado imponer respeto entre ellos tres, o al menos el que ha resultado ser más amenazante hasta ganarse el apodo de Gremlin. Resulta que nunca le importó demasiado que la gente lo molestara a él, eso qué más da, pero ¿qué se metan con sus amigos? Definitivamente un retundo NO. El instinto de protección que tiene por Jongho y, especialmente, por Mingi, le han hecho involucrarse en más de una pelea. Es pequeño, pero peligroso. Que se lo digan a los hyungs de tercer año que se aferran a molestar a su Mangi, muchos de ellos ya ni siquiera se acercan a las zonas donde saben que pueden andar ellos tres.
No es que Wooyoung sea más fuerte o ágil, pero sin duda no tiene miedo, tiene mucha determinación y energía que parece infinita.
Y muerde.
6
Como si fuera la pieza final de un rompecabezas que no sabían que estaban armando, un día aparece Kim Hongjoong.
Es precisamente por una de las incansables peleas que Wooyoung a armado ya que, de nuevo, alguien increíblemente delicado se sintió ofendido por la mirada retadora de Mingi.
—¡Sólo estaba viendo el menú de la cafetería! —intento defenderse, pero de nada sirvió.
Eran ellos tres, Wooyoung, Jongho y Mingi, contra un puñado demasiado grande de chicos de tercer año muy ofendidos, atacándolos detrás de la cafetería. Y aunque los tres se defendían bastante bien, comenzaban a preocuparse por los números. Mingi tenía cero estamina, Wooyoung cero fuerza y Jongho por muy atlético que sea, no es Superman.
Y, de pronto, todo movimiento cesó. El trío de chicos no lo entiende, es decir, todos sus hyungs parecen aterrados por la aparición de otro chico que, si Wooyoung debe ser sincero, parece mucho más pequeño que él y eso ya es decir demasiado.
—Hongjoong —murmura el chico que inició todo eso, entre espantado y esperanzado—, tengo que enseñarles a comportarse con sus mayores, no pueden verme así —continua, apuntando a Mingi, quien en toda su increíble altura intenta hacerse lo más pequeñito posible y aparta la mirada, asustado. Por supuesto que va a estar aterrado si tiene asustados a todos esos chicos mayores, ¿qué le espera a él?
Wooyoung frunce el ceño ante eso, nuevamente irritado y a punto de irse en contra del hyung que comenzó la pelea, poco impresionado por el tal Hongjoong, quien a pesar de su pequeña estatura, impone tanto respeto. Luego podría encargarse de él.
Es detenido, sin embargo, por Jongho, quien niega con la cabeza y le pide que espere un poco.
Hongjoong camina hasta el chico que le habló, muy consiente de la reacción de Mingi y Wooyoung y, sin mediar palabra, le suelta una cachetada a su locutor. Pero no es una cachetada suave o de advertencia, no. Bien pudo ser un puñetazo que mandó al suelo al chico.
—¿Qué fue lo que les dije? —es todo lo que dice. Su voz es inesperadamente suave y baja, pero no evita que el trío vea a sus hyungs estremecerse.
—Nosotros sólo… —intenta alguien más, pero una sola mirada le manda callar.
—¿Qué fue lo que les dije? —repite su pregunta, marcando pausas entre cada palabra.
—No molestar a los menores —responde alguien después de un tenso silencio.
—Y no me gusta repetir las cosas. Nunca. Sus nombres han sido anotados. Sabrán las consecuencias después. Ahora, largo —despide al grupo de mayores con un gesto.
Si alguien tenía una réplica, nadie se atrevió a externarla, pálidos como hojas de papel. Uno a uno se fue retirando hasta que sólo quedaron ellos tres y ese pequeño hyung que se giró para dedicarles una cálida sonrisa. Y nada en él desentona. Su suave voz, sus facciones delicadas, sus ojos amables y la preciosa sonrisa que derritió las carreras de Wooyoung y relajó a Mingi.
—Gracias, hyung —fue Jongho el que habló, con voz suave y una sonrisa relajada en el rostro.
—No hay nada que agradecer, pensé que con una advertencia bastaría, pero parece que me faltó firmeza.
—¿Se conocen? —fue Mingi quien cuestionó con curiosidad, asombrado por la familiaridad que parecía haber entre esos dos.
—Hongjoong hyung es el presidente del consejo —comenzó a explicar Jongho—, fui a hablar con él sobre este problema hace unas semanas.
—Mi bebé es tan lindo y políticamente correcto —alabó Wooyoung, palmeando la cabeza del menor antes de darle un abrazo y un sonoro beso en la mejilla.
Jongho lo alejó de un manotazo, todavía sin poder acostumbrarse a las excesivas muestras de afecto. Pero estaba tan concentrado en deshacerse de Wooyoung, que no pudo esquivar el ataque de Mingi, quien lo abrazó por la espalda y le besó la nuca.
—Nuestro precioso bebé siempre protegiendo nuestra espalda —exclamó evitando el codazo del menos.
—Joder, dejen de tratarme como un bebé —se quejó Jongho, limpiando su nuca con supuesto asco.
—Oww, pero eres un bebé adorable —arrulló Hongjoong, aunque sin un ataque físico como el de los otros dos, y eso fue suficiente para ganarse el cariño de Wooyoung y Mingi, para el horror de Jongho.
7
Resulta que lo que hace tan aterrador a Hongjoong no es que sea el presidente del consejo o que sea aterradoramente fuerte -que no lo es-, sino sus conexiones familiares. Su padre parece ser alguien importante y de dinero que puede mover hilos en la escuela si así lo quiere y la mayoría de los alumnos mayores saben que no deben meterse con él sino quieren que afecte su futuro.
O algo así entendieron los chicos por rumores que les llegaban cada tanto cuando sus compañeros se enteraron que los tres habían comenzado a pasar tiempo con el mayor, como si quisieran advertirles de alguna clase de peligro.
Para ser sinceros, a ninguno de los tres le importaba para nada los rumores, lo único que era importante para ellos es que Hongjoong era amable y servicial, siempre recibiéndolos con una sonrisa. Sólo otro chico solitario que, si bien era introvertido y retraído, la mayor parte del tiempo se notaba que era porque se tuvo que adaptar cuando la gente se alejaba por miedo y él no podía hacer mucho al respecto.
—Hubo un accidente en mi primer año —les contó una tarde después de clases. El mayor debía terminar su trabajo en el consejo y sus tres nuevos amigos habían decidido quedarse con él, no para ayudar exactamente, -aunque Jongho siempre le echaba una mano de ser posible- sino para remolonear por el aula del consejo sin que los demás miembros les lanzaran miradas irritadas, sobre todo a Wooyoung y su estridente carácter que poco alteraba a Hongjoong—, un chico me lastimó sin querer y se armó un gran revuelo sobre si lo hizo a propósito o no. Mi padre no se involucró ni nada, no lo haría por “nimiedades” —hace unas comillas en el aire al decir eso—, que no afecten su imagen, pero los rumores asustaron tanto al chico que se cambió de escuela al poco tiempo, lo que sólo generó más rumores. Desde entonces la mayoría de mis compañeros prefieren mantenerse alejados y me tienen respeto. Lo cual, no está mal —suelta una risa sin humor—, pero es solitario.
Es en ese momento en el que Mingi deja de hacer lo que sea que estuviera haciendo y se dedica a darle un fuerte abrazo a su hyung.
Si hay algo en lo que Hongjoong y Jongho se parecen mucho es que no saben cómo recibir afecto físico. Los dos se quedan congelados al recibir un abrazo y sueltan un golpe al menor intento de un beso, mayormente dirigido a Wooyoung. Pero eso es cuando están bromeando. Cuando Mingi y Wooyoung buscan molestarlos por el simple placer de hacerlos rabiar.
En ese momento, donde Hongjoong parece vulnerable y desaparece en el enorme abrazo de Mingi, que lo absorbe de una manera abrumadora, Hongjoong se permite regresar el afecto de la misma manera sin quejarse cuando Wooyoung los taclea para unirse al abrazo e incluso Jongho se acerca para rodearlos a todos en un apretado abrazo.
8
Muchos podrían pensar que esa amistad sólo duraría ese año, dos a lo mucho en lo que Mingi y Wooyoung se graduaban después de la partida de Hongjoong.
No podrían estar más equivocados. Cuando la inminente graduación de Hongjoong estaba cerca, los cuatro hablaron seriamente sobre su futuro en el bachillerato. No se atrevían a ir tan lejos como para pensar en la universidad todavía. Lo que habían aprendido del mayor es a dar pequeños pasos para no abrumarse demasiado, sobre todo con alguien como Mingi que tendía a sobre pensar demasiado y generarse más ansiedad de la necesaria.
Analizaron todas sus opciones posibles, las escuelas que quedaban entre sus casas, que no estaban tan lejos la una de la otra. Las expectativas de sus padres -ninguna-, sus logros académicos. Se vieron los cuatro trayendo opciones a las que Hongjoong pudiera aplicar y los otros tres pudieran seguirlo sin problemas.
—¿Qué haré sin ustedes todo un año? —se lamentaba Jongho a veces, medio en broma, aunque muy en serio.
—Lo mismo digo —concordaba Hongjoong—. Es decir, en la universidad podría esperar un año, pero aquí…
—¿Jamás te dejaríamos hacer eso! —reponía Mingi, horrorizado ante la idea de su hyung perdiendo un año por estar más tiempo en la escuela con ellos.
—Para ti es fácil, Min —reprochó Jongho—, Wooyoung estará contigo todo el tiempo, no tienen…
—Jjongie —interrumpe Wooyoung, tomando la mano del menor sin encontrar resistencia por una vez—, siempre vamos a estar contigo, no importa dónde estés o qué estemos haciendo nosotros. Llámanos y llegaremos en un parpadeo hasta ti —asegura con una sonrisa.
—No creas que puedes deshacerte de nosotros —agrega Mingi mientras acaricia tiernamente la cabeza del menos.
—No me amenacen de esa forma tan aterradora —se queja Jongho, sin rehuir el contacto y con las orejas profundamente sonrojadas.
—Estaremos bien —asegura Hongjoong con una sonrisa. Él se encargará de eso.
9
Sin duda, lo están. Hongjoong pasa un ligero momento oscuro en su primer año de bachillerato. Resulta que algunos rumores le siguen y debe debatirse entre la soledad o los matones que le preguntan si cree que papi siempre lo va a proteger.
Hongjoong debe enseñarles que no necesita de esa supuesta protección y también mostrarles los movimientos sucios que Wooyoung le enseño para defenderse.
—¡Ser pequeño no debe ser ninguna desventaja! —exclamaba con pasión antes de escabullirse y soltar mordidas.
Fue aterrador para esos matones ver sonreír a Hongjoong de manera tan entrañable después de casi arrancarle la oreja a alguien. Al menos de esa forma poca gente se metía con él. O si quiera le hablaban.
Aunque poco le afectaba, ya que pasaba casi todos los días mensajeando con sus amigos, deseando que ese maldito año pasara rápido y tener a Wooyoung y Mingi con él.
Por el contrario, el año en solitario de Jongho fue bastante tranquilo. Con los viejos rumores de sus amistades aun circulando y su actitud que no dejaba espacio para tonterías, hizo que todo fuera más llevadero y rápido de asimilar. Para cuando se quiso dar cuenta, estaba siendo aceptado en bachillerato y siendo recibido con estruendoso entusiasmo por parte de Wooyoung y Mingi.
—¡Mi hijo a llegado! —canturreaba Wooyoung.
—¡Nuestro hijo! —replicaba Mingi, ofendido por la declaración del otro.
Mientras ellos dos se enfrascaban en su discusión, era Hongjoong quien daba un paso al frente para abrazar con fuerza al menos.
—Mis hijos están completos —fue la declaración que terminó rápido con la pelea.
10
Por supuesto, no todo era perfecto. Por mucho que se sintieran como una pequeña familia, eran sólo una bola de adolescentes navegando por las dificultades de la vida. Se apoyaban entre ellos, se levantaban cada que caían y, a veces, se derrumbaban juntos porque no son tan fuertes como lo quieren creen. Sabían reponerse, aunque costaba trabajo y se sentían orgullosos de eso. Estaban asustados del futuro. Hongjoong estaba a nada de ser un adulto real y al mismo tiempo los otros tres ni siquiera sabían qué querían de la vida.
Y, aun así, lo peor sin duda fue cuando Mingi colapsó.
Es decir, Mingi es un chico alto y de mirada fuerte por fuera, parece duro y capaz de todo en esta vida, como si hubiera poco que lo afectara. La realidad es que es un chico sensible y amable, dulce por dentro y por fuera cuando te dabas el tiempo de conocerlo. Es considerado, se preocupa por la comodidad de los demás cuando pocos se preocupan por él. Eso mismo lo lleva a ser reservado con su verdadero sentir. Se esforzará más en hacer sonreír a los demás que por asegurarse de tener una sonrisa real él mismo.
Embotellar eso sólo lo lleva al límite y, un día, simplemente no va a la escuela. Hongjoong, Wooyoung y Jongho se miran entre ellos, extrañados. Ninguno ha recibido respuesta a sus llamadas o mensajes y decir que Wooyoung está entrando en pánico es un eufemismo para su nivel de histeria.
Saben que es precisamente la amabilidad y empatía de Mingi lo que le hace tan especial y fuerte, pero, al mismo tiempo, lo hace el más vulnerable.
No tiene el carácter fuerte y despreocupado de los otros tres y las palabras, aun dichas por personas lejos de su círculo íntimo, le afectan más de lo que debería o le gustaría.
Ni Wooyoung, ni Hongjoong o Jongho saben qué ha pasado en los últimos días con su amigo. Le notaban más apagado de lo normal, pero todos tienen demasiadas cosas en la cabeza como para enfrentarlo de frente y confiaban, ingenuamente, que, si las cosas se ponen pesadas, Mingi hablaría con ellos por su cuenta, como cualquiera de ellos haría de estar en su lugar.
Tarde se dan cuenta que no es así y aunque muchos podrían decir que están exagerando las cosas, sacándolas de proporción y que Mingi seguramente esté en cama, resfriado, ninguno de los tres puede quitarse la sensación de que algo está mal, muy mal, y que no pueden, no deben dejar pasar el tiempo para asegurarse que todo está bien con su amigo.
Así que no dudan ni un segundo, ni siquiera se ponen de acuerdo en voz alta, simplemente toman la decisión al mismo tiempo de saltarse las clases de ese día, corriendo como locos a casa de Mingi.
Casi todo el tiempo suelen pasar el tiempo en casa de Hongjoong, quien básicamente vive solo. Sus padres mandan empleados para que nunca falte comida, esté limpio y que cualquiera de sus necesidades estén cubiertas. Fuera de eso, rara vez pisan su hogar, argumentando que están muy ocupados con sus trabajos o negocios, incluso su hermano mayor rara vez se aparece, siendo otro adulto inútil en sus vidas.
En el caso de Jongho y Wooyoung, siempre hay alguien en casa, ya sea alguno de sus padres o sus hermanos. No se sienten cómodos cuando están alrededor, no los mismos que son cuando son sólo ellos cuatro.
Finalmente, Mingi. Nunca habla de su familia. Han ido un par de veces a su casa, sí, pero nunca hay nadie. Saben que tiene a sus padres y un hermano mayor. Sin embargo, a parte de fotos, nadie los ha visto en persona y siempre asumieron que era lo mismo que sucedía con Hongjoong.
Sólo cuando están frente a su casa, que se ve vacía y silenciosa, es que al mayor se le aprieta el pecho, pensando que, aunque la situación es parecida, no es la misma para nada. Él no es Mingi y Mingi definitivamente no es él. ¿Qué hay para Mingi cuando llega a casa? ¿Qué pasa después de la escuela y cuando no está con ellos? Nunca le ha dado por preguntar, por saber más allá de lo que el más alto deja ver y eso le revuelve el estómago porque cuando Mingi supo que Hongjoong básicamente vive solo, se mostró bastante consternado.
—¡Hyung! —recuerda que había exclamado, alarmado— ¿Por qué están tanto tiempo solo? ¿Quién cuida de ti?
Hongjoong sólo había reído, sin darle importancia, diciéndole que sabe cuidar de sí mismo y que no falta quién lo alimente.
Mingi le había dado un asentimiento, poco convencido y él se encargó de cambiar el tema y aligerar el ambiente. No quería hablar de las noches solitarias, de los días de enfermedad donde debía arrastrarse hasta el baño, porque si bien tenía un botiquín muy completo, no había nadie que se lo llevara y se encargara de asegurarse que esté bien. No quería hablar de los logros que no eran celebrados, ni de la indiferencia con la que se sentía tratado.
Porque estos son sus amigos, su lugar feliz y no quería empañar el momento con su miseria.
Ahora se pregunta si Mingi quiso hablar con él en algún momento de su propia miseria y nunca se atrevió porque Hongjoong cerró esa puerta de forma hermética.
Sorprendentemente, es Wooyoung quien ingresa el código de entrada para abrir la puerta de la casa.
—Tengo el código de todos —responde a la curiosidad plantada en el rostro de sus dos amigos—, sólo por… por lo que sea —termina mientras entra a la casa.
Ninguno dice nada más, prefiriendo seguir al chico al interior.
Todo está en silencio, tranquilo, justo como la última vez que estuvieron ahí. Quizás no se dieron cuenta que era así de aterrador y solitario en aquel momento porque Wooyoung iba haciendo bulla y Jongho intentaba callarlo, a gritos.
Para Hongjoong fue tan dolorosamente familiar que fue el primero en escuchar el agua corriendo en el piso superior. Antes de darse cuenta, subía de dos en dos las escaleras, siguiendo el sonido con pánico, seguido muy de cerca por Jongho y Wooyoung.
El sonido venía del baño, el cual tenía la puerta entre abierta y los tres irrumpieron sin pensarlo dos veces.
No estaban preparados para lo que iban a encontrar.
Mingi estaba dentro de la cañera, la cual no tenía el tapón puesto, por lo que no se llenaba y el agua fluía libremente. La llave abierta era la de la ducha, por lo que mojaba al chico como una ligera lluvia. Mingi estaba despierto, pero con la mirada perdida frente a él. Lo que les cortó la respiración eran las finas líneas rojizas que se diluían con el agua. Eran tan finas y ligeras que todos sabían que no venían de una herida grande o profunda, pero seguía fluyendo y eso era suficiente para aterrarlos.
El primero en moverse fue Hongjoong, dando pasos vacilantes hasta la tina. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, se agachó para poder estar a la altura de Mingi.
—Min —dijo en un susurro tan bajo que sintió que su voz se perdía con el sonido del agua—. Min —volvió a llamar, un poco más alto y seguro, pasando una de sus manos por el hombro del más alto.
Mingi giró un poco su cabeza, sus ojos vacíos encontraron los de Hongjoong, cortándole la respiración.
—Hyung… —respondió con una voz tan pequeña y rota, lejos del grave tono que siempre usaba.
Sin importarle quedar empapado, Hongjoong entró a la tina, aferrándose al enorme cuerpo que comenzó a temblar por los sollozos entre sus brazos.
Pudieron ser horas, quizás días, los que Hongjoong sintió que estuvo aferrándose a Mingi, sin notar cómo Wooyoung y Jongho se encargaban de cerrar la llave del agua, conseguir toallas para secar bien los brazos de Mingi, buscar un botiquín y curar las heridas de ahí. Tampoco notó el jadeo aterrado de Wooyoung cuando los sacaron de la tina y vio con horror cómo las heridas se extendían también por las piernas del más alto.
Jongho ahogó sus propios jadeos al ver que había heridas viejas debajo de las nuevas.
Todo lo que supo Hongjoong es que en algún momento llegaron a la habitación de Mingi, con ropa seca y el chico más alto dormido entre sus brazos. Intentó alejarse un poco para buscar a sus otros dos amigos y hablar con ellos, pero un sollozo ahogado le hizo regresar a su posición original. Fue ahí que se dio cuenta que los sollozos no venían de Mingi, quien seguía profundamente dormido.
Nuevamente se levantó, aturdido y casi se le parte más el corazón al ver que en una esquina de la habitación, Wooyoung intentaba callar sus lágrimas en el hombro de Jongho. El cuerpo de Wooyoung temblaba entre cada sollozo contenido, aferrándose con fuerza al menor, quien le abrazaba con todo lo que tenía, derramando lágrimas más silenciosas.
Fue cuando un destello de resolución brilló dentro de Hongjoong, abrumado por toda la situación, pero decidido a proteger a este grupo disfuncional que tenían.
11
Ninguno abruma a Mingi con preguntas ni frases cliché que de poco servirían. Se quedan a su lado hasta que despierta y aunque el más alto luce avergonzado y devastado, no hay reproches ni lamentos. Limpiaron el pequeño desastre y Wooyoung acarició los brazos vendados de Mingi hasta que este se aferró a su cuerpo y volvió a llorar.
—Te amamos, Mangi —dijo Wooyoung cariñosamente, enterrándose en los brazos de Mingi, mientras Jongho acariciaba el cabello de Mingi y Hongjoong le frotaba la espalda de forma reconfortante.
No se fueron hasta el día siguiente, donde sólo tomaron turnos para ir a casa por algo de ropa, sin planes de volver aun a la escuela.
—¿Ninguno tiene algo importante que entregar? —se asegura Hongjoong antes de estar totalmente de acuerdo con ese plan. Era viernes así que podían acampar más días en casa de Mingi, quien definitivamente parecía el único habitante de esa casa.
Cuando fue el turno de Wooyoung y Hongjoong de ir a casa por sus cosas, fue Jongho quien tuvo una tentativa charla con Mingi.
—¿Podemos hablar? —le había preguntado en medio de su videojuego. Mingi parecía más él y menos el cascaron vacío que encontraron el día anterior.
—Sospecho de qué —responde el mayor, suspirando con desgano.
—No —fue la extraña respuesta de Jongho—. No creo que sepas —continuo, dejando de mover las manos sobre el control que tenía en ellas y encarando a Mingi—. Sabes que te amamos, Wooyoung no miente ni exagera sobre eso, pero, Mingi —dice dejando de lado toda la formalidad—, no existe el poder del amor y, lo que es peor, no existe nada que nosotros podamos hacer por ti con esto…
—Pero… —intenta interrumpir Mingi.
—Escúchame —corta Jongho con un tono suave, pero autoritario—. Necesitas ayuda, ayuda de verdad. Nosotros estamos aquí, siempre lo vamos a estar —prometió, aunque o sabía con que bases podía prometer eso—, pero somos niños inútiles y queremos que tengas ayuda de verdad.
—No son inútiles —susurró Mingi, angustiado—. ¿A qué te refieres con ayuda de verdad? —siguió con su voz pequeña que siempre rompía algo dentro de Jongho. ¿Qué le tienen que hacer a alguien tan grande para que pueda al mismo tiempo parecer tan pequeño y creerse tan insignificante?
—Ve con el consejero de la escuela, busquemos ayuda.
Le hubiera encantado decirle que hablara con sus padres, que les pidiera ayuda en encontrar buena orientación psicológica, pero viendo la situación, ni siquiera parecía una opción.
Mingi guardó silencio, reclinándose hacia atrás en su asiento y mirando el techo con los ojos un poco vacíos.
Jongho estuvo a punto de alarmarse por esa visión, pero pronto estuvo rodeado por los amplios brazos de su amigo, en un apretado abrazo que devolvió con entusiasmo.
—Sí —escuchó la voz ahogada del mayor—, eso haré, lo prometo. También los amo mucho.
Duraron tanto tiempo en los brazos del otro que, para cuando se quisieron dar cuenta, tenían a un dramático Wooyoung exigiendo ser abrazado también.
Los cuatro pasaron un largo fin de semana, hechos bola en el sofá de la sala o apretujados en la cama de Mingi.
Nadie llegó a casa. Nadie les llamó para preguntar dónde estaban. Pero ellos tampoco pensaron en nadie más durante todos esos días.
12
No hay ningún milagro después de eso. Nada cambia mágicamente. No despiertan un día y las cosas son diferentes con sus familias, principalmente porque ninguno hablade eso con ellos. Mingi, por otro lado, se acerca tímidamente con el consejero de la escuela, con su sequito de amigos muy de cerca, pero sin entrar con él. Es algo que saben que Mingi debe hacer por su propia cuenta. Todos tienen miedo, por supuesto. Están acostumbrados que de una u otra forma los adultos en su vida les fallen, que hagan algo para desestimar sus sentimientos o por lo que están pasando y ahora deben acercarse a un desconocido para pedir ayuda antes que sea demasiado tarde.
Pero todo va inesperadamente bien. Mingi comienza a tener un par de sesiones y aunque al principio no habla de ello con sus amigos, y ellos no presionan, el cambio comienza a verse gradualmente. No hay un cambio radical ni es increíblemente seguro de sí mismo la primera semana, ni siquiera los siguientes seis meses, pero, poco a poco, las cosas parecen mejorar. Así que todos se sienten más ligeros y seguros del futuro de momento, aunque la graduación de Hongjoong les respira nuevamente en la nuca.
—¿Disculpa? —pregunta Jongho con incredulidad, un día cualquiera en el que están remoloneando en casa del mayor, como suelen hacer casi siempre.
—Me oíste bien —dice el mayor, con una sonrisa nerviosa.
—No estoy realmente seguro de haber entendido bien lo que dijiste —es Mingi quien habla esta vez, igual de estupefacto que el menor.
—¿Vivir juntos? —es la pregunta incrédula de Wooyoung, aunque hay un tono excitado en su voz—. ¿Cómo piensas que haremos eso?
—Ya se los dije —responde Hongjoong, exasperado por la situación—. He visto varios departamentos a los cuales podríamos mudarnos. Aun tengo tiempo en lo que Wooyoung y Mingi se gradúan, pero ese sería el plan, básicamente, ubicarnos dependiendo de las universidades a las que vayamos. Sé que sería una exageración pretender ir a la misma con las especialidades que nos interesan, pero… sí.
—No podríamos pagar eso —suelta Jongho sin pensarlo demasiado.
Hongjoong se muerde los labios, intentando pensar sus siguientes palabras. Su plan jamás ha sido que ellos paguen algo. Su plan es hacer pagar a su padre por todo. Si quiere ser la figura ausente que es, es perfecto, no significa que no sacará todo el provecho que le sea posible de eso. Sin embargo, sabe muy bien que ninguno de ellos tres aceptará vivir a costa de Hongjoong, muchísimo menos de su padre.
—Al final seríamos cuatro personas, creo que es perfectamente plausible una renta de un buen lugar, me aseguraría de buscar. Todos planean salir de casa después del bachillerato, ¿no? —continua con su labor de convencimiento.
Mingi, Jongho y Wooyoung se miran entre ellos, inseguros, pero esperanzados.
—¿Realmente nos soportaríamos? —medita Wooyoung, pensando siempre en la poca paciencia que la gente suele tenerle.
—¿No estamos siendo muy codependientes? —dice Jongho, pareciendo muy serio, aunque se le escapa una sonrisa.
—¡Cierra la boca Jjongie! ¡Yo estoy dentro! —es Mingi el primero en aceptar, emocionado por la idea—. Pero ni se te ocurra esperar un año para entrar a la universidad, hyung —apunta a Hongjoong de forma acusadora—. Si vamos a vivir juntos, no hay necesidad de eso.
—Aun voy a pasar un año sin ustedes —le responde el mayor, aunque se ve menos abatido que la primera vez que tuvo que pasar por eso.
—Y luego nos tendrás veinticuatro siete para ti solo, hyung, disfruta ese año como lo haré yo —Jongho no puede evitar la burla, ganándose replicas indignadas por parte de Wooyoung y Mingi.
Mientras los tres se enfrascan en una discusión, Hongjoong empieza a maquinar qué hará con el dinero que sin duda ese trío le dará, cómo guardarlo o invertirlo para regresárselos de alguna forma, o tenerlo de ahorro para cualquier posible emergencia. Piensa en cómo hablará con su padre sobre la situación. Aunque siente que si simplemente le dice que se mudará y que le dé dinero para la renta o, si tiene alguna propiedad adecuada que pueda usar, no habrá tanto drama. ¿Le importará lo suficiente para averiguar sus planes? Ni siquiera pestañeó cuando le dijo que estudiaría artes, enfocado en la música. Quería producir música, un sueño infantil de tener alguna serie o película con una banda sonora producida por él. Tenía confianza, tenía los recursos y Hongjoong nunca ha sido lo suficientemente orgulloso para negarse a ello, sobre todo porque tiene la confianza de lograrlo y ser bueno en ello.
Al mismo tiempo, sin embargo, pensó que sus padres tendrían alguna especie de expectativa sobre él, que le dirían que hacer una vez tuviera que ir a la universidad. Como siempre, se vio decepcionado al respecto. Sus padres aceptaron lo que quería.
Se preguntaba cuándo dejaría de doler esa indiferencia.
Fijo la vista en sus amigos, todavía discutiendo mientras Mingi y Wooyoung atacaban con cosquillas a Jongho y pensó que no importaba si nunca dejaba de doler, mientras ellos estuvieran cerca, estaría bien.