Septiembre 18, 20XX
El día empezó como normalmente lo hace; estaba nublado, y sentí por un breve momento un aire helado pasar por mi rostro al reposar en la silla que se encontraba en el balcón, manos tibias del café que sostenía entre ellas, “maldita cafeína”, pensé. “Es lo único que me mantiene viva últimamente”
Decidí regresar dentro de la casa, y a pesar de una chimenea que calentaba el interior con la única pequeña llama que quedaba después de toda una noche calentando el lugar, realmente no sentía una diferencia entre el ambiente gélido de afuera con el de adentro.
No se que hora es con exactitud, debo decir que no me he sentido como yo últimamente, ¿de qué hablo?, no me he sentido yo misma desde hace un largo tiempo, es como si estuviera moviéndose en piloto automático, sin pensar, sin razonar, solo existiendo. La extraño, la extraño demasiado, ella se ha vuelto algo tan importante para mi, parte de mi, solo ella ha tenido tanto poder sobre mí, es capaz de elevarme o de hacerme caer, de ser mi salvación o mi perdición, y llegue a un punto en el cual no me importa lo que desee hacer conmigo, puede hacer lo que quiera, solamente desee estar a su lado… otra vez.
No se que me llevó a hacerlo, puede que haya sido la dopamina corriendo dentro de mi.
“Es algo, no. Es ella.”
Ella es la que me hace pensar de esta forma tan irracional, me vuelvo toda una idiota, toda una estupida. Aunque dicen que el amor te hace llegar a límites que ni tú pensabas alcanzar, ciertamente yo no lo pensaba, pero aquí estamos.
Estoy afuera de su cuarto, no se que deberia de decir, no se si deberia de decir algo para empezar, un “lo siento” no me basta para explicar todo lo que tengo que decir, o todo lo que siento por ella.
-Ay Aria, ni siquiera te puedo ver y aun asi me tienes a tus pies, como siempre
Como siempre, me gano el temor. Subí las gradas para ir a mi cuarto a dormir con ansias de tenerla en mis brazos nuevamente, y cerrando los ojos lentamente, me vinieron a la cabeza todas esas imágenes de cuando primero te conocí.
13 de Abril, 2010
-¡Dios! ¡Dios! ¡Voy tarde!- Dije agitada.
Estoy tan lejos del metro que no se si lo llegaré a alcanzar, y el tráfico está tan horrible que ni voy a pensar en tomar un taxi.
-¡Disculpe! ¡Gracias!-
Seguí corriendo un poco más logrando alcanzar el metro pero al momento que me estaba subiendo recibí un mensaje de texto notificando que la cita había sido cancelada ya que por el retraso tenían que continuar con el siguiente candidato.
Desmotivada decidí soltar un suspiro y dejarme caer en el asiento del metro para bajarme en la siguiente estación.
-Al menos no estoy lejos de mi cafetería favorita para tomarme un chocolate.-
Con esa idea en mente iba más motivada a bajarme en la siguiente estación sentía que algunos adultos me miraban de reojo, y a pesar de sentir cierta incomodidad, decidí ignorarlo y solo pensar en cuándo podré ahorrar para cumplir mi sueño.
Llegando a la cafetería abrí la puerta sólo para recibir el olor a chocolate y ver a unas cuantas personas que estaban en el café; decidí saludar
-¡Hola mamá Nora, buenos días! ¿Cómo estás?- Salude a la señora de 52 años que me conocía desde que era una niña.
-¡Hola Aria! ¡Cuánto tiempo! Estoy bien, ¿Y tú? ¿Qué tal el trabajo? O todavía sigues en busca?-
Ella sabe que perdí a mis padres hace un tiempo debido a un asalto y que todos estos años decidí lograr avanzar con mucho esfuerzo.
-¡Estuve cerca! pero el tiempo no estuvo de mi lado- Dije cayendo dramáticamente en la silla con cara de perrito triste solo para que Nora me diera chocolate.
-Hay mija, es que a veces la vida no es como uno quiere, pero ya veras, alguien verá la gran persona trabajadora e inteligente que eres.- Me dijo dándome un cálido abrazo y un beso en la frente.
Ella era la mejor amiga de mi mamá, siempre tuvieron un lazo inquebrantable. Cuando le comente la noticia estuvo de luto por más de 3 meses. Afortunadamente, gracias a la ayuda de sus hijos y nietos pudo salir adelante y pusieron la cafetería para que ella pudiera mantener su mente ocupada, y al mismo tiempo, diera su calidez a todas las personas que entraban en ella.
-Lo se mama Nora, lo lograré, ¡No tengo dudas!- le dije sonriendo mientras recibía la taza de leche con chocolate que me estaba dando, sentí el olor invadiendo mi nariz y llenando mi pecho de esa cálida sensación que llegaba hasta mi corazón, como amaba a esa señora
Empecé a buscar entre mis cosas el libro que estaba leyendo, este trata de un amor prohibido entre un aristócrata y una persona de pueblo que no podían estar juntas porque tenían diferentes estatus sociales y el rey no lo permitía, estaba completamente inmersa en el libro. Me encantaba.
Tomaba un sorbo de chocolate cada cuánto hacía una breve pausa entre oraciones, cuando de repente vi brevemente una notificación en la pantalla de mi telefono, si no hubiese apartado mis ojos del libro para tomar un poco de chocolate, probablemente no me hubiese percatado, me gusta que mi telefono este en silencio a la hora de leer.
-¡MAMA NORAAAAAAAA!- Dije levantándome de repente de la mesa corriendo a abrazarla y llenarla de besos.
-¡¡AY MIJA QUE PASA ME VAS A MATAR DE UN SUSTO!!- Dijo ella casi tirando las tazas de café y unos panes que volaron por otro lado.
-¡CREO QUE CONSEGUÍ TRABAJO!-
-¡¡AY MIJA QUE BENDICIÓN, VER CÓMO DIOS PROVEE SIEMPRE HAY QUE ORAR POR BENDICIONES!! Solo por eso te voy a cocinar unos pancitos para que se los coma, vamos a celebrar juntas porque la veo muy delgada- Me dijo abrazándome y dándome muchos besos en los cachetes.
Sonreí complacida y me fui a sentar para celebrar nuestro gran logro.
13 de Abril, 2010
11:23 AM
Ya entró Aria.