El agua salpicaba en sus pies mientras corría calle arriba. Llovía muy fuerte y no se había llevado el paraguas al instituto por lo que ahora que volvía a casa, sólo podía utilizar su mochila para protegerse de la tempestad. Un repentino trueno la asustó haciendo que se agachase y gritase como acto reflejo. A su alrededor pasaba otra gente protegiéndose del diluvio y del viento con sus paraguas. Cada vez llovía más fuerte y no tenía pinta de parar. Estaba empapada y sin ganas de pasar por otro resfriado, así se refugió en un viejo portal. Estaba sucio y dejado. Por aquella zona no pasaba casi nadie, ya fuese bueno o malo. Estornudó y maldijo el temporal. Se dejó caer sobre el suelo pesadamente mientras resoplaba. Entonces empezó a escuchar unas notas de música. Se giró y miró, un tanto desconcertada, la puerta cerrada en la que se encontraba apoyada.
-Pero si esto está abandonado.- Murmuró.
Como buena curiosa que era, cogió su maletín y se lo puso al hombro, dispuesta a entrar a conocer a la persona que tocaba. Empujó el portón y se abrió haciendo un poco de ruido. Miró a izquierda y a derecha. Había goteras y un olor rancio lo impregnaba todo. A un lado, un armario medio abierto y un ascensor del cual ella no iba a fiarse mucho. En el opuesto y al fondo, unas escaleras. Se quedó mirándolas fijamente. El sonido había cesado pero no cabía duda que antes procedía de algún piso de arriba, quizá era un mendigo o un drogadicto. Retrocedió un paso. Ya no le hacía tanta gracia estar allí. El charco que iban formando las gotas que caían de su uniforme borraban progresivamente una huella de barro. Giró la cabeza violentamente, mojándose la cara con su pelo al hacer tal movimiento. Estaba empezando a tener miedo. ¿Quién demonios le mandaba entrar ahí? Avanzó deprisa hasta la salida mientras el eco de sus pisadas resonaban por la vivienda, al llegar a la puerta salió por el hueco que había dejado antes y agarró el pomo para cerrarla. Estiró y cuando la puerta empezaba a cerrarse se abrió de golpe. Ella gritó y soltó el tirador cayéndose de culo.
-¿Estás bien?- Le preguntó un chico alto y delgado que sujetaba una guitarra eléctrica en su mano izquierda.
-Hai...- Asintió ella aún en es suelo y reponiéndose del susto.
El chico no tenía pintas de drogadicto ni de vagabundo, como Saori había pensado en un primer momento. Era joven, con el pelo corto y revuelto y vestía con ropa de calle. El chico miró afuera, donde el agua bajaba en pequeños ríos.
-Cómo llueve, ¿eh?
-Sí.- Respondió girando la cabeza para ver la lluvia. Al volverla a girar se encontró con una mano tendida para que se levantara.-Gracias- Le dijo aceptándola y poniéndose en pie.
-Me gusta la lluvia. Me hace pensar. A Saori no le gustaba para nada los aguaceros, pero mientras miraba lo que caía dijo que a ella también. Al fin y al cabo, al lado de aquel chico no se estaba tan mal. Le había gustado.
-¿Quieres entrar? Está bien que llueva, pero mojarse ya no hace tanta gracia, ¿verdad?
-Tienes razón.- Saori sonrió y entró con él.
-Soy Benzo, ¿y tú?- Inquirió dirigiéndose a las escaleras.
-Saori.- Respondió.
Llegaron a la planta baja y entraron en un piso. En el suelo se encontraba estirado otro chico, también con el uniforme de un instituto.
-Tienes buen oído, Eiji.-Le dijo Benzo.
-Hey.- Saludó él.
-Hola.- Respondió la chica- Soy Yoshizawa Saori.
-Eres demasiado confiada, Yoshizawa Saori.- Le contestó Eiji serio.
-Eh? Porqué?
-¿Tú lo encuentras normal entrar en un edificio abandonado con un tipo al que no conoces de nada? ¿Y si es un pirado o un pervertido?
-Vaya, gracias...- Hizo su amigo, poniendo mala cara.
-Bueno, no me lo pareció...
-La gente más peligrosa siempre es la que parece más normal. ¿No miras las noticias o qué? ¿Quieres ser otra de las quinceañeras violadas?
-...Lo siento...- Saori bajó la cabeza seria y un poco pálida.
-Déjala Eiji, no la asustes más.- Le regañó Benzo enarcando una ceja.
-Pero si sabes que tengo razón. Además, mírate- dijo cambiando de oyente- No estás nada mal, Yoshizawa Saori.
-Ya basta, ¿no?- Gritó levantando la cabeza- ¡Si quieres que me vaya me lo dices y punto! Y deja de llamarme por el nombre y el apellido, ¡que con uno basta!
-¡Jajaja!- Rió Eiji.- Sorry, no quería hacerte enfadar.- Se sentó de piernas cruzadas y pronto le siguió Benzo- Anda Saori, siéntate tú también.
-No, gracias, me voy ya.- Respondió ofendida.
-Ok, ¡hasta otra Yoshizawa Saori!
Ella gruñó y se fue hacia las escaleras con paso decidido. Después de bajarlas, Benzo le llamó y le tiró un paraguas amarillo.
-Para que no te mojes más. –Le dijo sonriendo.
Ella miró el paraguas en su mano con el ceño fruncido, desvió la mirada hasta él y luego al paraguas de nuevo. Al final sonrió suavemente.
-Gracias.
-Oye, dice mi amigo que mañana estaremos aquí.
-Ummm...- Hizo volviendo a poner mala cara.
-El paraguas es suyo... – Miró como la chica observaba el objeto.- No se lo tomes en cuenta.
-¡No hace falta que me lo devuelvas Yoshizawa Saori!- Se oyó el grito de lejos.
-¡Pues gracias por el regalo!- Gritó ella, se dio media vuelta y salió a la calle, donde la lluvia había aminorado. Abrió el paraguas y se encontró con un agujero bastante importante entre varilla y varilla. Cerró el paraguas violentamente y mirando la fachada gritó- ¡¡Te odio!!
-Que chica más interesante.- Dijo Eiji abriendo una lata de cerveza.
-Creo que te has pasado un poco.- Le recriminó sonriente.
-¡Que va! Cada uno tiene que ser como es. Esa chica tenía pinta de ser muy mona, pero ¿has visto qué mala leche?
-Es mona y con mala leche. No es nada imposible.- Le contestó Benzo robándole un sorbo de cerveza.
-Digamos que no me gustan las chicas ñoñas.
-¿Le has picado para saber si era ñoña?
-Sip.
-¿Y te ha gustado la chica?
-Bastante.- Concedió Eiji.- De haberse puesto a llorar me hubiese caído mal.
-Pues vaya manera de mostrarlo, dándole tu paraguas roto.
-¿Roto? No lo sabía, no ha sido a posta...- El chico de cabellos castaños le miró con los ojos brillantes.
-...- Benzo dejó que se le acercara mientras sonreía al captar el sarcasmo en las palabras de su compañero, junto con la visión de su chaqueta bastante mojada.- Y dime Eiji...
-¿Um?- Se encontraban ya a poca distancia el uno del otro.
-¿Te gusta más ella que yo?- Le preguntó con el aliento rozando su cuello.
-De momento no.- Le dijo besándolo brevemente en los labios.