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Nada más que un sueño por Frenger_Munster

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NADA MÁS QUE UN SUE—O











NADA MÁS QUE UN SUE—O



Los apartados en letra cursiva indican un acontecimiento del
pasado.



Ahora sí, que lo disfruten. Un besote!



________________________________________________________________________________________



 



Remordimientos. Desde que perdió su último tren ya no podía
conciliar sueño ni descanso. Demasiadas sensaciones taladrando su corazón...



En medio de sus pesadillas Joel se revolvía entre las sábanas
empapadas de sudor, con un gesto de dolor en su bello rostro. Los mechones
castaños de su flequillo despuntado se le pegaban a la frente y a los pómulos,
como una telaraña de culpa.



A pesar de que era otoño y sólo llevaba puesto el pantalón del
pijama su cuerpo estaba perlado de una capa fina de sudor...se odiaba a sí
mismo; había dejado escapar lo único en esta vida que le había hecho sonreír.



Dylon había sido su mejor amigo, su hermano, desde que tenía uso
de memoria. Era la persona más increíble que había conocido en la vida y sería
de necios obviar su atractivo físico: alto, fuerte, de espalda ancha, cabellos
negros que le caían en ondas por los hombros y unos ojos tan azules y fríos
como el hielo, que hubieran echado hacia atrás a la mayoría de la gente, pero
que en realidad tenían la mirada tierna de un niño si se sabía mirarla de modo
apropiado.



Era dos años mayor que Joel y desde críos, cuando los demás niños
se metían con el pobre castaño, él siempre se ponía delante y lo defendía como
un verdadero titán. Siempre tan justo.



Aunque a ojos de los demás pareciera un macarra, lo cierto es que
desde siempre había tenido una habilidad innata para tocar el piano; tenía unas
manos enormes, pero con unos dedos larguísimos y estilizados.



-Me encantaría ir al extranjero, a Viena, o a Berlín-le había
dicho una vez.-a un conservatorio prestigioso, y hacerme famoso. Por supuesto
te llevaría conmigo, Joe.Y te haría muy feliz.-decía mientras alargaba la mano
para acariciarle el pelo a un tierno Joel de 6 años.



-Qué sitios tan fríos! Pero si estás conmigo para protegerme iría
a donde fuera. Te harás rico y famoso y siempre siempre estaremos juntos.-le
contestó el castaño aferrándose al mayor mientras hundía su cabeza en el cuello
del mayor.



Vivían en una urbanización pequeña y de clase media-alta. Todos se
conocían y no había chisme por ínfimo que fuera que nada más salir ya estuviera
en boca de todos. Era gente importante y tenían que seguir manteniendo el
estatus, de hecho que en aquel barrio la gente tenía que andar cuidándose de
las apariencias. Cuando la hija de aquel funcionario se quedó embarazada y su novio
se desentendió, todos empezaron a cuchichear hasta que los padres optaron por
echarla de casa.



Sólo si él no se hubiera dejado amedrentar, si hubiera tenido el
coraje de admitir y admitirse sus verdaderos sentimientos, todo este
dolor...poder estar con él, la felicidad que le prometió. Pero no pudo, fue un
cobarde y, desde aquella noche, paga las consecuencias...



Ya debía de pasar la medianoche del viernes. Todas las luces
estaban apagadas, todos dormían. De repente, una piedra golpeó la ventana del
cuarto de Joel. Murmuró algo en sueños, pero siguió durmiendo. Así le siguieron
una...dos...hasta que despertó. Descalzo, corrió hasta la ventana y la abrió
con cuidado . Abajo, apoyado en el columpio del jardín Dylon le esperaba con
una sonrisa en los labios.



-Estás loco?-susurró Joel-ya pasan de las 12, tío. Que tan
aburrida es tu vida?



-Baja, he de decirte algo importante...y no, no puede esperar
hasta mañana-se anticipó el moreno.



-Está bien...más te vale que sea importante...



Tal y como estaba, descalzo y vestido únicamente con el pantalón
del pijama, salió de puntillas de su cuarto para bajar silenciosamente las
escaleras. Cuando salió por la puerta se arrepintió de no haberse puesto algo
encima. Las hojas empezaban a caer y el viento frío azotaba de cuando en cuando
su piel. Tiritando se plantó en frente del moreno, que le revolvió la rebelde
mata de pelo castaño que le daba hasta por debajo de las orejas.



-Pero mira que flojucho eres, Joe-dijo socarronamente el mayor,
sacando un cigarrillo de la cajetilla.



-Hmm, has venido aquí a decirme de nuevo lo pésimo que he elegido
mis cromosomas. Bien, tengo sueño. Adiós-contestó el castaño haciendo un mohín
de enfado mientras se rascaba un ojo legañoso con el dorso de la mano. Ese
gesto le pareció adorable al ojiazul.



-ESPERA! no seas imbécil...perdona-dijo mientras lo tomaba por el
brazo al menor y lo acercaba a él. Sus manos estaban frías, cosa que hizo que
la piel de Joel se erizaba, así también sus pezones-tengo algo muy importante
para decirte. Algo que nos incumbe a los dos.



-Ya no aguanto más vivir en este pueblucho de mierda, Joe...no
aguanto a esos jodidos esnobs con su política de mierda...por qué cojones...???



-Ya...ya-le paró el pequeño, poniéndole una mano sobre la boca-ya
sé que hablas muy bien, pero me encantaría que fueras al grano, si no te
importa. Conozco y comparto tu opinión sobre esto, sólo dime lo nuevo.



El moreno suavizó sus facciones, encendido por la mirada cálida de
su mejor amigo y ese pequeño contacto de aquella piel contra sus labios.



-Lo he conseguido, Joel. Voy a irme de aquí. He conseguido que me
admitan en Maastricht; ya sé que no tengo ni idea del idioma, pero aprendo
rápido, conseguiría un trabajo de lo que fuera, nos alquilaríamos un pisito
pequeño para ir tirando; seríamos realmente felices...al fin mis manos sirven
para algo más que para arreglar coches, como predijo mi padre...yo...



-Espera-dijo el castaño-eso es maravilloso! Por qué no me lo
dijiste antes? Pero-dudó un segundo- has dicho nosotros. Yo que pinto en
Holanda? De qué hablas?



-Te lo prometí pequeño...te sacaría de aquí-dijo el mayor
admirándolo, tan frágil, con aquella piel desnuda- por eso...-no sabía cómo
explicarlo, pero siempre estuvo ahí, desde niños. Sintió el deseo o necesidad
de cuidarlo, de acariciarlo, de besarlo, protegerlo del mundo-por eso...



Tiró el cigarrillo medio consumido al suelo y avanzó hasta un muy
sorprendido Joel. Lo tomó a la altura de los hombros y lo estrechó contra su
cuerpo. Una mano fue bajando hasta quedarse abrazando la piel a la altura de
los riñones y la otra se perdió entre su mata de pelo.



El castaño se quedó muy sorprendido y lo único que era capaz de
percibir era el aroma a cuero que emanaba la cazadora de su amigo y el calor
que desprendía el cuerpo de este. Perdió la noción del espacio y del tiempo y
antes de poder poner orden en su cabeza sintió como los suaves labios del mayor
se posaban, más bien apresaban los suyos, primero tiernamente, luego con
desesperanza y una lengua se abría paso entre ellos, pidiendo permiso para pasar.



Como en trance, se dejó hacer mientras su compañero exploraba el
interior de su boca, jugando con su paladar, su propia lengua...sólo entonces
reaccionó. Y de la peor forma posible...le empujó lejos y se limpió la boca con
el dorso de la mano.



-PERO QU… DIABLOS HACES!?!?? -dijo asustado- te has dado cuenta de
esto? Somos hombres, joder! no me gustan los hombres, no me gustas tú!!!! me
repugnas!!! como se te ocurre, maldita sea????



-...-el moreno se tocó la boca, nunca pensó las consecuencias que
tendría ese beso, pero lo que jamás pensó era que su amigo, su pequeño, iba a
reaccionar de ese modo-...te repugno?-preguntó al fin.



-JODER, SI!-no pensaba lo que decía-querías llevarme contigo para
ESO? No, no...NO!!! No quiero volver a verte en mi vida!!! Me entiendes?
Nunca!!!!



Dylon se quedó estático, lo único que se oía era los jadeos de
Joel, ahora sonrojado y enfadado.



-Está bien-repuso-en todo caso he venido para despedirme-sus ojos
se habían opacado, vuelto fríos y de un azul oscuro como ese cielo de medianoche-perdona
por haberte malinterpretado...sólo quiero tu bien.



El castaño apretaba los puños a una distancia considerable del
otro, olvidando su desnudez y el frío cortante que azotaba sus brazos.
Realmente había sentido algo hacia unos instantes y se fustigaba mentalmente
por ello. Pensaba en su familia, en los problemas que le traería que
descubrieran algo así. Prefirió el camino fácil. Casi se le rompió el corazón
cuando le pareció ver una pequeña lágrima escapando de la pupila del moreno,
que corría silenciosa y oculta por un bucle azabache, que el más alto no se
inmutó en esconder.



-Como comprenderás-siguió-esto es un adiós. Siento haberla cagado
de esta manera, de verdad lo siento. Siempre has sido muy importante para mí.
Quería decirte que mañana me voy, ya no tengo nada que me ate aquí-un
suspiro-quiero que seas feliz, entendido? Adiós, Joe...Joel. Me hubiera gustado
que las cosas fueran de otra forma...en serio. Adiós.



El castaño sólo fue capaz de asentir, aún manteniendo el ceño
fruncido. Sabía que aquella era la última vez que volvería a verle y le observó
caminar vencido desde su posición, sus puños apretados, hasta que se perdió al
final de la calle, entre las sombras.



Pasó un momento hasta que se dio cuenta de que una de su muñecas
chorreaba sangre. Se estaba clavando las uñas. Sólo entonces permitió que sus
lágrimas surcaran amargas una larga carrera por su rostro...



Habían pasado dos años después de aquella noche y desde entonces
su vida había dado un giro de 180º. Apenas sonreía, dejó todas sus actividades,
pasaba todas las tardes en casa, había palidecido y unas manchas moradas
parecían tatuadas debajo de sus orbes. Era un fantasma.



Se encerraba en su cuarto a la espera de que sonara el teléfono.
Una llamada, una carta, lo que fuera...hacía tiempo ya que se hubo decidido a
saber de Dylon, aquella incertidumbre lo carcomía. Pero no tenía nada: ni un
número, ni una dirección. Cuando fue a su casa sus padres le cerraron la puerta
en las narices, estaba claro que sabían mucho menos que él, nunca se había
despedido de ellos.



Sus noches eran peores...los sueños, los recuerdos de aquella vez
carcomiéndole por dentro. A veces, soñaba que él venía a buscarlo, se besaban y
nadie podía separarlos; Dylon estaba allí...pero al amanecer los primeros rayos
de sol se lo arrebataban y despertaba entre gritos y soledad...



Esa era una de esas noches. Su piel se pegaba a las sábanas y un
calor sofocante le oprimía el pecho. Daba vueltas y vueltas en la cama,
ahogándose en su propia angustia. Hasta que una...dos...tres piedras golpearon
la ventana de su cuarto.



Como un resorte se levantó. Se apartó el flequillo sudado de su
cara y se frotó los ojos. Esa escena le recordaba demasiado a una ya vivida.
Temeroso, se acercó descalzo a la ventana y lo que vio desde ella le dejó sin
aliento.



Su moreno, apoyado en el columpio del jardín, sonriéndole como
siempre. Creyó derretirse en el sitio. No abrió la ventana, sino que tocó el
cristal, como con miedo a que aquella imagen desapareciera. Dylon, con un
movimiento de cabeza le apremió para que bajara. Así lo hizo. Sin ningún
cuidado bajó corriendo las escaleras, vestido únicamente con el pantalón de un
pijama a cuadros.



Cuando salió al jardín, el frío le erizó el vello de los brazos,
pero no le importó. Jadeante, llegó hasta el moreno que le esperaba con una
sonrisa tierna en los labios.



-Dylon...lo siento. Te he echado tanto de me...-dijo el castaño,
legando a su altura.



-Sssh-contestó el mayor poniéndole un dedo sobre sus labios-me
falta sólo una cosa para sentirme completo...y no me marcharé hasta poder
llevármela conmigo.



Al castaño se le saltaron las lágrimas. El mayor se acercó
lentamente y las limpió con sus labios, al tiempo que lo abrazaba por la
cintura y por el cuello, apretándolo contra él. Buscó con ansia los labios del
pequeño y los atrapó en un tierno beso al tiempo que callaba así los sollozos
de Joel. El menor estaba intoxicado por el aroma a cuero y café que emanaba
Dylon y no tardó en corresponderle con pasión. Esta vez fue su lengua la que
pidió el permiso a los labios del moreno para entrar a su boca. Un momento
después ambas lenguas estaban inmersas en una batalla campal en la ninguna
parecía que iba a rendirse.



Joel pasó sus brazos alrededor del cuello del moreno y se apretó
más a su cuerpo. Ambos encajaban perfectamente. El mayor bajó un poco más la
mano hasta la parte más baja de los glúteos del chico y lo levantó en el aire.
Al comprender lo que pretendía Joel le facilitó el camino enredando sus piernas
alrededor de su s caderas, sin romper el beso, quedando totalmente a su merced.



Casi a trompicones, el mayor fue caminando con Joel en brazos
hasta la parte trasera de la casa, hacia el pequeño cobertizo donde el padre
del chico guardaba las herramientas y los aparejos de jardinería.



Con desesperación lo empujó bruscamente contra la pared de la
pequeña construcción, haciéndola retumbar. El menor se rió por lo bajo y apoyó
la espalda en la pared mientras se acomodaba en las caderas de su amante,
apretando las piernas en torno a este, que se inclinó lo suficiente sobre sí
mismo como para romper el abrazo y quitarse la cazadora y la camisa.



El pequeño suspiró extasiado cuando ambas pieles se rozaron sin la
molesta ropa de Dylon. No podía creerse que toda esa belleza fuese para él. El
mayor lamió las últimas lágrimas de las orbes del chico, que se habían secado
en sus mejillas y le daban un gusto salado a su piel.



-Te amo-susurró Joel a su oído mientras acariciaba su espalda y
daba lametones a su lóbulo, de cuando en cuando una pequeña mordida, que para
gusto del menor, arrancaba gemiditos de la boca del ojiazul.



Dylon paró un segundo para mirar las pupilas dilatadas por el
deseo del pequeño y tomar su cara con ambas manos-lo sé, mi pequeño Joe. Yo
también te amo, jamás voy a dejar que te me escapes de nuevo...



-Nunca-escuchó de los labios del castaño antes de retomar su tarea
en darle placer al menor.



Repartió una capa de besos por el pecho del pequeño, que trataba
en vano de reprimir sus gemidos, retorciéndose entre los brazos musculosos del
moreno. Dylon siguió lamiendo y besando su cuello, mordiendo su
clavícula...bajó un poco más hasta los pectorales de Joe y repartió besos en
cada una de sus tetillas, lamiendo en círculos sus pezones, mordiendo con
cuidado de no dañar a su pequeña joya.



Hizo fuerza de voluntad para despegarse de ese sabroso cuerpo que
tenía entre sus brazos para atender la creciente erección que intentaba
sobresalir del pijama de su pequeño. La acarició por encima del pantalón,
provocando espasmos de placer en el cuerpo de Joe.



El chico sintió como el mayor le posaba en el suelo con
delicadeza, al tiempo que unas manos acariciaban su cintura y bajaban
lentamente sus pantalones, liberando la pesada carga que llevaba entre las
piernas, a la espera de ser atendida.



Vio entonces como el moreno dejaba un casto beso en su labios y se
arrodillaba frente a él, quedando su rostro a la altura de su miembro. Después
de dedicarle una sonrisa pícara el mayor se dedicó a besar la cabeza del
miembro del menor, que jadeaba acariciando la melena azabache del otro.



Después de dar unas tiernas lamidas alrededor de esta metió el
miembro de Joel en la boca y comenzó a succionar de manera rítmica y profunda,
haciendo que los jadeos de Joel se convirtieran en gritos.



El castaño ciñó sus manos a la cabeza de Dylon con los últimos
espasmos de placer antes de la culminación.



-Dy-Dylon...mi amor...esto es un sueño...un sueño...



Los primeros rayos de sol de la mañana escupieron a la cara a
Joel, que despertó con un jadeo y sin comprender. Desorientado, se sentó en la
cama y se quedó mirando por la ventana. Cuando entendió se le rompió el corazón
y toda la felicidad de su corazón se vino abajo.



-Un sueño...



Descorazonado, bajó corriendo las escaleras. En la casa, todos
dormían aún. Dejó la puerta abierta y corrió sobre el césped húmedo de rocío.
Afuera no había nada. Sólo el vecino que había sacado a pasear su perro pastor,
ni siquiera se dignó en saludarle.



Puso su vista en el columpio, quieto. Miró hacia la parte trasera
del jardín y fijó la mirada esta vez en e cobertizo de las herramientas. Sentía
su corazón rompiéndose en mil pedazos. Todo había sido tan real...



-Sólo ha sido un sueño...-se repetía mentalmente una y otra vez.



Vencido, recordó la última vez que había visto a su moreno,
bajando la calle hasta perderse en el horizonte. Sólo entonces se dio cuenta de
que no había podido ser real. Su ropa, era la misma que llevaba aquella noche,
tampoco había cambiado nada físicamente desde la última vez, hacía justo dos
años. Era su alma castigándole por mentirse a sí mismo y dañar al que había
sido una vez su mejor amigo, su hermano...el único amor de su vida.



Y se lo imaginó sentado ante el piano de ese conservatorio
holandés, en trance, tocando una melodía hermosa. Quizá ya le hubiera olvidado,
quizá ya alguien había ocupado su lugar...ni una dirección, ni un teléfono...



…l ya no volvería jamás. Demasiado orgulloso, demasiado dañado.
Por su culpa.



Joel comenzó a sollozar, ni siquiera se dio cuenta cuando las
lágrimas empezaron a caer por sus mejillas. Sus piernas le fallaron y cayó al
suelo. Comenzó a balancearse adelante y atrás, sintiendo como un agujero negro
brotaba en su pecho consumiéndole. Ni siquiera le importó que hubiera alguien
mirando, ni siquiera le importó cuando el automático de los aspersores se
disparó y de pronto se vio calado de pies a cabeza. Ya no importaba nada.



-Un sueño...nada más que un sueño...



  



FIN



 



N. de autora: si han tenido la paciencia de llegar hasta
aquí estoy gustosa de recibir críticas y comentarios, sean del tipo que sean.



 



A tod@s, gracias!!!


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