Real
Por Syry
Capítulo único.
Fanfic Original. Todo este universo me pertenece, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. NO PLAGIES, inventa.
Notas: Este es un sencillo One-Shot que pretendía ser más pero no se pudo. Escrito en mi cuaderno de matemáticas, lleva unos meses esperando ver la luz, y lo hace ahora, que me conseguí el tiempo de transcribirlo. Besos.
xXx
Toda historia tiene un principio. Algunas un final, más certero o incierto. Pero mi historia, no narra mundos fantásticos, ni grandes males, ni romances tórridos y apasionados. Mi historia es una normal, real, de un amor. Un amor que no nació de la nada. Un amor que se probó tantas veces que a muchos les parece empalagoso e innecesario. Es un amor que ha sido lo mejor de mi vida. Pese a lo complicado.
Estoy enamorado de un inválido. Sé que no es malo, realmente le quiero con todas mis fuerzas. Es paralítico de cintura para abajo, es decir, no siente ni siquiera cuando quiere evacuar. Yo soy su enfermero. Fue así como le conocí. Su hermana me contrató para que viviese con él y le cuidase las veinticuatro horas del día, le cambiase de pañales, le hiciese de comer, acomodara la casa, esas cosas rutinarias.
Se llama Pedro García. Una noche mezcló coca, éxtasis y alcohol, cogió el coche en un estado de paranoia y se estampó contra un camión provocando una cadena de accidentes. Si hubiese salido ileso, a parte de un milagro, sería un infierno, iría a la cárcel hasta su muerte. Ese día murieron dieciocho personas, de esas cinco eran niños pequeños de no más de ocho años. Veinte personas fueron heridas de gravedad. El paga su culpa en una silla de ruedas eterna.
Cuando le conocí, todo era reciente, su humor era cambiante, voluble, arisco. Me mandaba como si fuese un esclavo y me ponía pegas para que le cambiase, o le bañase. Resultó ser tímido, y su posición no ayudaba. Poco a poco, nos hicimos el uno al otro y comenzamos a ser amigos. En una de nuestras pequeñas ‘fiestas de domingo' donde veíamos pelis porno y bebíamos algo de alcohol, me confesó que era gay, y que lo peor del accidente era no poder enamorarse ni hacer el amor.
Extrañamente, no me causó asco, más bien, entre la peli y su confesión, mi erección pulsó dolorosamente. Olvidé aquella noche, más bien la oculté. Todo siguió normal, pero empecé a sentirme raro, agradablemente extraño a su lado. Mi experiencia en el amor era nula, por eso tardé en comprender que me había enamorado, y lejos de asustarme, se lo confesé un domingo, tres meses después de la confesión.
Sus ojos, ¡Dios, sus ojos!, aún recuerdo como brillaban. Quiso lanzarse a besarme, pero no pudo, y me senté en sus piernas, besándole como si se me fuese la vida en ello. Llevaba un año sin practicar sexo, y mi virilidad quiso alzarse, chocando contra el estómago de Pedro, quien rió dentro del beso, antes de proponerme ir al dormitorio.
Esa noche entré en él, sin prepararle. No se quejó, sólo suspiró y se apoyó en mis hombros, besándome cuanto podía. Me vacié en su interior, extasiado, sin caer en la cuenta de que ni siquiera se había excitado. Levanté la vista, avergonzado, pero él me tomó la mano y la puso sobre su corazón.
- - "Eso es lo que importa. Es mi corazón quien te desea, se excita, y te ama locamente. Siente como late desbocado. Sólo tú lo logras".-me dijo, estremeciéndome de pies a cabeza. ¡Cómo le amé en ese instante!.
La vida no es rosas, y pronto surgieron asperezas. Empezamos a dormir juntos, cada quién con sus manías, y era un caos. Peleas que terminaban con un delicioso orgasmo y pena para mí, y un beso y un abrazo para Pedro. Al poco, comencé a sentirme culpable y lo discutí con él. Ya no más sexo que sólo yo disfrutaba.
Seis meses después de esa decisión, su hermana nos sorprendió con que me despedía, por haber violado a su hermanito. Él me defendió con uñas y dientes, y así se distanció de su única familia sanguínea. Pero el amor venció, en un día a día eterno, fabuloso e innegable.
Un día, Pedro me sorprendió con una proposición: Ir una vez al mes a un prostíbulo para descargar mis deseos más salvajes, humanos, y bajos. Yo me negué, le amaba a él, pero me convenció, con sabias palabras. Sólo un trato: Que no fuese hombre y que no besara otros labios.
Así empezó un ritual que odio y amo por igual: una vez al mes, poseo a una ramera, intentando ver en la profundidad de sus ojos los ojos de mi amor. Cerrando los ojos lo consigo. Nunca he besado a nadie más, ni amado tampoco. Él es mi luz, y mantuve mi promesa, incluso cuando la fantasía superaba la realidad y creía que era a él a quién poseía.
Él lo sabía. Y yo. Lo nuestro no era habitual, cada vez que me besaba, era como si creyera que iba a ser la última vez. Esperaba que me fuera de su lado, hacia un amor que me diese todo lo que él no podía, sin darse cuenta que me daba más de lo que pedía. Sólo con una de sus sonrisas, es capaz de competir con el sol, y soy un bobo enamorado de su risa. Pero su seguridad en él mismo es nimia, no sabe comprender que la silla de ruedas no dificulta mi amor. Lo aviva, y no por lástima.
Llevamos juntos veintidós años ya, ahora tengo cuarenta y ocho, soy maduro, tengo experiencia y he vivido muchísimo. Y no hay nada de mi pasado que desee cambiar. Hoy día sigo con él, sigo cuidándole, y le amo más que el primer día. Porque no es un sueño, es Real. Le amo, y él para mí es mi razón de existir. No hay nada que desee más.
No sé si os he aburrido con mi historia, resumida y brevemente explicada. Sólo sé que para mí siempre será hermosa. Porque narra nuestro amor. Hoy es nuestro aniversario, y como regalo, le he comprado un dije con nuestra foto y nuestros nombres gravados. Y una pequeña dedicatoria.
"Amador y Pedro. 1959"
-"Porque nuestro amor siga durando. Porque es Real. Te amo"-
FIN
-*- Copyright -*- Susana, Syry, Murcia.