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Rosa de Cristal por Dayna Kon

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Notas del fanfic:

Suki na mono wa Suki Dakará Shôganai!! o Sukisyo!!/Sukisho!!, pertenece a Sawaki Riho-sama (*0* a quien admiro y respeto con fervor *0*) 

                                                                                                                                                                                                         Rosa de cristal: Otra idea de mi sukisyera cabeza X3 y...creo que les es obvio que el nombre de los países es de Rozen Maiden *0*, pero siguen siendo kanjis, ¿o no?

...Dayna Kon´s/Nao´s Fics marca registrada XDD

NOTA: Este fic tendra un muy gran númer0o de capítulos y como soy yo XD cada capitulo sera largo. Si eso les incomoda es momento perfecto para arrepentirse de leer esto y de salvar a sus cerebros.

Notas del capitulo:

Es un fan fic que se me ocurrio...¿por qué?, no sé X3...es otra de mis porquillerias...así que si quedan traumatizados por leer cosas de ...este calibre... no me demanden Ó_Ó...Es mi primer fan fic AU n_nu... no esperen mucho de mí.

 

En la antigüedad cada lugar del mundo era gobernado por un rey, una reina, y al final siempre había un príncipe o una princesa. Condes, vizcondes, duques, varones, marqueses, soldados, tenientes, comandantes, sargentos, cabos, alférez, generales, brigadieres, caballeros, pajes, escuderos, doncellas, servidumbre, trabajadores, rebeldes y mendigos; eran personajes presentes en el mundo de la monarquía. Reinos en guerra, conflictos aristocráticos, conflictos con el clero, rebeliones a la corona, matrimonios acordados y fiestas de sociedad; eran escenarios presentes en el mundo de la monarquía.   

 

En la actualidad las cosas son diferentes; la mayoría de los países son gobernados por políticos elegidos por el propio pueblo. Pero a pesar de que la tecnología a avanzado, tanto como las formas de gobierno, muchos países sigues siendo dirigidos por esas antiguas costumbres. En la época actual esos países solo son diferentes a la antigüedad en el avance de su tecnología y en sus ropajes cotidianos. 

 

Uno de esos tantos reinos de antiguas costumbres es Barasuishou, cuya historia cuenta:

 

 En el siglo XII tres barcos fueron despedidos de tres distintos puertos, cada barco de un país diferente; Inglaterra, Holanda y Japón.

 

Los tres, quizás por azares del destino, desembarcaron en la misma tierra virgen; no había una sola persona en toda el área.

 

Sin poder averiguar que barco había llegado primero... los tres países decidieron independizar a esa tierra, en forma unida, la cual nombraron como "Barasuishou"; dado el nombre de dos de los barcos; "Rosse" -en inglés- ó"Rosa" y "Cristal", el nombre del barco holandés. Para honrar al país del sol naciente; esos dos nombres fueron unidos como "Barasuishou", cuyo significado, en japonés, quiere decir: "Rosa de Cristal".

 

Con el paso de los años Barasuishou prospero; cada nación se encargo de colonizar, distribuidamente, a su manera. Mientras Inglaterra construía majestuosas mansiones, iglesias, catedrales y un castillo, Holanda y Japón fusionaron sus culturas en términos de vegetación y de construcción de ciudades; en algunas áreas se podían encontrar pequeñas ciudades con hogares de fachada exterior holandesa, en combinación con un interior a la japonesa.

 

Después de algunos conflictos, los tres países llegaron a barios acuerdos...

 

El gobierno y la iglesia serian manejados como en Inglaterra, Japón y Holanda, según las divisiones aristocráticas y clerasticas. Actualmente es una monarquía constitucional manejada por un parlamento.

La vestimenta militar y aristocrática, cuando menos representativa a la corona, sería de diseño inglés. 

La ropa usada por campesinos y servidumbre sería bellamente diseñada por mano holandesa.

La vestimenta japonesa serian kimonos utilizados durante festivales o celebraciones fuera de las festividades religiosas o aristocráticas.

La vestimenta usual podría ser de diseño holandés, japonés o ingles, el estilo dependía de la posición social.

Todas las casas de cada ciudad tendrían un interior japonés, que seria modificado según el paso del tiempo.

Algunos exteriores de hogares serían holandeses, esa característica sería determinada según la región donde prosperase más una vegetación holandesa.

Los castillos y catedrales de importancia serian de estilo gótico, dado que en ese siglo el estilo gótico empezaba por conquistar Europa.  

La vegetación en los jardines de mansiones, palacios, iglesias y catedrales serian una combinación de los tres países.

Los nombres de las ciudades deberían ser de flores, según de la flor que predominara en una los determinados limites de cada ciudad. Esta regla exceptuaba a la ciudades principal de todo el país. 

Celebraciones internacionales, las más destacadas de Inglaterra, de Holanda y Japón, serian el pilar base de festividades.

 

Aquellos estatutos fueron acordados, los tratos fueron sellados, cada término fue proclamado, y un nuevo reino fue engendrado.

 

 Ese es Barasuishou. Un país de escenarios monárquicos, un país de debates de fe y desacuerdos ente la aristocracia, un país en guerra con el reino vecino; Suigintou, cuyo nombre lleva por significado "lámpara de mercurio". No era muy diferente a Barasuishou, solo diferencian en el hecho de que los países en cuestión fueron: Inglaterra, Japón y Alemania, además del  trató de sus reyes asía su gente; Suigintou es liderado por un rey más frívolo y estricto, el rey Aizawa.

 

Mas sin embargo el conflicto de Suigintou y Barasuishou ha sido demasiado, la batalla lleva dieciocho años, poco después de que la esposa del rey Aizawa muriera al dar a luz a su primer y último hijo; el joven Nagase Kai. El rey Aoyama (el rey de Barasuishou) a pesar de su tiempo y dedicación a la guerra siempre tuvo tiempo para dedicárselo a sus dos hijos; el príncipe Sora de diecisiete años y el príncipe Sei de diez años.     

 

Lamentablemente esa guerra trajo consecuencia fatales para ambos reinos. Destrucción de tierra, muertes, aumento de pobreza, escasez, incluso la pérdida de dos reyes. En una de tantas confrontaciones de batalla tanto el rey Aizawa como el rey Aoyama perdieron la vida al momento en el que ambos atravesaron el vientre del otro con su espada. 

 

Pero la guerra aún no termina, las batallas en las fronteras siguen en pie, la esperanza de ver llegar el fin sigue despierta, el deseo de poder y el deseo de paz aumentan. Ahora los reinos han de caer en las manos de los primogénitos...

 

En un majestuoso palacio de arquitectura neogótica victoriana; un palacio de nombre "castillo de cristal",  nombre dado a la ciudad donde fue construido (ciudad cristal). El día era triste y nostálgico, era el tercer día de enero, apenas la noche anterior el cuerpo de del rey Aoyama Hashiba había sido traído desde el campo de batalla; esa mañana era su ceremonia de entierro en los jardines del palacio; jardín amplio y de un diseño parecido al jardín de Boboli en Florencia, Italia. El día era nublado, de aire fresco, había algo de nieve esparcida por los suelos, de los árboles de cerezo se desprendían algunos botones acorde a la dirección del viento, de no ser por el triste momento, y que todos vestían de negro, aquella hubiese sido una escena de inusual belleza.

 

El príncipe Sora, un encantador muchacho de cabellera rebelde y azul como sus ojos, tendía su mirada dolida sobre el ataúd de roble fino con vivos de oro puro y el escudo real de los Hashiba grabado de frente; una rosa roja de hojas de plata y pétalos de oro con una gran "H" situada en la parte media.

 

-Jamás pensé perderlo tan pronto y mucho menos de esta forma- se dijo así mismo el príncipe de los ojos celeste, con un semblante que expresaba dolor.

-Es una perdida lamentable.- se le acercó un general uniformado de cabellos oscuros. Minato Shinichiro había sido durante toda su vida fiel a la corona de Barasuishou, general de división absoluta, caballero del reino, mejor amigo de su majestad y el cuidador de Sora cada vez que el rey debía partir a los campo de guerra a un combate privado con el rey de Suigintou, en uno de esos tantos combates fue donde perdió la vida -Supongo que entenderás que ahora tu deber será el de asumir una enorme responsabilidad.

-Lo sé- Sora observo a su madre cubierta por un vestido negro, elegante y abombado, a su lado el pequeño Sei, quien la abrazaba -pero...¿cómo hará mi madre que tomé estos deberes, nii-chan?

-No sé como lo tenga ella en mente. Pero tu obligación es asumirlos; por el reino, por tu familia, por ti y por la memoria de tu padre.

-Estoy seguro de que desempeñara su cargo de una forma maravillosa- dijo una tercera voz, cuyo dueño era un hombre de cabello castaño y poseedor de unos hermosos ojos azules, Kai Nanami; el actual médico de Ciudad cristal, caballero del reino y teniente coronel semí retirado; volvía al campo de batalla únicamente cuando se trataba de una situación de emergencia, por lo general desempeñaba su labor militar desde una basé. Hablando en términos de amistad; conocía a Shinichiro y al difunto rey desde su tierna infancia.

-Nanami...supuse que vendrías- lo miró Minato.

-Por supuesto; todos los aristócratas, la iglesia y militares estábamos obligados a venir- pausa -pero mi razón es la misma que la tuya: todos los Hashiba siempre han sido muy importantes para mí. Acabo de hablar con Kasumi-san y Sei-kun.- el teniente coronel dirigió su vista a la familia que aún le quedaba a Sora. Su madre; una bella mujer rubia, de ojos celeste, y su pequeño hermano, la viva imagen de Sora cuando niño; únicamente su piel y cabello eran un poco más claros y de su melena azul se asomaban dos cabellitos inpeinables. 

-Y ahora... ¿cómo crees que sea todo?- preguntó Shinichiro, quien parecía olvidar que Sora estaba presente, cosa que no era rara cada vez que tenían a Nanami cerca.

-Me temo que no debemos esperar buenas noticias. Creí que con la muerte de Aoyama y de Aizawa-san la guerra cesaría pero... pero no supuse que Nagase-kun querría seguir con esto; inevitablemente lleva la maldad de su padre en las venas.

-Descuida, tomare el mando en el campo de batalla junto con Sora, tal y como se lo prometí a Aoyama- rodeó los hombros del pelicastaño, con un brazo -no dejare que le pase nada ni al reino, ni a los Hashiba, ni a ti.

-...-las mejillas del médico se sonrojaron ante el tacto y las palabras de su superior -gracias, Shinichiro-san- se quito el brazo de encima. El pelinegro odiaba cuando Nanami terminaba su nombre con una expresión de respeto; eso solo significaba que la tensión corría por el cuerpo de su amado secreto. Los azulados ojos del teniente coronel Kai se dirigieron asía un punto especifico entre barios presentes y supo que debía ir a él -mis más sentidos pésames, Hashiba-kun- se fue.

-Deberías ser menos aventado y más obvio, nii-chan- por fin habló Sora.

-¿Por qué dices eso?

-Nanami-chan siente la tensión cuando te le pones cariñoso, pero nunca se ha dado cuenta de tus sentimientos por él.

Y era verdad; desde que Sora conocía a Nanami, Shinichiro siempre había estado enamorado de él. Al príncipe le incomodaba eso un poco; su madre le había enseñado durante toda su vida una cosa bastante especifica: "personas del mismo sexo no son compatibles en el amor"; pero no era su vida, no era su problema.

 

El peliazul posó sus brillantes ojos sobre el punto fijo al que había ido Nanami, ese punto fijo era una persona: una bella joven de cabello largo sujetado por un listoncito rojo, ojos rosa pálido como la cabellera, de piel pálida y tersa <>, a su parecer. Era muy joven no podía ser militar, permitía resaltar demasiado su belleza como para ser de la iglesia, sus ropajes eran "comunes", era una doncella. Pero...¿qué hacía ahí?, los aldeanos no tenían permitido entrar a la ceremonia a menos de ser trabajadores del castillo o ser acompañados por algún invitado; debía venir con Nanami.  

 

-¿Quién es ella?- preguntó el peliazul, esperando que el mayor supiera la respuesta.

-...-Shinichiro observó a la joven -no lo sé, nunca la había visto -se volvió para ver esos celestes ojos perdidos en la belleza de aquél delicado cuerpo- parece ser que el pequeño príncipe se ha enamorado.

-¡No digas eso! -se sonrojó apartando su vista de la chica- sólo pregunte porque me llamo la atención.

-Es bastante bonita -calificó. Paresia haber leído los pensamientos de Sora.

 -Sí... ¡oye!, eso a mí no me importa.

-Como digas -sin prestarle la más mínima importancia se dirigió a donde el pequeño Sei.

 

Hashiba no podía quitar sus ojos de la joven. Jamás había visto una belleza similar, era más hermosa que cualquier princesa, doncella o hija de aristócrata que había conocido a lo largo de toda su vida.

 

-Sora-senpai -llamó su atención Gaku, acompañado por Matsuri, Yoshihiro, Shina y Kitamura; todos vestían elegantes ropajes negros, era lo que menos se podía esperar de los hijos de los vizcondes y el conde mas importantes de todo Barasuishou.

-Hola -saludó su voz afligida, como respuesta al jovencito de cabello y ojos azul marino, mas su atención aún se posaba en  otra dirección.

 

Yoshihiro les hizo una señal a los dos pequeños dándoles a entender que fuesen con Sei en ese difícil momento, estos obedecieron.

 

-Sora...escucha;- irrumpió el más alto; un muchacho de ojos verdes y una cabellera larga de color rubio- veníamos a darte el pésame, se que este es un momento muy duro para ti y tu familia; que tu padre este muerto -por lo general Matsuri era excesivamente vivaz y alegre a si que el don de la delicadeza y la prudencia no eran algunas de sus virtudes- pero estamos contigo y... ¡ey!, ¿me estas escuchando? -el rubio dirigió su mirada hacía donde veía la de Sora- vaya, vaya, parece ser que nuestro príncipe esta enamorado de una bella doncella.

-¡Matsuri! -las mejillas del ojiceleste volvieron a ser rojas al apartar su mirada de la muchacha- ¿podrías no joderme ahora?

Honjou saco su cámara y tomó una fotografía de la chica- cuando la revele te la daré como regalo de "pésame".

-Nunca me lo espere de ti, Hashiba-senpai -se le dirigió el de ojos amarillentos, Yoshihiro. Tanto él, como Gaku,  siempre habían tratado a los jóvenes mayores como sus "senpais", fuesen o no de un grado superior a ellos.

-Hano, ¿tú también? -la mirada que Hashiba le lanzó a Matsuri simplemente decía una cosa <>- ella no me gusta.

-Pero no puedes negar que es una belleza de criatura.

 

Al oír tales palabras salir de la boca de Matsuri volvió a dirigir su mirada asía la pelirrosa; era bella, sin duda hermosa, su sola presencia opacaba a las demás presentes e hipnotizaba al joven. Los rosados ojos de la dueña de su atención se percataron de las miradas acosadoras por parte del peliazul. Se miraron a distancia, fijamente por unos segundos, parecían estar contemplando la belleza mutua que habitaba en sus ojos, mas la muchacha termino por voltear la cabeza en señal de furia. Aquél imprevisto movimiento dejo confundido al príncipe.

 

-Cielos, pues... ¿qué le hiciste a esa chica, Sora? -Matsuri había notado el acto de la mujercita.

-¿Yo?, nada, ni siquiera la conozco.

-Mmm... lo más probable es que no le haya gustado tu corte desarreglado, tu cara de "soñando despierto" o que simplemente no le guste el color azul.

-¡Matsuri! -lo tomó de la camisa amenazando con golpearle.

-Pues ahora que lo dices... Sora-senpai si tiene cara de torpe -Ichikawa lo inspeccionaba de cerca. El comentario no había agradado en nada al aludido.

-¡¿Qué dijiste?!, ¡repítelo! -ahora era a Gaku a quién tomaba de la camisa en una pose amenazante.

-No le hagas caso a Gaku-chan, Hashiba-senpai -interrumpió Hano- no necesariamente deba ser eso. Talvez ella sólo mal entendió tu mirada. Date cuenta que un chico en la edad de llamémosle "las hormonas" se le quede viendo a una mujer tan bonita como lo es ella. Lo más probable es que ahora crea que eres: "un pervertido acosador".

-¡NO SOY ESO!

 

Las cosas que decían sus amigos no eran en absoluto de su agrado, mas sin embargo no pensar en el angustioso momento era justo lo que él necesitaba.

 

La ceremonia se llevo a cabo y el rey fue sepultado en el mausoleo real de la familia Hashiba, tras haber sido llevado a una abadía, durante las horas de la tarde. Era momento de que el reino cayera en las manos del primogénito de la familia.

 

A la mañana del día siguiente se comentaba entre los sirvientes del castillo que la reina Kasumi solicitó la presencia del príncipe heredero, en una audiencia privada entre ellos dos.

 

La audiencia privada debía ser en, lo que llamaríamos, estudio personal del palacio; una habitación bastante amplia y elegante: libreros, repisas, mesa de té, escritorio y sillas de roble fino. Las sillas tenían asientos acojinados de color vino. Sobre la mesa de té había un pequeño mantel de ceda blanca y un juego de té victoriano,  "Susan garden", color perla de bordes ondulados en tonos dorados. En los libreros había pequeños adornos de oro y libros antiguos; desde las teorías de platón y secretos del alquimia hasta novelas de hace apenas un par de años. El suelo estaba cubierto por una alfombra que se extendía de pared a pared, de las paredes color cuarzo blanco  colgaban pinturas familiares, repisas que presumían bellas espadas y sables tras un cristal, una ventana de superficie arqueada con cortinas color hueso, y, finalmente, una excepcional representación de la pintura "Ofelia", del difunto pintor Ingles, John Everett Millais.

 

-Supongo que sabes para que te llame, Sora -dijo la reina sentada frente a la mesita mientras servia el té. Esta vez su vestido no era de luto, era elegante y abombado de color azul celeste, como sus ojos. De sus orejas colgaban pendientes de cristal negro que asimilaban la forma de una rosa. Entre la realeza de Barasuishou eso representaba el luto ante la perdida de un ser amado.

-Sí, pero no se con certeza que es lo que deba hacer -tomó una taza de té y bebió un sorbo.

-Ahora que tu padre no esta más con nosotros, tú debes hacerte cargo; el príncipe Nagase Kai, de Suigintou, no piensa detener la guerra y, según lo que mando decir con el soldado que trajo el cuerpo de tu padre, piensa tomar armas contra Barasuishou muy pronto. Por tanto no podemos arriesgarnos...

-¿Qué quieres decir con eso? -posó la taza de té sobre la mesa algo inquieto por lo que escucho.

-Barasuishou no esta en posición de arriesgarse a perder a su nuevo rey. Después de discutirlo con el parlamento de aristócratas, tomamos una decisión: Debemos asegurarnos de que en un lapso menor de medio año, desposes a una joven y tengas un heredero lo antes posible.

-¡¿Qué?!... No puedes pedirme eso, tengo diecisiete años, no estoy listo para casarme y mucho menos para tener un bebé. Ni siquiera creo que sea legal. 

-No tenemos otra opción, no podemos arriesgarnos a perder al rey de Barasuishou sin un heredero al trono. Si quieres ser el rey, como tu padre, debes ser más altruista.

-Creí que cuando moría el rey, el príncipe mayor, automáticamente, se convertía en el nuevo rey.

-Así es, pero el parlamento decidió detener  ese titulo como algo oficial, por lo menos hasta la coronación que será después de la boda.

-¿Y como esperan que haga eso?. Ni siquiera tengo novia.

-No te preocupes por ello -le entregó una fotografía- ella es tu prometida: la princesa Munakata Sakura, la segunda hija del rey Munakata del reino Zirconia.

 

Sora miró con atención la fotografía de aquélla bella jovencita de ojos esmeralda, cabello amarillo ceniza recogido en media cola, piel blanca aterciopelada y un fino vestido violeta. Su belleza era espectacular pero inevitablemente pensó en la chica de cabellos rosas, <<¿cómo podría ser que la belleza de una sofisticada princesa fuese opacada por una simple doncella?>>.

 

-Es muy hermosa y todo pero jamás he cruzado una palabra con ella.

-Sora... hablaste con ella cuando tenias doce años.

-¿Enserio?

-Sí, y al parecer le gustaste y esta de acuerdo con la boda.

-Grandioso por ella y halagador por mí, pero no me interesa.

-No es de que te interese o no, como futuro rey de Barasuishou tu deber es anteponer a tu gente antes que a ti mismo.

-Eso puedo hacerlo sin casarme con una princesita que conocí a los doce años, y de la que ni siquiera me acuerdo.

-Necesitas un hijo, el reino necesita un príncipe heredero en caso de que algo te llegase a suceder.

-Pero eso no es justo, no la amo, yo quiero casarme con alguien que me ame y yo a ella.

-Escucha; no voy a discutir contigo -suspiró- te propongo un trato: cuatro meses, te doy cuatro meses para que encuentres a una muchacha de la que te enamores. No me importa lo que sea; puede ser una princesa, hija de un aristócrata, una doncella de la ciudad, una sirvienta si quieres. Pero te enamoraras, un mes después de la fecha limite será la fiesta de compromiso y otro mes después te casaras con ella y tendrás un heredero. Sino encuentras a alguien deberás asumir tu deber y casarte con la princesa Munakata. ¿Estas de acuerdo?

-...Esta bien -accedió inconforme -pero... ¿con una chica?, yo...

-Claro que con una chica, ¿qué?, ¿acaso quieres que sea con un chico? -la reina se asustó de su propio comentario.

-No, por supuesto que no, eso es asqueroso.

-Eso me alivia. Dicho todo ya puedes retirarte, Sora.

-Sí, madre -pausa- mamá...

-¿Sí?

-Parece ser que sólo celebrar uno de los tres días del Hatsu-mode no nos fue efectivo -Sora salió del estudio sin permitir siquiera una respuesta de su progenitora.

 

La pregunta de Sora fue algo desconcertante para la reina; el Hatsu-mode era una celebración de origen japonés, una celebración que consistía en visitar alguna iglesia importante a comienzos del año (los tres primeros días para ser exactos) se expresaban los votos por la salud y bienestar de la familia. Ese año sólo habían podido celebrar el primer día del Hatsu-mode, pues el segundo día el rey Aoyama había sido solicitado por el rey Aizawa para una batalla y el tercer día fue el funeral. Aquel había comenzado como el peor año de sus vidas.

 

Un poco mas tarde, aún era de mañana, exactamente las 10:00. Unos muchachos de ojos celeste se encontraban en el jardín del palacio, el mismo jardín donde apenas ayer había sido enterrado su padre.

 

-¿Qué es lo que te dijo mami, Sora-niichan? -preguntó un pequeño príncipe, de nombre Sei; vestido ,al igual que su hermano mayor, por bonitos y elegantes ropajes.

-Sobre la carga que es ser rey.

-Y, ¿qué es lo que te tiene tan deprimido?

-Pues no es el hecho de ser rey, si eso es lo que piensas. Es el hecho de que tengo que casarme con una princesa.

-Eso no es depresivo; en los cuentos los príncipes se casan con las princesas.

-Sí, pero ellos siempre se enamoran de las princesas y yo ni siquiera recuerdo a mi probable prometida.

-¿Probable?

-Es que mamá dijo que tenia cuatro meses para enamorarme de alguna chica. ¿Cómo espera que consiga novia en tres meses si no he conseguido en diecisiete años?. No debería casarme siendo menor de edad, ni siquiera es legal. 

-Mmm... pues yo la verdad no sé, pero si se que la chica o el chico con quién te cases va a quererte mucho.

-¿Chico?

-Sí, ya sabes, podrías enamorarte de uno.

-Sei, no digas tonterías. Tú sabes muy bien lo que no ha enseñado mamá sobre estas cosas.

-Bueno... mami dice muchas cosas.

-No me digas que de verdad estas en desacuerdo con eso.

-Bien, si no quieres no te lo digo.

-...-suspiró- no debería de preocuparme mucho; eres aún muy pequeño como para entender las cosas -acarició la cabeza del infante.

-Talvez, o talvez tú todavía no has terminado de crecer -finalizó con una enorme sonrisa mientras entraba al castillo.

-Sei es bastante extraño -pensó Sora en voz baja al ver alejarse a su pequeño hermano.

-Para ser pequeño quizás sus ideas sean más maduras que las tuyas- se le acercó Shinichiro al joven.

-Nii-chan...¿de verdad crees eso?

-¿Qué?

-¿De verdad crees estar enamorado de Nanami-chan?

-Sora, se que toda tu vida has escuchado dos cosas por parte de tu madre: "personas del mismo sexo no son compatibles en el amor" y "lo que existe entre dos personas del mismo sexo, cuando deja de ser amistad, es sólo un gusto mundano, un gusto antinatural que jamás será amor". No quiero decir que tu madre sea una mentirosa pero... ¿nunca has pensado que sus ideas podrían ser erradas?

-Sobré eso no. Por algo será que Dios creo a un hombre y una mujer, y no un hombre y un hombre en los principios de la humanidad.

-Eso tiene sentido, pero date cuenta: cuando amas a una persona no te enamoras de su físico o de su modo de ser, te enamoras de su corazón.

-Bonito pensamiento pero preferiría ya no hablar de esto.

-Como quieras. ¿Qué te dijo tu madre?

-Que tengo que buscar esposa en cuatro meses y casarme en seis para tener un bebé con ella lo más pronto posible. -al joven príncipe le deprimía el solo pensar en perder su dulce adolescencia casándose con una princesa.

-Eso es bastante incomodo, a puesto que no te lo esperabas.

-No de esa forma.

-Te casaras antes de lo normal, pero, ¿qué tiene de malo?

-Que si no encuentro novia en cuatro meses voy a tener que casarme con una princesa que ni siquiera recuerdo haber conocido.

-Eso agravia la situación.

-Pero puede ser lo que sea: una princesa, una hija de aristócrata, una doncella o una sirvienta.

-Eso mejora la situación.

-¿Puedes dejar de hablar así?

-No me exijas nada, pequeño idiota -pausa- ¿supiste de lo ultimo que se ha comentado en ciudad cristal?

-No, he estado preocupado de cosas más importantes que de estúpidos chismes.

-Creí que te interesaría.

-¿Por qué?

-¡Good morning! -exclamó Matsuri dirigiéndose a los dos hombres en el jardín.

-Buenos días, Matsuri. -saludaron ambos a la vez.

-Sora, me dijo Sei-kun que vas a tener que casarte y que talvez sea con una princesa.

-Sí, es verdad.

-Y... ¿cuándo iremos a buscarte novia?

-¿Iremos? -preguntó en un tono indignante al hecho de que Matsuri se agregara solo a planes ajenos.

-Claro. ¿Quién mas puede ayudarte a conseguir una buena esposa que tu mejor amigo?

-Si el mejor amigo eres tú, puedo nombrar ahora mismo a unas diez mil mejores opciones.

-Ya enserio...¿cuándo buscaras una?

-Más tarde talvez.

-Sólo apresúrate que no habrá mucho tiempo.

-No sabes como me haces sentir mejor, Matsuri -le dijo con un tono de sarcasmo en sus palabras.

-...Apropósito, Sora, ya tengo lo que te prometí -le entregó una fotografía. 

Shinichiro miró la fotografía; era la imagen de la joven de ojos rosados, y dijo:

-Parece ser que después de todo nuestro príncipito sí se enamoro.

-¡Eso no es cierto! -gritó Hashiba tratando de desmentir lo dicho.- ¡yo no le pedí esa cosa a Matsuri!

-No estoy seguro de que se haya enamorado o no, pero no dejaba de verla -aclaró Matsuri.

-Ya cállate Matsuri -reprochaba Sora.

-Hablando de esa chica -interrumpió Minato- el rumor que corre  en Ciudad Cristal es sobre ella.

-¿Habla del rumor de "la doncella de los cabellos rosados", Shinichiro-san?

-Exactamente. Al parecer la belleza de esa muchacha no sólo capto la atención de Sora, sino también de varios presentes en el funeral; desde los sirvientes de palacio hasta hijos de aristócratas.

-¡No capto mi atención de esa forma! -Sora ya no quería que lo estuviesen martirizando más por tan solo una inocente mirada.

-Eso es lo menos importante por ahora, aunque te quisieras casar con ella, nunca la habíamos visto, significa que no es de Ciudad Cristal, quizás solo estaba aquí de paso. Pero... ¿cómo pudo entrar al funeral?.

Sora molesto por lo dicho se decidió a dar sus puntos de vista:

-Lo diré en orden: Número uno: no quiero casarme con ella. Número dos: cállense. Numero tres: pienso que Nanami-chan estaba con ella.

-Que raro, Nanami y yo somos amigos desde pequeños, ¿por qué nunca la había visto? -cuestionó Minato aquel argumento de una forma un tanto prepotente.

-Talvez sea como dijiste, Shinichiro-san, talvez sólo venía de paso a visitar a Nanami-san y él la trajo al funeral.

-¿Puedo saber que demonios nos importa esa chica? -intervino Hashiba- estábamos hablando de mí, de mi futuro, mi cargo, mi tiempo, mi boda.

-El mundo no gira a tu alrededor, Sora -dijo Shinichiro, aunque más que de una reprimenda, sus intenciones parecían de burla-  sí quieres un consejo; lo mejor que podrías hacer es dejar de lamentarte. Ser rey implica sacrificios propios por tu gente, no estarte lamentando por lo que quieres o no. Tu padre jamás lo hizo.

-¡Mi padre se casó estando enamorado de mi madre!

-¡Pero en ese entonces no había guerra, Sora!. Tu madre te esta dando cuatro meses de oportunidad, aún en contra de lo que acordó con el parlamento, lo mejor será que los aproveches en vez de pensar sobre el hecho de que podrías casarte con alguien que desconoces. Sí Dios así lo quiere encontraras a tu alma gemela en ese lapso de tiempo, y si no la encuentras simplemente piensa que las cosas pasan por algo. Tu deberás asumir tu responsabilidad... por el amor que tu padre te enseño a tenerle a tu reino y a su gente -Shinichiro entró al castillo.

El príncipe dirigió su mirada al suelo; odiaba esa situación pero no quería dejar a un lado todo aquello que desde muy pequeño le había sido inculcado.

-¿Sora? -dijo Matsuri notoriamente preocupado- ¿estas bien? -posó su mano sobre el hombro del príncipe.

Era natural que el rubio se preocupase de esa manera; él y Sora se habían conocido a los siete años en una fiesta de palacio, a la que sus padres, unos renombrados condes, habían sido invitados, desde ese entonces se habían vuelto muy buenos amigos pese a sus muy distintas formas de ser.

-Sí -afirmo aún con la mirada hacía el césped casi cubierto por la nieve.

-Mmm... -le tomó una fotografía- ¿sabes?; con esa inmovilidad y rostro afligido podrías ser modelo de una obra de arte.

-No fastidies.

-Si que debes estar mal -llevó las manos a su cintura, con una mueca de <> -se que es lo que te puede animar.

-¿Qué cosa? -lo miró desconcertado.

-Sólo sigue estas instrucciones: ve a tu cuarto, cámbiate con una de tus ropas de "típico adolescente", ponte un chaqueta y nos veremos en los establos.

-¿Qué estas planeando, Matsuri?

-Ya lo veras.

 

Sora no opuso resistencia ante las peticiones de Matsuri, era evidente que se trataba de otra de sus tonterías, de esas tonterías que era casi imposible sacarle de la cabeza.

 

El príncipe bajó a los establos donde ya lo esperaba Honjou, también vestido con una vestimenta típica de cualquier joven de su edad, mas la su chaqueta era de un tono verde jade.

 

-¿Esto era lo que tenías en mente, Matsuri?

-Sí, nada es mas tranquilizante que montar a caballo a las horas de la mañana -le entregó las riendas de un caballo de pelaje negro, cola y mechones grisáceos.

-No estarás hablando enserio.

-Claro que sí -Matsuri montó su caballo de pelaje café claro, cola y mechones de color negro.

-¿Y para esto teníamos que vestirnos así?

-Para que fuera más divertido pensé en que cabalgáramos fuera de los jardines del palacio, a las afueras de Ciudad cristal, y no creo que quieras llamar la atención, así que usaremos estos trajes, nunca nadie nos reconoce de todas maneras.

-Esta bien -montó al caballo. Sabía que Matsuri hacia esto únicamente porque estaba preocupado por él, y esta era su extraña forma de animarlo.

 

La razón por la que el caballo de Honjou estuviese en los establos del castillo era muy simple; Matsuri, al ser hijo de un Conde, tendía a viajar por todo el país. Pero por decisión de él, ya ofrecimiento del rey, desde los quince años vivía en el castillo, a diferencia del resto de sus amigos, que vivían en mansiones situadas en Ciudad cristal, pero gran parte del tiempo lo pasaban en el palacio.  

 

-Sora...si no llegaras a conocer a alguien que amaras, en esos cuatro meses, ¿quién seria tu esposa? -preguntó Matsuri tratando de saciar su curiosidad, estando ya a las afueras de la ciudad.

-La princesa Munakata Sakura, de Zirconia.

-Ah, la chica que conocimos a los doce años.

-¿Cómo puede ser que tú la recuerdes y yo no?

-Porque eres Sora; olvidar las cosas es una característica de tu persona. Oye, ¿qué pasaría con eso de que tienes que tener un bebé, si terminas enamorándote de un hombre?. Piénsalo: todo se vendría abajo. Debes alegrarte de tener un hermano que te supliría en ese caso.

-No tienes nada de que preocuparte porque yo nunca voy a enamorarme de un hombre, esos sentimientos no existen.

-A, sí, olvidaba lo cabezón que eras con respecto a ese tema. No deberías creerte todo lo que Kasumi-san te diga, podrá ser la reina, pero como cualquier ser humano podría estar equivocada.

-¿Por qué a todos les gusta fastidiar con eso?; primero Sei, después nii-chan, ¿y ahora tú? Odio hablar de esas cosas y lo sabes muy bien.

-Esta bien, no tienes que ponerte agresivo. Si quieres podemos hablar de otra cosa.

-Es preferible.

-...¿De verdad piensas continuar la guerra con Nagase-san?

-Que la continué o no, no evitara que el quiera tomar armas contra Barasuishou. Si no defiendo el reino sólo le haré más fácil atacarnos. Tengo que continuar la guerra y terminarla de una vez por todas.

-Mmm... no creo que la violencia sea la respuesta pero si es la única forma de detener todo esto te poyare.

-Gracias.

-¿El protocolo de batallas seguirá siendo el mismo?

-Sí, varios militares de Barasuishou y Suigintou están peleando en los limites. entre los países. El protocolo de batallas privadas, para mí, seguirá igual: para esos combates, entre los reyes, uno de los dos deberá retar al otro por escrito, y no pienso ser yo el que lo incite a tratar de matarnos.

-Buen pensamiento -pausa- Sora, ¿ya encontraron la daga de tu padre?

-No -dijo con un tono de melancolía-. No la han encontrado todavía -la tristeza de Sora se hacia notar un poco más. En la ultima batalla que el rey Aoyama tuvo con el rey Aizawa; la daga, que había pasado entre la familia Hashiba de generación en generación, había desaparecido. Sora, lo que más deseaba era encontrarla, aquella reliquia era uno de los tesoros materiales más valorados por su difunto padre, no podía permitirse dejar sin encontrar algo con un valor sentimental tan grande.

-Oye, ¿de verdad no te interesa saber quien es la misteriosa doncella de los cabellos rosados?

- Me importa muy poco quien sea esa chica. Ya lo dijo nii-chan: lo más probable es que sólo estaba de paso, lo más probable es que ya este en otra ciudad ahora.

-Y...sino lo estuviera, ¿la buscarías?.Quien sabe, podría ser ella tu alma gemela.

-No.

-Pero y si...

-Déjame.

-Pero...

-No.

-Pero...

-Cállate...

-Y si...

-No.

-¿y que tal...

-Muérete.

-Sora...

-¿Qué no te dije que te callaras?, ¿venimos a platicar de cosas que en lo más mínimo me interesan o venimos de paseo?

-Un tanto de ambas.

-Prefiero el paseo.

-Yo las dos -le tomó una fotografía- esta si estaría muy bien para vender entre las princesas e hijas de aristócratas que visiten el palacio. 

-¡Matsuri, deja de tomarme fotografías!

-¿Sabes por qué te abochornas? -preguntó esperando a que Sora respondiera algo interesante.

Sora se mantuvo callado.

-Te abochornas porque tú sabes que para ellas eres lindó, mmm... talvez sea porque te comportas como un niño o porque eres el príncipe.

-Cállate ya, Matsuri. 

 

Pasaron un par de horas de paseo. La equitación se les había instruido desde muy niños así que no era nada complicado cuando se proponían a competir sobre "quien cabalga más rápido", sin embargo, un error puede traer consecuencias. 

 

-Creo que ya deberíamos regresar al castillo -le sugirió e príncipe al hijo del conde.

-Esta bien, pero... ¿qué te parece una ultima carrera?. El primero que llegue al castillo gana.

-Bien.

-¡GO! -grito Matsuri y los caballos comenzaron a correr.

 

Matsuri ya iba bastante adelante cuando en un descuido, Sora perdió el control y cayó del caballo, el impacto fue tal que termino en una trinchera. El caballo siguió corriendo frenético por el susto.

 

Sora abrió lentamente sus ojos de color celeste, lo primero que vio fueron rayos de sol traspasando entre las hojas de un árbol, según su perspectiva estaba recostado sobre el césped y bajo un árbol. De pronto recordó el accidente; la caída del caballo, la carrera, la trinchera, y le surgió una pregunta <<¿cómo llegue aquí?>>.

 

-¿Qué hago aquí? -se preguntó asimismo con una voz ago débil. 

-Te encontré en una trinchera, ¿estás bien? -respondió una voz que extrañamente era calmante para el peliazul.

De repente era el rostro frágil y delicado de una chica de ojos rosados lo que veía en lugar de la copa del árbol, uno bellos ojos rosados clavados sobre los suyos.

-¿Estás bien? -volvió a preguntar la joven ante la ausencia de respuesta. 

-Eh...yo...sí, eso creo -se sentó sosteniendo su adolorida cabeza -muchas gracias -Sora miro a aquella persona detenidamente; su cabello y sus ojos eran rosa pálido, su piel era pálida y tersa, sus ropas eran informales. Era ella, la joven del funeral, "la doncella de los cabellos rosados".

-¿Pasa algo? -preguntó al percatarse de la extraña mirada en los ojos del príncipe.

-Tú... tú eres la doncella de los cabellos rosados.

-¿Doncella?

-¿Cuál es tu nombre?

-...Fujimori, Fujimori Sunao.

-¿Sunao?...mmm...ese es un nombre bastante extraño para una chica -afirmó Sora sin pensar que lo que dijo pudiese interpretarse descaradamente.

Sin decir nada Sunao soltó su puño contra la cara del peliazul de una forma bastante brutal.

-¡OYE!, ¡¿POR QUÉ DIABLOS HICISTE ESO?! -le gritó con una mano en la mejilla que había sido herida.

-¡Eres un idiota!

-¡¿YO?!, ¡¿Tú eres la que me golpeo sin razón y me llamas idiota a mí?!

-¡Eres un imprudente!, ¡no debes hablarle tan descaradamente a las personas, idiota!

-¡Y tú deja de llamarme idiota, niñita!

-¡Eres un idiota Y PARA QUE LO SEPAS, NO SOY UNA CHICA, SOY HOMBRE! -gritó Nao profundamente furioso.

Sora se mantuvo callado un instante, pero que le fuese soltado un golpe basto para detestar al pelirrosa. 

-¡¿Y cómo iba yo a saberlo?!, ¡¿Qué clase de chico tendría el cabello tan largo?! ¡El rosa no es un color ideal para un hombre!

Enfurecido, Sunao abalanzó otro golpe contra el príncipe.

-¡No hagas eso, idiota!

-Ya deja de quejarte, pareces un bebé. Ya todo esto: ¿Quién se supone que eres tú?
-Sora, mi nombre es Hashiba Sora. Y no puedo decirte que ha sido un gusto el conocerte.
-...-el pelirrosa abrió los ojos de golpe, mostrando su asombro y la carencia de prudencia que había tenido. Con la voz temblorosa continuo-: ¿H-Hashiba?, ¿t-tú eres el p-príncipe H-Hashiba?
-Sí.
En el rostro de Sunao se dibujó una expresión que decía <>-¡LO SIENTO, LE PIDO QUE ME DISCULPE!...yo no sabia...yo...este...DISCULPEME! -por el tono tan desesperado en la voz del muchacho, era claro que ignoraba por completo que la persona a la que había golpeado, creyendo dar su merecido por "impertinente", era el primogénito de los Hashiba, hijo del difunto rey, y por tanto heredero al trono de Barasuishou.
-Tranquilo -dijo Sora comprendiendo la situación- escucha: te agradecería mucho si pudieras ayudarme a volver a Ciudad Cristal.
-C-Claro -aceptó ayudándole a levantarse. El acto fue un tanto complicado; el peliazul tenía adolorido la gran mayoría del cuerpo, y había que considerar el hecho de que era más alto y pesado que el joven que le levantaba- ¿le duele mucho?-pregunto tras colocarse una mochila negra en la espalda.
-Bueno...quitando el hecho de que tengo dolido el cuerpo y de que me golpeaste brutalmente...sí...estoy bien -respondió al aferrar su mano contra uno de sus brazos, tratando de apaciguar el punzante dolor de una de sus heridas.
-¡Discúlpeme, discúlpeme! -puso sus manos en posición de ruego. Era natural que temiese; Nao sabia perfectamente que clase de castigo había para las personas que tuvieran un contacto brusco (físico o verbal) contra un aristócrata, y él había tenido ese contacto con el propio príncipe.
-Ya, ya, deja de hacer eso -pidió tratando de avanzar solo mas no le era muy posible.
-Déjeme ayudarle -dijo rodeándose los hombros con el brazo derecho del ojiceleste y sujetándolo por la cintura con su otro brazo libre; trato de ayudarlo a caminar.

 

Ambos se sentían un tanto incómodos de estar tan cerca sin siquiera conocerse, la cercanía provoco un leve sonrojo en sus mejillas del cual ninguno se dio cuenta. Pero pese a lo molesta que les fuese la situación, sus muecas demostraban discretamente apatía; pese a que Nao trataba de ser respetuoso porque el otro joven era el príncipe no podía evitar pensar que era un completo idiota, ni Sora olvidaría esos golpes y palabras tan fácilmente.

 

Treinta minutos fue el tiempo aproximado que tardaron en llegar hasta el consultorio, y hogar, del médico de Ciudad Cristal. Entraron por el jardín trasero abriendo la puerta corrediza de vidrio, sin siquiera llamar a la entrada, Sunao dejó sus zapatos en el tatami que daba al jardín, Sora los suyos  en mano. La suposición de Sora era correcta: ella, o más bien él, conocía a Nanami. 

 

-Nanami-chan, ya regrese -se escucho la voz del pelirrosa acercándose a la primera habitación a la entrada de la casa; el área del consultorio.

-Te tardaste más de lo que esperaba, Fujimori-kun. Comenzabas a preocuparme -respondió al llamado mientras se limitaba a escribir unas notas en una bitácora médica. 

-Bueno, ocurrió un pequeño percance en el camino -llegó finalmente a la pequeña habitación

Justo entonces el médico levantó la mirada.

-¿Hashiba-kun?. ¿Qué te ocurrió? -preguntó un poco exaltado al ver unos cuantos raspones en sus brazos, pequeños agujero en el pantalón y polvo sobre él.

-Me caí del caballo, rodé hasta una trinchera y termine por caer en ella.

-Siéntanle, enseguida te atenderé -Sora le obedeció mientras Nanami sacaba algo del alcohol y algodón de un estante- debo suponer que este es el pequeño percance en tu camino, Fujimori-kun.

-Sí -afirmó Sunao con una pequeña sonrisa, mas al analizar un poco añadió-: no entiendo, ¿ustedes ya se conocían?

-Así es, conozco a Hashiba-kun prácticamente desde que era un bebé.

-Nanami-chan -irrumpió el ojiceleste tratando de no gritar por ardor de el alcohol- ¿de dónde conoces a Fujimori?

-Lo conozco desde que tenia cuatro años; es el hijo de mi mejor amiga, Fujimori Suzume. Soy para él lo que Shinichiro es para ti.

-¿Cómo un hermano?

-No, yo pensaba más bien que Shinichiro es como tu padre sustituto y yo algo así como la madre suplente de Fujimori-kun.

-Ya veo.

-Esto es algo extraño -calificó  el pelicastaño tocando el dedo índice la mejilla izquierda del príncipe- no paree haber sido causado por caer del caballo, no es como los otros golpes, lo veo más bien cómo que alguien te pegó.

-Creo que eso era lo que olvidaba decir; Fujimori me golpeo...dos veces.

-Lo siento, príncipe Hashiba, yo no quería...no sabia que...

-Sí, ya lo dijiste, no te preocupes tanto, en este aspecto no soy muy rencoroso.

-Hashiba-kun, ¿qué hacías cabalgando a las afueras de la ciudad?, muy rara vez me entero que sales solo.

-No estaba solo; Matsuri y yo salimos de paseo.

-¿Honjou-kun? -recalcó preocupado- ¿dónde esta él?, ¿se encuentra bien?

-Sí. quisimos tener una carrera pero yo me distraje y caí del caballo. Él debe estar ya en el castillo.

-Menos mal -suspiró aliviado- es una suerte que Fujimori-kun haya pasado por ahí, de no ser así quien sabe hasta cuando te hubiésemos encontrado. Kasumi-san se habría puesto frenética.

-Conoces muy bien a mi mamá, Nanami-chan.

-A todo esto; ¿por qué te golpeo Fujimori-kun?

-Porque lo llame "chica" y después dije que el color rosa no era un color apropiado para un chico y sólo me pegó -se explicó Sora mirando con apatía el jovencito que lo miraba de igual forma.

De pronto se escucho que alguien llamaba tras la puerta.

-Adelante -dijo el medico.

-Buenas tardes, Nanami-san -saludó un hombre que paresia ser el mensajero de la ciudad.

-Buenas tardes, Ryo-san -regresó el saludo levantándose de la silla y dirigiéndose hasta la puerta.

-Le traigo un paquete del mayor Umetani-san y otro del coronel Soushi-san -le entregó dos pequeñas cajas.

-Muchas gracias -tomó las cajas con sus delicadas manos.

-Bien, que pase un lindo día, Nanami-san -inclinó la gorra que traía puesta y se fue del área.

Nanami cerró la puerta y dejo las dos cajas sobre su escritorio.

-¿Ume-chan y Soushi-oniichan? -recalcó Sora. Realmente no era extraño para él que esos dos militares fueran pretendientes de Nanami; Umetani era un mayor, compañero y amigo no muy cercano de Nanami y Shinichiro. Por su parte Asaka Soushi, en grado de coronel,  no sólo era compañero y amigo de la infancia de los dos militares y del propio padre de Sora; él y Minato crecieron como hermanos mas sin embargo existían problemas entre ellos; se habían interesado en la misma persona -me sorprende bastante el que tengan tiempo de enviar algo aún estando en el campo de batalla. No pierden oportunidad.

-No, sólo son paquetes de agradecimiento, por atenderlos cada vez que regresan a la ciudad.- sonrió Nanami, con la mayor inocencia del mundo, pese a que él sabia perfectamente lo que Soushi sentía por él. No tenia ni la más remota idea de las intenciones verdaderas del mayor Umetani. Recibir paquetes todos los días no era una sorpresa para el teniente coronel; Nanami era  bastante popular entre militares aún cuando él mismo ni siquiera se diese cuenta. -Eso me recuerda... a ti también te enviaron algo, Fujimori-kun.

-¿De quién es? -preguntó el ojirrosa, con un semblante de fastidio.

-No conozco al remitente, pero ten seguro que es otro jovencito de la ciudad.

-¿De qué hablas? -Sora se confundió ante el hecho de que el paquete de un chico que era desconocido para ellos llegara a manos de Sunao.

-Veras, Fujimori-kun lleva cuatro días de haber llegado a Ciudad Cristal y al parecer a los chicos de la ciudad les ha agradado su adorable físico. A principios pensaron que era una señorita y tú sabes que en esta ciudad todos se abalanzan al ver una cara bonita; no a muchos les importo averiguar que Fujimori-kun no era una mujer, y los obsequios y atenciones no tardaron en llegar. Para ser el primer día, la asistencia de Fujimori-kun al castillo ayudo bastante a que el rumor, de "la doncella de los cabellos rosados", se esparciera, al punto de ser tomado en cuenta entre hijos de aristócratas... y del propio príncipe heredero.

-¡¿Qué?! -Sora se sonrojó- ¡Yo no lo tomé en cuenta de esa manera!

-Entonces... ¿por qué te le quedaste mirando, Hashiba-kun? -cuestionó Nanami refiriéndose a las acosadoras miradas del ojiceleste en el funeral.

-¡No es lo qué parecía!

 

Al pelicastaño le parecía bastante divertido las reacciones del príncipe heredero a quién por su parte no le agradaba que lo exhibiesen de esa manera. En cuanto a Sunao, no veía con gracia esa escena, sus mejillas estaban algo sonrosadas y su boca expresaba un puchero; era evidente que no le agradaba en absoluto que las personas hablaran de él, y por su mirada, era obvio que tampoco le agradaba el príncipe.

Notas finales: En el próximo capitulo aparecen Chris y Kano *0*

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