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Rosa de Cristal por Dayna Kon

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Notas del capitulo:  

Este capitulo va dedicado a Marisol-chan, a Rukis-chan, a Emma-chan (si es que llega a leerlo) y a...a...pues a mí XD

¿Por qué?... Porque amamos a Chris y adoramos a Kano!!!! *0* *0* bien, sí, son las únicas que se que aman a esos dos personajes n_nu     *0*                                  Espero les guste a todos los que lo lean n_n

 

Nanami seguía atendiendo al peliazul, colocando algunas banditas en cortadas y raspones que pudiesen infectarse, y crema para desinflamar en los golpes. Repentinamente un leve llamado se escucho al otro lado de la puerta. El teniente coronel dirigió asía Sunao una mirada que le pedía que por favor abriese la puerta. A lo que el muchacho obedeció. Tras la puerta se encontraba un hombre de cabellera y ojos obscurecidos cuya actitud era serena pero la existencia de preocupación se revelaba sola a través de su mirada.

 

-Shinichiro -nombró el pelicastaño acercándose a recibirlo. Por su mirada era evidente la razón por la que estaba allí- adelante, pasa.

-Gracias -dejó los zapatos en el recibidor y entró ignorando por completo que había más personas presentes además de él y su amigo de la infancia- vine a preguntarte sí habías visto a Sora. Tal parece que él y Matsuri salieron a cabalgar y cuando decidieron regresar nada mas Matsuri volvió. Fui a buscarlo pero sólo encontré su caballo, por esa razón quiero saber si tú...

-Tranquilo -le cubrió la boca con un dedo- si te hubieses detenido a observar te hubieras dado cuenta de que Hashiba-kun esta aquí -resolvió señalando al individuo, el joven médico.

-Je je... H-Hola, nii-chan -sonrió nerviosamente temiendo una represaría por su descuido.

-Por tu risa nerviosa y esos golpes debo suponer que te volviste a caer del caballo -se le acerco el general cerrando la puerta tras de sí.

-Pues...no te equivocas.

-¿Cómo llegaste hasta aquí, Sora?

-Me ayudaron -respondió tras dirigir su mirada al pelirrosa cuya presencia Shinichiro no había notado anteriormente.

-Buenas tardes -dijo Minato al jovencito.

-Buenas tardes -regresó el saludo de forma seca mientras contemplaba una de las medallas en su uniforme.

-Te agradezco mucho el haber ayudado a este pequeño idiota. Mi nombre es Minato Shinichiro, general de división absoluta, perteneciente a la fuerza militar de Barasuishou y caballero de la corona. -observó detenidamente a la persona que tenia de frente y termino por reconocerle.- Tú eres la chica del funeral, la doncella de los cabellos rosados. Así que después de todo si la conoces -se dirigió a la persona que, casi toda su vida, amaba en profundo secreto, mientras sin darse cuenta Sora sujetaba a Nao cuyo impulso estaba decidido a golpear al general por haberlo llamado "doncella".

Nanami dejó escapar una pequeña risa, esa delicada muestra de diversión que siempre había cautivado al general de división absoluta.

 -Shinichiro, él no es una chica -aclaró.

-¿Lo dices enserio? -se giró para ver detenidamente al ojirrosa; sus rasgos faciales eran tan finos y delicados que lo asemejaban a una bella joven, el color la textura de sus cabellos y sus ojos eran femeninos, su cuerpo lucia como la flor más frágil. Pero su voz y la estructura de su pecho no estaba desarrollada como para dar por seguro que se trataba de una mujer; no es que su voz fuese muy varonil pero era reconocible que no era de una chica, sencillamente, con ese físico cualquiera se olvidaba de ese detalle y pensaba que hablaba con una encantadora adolescente. -Disculpa la confusión.

-Descuide -perdonó más tranquilo- me llamo Sunao, Fujimori Sunao.

-¿Fujimori?, ¿ese no es el apellido de casada de tu amiga Suzume, Nanami?

-Sí, él es el unigénito de los Fujimori. Ha estado viviendo conmigo desde hace cuatro días.

-¿Y eso por qué?

-...¿Quieren una taza de té? -preguntó para tratar de evadir la pregunta.

Shinichiro entendió que quizá era Sunao el que no quería que se supiese el motivo de estar ahí.

-Yo no apetezco, gracias, Nanami-chan. Tengo que regresar a trabajar -Sunao se retiro hacía la cocina donde había dejado su mochila negra. Pese a la sutileza, el desagrado que tenia  por el militar y el príncipe podía percibirse al prestar atención a sus gestos faciales.

-Creo que mejor Sora y yo nos vamos. Nos veremos después, Nanami -se despidió y ambos salieron de la zona.  Shinichiro sabia que cuando se le incomoda a una persona lo mejor es alejarse momentáneamente.

 

Tras ver salir a Minato, una pequeña sonrisa y unos ojos repletos de ternura se dibujaron en el rostro del médico mientras se dirigía a la cocina donde divisó a Sunao colocándose sus tenis, en el tatami que estaba tras la puerta corrediza de vidrio y daba al pequeño jardín trasero.

 

-¿Ya se fueron? -preguntó Nao al percatarse de la presencia del ojiazul a sus espaldas.

-Sí -pausa- por tu actitud debo suponer que no te agradaron mucho.

-No te equivocas, después de todo, tú conoces mis razones.

-Vamos, no puedes detestarlos sólo por sus rangos. Ellos no son como piensas.

-No creeré eso hasta que me demuestren lo contrario.

-Los conozco muy bien y se de lo que te estoy hablando.

-Mi perspectiva es diferente.

-Deberías darte la oportunidad de conocerlos.

-No me interesa mucho la idea, no son como tú, son como  todos los demás  -la dulce voz de Sunao se escuchaba nostálgica.- Además...ese príncipe es insoportable, es un completo idiota.

-Admito que Hashiba-kun puede ser bastante imprudente pero también es muy agradable.

-Eso no me importa. Agradable o no jamás voy a pensar diferente con todo lo que ha pasado en estos dieciocho años.

-Fujimori-kun, no pienses de esa manera, yo...

-Ahora no quiero hablar de esto. Tengo que trabajar -tomó su mochila- Si te hace sentir mejor; Sora. su nombre significa "cielo", lo admito, el príncipe Hashiba tiene un lindo nombre. Llegare por la noche- bajó del tatami y haciendo un gesto de despedida con la mano salió de la propiedad.

Nanami suspiró con tristeza ante la actitud de Sunao; no le agradaba que una persona tan atenta y noble como lo era el hijo de su mejor amiga tuviese esos sentimientos tan negativos hacía ese tipo de personas, y más tratándose de personas tan importantes para el teniente coronel.

 

Sora y Shinichiro regresaron al castillo donde los amigos del príncipe aguardaban preocupados su regreso.   

-¡Sora-senpai! -gritó Gaku lanzándose a abrazarlo, emocionado de verle con bien- ¡qué bueno que estés vivo!

-Sí, estoy vivo. ¡Ahora suéltame que me estas lastimando, Ichikawa! -ordenó prácticamente gritando por el dolor.

-Disculpa -pidió Gaku soltándole.

-Nos preocupamos mucho cuando Honjou-senpai nos contó lo que paso -siguió Yoshihiro- ¿estás bien, Hashiba-senpai?

-Algo adolorido pero, sí, estoy bien.

-Sora... -llamó su atención Shinichiro para decir-: ¿qué te paso en la mejilla?, no parece un golpe hecho por la caída del caballo.

-Porque no lo es, fue Fujimori. Lo llame chica y simplemente me pegó. ¡Es tipo tiene algo raro en la cabeza!

-¿Quién es Fujimori? -preguntó Matsuri con curiosidad.

-Ella -aclaró Sora regresándole la fotografía del ojirrosa en el funeral.

-¿La doncella de los cabellos rosados?

-Más bien "el chico de los cabellos rosados"; la famosa doncella es un hombre: Fujimori Sunao.

-No me lo esperaba. ¿Y cómo sabes eso?

-Porque me encontró en una trinchera, me golpeo porque lo llame chica y me llevó con Nanami-chan. Al parecer esta viviendo con él.

-¡Sora-niichan! -gritó Sei lanzándose a abrazar a Sora, al ver a salvo a su hermano mayor. Su acción fue secundada por Shina y Kitamura, también felices de ver al príncipe a salvo.

-Me...me duele -gimió Sora al sentir un punzante dolor por los abrazos de los tres pequeños.

-Oye,  ¿es tu novia, Sora-niichan? -preguntó Sei al ver la fotografía de Nao que Sora había dejado caer al suelo por el dolor que le produjeron los niños.

-¿Qué? -reaccionó el peliazul al escuchar la palabra "novia".

Sei tomó la fotografía para apreciarla mejor. Ren y Fuuta, curiosos, se pararon a los costados de Sei para también verla. 

-Tu novia es preciosa, Sora-senpai.

-Muy bonita -le siguió Kitamura al niño rubio de ojos azules.

-¡No es mi novia! -desmintió furioso- ¡ni siquiera es mujer!, ¡es hombre!

-Entonces... tu novio es precioso, Sora-senpai.

-Muy bonito -corrigió el pelirrojo de ojos verdes después de Shina.

-¡No es mi novio!

-Es muy adorable. Lastima que ha Sora-niichan no le gusten los chicos. Seria una linda esposa -dijo Sei decepcionado.

-¡Él no es nada adorable!, ¡y aunque lo fuera, jamás me casaría con él!

-Sora-san... -se le acercó una sirvienta de piel clara, cabellos largos, color castaño rojizo, ojos verde obscurecido como su largo vestido. Su uniforme le daba la apariencia de una elegante campesina holandesa, más aun por los preciosos holanes en su vestido y de su gorro-pañuelo, color arena.- ¿usted y sus invitados desean comer?

-Sí, gracias, Yumiko-chan.

-Yo no, gracias. Tengo algunos pendientes que atender -dijo el general retirándose del lugar.

 

El hambre no tenia intenciones de esperar; no tomo mucho tiempo para que los jóvenes magistrados comenzaran a disfrutar de su comida en el gran comedor de caoba fina. No había problema con las raciones, el cocinero sabia perfectamente que siempre debía hacer un poco de comida adicional para los hijos de los vizcondes.

 

-Yumiko-chan... -la llamó Sora al ver a la ama de llaves apunto de irse con una bandeja con comida, color plata. -¿mi mamá no comerá con nosotros?

-No, Kasumi-sama dijo que prefería comer en el estudio.

-...Ya veo...puedes irte.

-Con permiso -hizo una reverencia y salió del comedor.

-...No me gusta que mami este así, Sora-niichan -Sei bajó la mirada con tristeza.- Yo también extraño a papi pero ella se pone muy triste y Sei trata de no estarlo, ¿yo también debo estar muy triste, Sora-niichan?

-No, debes sonreír. Es ella la que debe dejar de estar triste, Sei -le dijo Sora con su mano sobre el hombro del pequeño Hashiba.

Sei levantó la mirada para ver una sonrisa de calidez emanar del rostro de su hermano mayor. Después el pequeño también sonrió.

-Eso es bonito, Sora-senpai -calificó Ichikawa- estoy orgullosos de ti.

-Cállate, Ichikawa.

-Mejor no hablemos de cosas tristes. Procura concentrarte en como compensarás al chico de los cabellos rosados -sentenció el rubio de ojos verdes.

-¿Qué quieres decir con "compensarás"? -a Sora le indignó el extraño comentario.

-Compensarlo es lo mínimo que puedes hacer después de que te ayudo.

-No habrá represarías por haberme golpeado e insultado.

-Pero fue porque tú le llamaste "chica", además él no sabia que tú eres príncipe.  

-Es no es pretexto, ¿qué clase de persona golpea a alguien que no conoce?

-Debes hacerlo, Sora, es lo más correcto.

-No quiero, así que no molestes, Matsuri.

-Entonces supongo que me veré obligado a contarle a Kasumi-san sobré el culpable de haber rotó la muñequita de porcelana de su colección de muñecas del mundo...¿cuál era?...ah, sí, la muñeca de Francia.

-No lo harías.

-Pruébame.

-Esta bien, lo haré, pero en tu vida vuelves a amenazarme con eso -gruñó fastidiado.

-Lo prometo.

-Bien -suspiró- lo mejor es que me deshaga de esta ropa y me vaya a bañar.

-¿Y que hay del chico?

-Será mañana -salió del comedor dirigiéndose al cuarto de baño, dejando a sus amigos y un plato casi vació en la mesa. 

 

Y fue hasta la mañana siguiente cuando el plan de Matsuri, sobre la compensación de Sunao, se puso en marcha. Era plena luz matutina es Ciudad Cristal, quizás eran las 10:00 de la mañana cuando Sora y Matsuri se adentraban a la ciudad con abrigadoras ropas informales, que los hacían ver como cualquiera. Eran contados los pocos habitantes que sabían quienes eran así que les era muy fácil mezclarse como "típicos adolescentes".

 

-Es un bonito día, ¿no te parece, Sora? -calificó el rubio. A los dos les gustaba mucho salir de paseo a la ciudad. No iban muy seguido debido a los grupos rebeldes a la corona y muchachos escandalosos que no asían más que provocar problemas. Pero pese a ellos, tanto el príncipe como el futuro conde y como al hombre que vende la película para la cámara de Matsuri, les encantaba.

-Sí, claro -respondió un poco cansado.

-¿Qué te pasa?

-¿Y todavía lo preguntas?. Todas las mañanas es lo mismo: vienes, me despiertas haciéndome brincar de la cama, desayunamos, y tenemos que hacer alguna de tus locuras.

-Lo se. Tu vida seria muy aburrida sin mí.

-No, sólo seria menos traumática.

-Mmm... ¿Ya pensaste en como compensar a ese  chico?

-No.

-¿Ves?, si no fuese por mí no se te ocurriría nunca nada de esto.

-Matsuri, si no fuese por ti yo ni siquiera estaría en esta situación -lo miro apático.

-Es lo mismo. Alégrate de que tengo un plan.

-¿Cuál es?

-La idea de esto es averiguar que es lo que necesita y buscar la forma de dárselo.

-¿Necesita?

-Sí, ya sabes, algo que quiera. Sólo debemos averiguarlo.

 

Tras  una pequeña "discusión", el dúo se detuvo al divisar la adorable imagen de Nanami barriendo la entrada de su hogar.

 

-Buenos días -llamaron su atención los muchachos.

-Buenos días, Honjou-kun, Hashiba-kun -cesó de barrer un momento al clavar sus grandes ojos azules sobre sus imprevistos visitantes- ¿qué hacen por aquí a estas horas?, ¿pasó algo?

-No, estamos bien. Vinimos porque necesito hacer algo -se aclaró mirando a Matsuri con ojos de <<él tuvo la idea>>.

-¿De qué se trata?

-Podría parecerte extraño, pero vine a hablar con Fujimori.

-Oh, ya veo... -con una voz un poco acusadora añadió-: al parecer el encanto femenino de Fujimori-kun izo caer a una victima más.

-¡No es eso! -refunfuñó Hashiba <<¿cuánto tiempo más estaría la gente diciendo ese tipo de cosas?>>.

-Sea cual sea la razón, Fujimori-kun no está, salió temprano a trabajar y no tengo idea de a que horas regresara.

-Vaya -suspiró Matsuri defraudado- gracias de todos modos, Nanami-san.

-Un placer, regresen cuando lo deseen -entró a casa mientras ellos se alejaban.

-Parece ser que tu plan tendrá que esperar, Matsuri -bufó Sora triunfante- ¿qué te parece si sólo lo olvidamos?

-No lo olvidaremos. Regresaremos cuantas veces sean necesarias. Cuando Honjou Matsuri tiene un objetivo, nada ni nadie lo detiene hasta cumplirlo.

-Bien...te lo estas tomando demasiado enserio.   

-Eso mismo pensaba.

-¿Por qué te importa tanto ese Fujimori?, ni siquiera lo conoces.

-Te ayudó. Y no lo sé, tengo el presentimiento de que nos esperan cosas bastante interesantes de él.

-¿Presentimiento?, ¿de qué?, se claro, Matsuri.

-¿Para qué molestarme?, aunque te lo explicara detalladamente nunca lo entenderías, Sora. Tu coeficiente intelectual no da para eso.  

-...¿Qué insinúas?

-¿Yo?, no insinúo nada. -respondió Matsuri con una voz de inocencia. Sin motivo alguno el rubio se volvió para ver a un joven de rosada cabellera entrar a la casa del teniente coronel.- parece que mi plan no tendrá que esperar mucho. 

-¿Eh? -Sora observó al ojirrosa cerrar la puerta de la casa tras haber entrado- ya entendí.

-Bien, es hora de poner en marcha el plan "la compensación de Fujimori Sunao-kun al estilo de Honjou Matsuri".

-¿Y por "estilo Honjou Matsuri" quieres decir: escondernos entre un arbusto con la intención de espiarlo para averiguar y de esa forma tomarle fotografías que puedas vender, para al final darnos cuenta de que el  arbusto es hiedra venenosa?

-Mas o menos, excepto por lo de la hiedra venenosa -tomó el brazo de Sora- vamos.

 

Ambos se ocultaron tras los arbustos que había tras la puerta corrediza de vidrio que daba a la cocina. Pudieron apreciar a Nanami con un pañuelo amarrado a su cabeza y su delantal puesto mientras preparaba el desayuno.

 

-Ya regrese, Nanami-chan -se anunció Sunao entrando a la cocina.

-Me alegra verte de regreso tan pronto, Fujimori-kun. Vinieron a buscarte.

-¿Otro paquete u otro chico de la ciudad que cree que cree que soy chica y quiere molestarme? -se sentó a la mesa, con fastidio.

-No y no, no quieren fastidiarte; se les llama "pretendientes".

-Es lo mismo. ¿Quién vino a buscarme?

-Nada más y nada menos que el mismo príncipe de Barasuishou. 

-Fantástico -dijo sarcástico con un semblante de molestia- ¿qué quería?

-Mmm...no lo sé, le dije que no estabas y se fue.

-Menos mal, no me habría gustado nada encontrármelo.

-No te agradan mucho ese tipo de personas, ¿verdad? -posó un plato de desayuno frente al muchacho.

-Sabes muy bien que no.

-Estoy seguro de que tanto Hashiba-kun cómo Shinichiro podrían agradarte si te dieras oportunidad de conocerlos un poco -Nanami se sentó frente a él , con otro plato de desayuno.

-No me llama la atención esa idea.

Los dos comieron en silencio dejando pasar varios minutos, hasta el instante en que Nao continuó rompiendo el silencio que los detenía.

-Se me olvidaba -dijo comenzando a buscar algo en el bolsillo de su pantalón beige- esto es para ti -terminó finalmente entregándolo un poco de dinero.

-Oh, Fujimori-kun, ya hemos hablado de esto. No necesito que me des del dinero que ganas en todos esos trabajos.

-Debo hacerlo, no puedo aceptar hospedaje y todas tus atenciones de forma gratuita.

-A mí no me incomoda tenerte aquí, te conozco desde muy pequeño, eres el hijo de mi mejor amiga, además...me agrada tener compañía.

-Todo eso lo sé, pero no quiero tener que ser una carga para ti. Te estaré dando dinero hasta que busque un lugar donde vivir y un trabajo estable.

-Ya te lo dije: no es necesario -dejó el dinero cerca de Nao al levantarse con sus trastos hacia el lavaplatos- puedes quedarte el tiempo que desees y trabajar. Pero que este dinero sea para ti, para lo que necesites. ¿Qué haces con la otra parte del dinero?

-Te doy a ti una cuarta parte de lo que consigo, me quedo con otra cuarta parte y la mitad se la envío a mis padres. No es mucho, pero es lo menos que puedo hacer después de todo lo que ustedes han hecho por mí.

-Eres un buen muchacho. Pero es mejor que guardes lo que quieres darme a mí, para ti.

-No, es mi forma de agradecerte, Nanami-chan -miró el reloj color turquesa que colgaba de la pared blanca- lo mejor ser a que me vaya a trabajar -se levantó de la mesa y lavó los platos que en los que desayunó.

-¿A dónde vas a trabajar?

-Me pidieron limpiar la escalinata de la entrada de la Catedral de Cristal. Volveré más tarde -subió la mochila negra a su espalda y, dejando el dinero sobre la mesa, salió de la casa lo más rápido que pudo.   

 

Sora y Matsuri aún se mantenían vigilantes tras la puerta corrediza. Habían escuchado toda la conversación, se les daba una idea de cómo poder compensar a Nao, sólo había que recabar más datos.

 

-Ahora digámoslo -propuso Matsuri.

-No tenemos idea clara de que darle -recalcó Sora tratando de evitar un espionaje.

-Yo la tengo, bueno no completa. Pero no debemos detenernos ahora.

-¿Qué estas pensando ahora? -al peliazul no le agradaba la mirada excesivamente decidida de Honjou.

-Deja ya de quejarte, sólo vamos.  

-¿No les gustaría pasar a beber té, primero? -irrumpió el pelicastaño tras abrir la puerta corrediza.

-Ah...eh...h-hola, Nanami-san -le saludó el rubio un tanto nervioso de ser descubierto.

-Hola. Honjou-kun. Hashiba-kun -regresó el saludo con la mayor inocencia del mundo- ¿qué hacen aquí?

-Pues...Matsuri y yo...pues...sólo paseábamos...a ver cómo estabas y... -Sora trató de excusarse pero dándose cuenta de que no sabia como mentirle decidió confesar la verdad-: venimos a hablar con Fujimori.

-Acaba de salir, pero pasen, no me gustaría dejarlos afuera.

 

Los dos magistrados aceptaron el ofrecimiento por parte del militar. Se quitaron los zapatos y entraron a la cocina sentándose en la mesa por ofrecimiento del teniente coronel.

 

-Díganme, ¿qué es todo esto de buscar a Fujimori-kun? -preguntó sentándose con ellos, a la mesa, después de dejar un plato con emparedados inglésese y tres tazas de té sobre el mueble.

-Bueno...como Fujimori me ayudo ayer con el incidente del caballo. Matsuri pensó que seria buena idea compensarlo. Por esa razón vinimos a buscarlo, y cuando lo vimos entrar, se le ocurrió espiarlo.

-Entiendo -le dio un sorbo a  su taza de té, de plástico amarillento- ¿no habría sido más sencillo tocar la puerta y hablar con él después de que entro?

-Nanami-chan, estamos hablando de Matsuri.

-Eso me aclara muy bien la idea de espiar a Fujimori.

-No es espiar, es más bien "vigilar sus movimientos sin que el vigilado lo sepa" -se aclaró Honjou.

-Bueno, el punto es que queríamos averiguar de algo que necesite. Pero no tenemos una idea clara -el peliazul deseaba terminar con todo aquello pronto- ¿podrías ayudarnos? ¿Qué es lo que quiere Fujimori?

-No es tanto lo que quiere, sino lo que necesita -suspiró- Fujimori-kun viene de una ciudad a la frontera limite de Barasuishou con Suigintou; Ciudad Orquídea. Su familia son buenas personas, no era una familia acomodada pero no tenían mucho de que preocuparse. Creció en una ciudad pacifica, hermosa, tranquila, donde trataban de ignorar la guerra. Mas las cosas empeoraron hace seis meses. Se escapó de su casa para venir a Ciudad Cristal. Bueno, para no hacerles la historia muy larga; ha estado trabajando desde que llego; en empleos de limpieza, apoyo, ese tipo de cosas. Y, como supongo habrán escuchado, divide su dinero en tres prioridades: él, sus padres y yo. Ellos no saben que él está aquí.

-Parece un chico muy bueno y considerado -sonrió Matsuri con satisfacción.

-Lo de darle dinero a sus padres es bueno, pero escaparse de casa sin decirle a sus padres su paradero, y dejarlos allá, fue muy egoísta -cruzó los brazos en señal de disgusto. Realmente no le agradaba mucho Sunao, y no era para menos; ¿a quién le agrada alguien después de ser golpeado por ese alguien?. Ayudarlo no era precisamente su ideal, pero tenia principios que debía respeta, y un amigo que se encargaría de obedecer esos principios.

 

Se escucharon débiles y temerosos pasos acercarse a la cocina, seguidos por el leve rechinido de la puerta al abrirse un poco, lo suficiente para divisar la mirada de unos grandes ojos azul marino, al igual que su cabello.

 

-Buenos días, Kano-kun -se le acercó Nanami al pequeño, tomado una de sus manos lo aproximo a las visitas. Sabia que por si solo el niño no lo haría.

-¿Qué hace Kano-kun aquí? -preguntó el rubio. No iba muy seguido al consultorio de Nanami por tanto le era difícil saberlo todo.

-Simplemente Ryoya tuvo que volver a la frontera.

-¿Ayano-chan? -cuestionó Sora, pese a conocer la respuesta a esa pregunta.

 

Aquello no era complicado de entender; Kano era el hijo adoptivo de Kozuki Ryoya, medico de división militar cuyo deber era atender a los "caídos" en las batallas de Barasuishou contra Suigintou. Como no era capaz de exponer a Kano al peligro de la guerra lo dejaba al cuidado de Nanami por días y a veces hasta por semanas . La ultima vez que regreso a la ciudad fue para el funeral del difunto rey Hashiba. Ayano, como algunos le llaman de "cariño", era amigo de la infancia del rey Aoyama, tal y como lo era de Nanami, Shinichiro y Soushi. Pero no podía dejárselo a Soushi, pues ambos estaban en las fronteras, tampoco podía dejárselo a Minato pues este vivía en el castillo y ya se encargaba de dos adolescentes y un pequeño. Por parte del teniente coronel Kai; vivía solo y  tenia una calidez maternal que Kano necesitaba en la ausencia de su padre. 

 

-Hola, Kano -Sora pasó su mano por la cabeza del infante en un gesto de cariño.

Se oculto tras Nanami asomando su cabecita por uno de los costados del medico. No tenía temor pues conocía bien a las visitas, sólo era un tanto tímido.

-No te asustes, Kano-kun, a los niños les gustaría mucho que fueses a verlos -dijo Matsuri, sonriendo ampliamente- -¿te gustaría venir a jugar al castillo un día de estos?

-...-inseguro de su respuesta asintió suavemente con la cabeza.

-Eso es bueno. Sora, debemos ir a buscar al chico -recordó el ojiverde, levantándose de la mesa.

-Ah, claro -tomó unos cuantos emparedados para el camino e igual se levantó de la mesa- gracias por la ayuda, Nanami-chan. Adiós, Kano.

 

Eran las 10:45 de la mañana, las calles ya estaban mucho más transitadas; pese a ser viernes, aquéllas eran vacaciones navideñas. Los jóvenes tendían a caminar en grupos de amigos para ver tiendas y bazares. Habían vendedores, propaganda, señoras que abusaban de lo que había quedado de la gratificación navideña de sus esposos, muchachitas que llevaban a sus novios o pretendientes de aquí a haya, comprando cosas que les sobraban o que fortalecieran su vanidad femenina, había de todo.  Ambos, por su parte, gustaban de pasar desapercibidos ante el tedio de sus títulos de nobleza, mas no lograban pasar desapercibidos de las miradas coquetas y pretenciosas de las doncellas que cerca de ellos caminaban.

 

El destino de aquellos jóvenes magistrados era el de llegar a la catedral de Ciudad Cristal; una catedral de la época de la colonización de Barasuishou, de arquitectura gótica, De notoria elevación, una presencia de tres fachadas; una principal y dos secundarias en los brazos del Transepto. De arcos ojival, arbotantes, pináculos, gabletes, estatuas, escaleras de mármol y conductos donde se vertía el agua de los tejados, de formas verdaderamente fantásticas. Gracias a su acción combinada se conseguía concentrar el peso de las cubiertas sobre pilares y contrafuertes, y no sobre todo el muro, lo que a como toda construcción gótica, permitía adelgazar y elevar los muros para abrir en ellos un numeroso juego de hermosos ventanales. Las vidrieras formadas por cristales unidos por un armazón de plomo brillaban haciendo honor al nombre "Catedral de cristal". Los chapiteles que coronaban las torres, terminaban por darle esa bella sensación de elegancia y esbeltez. Una tétrica, pero hermosa construcción al más bello gótico europeo, fácilmente representaba los inicios de esta rama arquitectónica, la era en que Inglaterra y Holanda buscaban combinaciones de otros países para fusionarlos con los suyos, en este caso un poco de Italia. La catedral, tanto como la gran parte de las iglesias en el reino, no tenían horarios para cada actividad; permanecían abiertas desde las 10:00 de la mañana hasta las 9:00 de la noche. El sacerdote a cargo de la catedral salía únicamente para comer y tomar un descanso a ratos, pero las puertas de la iglesia permanecían abiertas.

 

 En las escalinatas de la entrada, un pelirrosa de mirada angelical y de temperamento fácil de provocar, se encontraba en posición de gateo mientras frotaba un cepillo de madera y cerdas blancas sobre el mármol cubierto de agua jabonosa. Había subido sus pantalones hasta arriba de sus rodillas y subido las mangas de su chaqueta hasta arriba de sus codos, para no empaparlos, se había quitado los zapatos para no dejar huellas y se había improvisado un peinado alto para no mojar su cabello con el líquido. 

 

-Ufh -soltó un suspiro de cansancio secando un poco de sudor en su frente, después se hincó para apreciar el escalón que limpiaba.

-Ya vas a terminar con los escalones, eres muy rápido, Sunao-kun -le dijo un muchacho parado en el lumbral de la catedral. Tenia cabello largo y negro sujetado por un gran moño azul oscurecido, sus ojos eran de un tono morado, escondidos tras unos discretos y elegantes anteojos, usaba bonitos ropajes religiosos, en tonos negro y blanco. Su mirada era tierna a la vez que tétrica, era como ver a un serafín de alas negras. Su nombre era Chris.

 

Chris era un jovencito de al menos unos diecisiete años de edad. Su padre era el cardenal que representaba a la iglesia de Barasuishou ante el Vaticano. En torno a su padre, algo era notorio: su progenitor, como debo siente representante de la fe bíblica, no debería de tener descendencia, pero esa regla fue rota; Chris había sido el producto de una aventura cuando el cardenal de Barasuishou estudiaba en un seminario para ser sacerdote. Al enterarse de que tenía un heredero de su sangre hizo lo más correcto; aceptar a la criatura cómo suya e inducirlo a ser un debo siente de la iglesia, curiosamente el hijo del cardenal creía en la bíblica cómo cualquier otro libro que a veces censuraba o alteraba partes de la historia verdadera, pero simplemente no podía permitir que su padre se enterara de sus dudas. Chris era el actual encargado de la catedral más importante de ese país, pues su padre fue enviado al Vaticano para ser protegido de la guerra y exponer sus puntos de vista religiosos sobre aquél tema. Llevaba tres años sin ver al hombre que le dio la vida, pero sinceramente no parecía importarle mucho; su padre no lo amaba cómo debería, quizás era por la mala fama que le había creado el hecho de que el cardenal de un país tuviese  un hijo "ilegitimo", que lo único que había heredado de él fue el color de sus ojos. Desde que el hombre fue trasladado hasta Roma, Chris se hacía cargo de dar consejos, escuchar confesiones, bautizar niños, unir matrimonios, ceremonias de entierros y de dar sermones religiosos, de dos horas cada uno.

 

-Sólo tengo que enjuagar las escaleras para terminar- avisó Sunao.

-Aquí tienes el agua -puso un pequeño balde de madera repleto de líquido transparente cerca del pelirrosa.

-Muchas gracias, Chris-san -se levantó del suelo dándole una estirada a sus piernas y un descanso a su espalda. Después distribuyó el agua del balde de los tres escalones superiores y dejó que se fuera sola. Necesitaría un balde más para poder terminar la escalinata.

-¿Te gustaría tomar un descanso? -ofreció al ver un ligero semblante de cansancio en el rostro de Nao.

-No, gracias -agarró el balde y el cepillo- ya casi termino.

-Nanami-san tenía razón; eres muy ansioso y no sabes cuándo tomar un respiro.

-Me describió bastante bien -le sonrió al ponerse los zapatos, después siguió por internarse en el jardín trasero de la catedral, para llenar el balde con agua.

-¡Chris! -exclamó el príncipe al acercarse junto con Matsuri a la catedral.

-Sora-san, Matsuri-san -Chris se extraño de verlos en ese lugar a las horas de la mañana.

-Buenos días, Chris-kun -le saludó Matsuri- ¿cómo estas?

-Buenos días -regresó el saludo mientras bajaba las escalinatas, sus zapatos estaban limpios no había de que preocuparse- estoy bien, gracias, ¿cómo están ustedes? -al terminar la pregunta, el pelinegro recordó la situación de ayer y cubrió su boca en señal de arrepentimiento- yo...Sora-san...lo siento...no quería.

-No te disculpes, Chris -sonrió despreocupado- apropósito; muchas gracias por haberte encargado de la ceremonia del entierro de mi padre.

-No tienes nada que agradecer, es mi trabajo y lo hago con gusto para mis amigos.

-Eh...Chris-kun -llamó su atención Honjou, buscando cambiar el tema de conversación- ¿conoces a esté chico? -le mostró la fotografía del pelirrosa.

-Sí, es Sunao-kun. Casualmente esta en la parte de atrás -señaló un estrecho costado de la catedral, la entrada al jardín trasero.

-Gracias -agradecieron ambos siguiendo el camino señalado.

 

Llegaron con sigilo hasta el verdoso jardín trasero; había pequeñas flores por todas partes, una pequeña casa que parecía ser cuando mucho de una o dos habitaciones, el lugar donde habitaba en joven obispo. Terminaron por divisar la delicada silueta de joven Fujimori, sacando agua de un poso de piedra.

 

-Sei-kun tiene razón: es muy adorable -susurró el ojiverde lo ya dicho por el pequeño. Esperaba que Sunao no fuese a descubrir sus presencias.

-Matsuri, cállate -murmuró apático de sus comentarios.

-Ah, sí, lo olvidaba; tú eres el único que puede mirarlo.

-¡Matsuri! -gritó furioso, tomándolo del cuello de su chaqueta verde- ¡ya me tienes arto!

-¿Qué están haciendo aquí ustedes dos? -se les acercó Nao, incomodo de verlos. Su voz denotaba opacamente su enojo.

-Te buscábamos. Mi nombre es Honjou Matsuri, y él, como supongo ya lo conoces, es Hashiba Sora-kun. Un placer conocerte -le extendió la mano.

Sunao miró esa mano con indiferencia, evidentemente tampoco le agradaba ese chico -¿dijo: Honjou?, ¿del conde Honjou?

-Sí, ese es mi padre.

-De ser así...mucho gusto, mi nombre es Fujimori Sunao. -estrechó su mano, el semblante del muchacho cambió drásticamente; ya no era de apatía, era mas bien el de una simple sonrisa.

Aquel comportamiento extrañó a Sora.

-De verdad eres muy adorable, Nao-kun- dejo de estrechar su mano para apreciar un poco más su físico.

Los rosados ojos se abrieron improvistos al escuchar como había sido nombrado.

-¿Ocurre algo?, ¿no te gusto que te llamara así?

-No, no es eso, es sólo...es sólo que así me llaman, de cariño, mis padres -bajó la mirada, su voz era de melancolía.

-Lo siento, no tenia idea.

-No hay problema, usted me trajo esos bonitos recuerdos, gracias, Honjou-san.

-No te refieras a mí de esa forma, así llaman a mi padre, únicamente dime: Matsuri.

-Como diga, Honjou-sa...Matsuri-chan -pausa- "festival", que nombre tan alegre- su rostro la sonrisa- es lindo.

-¿Qué? -fue lo que salió de la boca de Sora de forma indignada y sin pensarlo.

-"Festival", ya sabe, el significado de Matsuri- aclaró Nao.

-¡Se perfectamente lo que es un significado japonés! -exclamó sintiéndose como un idiota.

-Sí se explicara mejor podría entenderle -la mueca de Fujimori esbozaba desagrado contra el chico- ¿qué quiso decir con "qué"?

-Yo...ya se me olvido -se cruzó de brazos, con fastidio.

-La idiotez se respira en el aire, ¿no lo han notado? -aquel comentario indirecto por parte del ojirrosa bastó para enfurecer a Sora.

-¡Oye!, ¡¿a quien le llamas idiota?!

-Nunca mencione su nombre, usted solo reflejo en sí mismo lo que dije. Debo suponer que debe haber una razón para ello.   

-¡Retira eso!

-Ya, chicos, tranquilos -se atravesó Matsuri entre ambos- no hay razón para pelear, no vinimos para eso.

-¿Y a qué vinieron? -cuestiono el más bajo, muy curioso.

-Díselo, Sora -le dio un pequeño empujón en la espalda, un empujón un tanto brusco, lo suficiente como para acercarlo a Sunao.

                       

Aquellos brillantes ojos azul celeste se toparon contra unos hermosos cristales de color rosáceo. El príncipe era más alto que el muchacho pero el empujón que la había sido propinado hizo que su rostro, yo sobre todo su mirada, quedaran a la altura de quien tenia enfrente. Hashiba no pudo evitar divagar sobre esos tiernos ojos. Por sus mejillas cruzó un tono carmín al analizar uno de sus propios pensamientos: "es muy hermosos".

 

Sunao, quien no se había percatado de las mejillas del otro muchacho, se sentía incomodo. Su desagrado por el heredero al trono era mayor; además del origen de sus razones, lo veía como un engreído y como el más perfecto de los idiotas. Pero pese a todo ello, también se sentía inexplicablemente bien de sentir el aire que exhalaba Sora chocar contra sus rostro.

 

Repentinamente fueron separados por el flasheo de una muy molesta cámara, de una muy entro metida persona.

 

-Se ven encantadores. Sora, acércate un poco más a Nao-kun -dijo Matsuri, apuntando la lente de su cámara hacia los dos presentes.

-¡¿Ya vas a empezar?!. ¡te he dicho muchas veces que no me tomes fotografías! -reprendió el peliazul molesto de las intromisiones de siempre.

-¿Siempre hace eso? -le pregunto el pelirrosa al príncipe.

-No tienes idea.

-Ya dile lo que hablamos cuando veníamos para acá, Sora -presionaba el más alto esperando una reacción positiva por parte del pelirrosa.

-Bueno ya, ya voy -arto de los reproches de su amigo, decidió dar a conocer su ofrecimiento- esto es simple: tú me ayudaste ayer cuando caí del caballo y quiero compensarte.

-¿Disculpe? -Nao estaba confundido debido a la cambiante actitud del ojiceleste.

-Matsuri y yo hablamos con Nanami-chan, sobre ti, y sabemos que desde que llegaste a Ciudad Cristal has hecho este tipo de trabajos. Y debo suponer que la gran mayoría de esos trabajos no te dan lo que mereces, por esa razón vengo a proponerte algo.

-...

-¿Qué te parecería trabajar en el Castillo de cristal?. Ganarías más dinero, ya no tendrías que vivir a la amabilidad de Nanami-chan; tendrías comida y techo sin costo extra. ¿qué te parece?

-...Le agradezco la oferta, pero no me interesa vivir de su caridad, mucho menos de su compasión. -fue lo que respondió Sunao un poco indignado. Su orgullo no le permitiría aceptar algo de alguien que detestaba- ahora, si no le importa tengo cosas que hacer -regresó a su labor de halar la cuerda del poso para sacar el agua. 

-Eres un...

-Te dejamos tranquilo, Nao-kun -irrumpió Matsuri, cubriendo la boca de Sora con una mano.

Regresaron a la entrada de la catedral, con Sora casi arrastrado por el hijo del conde.

-¿Ves?, te dije que ese tipo tenía algo raro en la cabeza -reiteró Sora furioso.

-Tendrás que insistirle.

-No voy a rogarle algo a alguien como él.

-Sora, no seas así.

-Esta bien -gruñó de coraje.

 

El príncipe se regresó a la parte trasera de la catedral. Estaba decidido a terminar con eso de una vez por todas. No sólo para alejar las quejas de Matsuri, su orgullo tampoco permitiría un rechazo por parte de un muchachito como lo era Fujimori Sunao. 

 

-Oye -dijo Sora, tratando de llamar la atención de Nao.

Por su parte el pelirrosa asía  casó omiso a las palabras del heredero al trono, se limitaba a vaciar el cubo de agua, que había sacado del posó, en el balde de madera.

-Oye, te estoy hablando, Fujimori -las insistencias no parecían dar como consecuencia una respuesta.

Harto, Hashiba haló a Sunao de un brazo trayéndole bruscamente hacía él, provocando que el frágil cuerpo del pelirrosa chocara contra el pecho de el primero.

Se mantuvieron en silencio, mirándose a los ojos; el rubor regresó a sus mejillas. Los ojos de cada uno eran bellos e hipnóticos para el otro.

El rubor rosáceo en las mejillas del más bajo lo hizo verse, ante el otro, como la criatura más adorable del universo.

-¡Ya suélteme! -empujó al príncipe lejos de él. Sus nervios no soportarían un instante más- ¡¿quién se cree usted?!, ¡será muy el príncipe, pero no tiene derecho a estarme jaloneando!

-Si me hubieras prestado atención cuando te hablaba no hubiera existido necesidad de ello.

-¿Para qué?, ¿no pudo escucharme la primera vez?, ¡no quiero su lastima!

-¡No seas tan orgulloso!, ¡sabes que seria lo mejor!, ¡¿por qué demonios no puedes aceptarlo?!

-¡No le importa!, ¡lo  acepte o no es mi asunto, no es algo que le importe a usted!

-¡Eres muy irritante!

-¡Y usted un entrometido!, por no decir otras cosas.

-¡Eres...tan...tan...imposible!

-¡Déjeme tranquilo! -exigió dándole la espalda a su alteza.

-Te dejare tranquilo, pero prométeme que lo pensaras. No me gustaría quedar en deuda contigo.

-Usted no esta es deuda conmigo. Hice lo que cualquiera hubiese hecho.

-No cualquiera -dijo más tranquilo, al salir de la vista del pelirrosa y volver a la parte delantera de la catedral.

Lo que el peliazul dijo dejo desconcertado a Sunao ¿qué había querido decir con "no cualquiera"?,¡acaso, a pesar de todo, le consideraba una buena persona?

 

-¿Qué paso? -preguntó el rubio cuando vio a Hashiba acercarse.

-No quiso, le insiste mucho, pero me dijo que no era mi asunto.

-Por lo visto Nao-kun es una persona muy difícil.

-Yo diría que es un idiota. Pero no puedo evitar que me importe.

-Sora, ¿no será que te has enamorado de Nao-kun?

-¡Ya déjate de estupideces! -gritó.

Casi de inmediato no pudo evitar que su mente le mostrase aquellas imágenes; esos hermosos ojos rosados, aquel largo y sedoso cabello, la frágil silueta y el dulce rostro de Sunao, recorrían su mente una y otra vez.

-¿Estas bien, Sora-san? -interrumpió Chris en los pensamientos del príncipe? - ¿en que tanto piensas?

-Eh? -sus mejillas se sonrojaron al analizar lo que había aparecido en su mente- nada, no me pasa nada.

-Tenemos que buscar la manera de convencer a Nao-kun de aceptar un empelo en el castillo -recordó Matsuri, el solo pensar que el pelirrosa estuviera con ellos lo emocionaba.- este podría ser el integrante que falta para el nacimiento de los "maestros de todo".

-Matsuri, ¿otra vez con eso? -renegó Hashiba arto de escuchar siempre sobre ese tema- llevas mucho tiempo con eso.

-Lo sé. Y tengo el presentimiento de que Nao-kun es a quien esperábamos.

 

Escuchar las extrañas ideas de Matsuri sobre algo llamado "maestros de todo", no era nada inusual. Desde hace buen tiempo atrás tenia la idea de un negocio que recibía todo tipo de trabajos a cambio de una remunerada paga, sin que aquello afectara sus posiciones sociales, se encargarían oficialmente entre los aristócratas, y de manera discreta entre la gente de la ciudad; trabajos donde recuperarían cosas especificas, entregar mensajes y obsequios, hacer favores. El único problema es que para ello necesitaban un tercer miembro. Matsuri y Sora tenían muchos conocidos y varios amigos, pero el rubio esperaba con ansias a alguien a quien él y Sora pudieran llamar: "mejor amigo".

 

-¿Cómo puedes saber tal cosa, Matsuri?

-No lo sé, sólo lo presiento. ¿Qué haremos con Nao-kun?, no podemos dejar esto así.

-Ya sé, pero no podemos obligarlo si no quiere, ¿qué esperas que se haga?

-Hmf -Chris se aclaró la garganta, para que le fuese prestada atención- mi punto de vista respecto a esto es que no deben insistirle mucho o se enfadara y su respuesta definitiva será un "no". Si le dan un respiro y dejan que medite sobre esto, Sunao-kun terminara por ceder un poco.

-¿Tú, crees eso?

-No veo por qué no -le respondió el joven obispo, con una sonrisa dirigida al príncipe. De pronto miró tras sus visitantes- tengo el presentimiento de que uno de ustedes no le agrada mucho a Sunao-kun.

Sora y Matsuri voltearon a ver lo que veía Chris:  Sunao asomaba su cabeza, observando con indiferencia al que él llamaba "perfecto idiota". Al percatarse de que avía sido descubierto, se oculto de las miradas curiosas.

-Y como siempre, no te equivocas, Chris. Fujimori y yo no nos conocimos de buena forma. Me detesta por haberlo confundido con una chica.

-¿Estas seguro de lo que dices?, Sunao-kun no me parece de los chicos que detestarían a otro por una simple confusión. Nanami-san me dijo que es un chico obstinado y orgulloso, pero tambien es muy amable y agradable. No pienso que podría detestar a alguien por tan patética razón.   

-Puede ser así contigo y todos los demás, pero conmigo es insoportable, grosero y....y...¡insoportable!

-Me es difícil creer algo así. Pero si es cierto, no creo que fuera únicamente por haberlo llamado chica -Chris se quedo pensativo un momento- presiento que hay algo más.

-Hano-kun tenía razón -por fin comentó Honjou- cómo en el funeral te le quedabas viendo a Nao-kun, lo más probable es que piense que eres...¡un pervertido acosador!

-¡YO NO SOY ESO! -Sora enfureció de manera descomunal- ¡Y SI LO FUERA, SOBRE MI CADÁVER SERIA POR UN HOMBRE!

-Como sea, Chris-kun tiene razón; debemos dejar que Nao-kun lo piense un poco. Regresamos por hoy al castillo y lo intentamos mañana, ok?     

-Esta bien.

-Nos vemos después, Chris-kun -se despidió Matsuri.

-Adiós, Chris -dijo Sora, por igual.

-Que les vaya muy bien -sonrió tras despedirse.

 

Mientras que el futuro rey y el hijo del conde se alejaban de la catedral, un muchachito de cabellos rosados asomaba la vista para asegurarse de que se hubiesen ido antes de terminar con su labor. Sus pálidos ojos se enfocaron en la melena azul, ese príncipe no le agradaba nada, pero no podía negarse a sí mismo que había algo en él que lo hacia sentirse extraño por dentro.

 

Un manto negro cubrió el cielo, las nubes fueron reemplazadas por las estrellas y el sol desplazado por la luna nueva, que brillaba en lo alto del cielo. La noche se había apoderado por completo de Ciudad Cristal.

 

Pasaban de las 8:00 de la noche cuando una llave giró el cerrojo de una puerta. Un joven de ojos rosados entró a su hogar temporal bastante exhausto de haber tenido que realizar diversos y molestos trabajos.

 

-Ya llegué -se avisó- ¿Nanami-chan?, ¿Nanami-chan? -llamaba una y otra vez debido a la ausencia de respuesta.

Llegó a la puerta que daba de la casa al área del consultorio, donde le seguía un extenso pasillo que cruzaba frente a una sala, un pasillo que daba hacía un baño, después a unas escaleras de madera y finalmente a la cocina que daba al jardín trasero. La búsqueda termino rápido; al encontrar a Nanami en la habitación contigua: la sala de estar, donde estaba sentado hablando con Minato Shinichiro.

-Fujimori-kun -nombró el pelicastaño al verlo.  

-Buenas noches, Nanami-chan...Minato-san -el último nombre salió de su boca con desgane.

-Buenas noches -saludó Shinichiro.

-¿Deseas cenar, Fujimori-kun?

-No, gracias. Voy a estudiar -siguió por el pasillo hasta subir por las escaleras.

 

Fujimori llegó a una habitación de huéspedes, de muros azul grisáceo. No era la gran cosa, tenía todo lo básico una cama matrimonial, una mesa de noche, un armario, una ventana con cortinas color hueso que hacían juego con la colcha de la cama, un pequeño escritorio y un espejo de pared. Una alcoba sencilla, pero muy cómoda.

 

Sunao se sentó sobre el escritorio y sacó unos libros para comenzar a estudiar. Desde que avía salido de Ciudad Cristal. Pronto terminarían las vacaciones de navidad, y no existía forma alguna para pagar una colegiatura escolar, de modo que decidió a enseñarse sólo así tuviese que estudiar todos los días. Al igual que su madre, poseía una gran habilidad para aprender y retener información.

 

Unos minutos más tarde, entro el pequeño que compartía la habitación con el pelirrosa. 

 

-Hola, Kano-kun -le saludó Sunao.

-Hola -devolvió el saludo mientras se acurrucaba entre la colcha. Ya estaba vestido por su pijama, lo más probable es que viniera de cenar.

-¿Te molesta la luz, para dormir?

Negó levemente con la cabeza. Ese niñito tenía una expresión y un tono de voz un tanto fríos para un pequeño de su edad; pero eso lo hacia tener un encanto que conmovía a cualquiera.

-Buenas noches -le deseó al pequeño, antes de regresar a sus libros.

-Buenas noches -abrazó su conejito rosado de peluche.

Realmente extrañaba escuchar hablar al animalito del felpa, su animada y juguetona voz le resultaba bastante divertida, aún cuando sabía perfectamente que era su padre quién lo hacia hablar. Eso era, Kano extrañaba a su padre. 

 

Pasaron dos horas, la luz estaba apagada, los libros estaba cerrados y dos menores de edad dormían sobre la misma cama.

 

Por la mente del de ojos rosas se mostraban una y otra vez las imágenes del príncipe heredero. Ese cabello alborotado, ese inusualmente bello rostro, aquella esbelta silueta, aquellos labios delgados y aquellos deslumbrantes ojos celeste como el cielo ante el amanecer. El extraño sueño del joven fue interrumpido por una pequeña mano que tocaba uno de sus delgados hombros. Fujimori despertó para ver al infante de ojos azul marino sentado sobre la cama.

 

-¿Pasa algo, Kano-kun? -preguntó tras un bostezo de cansancio- ¿tuviste una pesadilla?

-...-negó con la cabeza.

-¿Qué te pasa?

-Agua -pronunció con una palabra el motivo de su despertar. La forma en que había hablado el infante conmovió al muchacho.

-¿Quieres agua?

Kano asintió tímidamente. 

-Enseguida te la traigo -dejó caer sus piernas por el borde de la cama y se puso sus pantuflas de osito- espera aquí, no tardo -dijo saliendo de la habitación.

 

El ojirrosa bajó las escaleras con sigilo, supuso que Nanami estaría dormido, así que debía tratar de no despertarlo. Llegó hasta la cocina donde sirvió agua en una de las inusuales tazas del médico . Cuando salió de la ultima habitación del primer piso, y estaba por subir las escaleras, pudo ver que la luz de la sala de estar. Para su sorpresa eran Nanami y Shinichiro; aún seguían hablando después de ya dos horas. Sunao no era un entrometido, ni mucho menos era un fisgón, pero en el rostro del médico había un leve semblante de preocupación, y decidió averiguar a que se debía.

 

-Estoy muy preocupado por él. Siempre se va temprano, a veces regresa para desayunar, luego se va a trabajar, nunca regresa para comer y a veces ni siquiera cena. Llega exhausto y lo primero que hace es estudiar.  No tengo idea de si come algo fuera de aquí. No me gusta nada esto; ha estado cinco días conmigo, ¿qué tanto empeoraran las cosas de esta forma? -decía el pelicastaño al general, mientras que sus ojos expresaban una tristeza infinita. Escuchar la descripción de la situación izo entender al pelirrosa que hablaban de él.

-Tranquilízate, Nanami. Nada de esto es culpa tuya. Sunao esta bien, se esta esforzando para poder salir adelante solo y ayudar a su familia.

-Sí, pero no me gusta que sea de esta forma. Es muy joven como para explotarse a sí mismo en trabajos pesados y de una paga que no corresponde. Sí Suzume-han y Naoji-san, llegaran a enterarse de lo que hace su hijo bajo mis cuidados...yo...yo mismo jamás me lo perdonaría. 

-¿Ellos saben que Sunao esta aquí?

-No -bajó la mirada- espero que Fujimori-kun recapacite, sus padre deben estar muy preocupados. Lo único que quiero por ahora es que tenga un trabajo estable, algo que sea mejor hasta que decida regresar a Ciudad Orquídea.

-Puede tenerlo... -dijo Minato, después de pensar un poco. Eso hizo que Nanami levantara la mirada, con expectación. -Sora y Matsuri me dijeron que le ofrecieron trabajo en el castillo, a Sunao. Si tan sólo podemos insistirle un poco hasta convérselo ya no tendrías que preocuparte así por él.   

-...-Nanami analizó todo un momento. Aquello era buena idea; pero seria difícil siendo que al unigénito de los Fujimori no le agradaría mucho del castillo. -eso me gustaría mucho, pero no creo que Fujimori-kun acepte.

-Descuida. Buscare métodos -abrazó al médico, en señal de consuelo. A través de los años un abrazo era algo que siempre lo tranquilizaba, y Shinichiro desde muy niños lo sabía.

-...Gracias, Shinichiro -desistió ante los brazos que lo rodeaban y recargó su delicado cuerpo en el pecho del general.

 

El muchacho que avía escuchado todo aquello, sintió como sí todo lo que hizo desde que salió de Ciudad Orquídea fuese malo. Si tenia preocupado a Nanami de esa manera, no quería saber como estaban sus padres. Por primera vez en días se avía detenido a analizar ello. 

 

Al escuchar la puerta de la calle abrirse, supo que Minato estaba por irse, eso significaba que en cualquier momento el teniente coronel subiría la escaleras. Nao subió las escaleras casi corriendo, mientras aseguraba  de que sus pasos no fuesen escuchados hasta llegar a la alcoba de huéspedes. Entró agitado a la habitación, azotándola un tanto fuerte al cerrarla. El pequeño Kano se levantó en un sobresalto al escuchar el ruido aturdidor. 

 

-Disculpa -dijo el mayor al percatarse de la reacción del infante. -Perdóname, también, por la tardanza, aquí tienes -le entregó la pequeña taza azulada.

El niño bebió el agua a pequeños tragos.

-Gracias -agradeció, dejando la taza en la mesita de noche y siguió por acurrucarse, con su conejito, entre el cobertor. Después de todo su hora de dormir ya avía pasado hace rato.

-De nada -le sonrió, dejando sus pantuflas en el suelo de tatami para, al igual que su compañero de cama, tratar de dormir.

 

Cuando el mayor recostó su cabeza sobre la almohada, no pudo evitar recordar las imágenes de el día que avía vivido; las palabras de Sora, la conversación de Nanami y Shinichiro, la situación y la propuesta que le avían echo. Talvez debía aceptarla; seria por su bien y el de la preocupación de Nanami. Con todos esos diversos pensamientos, aquella seria una noche muy larga. 

Notas finales: En el prómixo capitulo...volveran a salir todos los personajes que han salido hasta ahora XD...pero ya veremos si Nao acepta el trabajo...Y si no quiere...pues no importa, en esta porqueellia de fic, yo gobierno su vida    muajajaja!!! XD...nos vemos    BY NAO

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