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Rosa de Cristal por Dayna Kon

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Notas del capitulo:

Me siento como la peor de las mentirosas TT_TT

Lamento mucho, mucho, mucho, pero d everdad mucho públicar el capitulo hasta ahora. Lo prometí para el 21, pero tuve que desperdiciar como cuatro diskets para lograr meter el archivo en uno que sirviera.

De verdad lo siento, sobre todo contigo, Marisol-chan. El 21 fue tu cumpleaños y éste iba para ti. u.u

Espero me perdonen...

Éste capitulo va dedicado a Mónica (porque aquí existe un tipo de amor shojo)

Y sobre todo para Marisol!!!...porque selevramos que hace exactamente dieciocho años y diez días, Dios trajó a éste mundo gris un ser humano tan increible, cuya sonrisa y personalidad son tan brillantes y radiantes como un sol, y tan puros y especiales como un arcoiris reflejado en el agua. A ti, Marsisol, porque has sabido mostrarle al mundo lo sorprendente y auténtico que puede ser un ser humano

¡¡¡¡¡FELICIDADES AMIGA!!!!!!

Apenas había pasado una semana desde la repentina aparición del príncipe Nagase, en el Castillo de Cristal. Las voces de la ciudad comenzaban a esparcir lo rumores sobré aquella inquietante visita, dichas habladurías que no tardaron en llegar a oídos del joven Hashiba. Las palabras del heredero de Suigintou no le fueron inútiles, de cierta manera le habían ayudado a tomarse las cosas más enserio.

Sunao estaba sentado en la barra de servicio, ubicada en la cocina, acompañado de Yumiko y de Giancarlo. Tal y como se les había vuelto costumbre, desayunaban después del resto de la servidumbre; era más agradable para él que estar evitando las miradas rencorosas de la señorita Kaoru o esquivar los ojos acosadores de Aki, aún cuando eso implicase levantarse más temprano y adelantar pequeñas tareas domesticas.

 

 

-¿Dónde esta Noriko-san?- quiso saber Nao. Le parecía extraño que la señora Tornatore todavía no hubiese aparecido.  

 

-¿Qué día es hoy?- preguntó Yumiko, tranquilamente.

 

-Lunes, ¿por qué?

 

Yumiko y Giancarlo se miraron mutuamente al escuchar el día, y, en unísono, dieron a conocer la respuesta -: Día de exfoliación facial.

 

Sunao se silencio, la gran vanidad de Noriko lo dijo todo.

 

-Buenos días, chicos- saludó la mujer de cabello rojizo, sentándose en la barra de servicio.

 

-Buenos días.- le desearon.

 

-¿Y qué tenemos para desayunar, cielo?- le preguntó a Giancarlo.

 

-Curry de berenjena con pollo.

 

-Ah, sí, creo que lo vi en la mesa; mientras Sora-san y los demás jóvenes desayunaban.

 

-Estas de mejor humor que lo usual, Nori-han.- comentó Yumiko, mientras bebía su té. Se notaba a la perfección la radiante sonrisa de la señora, cosa que no era producto de que su cara estuviese más limpia. -¿A qué se debe?

 

-Es qué estoy muy contenta por ti, Yumiko-chan- dijo, con un tono de complicidad.

 

-¿A, sí?, ¿y por qué?- Siguió bebiendo de su té, sin la más mínima importancia a esas palabras.

 

-Cinco letras: I-S-A-A-C- susurró Noriko, cerca de su oído.

 

La garganta de Yumiko se ahogó, con la bebida. -No sé de que hablas.- dijo, tratando de mostrarse indiferente.

 

-No tiene nada de malo. Nosotros ya lo sabemos muy bien.

 

-Eh...Disculpen- interrumpió Sunao -¿Les importaría decirme de qué están hablando?

 

-Hablamos de...- La boca de la señora Tornatore fue callada por una mano de Yumiko.

 

-De nada. Ya sabes como es Nori-han, metiendo cizaña en donde no es llamada.

 

-No tenies porque escucharle.- le siguió Giancarlo a Yumiko -Apropósito, Sunao.

 

-¿Sí?

 

-Hoy e tu primeria clase con Penbar-sensei, ¿verdate?

 

-Sí. Hoy, después de la hora de la comida.

 

-¿Estas seguro de que no te será incomodo estudiar con Sora-san?- le preguntó la ama de llaves. Ellos conocían perfectamente la pequeña historia de sucesos ocurridos entre ambos.

 

-Te mentiría si te dijera que no me es incomodo. Y es porque, desde que lo conozco he llegado a sentirme diferente, no sé que sea, pero eso no me gusta. Además viene el asunto de lo de...- Sunao se detuvo, recordar la ultima razón lo heriría demasiado. Para su sorpresa, se dio cuenta de la forma tan acosadora con la que le miraban sus tres mayores.

 

-Sunao-kun...¿podemos hacerte una pregunta algo...incomoda?- dijo Yumiko.

 

-Supongo que sí.

 

-¿No has pensado qué...no sé...te guste Sora-san?

 

-¡Ni muerto! ¡¿Me escuchaste?!- gritó molesto. Sólo eso le faltaba, que adultos pensaran una barbaridad como aquella.

 

-Negación, típico.- comentó Nori. Y los otros dos asintieron.

 

-¡¿Qué fue lo que dijiste?! 

 

-Na-Nada.

 

-Con todo respeto, no quiero seguir discutiendo tonterías con ustedes.- se levanto del banquillo de madera clara -Me voy, y gracias por la comida.- dijo, saliendo por la puerta con su mueca de orgullo intacta.

 

 

Nao salió de la cocina y paso por el comedor, frente a los magistrados quienes miraron atentamente la mueca que dejaban ver sus facciones. Se limitaron a verle irse.

 

-¿Y a él qué le pasa?- preguntó Sora.

 

-Ni idea.- respondió Matsuri. -Cambiando de tema; lo he decidido.

 

-¿Qué has decidido ahora, Matsuri?- Realmente no quería saber, pero sino le preguntaba, Matsuri se lo diría de todas maneras.

 

-He decidido que ya encontré al ultimo miembro para "los maestros de todo".- exclamó, con el puño al aire.

 

-¿De veras, Matsuri-chan?- Los ojos de Sei brillaron, finalmente se formaría el grupo del que él y sus amiguitos anhelaban ser parte. 

 

Matsuri asintió, con una sonrisa.

 

-¿Ya vas a empezar con eso?- se quejó Sora -Has dicho "los maestros de todo" desde hace casi tres años.

 

-Esta vez es diferente.

 

-¿A, sí? ¿Por qué?

 

-Ya te lo dije, ¿qué?, ¿tengo que repetírtelo?- dijo, con fastidio falso. -He decidido que Nao-kun será el tercer miembro.

 

-¿Fujimori?, ¿y él por qué?

 

-Te lo dije una vez: presiento que el tiene algo especial para esto.

 

-Ya veo...tiene que ver con dinero, ¿verdad?

 

-Eh...sí..esa es una de las razones.

 

-¿Cuál?

 

-Durante el baile la presencia de Nao-kun llamo la atención de señoritas, a quienes les vendí fotografías. Después se supo la  dichosa "doncella de los cabellos rosados" era un chico. Peticiones de jovencitas y hasta de muchachos llegaron a mí.

 

-¿Puedo saber a qué clase de chica le gusta un hombre que se ve más femenino que ellas?

 

-A quienes compraron las fotografías.- argumentó, con orgullo al mostrarle algunos billetes. -Ahora tenemos para dos gustos; el chico delicado, frágil, adorable, maduro y encantador v.s el chico despistado, atractivo, inmaduro, simpático e infantil. Son buenos perfiles para negociar fotografías.

 

-Eres un idiota. Y ni creas que yo participare en esa locura de los maestros de todo.

 

-Eso lo veremos.- respondió, simplemente.

 

 

Las horas pasaron con velocidad hasta ser llegada la momento de la comida. Sunao se había sentido algo hostigado debido a que Matsuri había estado tomándole fotografías casi todo el día, aunque desconocía cual era el motivo estaba seguro que era algo que no le iba a gustar. 

 

La reina Kasumi había bajado al comedor, y Sora se sentía más confortado con ello; claro, que su madre se sentara con ellos a la mesa no era nada del otro mundo; pero eso significaba, quizá, ella se sentía un poco menos afligida desde la muerte de su esposo. 

 

 

Los platos ya habían sido llevados al comedor. Y todos los sirvientes comían en la tranquilamente en la cocina.

 

-¿Ahora dónde esta Yumiko-san?- preguntó el pelirrosa.

 

-Debe estar armándose de valor.- respondió Noriko, de manera indirecta.

 

-¿Armándose de valor?, ¿para qué?- quiso saber.

 

-No es un "para qué...", es más bien un "para quién..."

 

-¿Eh?

 

-Déjalo, lenguaje de mujeres.

 

-Ia, dejate en paz al rigazzu, Nori- ordenó Giancarlo, sutilmente. -Dejate que sea Yumiko-chan la que le contate sobré eio.

 

-Como digas, cielo.

 

-Entonces dime enserio, ¿a dónde fue Yumiko-san?- insistió.

 

-Yumiko-chan fue a dejare a Sei-san a la mansión Ren.

 

-¿No es donde vive Shina-kun?

 

-Sip.

 

-¿Y qué hace ahí a estas hora?, digo, por lo general es Shina-kun quién viene aquí.

 

-Sip, pero no cuando tenen clases. A los tres bambinos gustate aprender juntos.

 

-Eso me parece muy bien.- sonrió Fujimori.

 

 

En el comedor, los magistrados hablaban sobré temas irrelevantes; esperaban la llegada de una persona.

 

-Kasumi-sama- interrumpió Kaoru, con su débil voz de siempre. -Penbar-san ha llegado.- avisó, dejando ver a un hombre alto, un poco bronceado, vestido con un pantalón de tirantes café, como los zapatos, y una camisa blanca.

 

-Buenas tardes, Isaac-san.- le saludó la reina.

 

-Buenas tardes, es un privilegio volver a verla, su majestad.- Besó la mano de la mujer, como todo un buen caballero ingles que era.

-Tan educado como siempre.- comentó Kasumi. -Kaoru-han- le llamó a la muchacha.

 

-¿Sí, su alteza?

 

-Por favor, trae a Sunao-kun.

 

-Sí.- Inclinó la cabeza, a modo de reverencia.

 

A Kaoru le incomodó aquélla orden, a ella realmente no le agradaba en absoluto el pelirrosa. Pero bien sabia que ordenes eran ordenes.

 

No le había tomado más de medio minuto traer ante los presentes al joven Fujimori.

 

-Aquí esta.- informó la chica.

 

-Gracias, Kaoru-han, puedes retirarte.

 

-Con su permiso.- hizo una reverencia, y entró a la cocina.

 

-Isaac-san, te presento a Fujimori Sunao-kun. Es el chico del que te hable. Al que me gustaría enseñaras junto con Matsuri y Sora.

 

-Estaría encantado, su alteza. Un placer conocerle, joven Sunao.- Le extendió la mano.

 

Sin pensarlo, Sunao la estrechó. El hombre parecía ser agradable, elegante y muy educado. Tenia el cabello castaño, un poco largo, y era evidente la barba afeitada. Unos finos y expresivos ojos cafés, ocultos tras unos pequeños anteojos de sol, color violeta.

 

-Sunao-kun, él es Penbar Isaac-san. Será tu profesor de ahora en adelante.

 

-Muchos gusto, Penbar-sensei.- Le soltó la mano.

 

-Me gustaría poder ocupar la biblioteca, y ahí esperar a que los jóvenes terminen sus alimentos.- le dijo a Kasumi, con su relajada y cortes voz desbordante de una elegancia tan propia de él.

 

-Descuide, Penbar-sensei- habló Matsuri -ya terminamos. ¿Podríamos empezar ya?

 

-Como ustedes deseen.- respondió, con una pequeña sonrisa. -Por favor.- Les hizo el ofrecimiento de pasar primero.

 

-Vamos, chicos.- dijo el rubio, arrastrando a Sunao y a Sora fuera del comedor.

 

 

Caminaron hasta una habitación de los pisos superiores. Una biblioteca amplia; estantes repletos de libros que llegaban a parecer infinitos a la primera mirada, un par de gigantescos ventanales que evadían la entrada de mucha luz exterior, pero que  hacían ver a cada fragmento de diferentes colores formando la imagen de una rosa, las paredes blanquecidas sujetaban lamparillas de cristal y una majestuosa pintura de la era bizantina. En mitad del suelo de baldosas color arena y azul rey había dos escritorios; uno largo, con capacidad para cuatro o cinco personas, otro era individual y estaba al lado de una pizarra. "Al parecer la reina Hashiba preparo todo con anticipación", fue lo que pensó Isaac, con una sonrisa surcando su rostro.

 

Matsuri y Sora se sentaron en las sillas que había frente a la mesa alargada.

 

-¿le ocurre algo, joven Sunao?- le preguntó el profesor, al ver que no se sentaba.

 

-N-No, nada.- se sentó, en la única silla que quedaba vacía: al lado del príncipe.

 

-Como supongo, el joven Matsuri y el príncipe Sora ya le conocen. Me temo que yo no he poseído ese placer. ¿le molestaría si nos presentamos mutuamente?

 

-Para nada.

 

-Usted primero, por favor.

 

-Mi nombre es Fujimori Sunao, tengo diecisiete años, vengo de Ciudad Orquídea. Un placer conocerle- se inclinó, con respeto.

 

-Magnifico. Creo que es mi turno. Mi nombre e Penbar Isaac, tengo veintisiete años, soy procedente de Londres, Inglaterra. Me licencie como profesor para materias absolutas a nivel preparatoria, lo suficiente como para enseñarles cualquier asignatura que ya vieron en el onceavo grado y las que verán hasta el treceavo. Encantado de conocerte.

 

Se acercó al maletín que había dejado sobre el escritorio individual y sacó unas cuantas cosas.

 

-Éste será el programa de todo el semestre.- Les entregó una carpeta a cada uno y pasó a explicar -:Ahí están englobadas las tareas, exámenes, parciales, temas y horarios, por periodos. Las cosas que requerirán y las reglas que han de seguir que, como espero, no deberán requerir sanciones que puedan afectar sus promedios, en caso de que su comportamiento no sea adecuado. No me gustaría verme en la penosa necesidad de notificar a sus padres. Estoy seguro que no sucederá. ¿Alguna pregunta?

 

Sunao levantó la mano, algo inseguro.

 

Isaac le hizo una seña, con la mirada, dándole a entender que podía expresar su duda.

 

-¿Cuánto dura la clase?

 

-Un plazo de tres horas, concretamente: de tres a seis de la tarde. Comencemos con nuestra primera asignatura.

 

Tomó un trozo de tiza blanca y escribió en la pizarra: Tema 1-Historia sub-tema- historia del arte.

 

-Para primera categoría de historia del arte- continuó -hablaremos de los periodos artísticos en Japón. Príncipe Sora...

 

-¿Sí?- respondió.

 

-¿Podría nombrarme los cuatro periodos considerados como la división de las etapas artísticas dominantes en Japón?

 

-Eh...bueno...pues...¿el periodo Heian?

 

-¿Me esta preguntando o me esta contestando?

 

Sora no respondió.

 

-No se ha equivocado. Pero el periodo Heian es el segundo de los cuatro periodos. ¿Alguno de ustedes dos sabe los demás?- preguntó, mirando a Sunao y a Matsuri.

 

Isaac desistió al ver que no obtenía respuesta.  

 

-Bien, anoten, son...

 

-E-Espere- le detuvo Sunao.

 

-¿Ocurre algo, joven Sunao?

 

-Eh...es qué...

 

-Sí no tiene algo que decir, continuo...

 

Sunao se paró de un sobresalto y respondió:

 

-El periodo Asuka, prescindiendo de las etapas más primitivas, la primera que tiene alguna importancia, se produce la entrada del budismo en Japón, siglos VI y VII. Periodo Heian, la cultura China ha sido totalmente asimilada en Japón, siglos VIII a XII. Periodo Muromachi, se impone en la pintura la técnica de diluir los colores en agua para hacerlos más difuminados, la arquitectura toma una gran elegancia, siglos XIV a XVI. Periodo Edo, desarrolla un arte de gran altura y excelentes edificios, sin influencia de algún medio exterior, siglos XVII a XIX.- terminó y tomó aire.

 

Ya recuperado, Sunao se volvió a ver individualmente a los tres individuos, que en ese momento poseían la misma cara: asombro.

 

Isaac sonrió satisfecho. -Me alegra saber que estas bien preparado y de que no tendré problemas para que aprendas algo. Puedes tomar asiento.- se dio vuelta, para escribir en la pizarra lo dicho por Fujimori.

 

Sunao se sentó, algo apenado de haber hablado todo aquello, simplemente no podía  soportar la idea de que alguien creyera que desconocía lo que sí sabia. Pero había un cosuelo: el primer día de clase siempre es difícil.

 

 

Habían pasado cuatro días desde la primera lección instruida por Isaac. El profesor Penbar daba excelentes clases, era un poco estricto y riguroso con su trabajo, pero era, también, un maestro alentador y muy agradable.

 

Esa mañana, durante el desayuno. Nao se percató de algo fuera de lo común en Yumiko; esos vivaces ojos esmeralda eran tan brillantes como siempre, su sentido del humor era tan alegre como lo era todos los días, y su rostro poseía esa misma sonrisa que mostraba ante la vida. Le pareció algo bastante incorrecto, ¿la razón? No era que él deseara verla deprimida, pero la veía resignada, como si lo que le dijo antes ya se lo hubiese planteado de forma definitiva, enterrando así lo que sentía por aquella persona tan especial para ella.

 

El muchacho no pudo evitar recordar lo que habían hablado apenas ayer...

 

 

Para ese momento el reloj arcaba las 6:10 de la tarde. Bueno, realmente él no tenia idea de las horas que fuesen; pero no habrían pasado muchos minutos desde que concluyeron las lecciones de ese día y Sunao debía continuar con sus actividades domesticas. Para esos momentos Sunao estaba aseando en el recibidor, y como una de tantas costumbres que había adquirido Yumiko desde la llegada del jovencito, se dedicaba a acompañarle en sus actividades, con sus largas agujas de hierro y la tela que siempre llevaba consigo.

 

-Y...dime: ¡como te ha ido en tus clases, Sunao-kun?- quiso saber la ama de llaves, sin razón aparente. 

 

-Muy bien, gracias.

 

-¿Isaac-san es muy simpático?

 

-Bastante. ¿Hace cuanto que lo conoces?- le preguntó, mientras barría el suelo.

 

-Un amo y medio.

 

-Y sí lo conoce desde ese tiempo, ¿por qué me haces esa pregunta?

 

-Curiosidad, nada más que eso.

 

Unos pasos se escucharon bajar por la escalera principal, se trataba del profesor Penbar. 

 

-Veo que ya se va, Penbar-sensei.- hizo notar el pelirrosa.

 

-Efectivamente. Debo ver a alguien.- respondió -Buenas tardes, señorita Yumiko.

 

-B-Buenas t-tardes, Isaac-san.- regresó el saludo, de forma un poco torpe.

 

Ahí estaba, Penbar Isaac; la única persona que al mirarla le hacía sentirse torpe, le hacía sentir un cosquilleo recorrerle el vientre, que le hacía sonrojarse con tan sólo ver una sonrisa provenir de sus delgados labios, la única persona que en toda su vida le había hecho pensar que estaba realmente enamorada.

 

-Lo más apropiado es que me retire. Hasta mañana, que tengan un buen día.- deseó, saliendo rumbo a las entrañas de Ciudad Cristal.

 

Sunao miró a la ama de llaves, con ojos delatores.

 

-Ya, escúpelo.- dijo.

 

-¿Q-Qué?

 

-Él te gusta, ¿no es cierto?

 

-No me digas que ya estas dejando que esa cabecita rosada sea contaminada por las palabras de Nori-han.- le dijo, golpeando con el dedo índice la cabeza de Nao. Trataba por cualquier manera de ocultar esa verdad.

 

-Oye, soy menor, pero...¿quieres saber algo? No soy estúpido. He visto la manera en que lo miras, como titubeas cuando esta cerca y como cambian el color de tus mejillas cuando el te sonríe.

 

-No estés diciendo tonterías.

 

-Tú dijiste que para ti, yo era como un hermano menor, que me habías tomado tal cariño en tan poco tiempo. Yo no tengo hermanos, sólo tenia a mis padres cerca, tú eres para mí como la hermana mayor que siempre quise tener, pero que mis padres no pudieron traer a este mundo. Puedes confiarme lo que sea, cualquier cosa.- La voz de Nao se dulcifico de una manera comprensiva.

 

La ama de llaves suspiró, derrotada. -Esta bien, pero prométeme que no se lo dirás a nadie.   

 

-Te doy mi palabra.

 

-Conozco a Isaac-san desde que entre a trabajar como profesor privado de preparatoria, el año pasado. La primera vez que lo vi, sentí algo que jamás, en toda mi vida, había sentido antes; era una sensación de nausea y de un cosquilleo inexplicable; era incomodo, pero sabia que no tenia nada malo porque él no me desagradaba, siempre me ha gustado sentir ello. No somos exactamente amigos; pero me siento bien cada vez que logro cruzar una palabra con él. Es a lo único a lo que podré aspirar siempre.

 

-¿A qué te refieres?

 

-A qué él y yo... él y yo no fuimos hechos el uno para el otro. Él e elegante, atractivo, un hombre de un mundo muy lejano al mío, un profesor graduado. Y yo...- suspiró, pensar en ello le dolía -yo soy sólo una sirvienta y nada más.

 

-Ah...creí que tu razón seria más valida.

 

-¿Qué?, ¿no fue suficiente?

 

-Yumiko-san,- la miró a los ojos -tú eres una mujer hermosa, inteligente, fuerte, única. Desde los catorce años te has encargado de ti misma, siempre tienes una sonrisa en el rostro, una sonrisa que ni siquiera el dolor del tiempo puede quitarte; tú haces que nos quede claro lo bello que es vivir. Eres más que sólo una sirvienta, eres un ejemplo viviente de fortaleza. Y sí la razón por la que Penbar-sensei no se fije en ti es porque eres una sirvienta; no te merece ni ahora ni nuca.

 

Yumiko sonrió con ternura, en un gesto de agradecimiento puro. -Muchas gracias, Sunao-kun. Pero...las cosas son así; el hecho de hacer en mi vida todo lo que hice no me hace dejar de ser sólo una sirvienta. ¿Cómo poder competir con una mujer de mundo o con un teniente coronel?

 

-¿Nanami-chan?- cuestionó, confundido.

 

-Sí.- bajó la mirada- ¿Te molesta si te dejo solo? 

 

Sunao no respondió.

 

-Vendré...vendré a revisar más tarde.- se fue.

 

 

Ver a Yumiko de la forma en que la vio ayer, le partió el corazón, no era mucho el tiempo, pero a Sunao no le parecía que Yumiko fuese de esas personas que fuesen inseguras de sí mismas en los aspectos amorosos, ni de ninguna clase. Por un instante, cuando ella se alejaba, en su mente quedo grabada una imagen; le pareció ver una gota de agua salada deslizar por su mejilla.

 

Cuando niña, Yumiko no tuvo una niñez sencilla, tuvo pretendientes; pero en momentos así tener un novio era lo que menos le preocupaba. Jamás había sentido algo tan fuerte por una persona. Merecía ser feliz. 

 

Y aunque no fuese mucho quería ayudarle, nada debía quedarse así, tenia que averiguar por lo menos si Isaac y Nanami tenían algún tipo de relación sentimental. Aún si ello implicaba una solución desagradable. 

 

 

-¿Qué quieres qué?- dijo Sora, ¿qué clase de petición era aquella?

 

-Quiero que me ayuden a seguir a Penbar-sensei, necesito saber si el tiene alguna relación emocional con Nanami-chan.- explicó, por segunda vez, el pelirrosa.

 

-¿Espiar a un profesor?- dudó Matsuri -Podríamos meternos en problemas por ello.

 

-Por favor. Sí hubiese otra manera no se los pediría, pero debo hacerlo, se los suplico.

 

-¿Por qué quieres que hagamos tal barbaridad?- cuestionó Sora.

 

-Razones personales, no se los puedo decir.

 

-Oh, por Dios, lo sabia...eres gay.

 

Sunao y Matsuri le dirigieron una mirada a Sora, una mirada que delataba lo idiotas que les parecían sus palabras.

 

-Por favor.- siguió pidiendo a Matsuri.

 

-No lo sé, Nao-kun, eso es...

 

-Haré lo que sea lo que tú quieras, Matsuri-chan.

 

Esas palabras resonaron en la cabeza de Honjou, aquella era la oportunidad que había esperado por casi tres años.

 

-Esta bien.- accedió Matsuri.

 

-¿En serio?- Los ojos de Nao brillaron, acompañados por una gran sonrisa.

 

-¿En serio?- La voz de Sora delató su desagrado por la idea.

 

-Sí. Esta tarde, después de clases.- sentenció. El rubio subió las escaleras rumbo a su habitación, debía planear y organizar sus ideas para utilizar la propuesta de Nao a su conveniencia.

 

-...¿Estas seguro de que no eres gay?- insistió Sora. Las miradas no le habían quedado muy claras.

 

Nao le dedicó unos ojos llenos de indignación, y, sin decir palabra, regresó a proseguir con sus tareas domesticas.

 

 

De la forma que fue acordado, el trío de jóvenes salió del castillo, casi justo después de ver salir a su profesor privado. De alguna manera Fujimori ingenió un pequeño e improvisado plan para que su ausencia no fuese notada por la ama de llaves y el resto de la servidumbre.

 

Como era de suponerse, Isaac entró a casa de Nanami. Desde la lejana distancia en la los muchachos se encontraban, podían distinguir el movimiento de sus labios, no sabían exactamente lo que decían; pero, aparentemente, Nanami esperaba la visita de aquel apuesto hombre.

 

-Bien, es hora de la siguiente fase de mi plan, llamado: "Nanami-san y Penbar-sensei al descubierto"- exclamó Matsuri, orgulloso de su mente tan activa -La siguiente fase es: "vigilancia secreta sin que el vigilado lo sepa".

 

-Algo me dice que esa siempre es la segunda fase de tus planes, Matsuri-chan.- supuso Sunao, con toda la razón del mundo.

 

-Sí. ¿Cómo lo supiste?

 

-Adivine. ¿Cómo se supone que haremos eso?

 

-Depende del lugar que elijan para conversar. Sí es en el consultorio podemos espiar por una de las ventanas delanteras; sí es en la sala podemos escondernos en el consultorio, después de todo Nanami-san nunca cierra la puerta; y sí es en la cocina veremos desde la puerta corrediza.- respondió el rubio.

 

-Eres brillante, Matsuri-chan.- le elogió el más bajo.

 

-No, sólo tiene mucha practica en espiar a Nanami-chan y a ti cuando vas de visita.- corrigió el peliazul.

 

-¿Qué quiere decir con eso, príncipe Hashiba?

 

-Imágenes de Nanami, venden muy bien entre militares solteros. Imágenes tuyas venden muy bien entre chicos y doncellas, de eso hace como once días.

 

-Bien, no necesitas explicarle nada a Nao-kun, Sora. Empecemos ya con el trabajo.

 

-Genial.- dijo sarcástico -primero escapar de casa, luego espionaje ilegal y ahora allanamiento de morada. ¿Qué sigue después?, ¿trafico de drogas?

 

-No seas tan pesimista, Sora.- dijo Honjou -Ahora apresurémonos, tenemos que averiguar lo que ocurre ahí.

 

-Y exactamente, ¿en donde?- preguntó una voz seria.

 

Los muchachos se dieron la vuelta, petrificados ante reconocer a quien podría pertenecer semejante manera de hablar. Ante sus incrédulos ojos, estaba el general de división absoluta, mirándoles con severidad.

 

-Eh...h-hola, nii-chan...- Sora fue el primero con el valor suficiente para articular unas palabras.

 

-¿Qué hacen aquí, mocosos?- preguntó.

 

-Eh...pues...nosotros...¡paseando!- respondió.

 

-Paseando ¿eh?- De una manera indirecta Shinichiro les daba a entender que no les creía.

 

Sora pensó un momento. -¿Qué haces tú aquí, nii-chan?

 

-...Yo...¿Qué te importa?

 

-Venias a ver a Nanami-chan, ¿cierto?- supuso, con desagrado.

 

-Ese no es asunto tuyo, niño. Ahora díganme, en verdad lo que hacen aquí.- insistió, con un tono de orden. -Sea lo que sea, no me interesa. Regresen al castillo ahora mismo.

 

-P-Pero esto es importante.- contribuyó Sunao.

 

-No hay razón para discutir con Shinichiro-san. Nos quedaremos con la duda de saber sí Nanami-san tiene un amorío o no.- les dijo Matsuri a sus amigos, con un tono de total despreocupación. Era bien conocido por los jóvenes que rodeaban a Minato, la situación sentimental que profesaba por el teniente coronel.

 

Los otros dos muchachos comprendieron la razón por la que el rubio había dicho aquello.

 

-Esperen...- Los detuvo Shinichiro, estaba desconcertado pero por ningún motivo reflejo aquello en sus palabras.

 

-¿Sí?- respondió Matsuri, dándose la vuelta para verle a la cara. Los tres aparentaron ignorar las razones del general.

 

-¿Qué quisiste decir con que Nanami tiene un amorío?

 

-No estamos seguros, Penbar-sensei esta con Nanami-san ahora.

 

-¿Isaac esta con Nanami?

 

-Sí, veníamos a averiguar si nuestras sospechas eran ciertas. Pero debemos regresar al castillo, usted lo dijo ¿no?

 

-No trates de usar mis palabras en mi contra, Matsuri.

 

-Entones...¿debo suponer que eso es un "se pueden quedar ya cerca de oír todo lo que quieran"?

 

Shinichiro no respondió, su orgullo le impedía el si quiera pensar en admitir que unos muchachos hubiesen obtenido lo que querían desde un principio y que él había tratado de evitar. Pero estaba bastante intrigado de pensar en la posibilidad de que Nanami ya tuviese dueño para su corazón.

 

-Bien, no diga nada si no esta de acuerdo con mi suposición.- siguió Matsuri, facilitándole el admitir su banal derrota.

 

Shinichiro omitió cualquier palabra o sonido que pudiese provenir de su boca.

 

-Tomaremos eso como un sí.- Se volvió hacía sus amigos. -Bien, chicos, es hora de continuar con nuestra labor.

 

-Como digas...- respondieron.

 

 

Con sigilo, los cuatro se acercaron a casa de Nanami. Se asomaron por las ventanas delanteras; no, Nanami e Isaac no se encontraban ahí. Con el mismo cuidado, se dirigieron al jardín trasero, escondiéndose entre los arbustos que anteriormente habían sido usados para otros de los "espionajes" de Matsuri, desde ahí pudieron divisar las siluetas del teniente coronel y del profesor Penbar. Se aseguraron de no emitir un solo sonido, estaban bastante interesados en descubrir la verdad detrás de las visitas de Isaac a casa de Nanami.

 

No se podía entender de lo que fuese que hablaran, Isaac estaba sentado a espaldas de la puerta corrediza y el teniente coronel de frente a él, dejando cubierto su bello rostro ante las miradas discretas.

 

-No puedo oír nada- se quejó Sora -Penbar-sensei esta de espaldas a nosotros y u cabezo...cabeza cubre a Nanami-chan. Este plan no esta ayudando mucho, Matsuri.

 

Sunao recordó un detalle -Matsuri-chan, ¿cómo supiste lo que Nanami-chan y yo hablábamos el día en que fueron por primera vez a buscarme a la catedral?

 

-Es que... la puerta estaba ligeramente abierta.- admitió, internamente avergonzado de su método. -Pero, ¿cómo sabes que estuvimos espiándote ese día?

 

-Nanami-chan me lo dijo...

 

-¿Y cual es el plan ahora, Matsuri?- preguntó Sora.

 

-...Realmente...no lo sé.

 

-¡¿Qué?!, ¿no se supone que eres un experto en esto?

 

-Mis planes son de procesos...soy un joven creativo de cortos panoramas, no de planificación exhaustiva.

 

-Eres un cínico.

 

-¿Y qué sugieres tú? Siempre soy yo quién planea todo, ahora es tu oportunidad de probarte a ti mismo.

 

-Bien. Es tan sencillo como que abramos la puerta un poco.- resolvió, orgulloso.

 

-Hazlo.- le retó.

 

Sora vio la cara de Matsuri, un expresión facial bastante motivadoramente negativa. No permitirá que su mejor amigo le derrotase de aquella forma.

 

Posó su mano derecha sobre el cristal y tragó saliva para armarse de valor; sí les descubrían los individuos en el interior de la casa, no sólo el profesor Penbar notificaría a su madre, sino que quedaría como un completo estúpido. Se atrevió a mirar a Matsuri; no, no le dejaría ganarle esta vez.

 

Soltó un suspiro, listo para cualquier cosa que fuese a pasar. Ejerció fuerza sobre la puerta corrediza para poder abrirla.

 

-No...espere, príncipe Hashiba.- quiso detenerle Sunao, al recordar lo que había pasado con la puerta el día anterior que había venido a ver a Nanami.

 

Fue tarde para retenerle, un rechinido se escucho provenir de la basé corrediza de la puerta. E, inercialmente, los cuatro hicieron lo único que se podía: esconderse entre los frondosos arbustos, ungiendo sus cabezas bajo el tatami que daba al jardín trasero.

 

"¿Oíste eso?", escucharon una pregunta por parte de Nanami. El teniente coronel se puso de pie, se acercó a la entrada trasera, abrió la puerta y observó atentamente el área; no había nada ni nadie. "Debió ser el viento", le escucharon decir, convencido.

 

-Lo más conveniente es que me retire.- le dijo Isaac -Debo revisar las tareas y planear la clase de mañana.

 

-Te acompaño a la puerta.- se ofreció.

 

-No es mi intención el incomodar saldré por atrás.

 

-No, nada de eso, seria una descortesía d mi parte.

 

Isaac terminó por ceder y fue acompañado por el enfermero hasta la entrada principal.

 

-¿Qué hacemos ahora?- preguntó Nao, el temor de ser descubierto no le dejaba pensar con claridad.

 

-Lo mejor seria irnos- aconsejó Matsuri.

 

-Sí- le dio la razón Sora -antes de que Nanami-chan regrese y nos vea.

 

-Eso seria una pesa supongo.- comentó el pelicastaño, cruzado de brazos.

 

El teniente coronel les hizo pasar a la sala, sentándoles en el sofá más grande y él en el individual frente a ellos, pidiendo una explicación de lo ocurrido y, como era típico de él, ofreciéndoles un poco de té.

 

-De verdad...- dijo, con el entrecejo levemente fruncido, después de haber dado un sorbo a su té -puedo esperar esto de unos niños, pero ¿tú? ¿Shinichiro, el general de división absoluta?

 

-Vamos, no te pongas así, ¿qué esperabas que hiciera?- respondió Minato.

 

-Comportarte como el adulto que se supone que eres.- Le dio otro sorbo a su té. -¿Cuál se supone que es tu razón para espiarme?

 

Eh...pues...yo...- No tenia idea de que decirle.

 

-¿Shinichiro?- insistió.

 

-No me distraigas, estoy tratando de recordar.- mintió.

 

-Como quieras. Ahora, la razón de ustedes tres. Fujimori-kun, me extraña de ti, ¿por qué espiarme? Sabes bien que tú, tanto como Honjou-kun y Hashiba-kun son siempre bienvenidos a mi casa. ¿Por qué pedirles que te ayudaran a espiarme?

 

-Lo sé.- bajó la cabeza, con pena propia.

 

-Entonces, ¿por qué?

 

Sunao no respondió.

 

-¿Pueden imaginarse las consecuencias que hubiesen habido si Isaac-san fuese el que se asomara al jardín trasero?- siguió Nanami.

 

-¿Nos viste, Nanami-san?- cuestionó el rubio.

 

-Un consejo, Honjou-kun, Fujimori-kun; cuando se escondan  en un arbusto, no dejen que su cabello se quede por fuera, digo, entre el verde, el rasado y el rubio son bastante notorios.- respondió, de manera indirecta.

 

-Gracias por no delatarnos, Nanami-san.

 

-Por nada. Pero yo podría agradecerles si Fujimori-kun me dijera las razones de este pequeño numerito del espionaje.

 

-Yo...Na...Nanami-chan...yo...- No podía detenerse en ese momento, debía descubrir que era lo que pasaba; por quien para él era su hermana mayor haría aquello y más. -¿Tú tienes alguna relación sentimental con Penbar-sensei?

 

A Nanami le extraño tal comentario. -¿Por qué em preguntas eso?

 

-Es que, supe que Penbar-sensei venia a verte seguido...y...quiero saber si es por algo especial.

 

-Sí, es por algo especial. Pero no de lo que ustedes suponen. Conocí a Isaac-san cuando apenas llegaba a Barasuishou, lo deje vivir conmigo hasta que encontró casa propia. Desde ese entonces somos amigos y me visita cada vez que puede. Eso tú lo sabias, Shinichiro, ¿por qué no se los contaste?

 

-Mmm...supongo que lo olvide.

 

-El que tú no sientas nada por Penbar-sensei no significa que él no este enamorado de ti.

 

Nanami rió suavemente -¿Isaac-san, enamorado de mí? ¿ero qué dices? ¿No supones que yo me daría cuenta si alguien sintiera ello por mí?

 

-No, no realmente.- dijo. Los tres muchachos miraron de reojo a Minato.

 

-Talvez tengas razón, talvez no soy muy atento en ello; pero, si Isaac-san hubiese estado enamorado de mí, ¿no piensas que me lo hubiese dicho o no se hubiese mudado tan pronto de mi casa? Isaac tiene el defecto de ser un poco obvio. -Pausó, para aspirar la esencia que desprendía su té. -Además, tengo el presentimiento de que Isaac-san piensa en otra persona antes de dormir.

 

-¿Quién?- quiso saber el pelirrosa, aquello podría ayudarle a Yumiko.

 

-Ese tipo de cosas no se cuentan. Ahora, vayan de regreso al castillo.

 

Los cuatro se levantaron del sofá, con rumbo a la entrada principal. 

 

-No tan rápido, Shinichiro...- le contuvo Nanami, fingiéndose severo. -no saldrás de aquí hasta que me digas la razón por la cual viniste a espiarme.

 

Los menores decidieron no arriesgarse a sí mismos, dejando a Minato a merced del enfermero.

 

 

Regresaron al castillo, no había mucho de que preocuparse, los guardias y el cochero de la entrada no dirían nada a menos que llegase a ser vitalmente indispensable. Entraron al recibidor, que en aquellos momentos se encontraba vació.

 

-Muchas gracias por toda su ayuda.- Sunao se inclinó, como un gesto de agradecimiento.

 

-No fue nada, Nao-kun. Pero...¿sigue vigente el "haré lo que sea"?- recordó Honjou.

 

-Eh..c-claro.- afirmó, no se preocupaba de que fuese a ser algo indebido, Matsuri no parecía ser de esas personas, pero le parecía bastante extraño la firma e que lo repetía. -¿Puedo saber de qué tratara?

 

-Todo a su tiempo, Nao-kun, todo a su tiempo.

 

-Ya era hora de que aparecieran.- comentó Aki, acompañado por Kotaro, parecían venir de la cocina. -No sabia por cuando más podríamos oculta tu ausencia, Nao.

 

-Muchas gracias, Aki-chan, Kotaro-san- dijo el pelirrosa -Aprecio mucho su gran ayuda.

 

-Haría lo que fuera por ti, bombón.- aseguró el muchacho de cabellos lilas.

 

-Es momento de que subamos- le dijo Matsuri a Sora -esperemos que Kasumi-san no haya notado nuestra ausencia.

 

-Descuiden, Kotaro y yo nos encargamos de eso.

 

-Gracias, Aki-kun.

 

-Buenas noches.- les desearon Matsuri y Sora a los empleados.

 

-Buenas noches.- regresaron el deseo.

 

-Y...dime, bombón...Mañana es sábado, las labores terminan más temprano, ¿tienes algo que hacer por la noche?- preguntó el paje, por ningún motivo se perdería de una oportunidad para acercarse a Nao.

 

-Gracias, pero no, gracias. Por ahora no pienso en tener citas; hay trabajo escuela, estrés, no puedo.- negó, trataba de ser lo más sutil posible. En verdad no le gustaba Aki, no quería ilusionar a alguien a quién tenia aprecio. -Que tengan buenas noches.- finalizó, para internarse en el oscuro pasillo hacía su dormitorio.

 

-Parece que él no va a caer tan fácilmente ¿o, sí?- recalcó Kotaro, burlescamente.

 

-...Ese niño...- apretó sus manos, en puños. El tono de voz delataba la ira de su sentir -ese chiquillo ya me esta cansando.

 

-¿Aki?

 

-Ya va a ser hora de que entienda que Utsunomiya Aki siempre consigue lo que quiere.- sentenció, finalmente.

 

 

Sunao estaba en su habitación, sentado sobre la orilla de la cama, mientras se despojaba de la camisa blanca de su uniforme, y quedando semidesnudo, no pudo evitar recordar las palabras de Yumiko: "La primera vez que lo vi, sentí algo que jamás, en toda mi vida, había sentido antes; era una sensación de nausea y de un cosquilleo inexplicable; era incomodo, pero sabia que no era de algo malo; porque él no me desagradaba, siempre me ha gustado sentir ello".

 

A su mente llegó la imagen de Sora y lo analizó, un momento: la primera vez que lo vio tuvo una sensación de nausea y de un cosquilleo estremecedor recorriendo su cuerpo, y aunque le era incomodo le agradaba a cierta manera esa sensación. Pero, ¿qué era?, ¿qué le asía sentir ello?..."debe ser el desagrado que le tengo", sí, para su mente eso debía ser. Se puso la camisa del pijama y se recostó para dormir placenteramente.
Notas finales:

Sé que ha sido el peor capitulo de mis historia y que no importa mucho, pero pequeños detalles son los que van a llevar a desarrolar el capitulo 7

Lamento que el capitulo no puediese haber sido más especial (dado lo que festejo). Pero fncipalmente para ti, Marisol-chan.

¡¡¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS(atrasado)!!!!!!!!!

Perdonenme una vez más por el retraso


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