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Vicio... por Aome1565

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Notas del fanfic:

 

Ni los personajes ni la serie de Death Note me pertenecen, sólo los utilizo para satisfacer a mi depravada cabecita...

 

Notas del capitulo:

Wiiii... por fin terminé este fic... o debería decir: por fin lo empecé? o,ô

Bah, no sé ni me importa... lo que importa es que escribí mi primer MattxMello... hacía tiempo que quería escribir uno, pero las personalidades de los personajes me lo impedían... son muy complicados ¬¬

Hay que agradecerle la existencia del fic a alguien, personita insistentemente especial ¬¬#, que presionó (y bastante) en que tendría que intentar improvisar para que me saliese... no sé si salió bien, pues esta es la primera vez que utilizo esta pareja (y aún más la serie)... aparte de que está improvisdado... lo escribí con lo primero que se me venía a la mente...

No sé si quedó bien, regular o mal... a mí me gustó como quedó, pero ustedes son quienes tienen la última palabra... u,uUU espero sus comentarios!!

 

 

 

 

 

Vicio...

 

By: Aome

 

 

 

Hacía ya como media hora que había empezado una partida nueva en el último juego para la DS que había comprado y no lograba siquiera superar el primer nivel. Se sentía frustrado, indignado, ¿era posible que él fuese superado por un videojuego?

 

Era algo adictivo. Por más que quisiera lanzar la mini-consola y estrellarla contra alguna pared, no podía hacerlo, algo no se lo permitía. Aparte de que era regularmente nueva, tenía dos meses de haber sido estrenada luego de que Mello haya lanzado la anterior por la ventana. El rubio andaba algo susceptible y parecía molestarle que anduviese fumando o tecleando por el apartamento.

 

Matt oyó la puerta abrirse abruptamente, con un golpe que retumbó y hasta hizo temblar las paredes de la residencia. Mello parecía realmente cabreado esa tarde, su rostro lo decía todo: el ceño fruncido, la boca torcida y una mirada completamente fría. Rebuscaba en uno de los bolsillos internos de la gabardina negra. El pelirrojo lo observó de reojo fugazmente y volvió su atención al juego. Eso pareció molestar aún más al rubio, quien, aunque jamás lo admitiría, empezaba a ponerse celoso de que Matt le prestara más atención a un videojuego que a él... ¡demonios!, él era su perro y debía ser más atento con su amo.

 

-Matt -llamó Mello, haciendo acopio de toda su paciencia y fuerza de voluntad para no lanzarse sobre él y quitarle de las manos la DS, arrojándola por la ventana como aquella vez.

 

El mencionado no contestó ni se movió. Parecía no haber escuchado.

 

-Matt -volvió a llamar.

 

Tampoco hubo respuesta alguna.

 

-¡Carajo, Matt, que te estoy hablando! -gritó el rubio, ya salido de sus cabales, ahora rebuscando frenéticamente en otro de los bolsillos de la gabardina.

 

-Mn... -fue la respuesta del mayor, sin siquiera levantar la vista hacia quien le hablaba, estaba realmente concentrado, faltaba cada vez menos para llegar al segundo nivel y un enojado Mello no se lo impediría.

 

...¡Si!, acababa de pasar de nivel, ahora sólo faltaba guardar la partida y ya. Pero... el rubio, ofuscado ya por la falta de atención y desinterés por parte de su perro, se quitó la gabardina y se la lanzó, logrando que la mini-consola cayera al suelo, impidiendo que la jugada fuera guardada.

 

-¡Mierda, Mihael! -gritó Matt, quitándose el abrigo de encima y lanzándolo al mugroso suelo, sabiendo que era el tapado preferido del otro.

 

-¡Cuántas veces te he dicho que no me llames así! -respondió Mello con otro grito-. ¡Y levanta eso, desgraciado! -Señaló hacia su gabardina negra, junto a la DS.

 

-No se me da la gana -contestó y sacó del bolsillo trasero de sus jeans un encendedor y la cajetilla de cigarrillos, encendiendo uno.

 

-Apaga eso si no quieres que lo haga yo -amenazó el menor, dando un paso al frente a la vez que con un pie cerraba la puerta, haciendo temblar las paredes de nueva cuenta.

 

-Atrévete -desafió el pelirrojo, exhalando el humo y volviéndose a meter el cigarro entre los labios.

 

-No te animes a desobedecerme -regañó el rubio por lo bajo, acercándose a grandes pasos hacia el sillón en el cual se encontraba tumbado el otro y soltó contra él una bofetada, dándole vuelta el rostro, marcándole la mejilla-. Eres mi propiedad...

 

Matt se llevó una mano a la mejilla adormecida y dirigió hacia su "amo" una mirada furibunda, enfurecida. Iba a decirle algo, pero se contuvo, recogió el cigarrillo que había ido a dar al suelo, aplastándolo en el cenicero, el abrigo de Mello, el cual lanzó contra el sillón de enfrente, y su DS.

 

-Eso es, callado... -pensó el rubio, ahora calmándose mientras sacaba un chocolate del bolsillo trasero de sus pantalones de cuero ajustados y se sentaba junto a la gabardina, empezando a dar grandes mordidas a la tableta, demostrando la ansiedad que lo dominaba desde hacía rato. Era imposible dejar de comer chocolates, ya se había vuelto adicto a ellos...

 

El pelirrojo lo observó relajar el rostro al saborear el primer bocado, cerrando los ojos, distendiendo el cuerpo. Pero al notarse estando observando a Mello de aquella forma, sacudió la cabeza y empezó, por cuarta vez en el día, desde el principio del juego.

 

-Deja eso... se te volverá maña -ordenó el menor, incorporándose de su sitio, acabando de comerse la tableta entera.

 

-¿Qué hay con que se me vuelva vicio?, ¿tienes algún problema? -cuestionó Matt de forma impaciente. Empezaba a hartarse de esa clase de tratos-. Si quiero tecleo en la DS hasta que se me desgasten los pulgares, si se me da la gana fumo hasta que me muera de cáncer pulmonar, si se me antoja corro a toda velocidad en la autopista hasta salir atropellado... son mis vicios... tú ya tienes los tuyos con esos endemoniados chocolates -terminó de quejarse el mayor, levantándose de su asiento y soltando la mini-consola. Había notado que Mello estaba resentido de su poca atención hacia él, y si el rubio podía celarle a una consola un poco de atención, Matt podía estar también celoso por no poder encontrarse en el lugar de esas tabletas.

 

Mello se puso de pie, enfrentando al pelirrojo, teniendo de por medio una mesita ratona. Se miraban con el odio reflejado en los ojos. El menor suspiraba con fuerza, resoplando, entornando los ojos, mientras que el otro sólo le sostenía fijamente la mirada, sin mostrar ningún sentimiento en sus facciones, observándolo.

 

-Cierra la boca, Jeevas.

 

El rubio levantó una mano y volvió a abofetear a Matt, haciendo sangrar su labio, volteándole el rostro nueva y violentamente, pero el mayor esta vez se la cobraría. Tomó a Mello del cuello de su chaleco y lo obligó a acercársele, juntando sus labios con fuerza, empezando un beso demandante, insaciable, el cual no tardó en volverse profundo.

 

El sabor metálico de la sangre de Matt, mezclado con la amarga dulzura del chocolate dejaba cierto insaciable gusto en las bocas de ambos. Eso, y la fricción de sus bocas, empezaba a volverse adictivo.

 

El pelirrojo sintió las manos de Mello apoyarse en su espalda y apretarlo fuertemente. Se separaron con desgano, y sin verse a los ojos, volvieron a besarse impulsivamente. El menor empujó a su perro contra el sillón que antes había ocupado y se sentó a horcajadas sobre él, sin separar sus labios.

 

No comprendían lo que les ocurría y aún no asimilaban lo que estaba ocurriendo, o a punto de ocurrir, pero lo único que sus mentes tenían fijo era que querían más y no se detendrían hasta obtenerlo.

 

Los cuerpos de ambos empezaban a crear una adictiva fricción que iba aumentando, mientras que en el ambiente empezaba a hacer calor, razón por la cual se quitaron las prendas superiores, dando espacio libre para acariciar a su antojo, para besar más que un par de labios.

 

Mello empezó a descender por el cuello del pelirrojo a la vez que éste enredaba las manos en sus cabellos rubios, ejerciendo más presión, dejando escapar leves jadeos que irían a convertirse en gemidos.

 

Estaba claro el papel de cada uno en ese momento, pero el menor era demasiado lento y Matt quería más, una vez que había probado ya no iba a parar. Lo tomó de las nalgas y se puso de pie, obligándolo a sostenerse de su cadera con las piernas mientras rodeaba su cuello con ambos brazos. Sus bocas se juntaron en un nuevo beso mientras el mayor, haciendo uso de toda su fuerza, caminaba con Mello encima hacia la habitación.

 

El rubio, por su parte, no dejaba que el excitante roce de sus cuerpos se detuviese, sino que lo hacía aumentar cada vez más, fregando su pelvis contra la de quien lo cargaba, soltando gemidos que morían en la boca del otro.

 

Al cruzar la puerta de la habitación que ambos compartían el pelirrojo se dejó caer de espaldas sobre la cama más cercana, con Mello sobre sí, quien retomó lo que había dejado pendiente en el pecho del mayor, haciéndole soltar gemidos que aumentaban cada vez más al besar su cuello, succionando y mordisqueando, descendiendo hacia los pezones, pellizcándolos y relamiéndolos. Le encantaba oír gemir así a su perro.

 

Matt aflojó la presión de sus pantalones desabotonándolos, a la vez que empezaba a hacer bajar los del menor, incluyendo en el recorrido también la ropa interior al tener las manos adheridas a la piel de sus bien formadas nalgas, dejándolo desnudo ante sus manos.

 

Mello, al sentirse sin lo que le quedaba de ropa, subió hasta los labios del otro, besándolo de nueva cuenta a la vez que le quitaba los enormes lentes naranjados y los lanzaba por ahí. Introdujo ambas manos dentro de los jeans del pelirrojo, empezando a acariciar su erecto miembro por encima de los interiores.

 

-Ah... Mello... no me... ah... hagas estooo... ah, ¡Mihael! -gemía Matt, rogando porque el rubio se dejara de juegos y pasase a otra cosa.

 

-Cierra la boca, imbésil -bufó el menor a la vez que descendía tortuosamente los bóxer del pelirrojo por sus caderas mientras volvía a bajar sobre su torso, entreteniendo su lengua en el ombligo del otro.

 

-Ciérramela... ah... tú.

 

-Te la haré abrir aún más... Mail... -susurró maliciosamente el rubio y terminó de descender por su pelvis, introduciendo el miembro del mayor en su boca, de una sola vez, empezando una lenta succión que hacía delirar a Matt, llevándolo a gemir más alto, casi gritando.

 

El pelirrojo se aferró a los dorados cabellos del otro y los tironeaba conforme Mello disminuía la velocidad. Se lo hacía a propósito, lo estaba torturando como a lo que era: su perro.

 

No sabía hace cuánto realmente sentía esa necesidad hacia el mayor, esas ganas de tenerlo donde lo tenía ahora, pero no era momento para pensar en aquello, sólo acabaría con sus ansias de una vez por todas. No importaba si se le volvía adicción o vicio.

 

-Yo... yo me... -gemía Matt nuevamente, queriendo decir algo... algo que el rubio llegó a comprender.

 

-No... No antes que yo -le susurró al oído mientras se alejaba de su miembro y le tomaba de los muslos, separándole las piernas.

 

Lo demás ocurrió, para el pelirrojo, en cámara lenta...

 

Mello se adentró en el cuerpo de su perro, sin piedad, de una sola vez, sin detenerse, soltando un gemido ahogado mientras el mayor se retorcía de dolor. Era su primera experiencia con otro hombre y eso el rubio lo sabía... por eso se lo hacía a propósito, quería verlo sufrir como el perro que era, y él, idiota sin remedio, se lo permitiría... no entendía por qué, pero estaba a su merced... a merced de su amo. Y aunque le dolía, esa sensación le daba doble placer.

 

A los pocos segundos comenzó un vaivén completamente acompasado por parte de ambos, con estocadas que aumentaban de velocidad, tratando ambos de saciar esa necesidad que había empezado a crecer con aquel primer roce. Sus gargantas no retenían ya grito alguno, se sentían libres de soltar improperios y gemidos al aire a la vez que se dejaban arrastrar por todas las sensaciones juntas que los sobrevenían. Matt se aferraba con dedos y uñas a la espalda del rubio, quien, tratando de silenciar el nombre de su perro a punto de salirse por entre sus labios, lo besaba de manera hambrienta, demandante.

 

Mello llevó una mano al miembro erecto del pelirrojo, empezando a masturbarlo a su propio ritmo, haciéndolo gemir aún más.

 

-¡Mihael!, ah, ¡Mihael! -Y le encantaba que su nombre saliese de esa boca mientras él se entretenía marcando como suya la extensión de esa pálida piel... Él es SU perro...

 

Las embestidas y los gemidos no se detenían, es más, cada vez aumentaban su fuerza. Sus gargantas ya resecas escocían cada vez que de entre sus labios escapaba algo y la piel de ambos estaba inundada de sudor.

 

-Aahh... ah... Jeevas... ah... -gemía Mello ya sin poderse contener de soltar ese nombre a la vez que sentía el dolor de los rasguños provocados por Matt en su espalda. Abrió los ojos por completo, disipando la visión borrosa que se le había plantado, viendo el rostro del mayor completamente sonrojado, con los labios entreabiertos, soltando jadeos y con el pelirrojo cabello adherido a su frente. Se inclinó a besarlo, no tan salvajemente, dejando que él mandase allí, permitiéndole dominarlo y que lo arrastrase consigo a esa adictiva sensación a la que estaban expuestos.

 

-¡Aaahhh!... ¡Mellooo! -gritó el pelirrojo, desgarrando con más fuerza la piel de la espalda a la vez que se corría entre ambos, derramándose en su propio vientre y el del rubio, quien, al sentir la contracción de los músculos del mayor, no pudo evitar correrse dentro de éste, soltando un sonoro gemido mientras echaba la cabeza hacia atrás.

 

Inmediatamente salió del interior de Matt mientras le devoraba la boca con un nuevo beso, que resultó ser el último. Mello se arrodilló sobre el colchón, entre las piernas del pelirrojo y clavó en él su asesina mirada.

 

-Quítate que es mi cama... -ordenó-. Ahora.

 

-Como quieras -fue su resignada respuesta. Su amo no cambiaría más, pero poco le importaba-. Buenas noches -susurró al echarse sobre su cama, cubriendo su desnudo cuerpo con las sábanas mientras suspiraba lentamente.

 

 

Lo había probado... ahora ya no dejaría de hacerlo...

 

Mello era adictivo...

 

Mello era su vicio...

 

 

Notas finales:

Terminado al fin!!!... que bien... ^^U

Como ya dije, a mí me gustó cómo me quedó, pero los lectores tienen la última palabra... ^^

Dejen review, siii?...


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