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La Mejor Defensa por Charmeine

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Notas del capitulo:

   Aunque este fic tenga parejas heterosexuales (no se alarmen, no es mucho), sigue siendo extremadamente interesante. Además, esta la pareja de Hiei x Kurama. Es más shonen ai que yaoi, ya que no hay sexo, pero es adorable.

   Leanlo por amor a la lectura, a Harry Potter, y a Yu Yu Hakusho.

   Kurama aparece hasta el segundo capítulo, Harry un poco despues.

   Si les gusta, por favor dejen un review para saber que traducir el fic y publicarlo aquí realmente atrae a más personas a leerlo. Es un muy buen fanfic y la historia realmente te atrapa.

   Si desean enviarle un mensaje a la autora, dejenlo en forma de review, especifiquen que quieren que ella lo lea, y yo lo traduciré al inglés y se lo pasare, o si saben inglés vayan a leer su fic en las páginas donde originalmente se publicó y dejen su review ahí.

Capítulo 1
Cartas

   Tokio a finales de Junio usualmente sufría de lluvias pesadas, como es normal en el resto de Japón, pero hoy parecía que el inexorable clima, típico de finales del verano, hacía una aparición temprana. El sol resplandecía alto en un cielo azul-blanquecino, y ya hacía un rato que había sustituido los pequeños charcos del aguacero de la noche anterior con vidriosas ilusiones cálidas. El aire se apegaba a la piel como telaraña, cada aliento tan pesado como la más espesa miel.

   Hiei yacía en la rama de un árbol, usando su típica pesada gabardina y bufanda blanca, casi insensible al calor. Bostezó, dejando a su mente divagar. Este era solo otro húmedo, cálido, adormecido día en el Ningenkai. Casi le provocaba el deseo de chamuscar algo. O matar del susto a Kuwabara; no lo había echo por un rato. Sonrió socarronamente. Iría en unos cuantos minutos.

   Un suave ulular lo distrajo, y frunció el seño. Abrió perezosamente un ojo color rojo vino, observando mientras una lechuza aterrizaba en su rama con un casi-mudo batir de alas, y volteó su cabeza para mirar a Hiei. Movió su pié rápida y violentamente,  puesto que era la parte de su cuerpo más cercana al ave, pero esta simplemente ululó y dio un salto para estar algo más cerca.

   Hiei abrió su otro ojo y se levantó ligeramente, unos pocos mechones de cabello negro cayendo sobre su frente. ¿Desde cuándo las aves salvajes no alzaban vuelo cuando una persona se encontraba demasiado cerca? Pensándolo mejor, ¿Desde cuando las lechuzas volaban a la luz del día? Y quizá lo más importante... ¿Desde cuando las lechuzas cargaban correo humano?

   Sus ojos disminuyeron en la medida en que estaban abiertos al saltar la lechuza incluso más cerca en un pie, extendiendo la otra garra con el paquete hacía el demonio. Visible en limpió hiragana estaba una dirección:

 

   Sr. H. Jaganshi
   3ra Rama Arriba, El Encino Más Alto
   Parque Yukimi
   Tokio, Japón.

 

   Hiei tomó la carta con cierta sospecha creciente, ignorando a la lechuza que ya partía de aquel lugar. ¿Qué estaría planeando el maldito zorro ahora? Él tenía que ser el responsable de esto. Los únicos que sabían de su segundo nombre... que era más un título que un nombre de familia... eran Kurama y Koenma, y esto no encajaba del todo en el torcido sentido del humor del dios-demonio Koenma. Girando los ojos, abrió la envoltura, sacó la carta dentro, y (debajo de un encabezado mostrando cresta y escritura de estilo occidental) leyó:

 

   Querido Sr. Jaganshi,

   Nos complace informarle que usted ha sido aceptado en el recientemente-desarrollado programa internacional en la escuela Hogwarts de Magia y Hechicería, Hogsmade, Inglaterra. Agregada está una lista cerrada de todos los libros y equipamiento necesarios. El Curso comienza en Septiembre 1. Esperamos su lechuza no más tarde de Julio 15.

   Sinceramente,
   Minerva McGonagall, Subdirectora.

 

   La firma tenía un diseño florido, repetido con letras impresas romanas, y le dedicó varios minutos descifrando el nombre. Al descubrir que no solo no era un nombre que él reconociera, sino que también era el nombre y apellido de un humano en lugar del nombre simple de un demonio, Hiei transformó el pergamino en una arrugada bola de papel. Elevó su poder para calcinarlo, molesto. Alguien-no Kurama, a menos que de algún modo se hubiera confundido con sus plantas demoníacas y estuviera drogado-le estaba jugando una broma, y NO era gracioso. Extraño como el infierno, si, pero definitivamente carente de gracia.

   Se apartó entonces, decidido a hacer su día agradable de nuevo.

*****

   Algo más tarde, un adolescente alto, usando un uniforme escolar azul que definitivamente era demasiado cálido para la temperatura, caminaba por el mismo parque. Tenía el cabello de un tono anaranjado, corto y peinado hacía atrás desde la frente, y un rostro rudo con huesos prominentes, que estaba actualmente retorcida en una expresión adolorida.

   Kuwabara Kazuma estaba teniendo la peor de las migrañas. Por las últimas dos horas, de repente sentía un flash de un fuerte, indefinible poder a menos de 50 pies de distancia, pero cada vez que volteaba no había nada ahí que pudiera causarlo. Había gritado -bueno, de acuerdo, chillado como una estereotípica niña-cada vez que lo sentía por la primera hora y media o algo así, y obtenido bastantes miradas extrañas por parte de los peatones, pero ya había obtenido un dolor de cabeza por la tensión. Gritar ahora causaba que su cerebro doliera tanto como cuando tenía un examen de Kanji. Los aún presentes flashes psíquicos tampoco ayudaban mucho.

   Maldito fuese el enano! Hiei era el único a quien Kuwabara conocía que era lo suficientemente poderoso como para crear esas pequeñas molestias, lo suficientemente rápido para escaparse antes de que Kuwabara pudiera verle, y lo adecuadamente  terco para seguir molestando así sin matar a Kazuma. No era como si Hiei fuera capaz de matarlo, porque eso enfadaría a Yukina...

   ¡Yukina! ¡Ella podría ayudarle con su dolor de cabeza, y él iría a visitarla en el proceso! Repentinamente el día de Kuwabara empezaba a mejorar.

*****

   Kuwabara se bajó del autobús, pellizcando el puente de su nariz en un intento inútil de disminuir el pulsar en su cabeza, y se sentó en la banca de la parada, deprimido. Se le había olvidado traer un presente para Yukina. Ni siquiera se podía auto-sermonear apropiadamente puesto que los sonidos fuertes aumentaban el dolor de su cabeza. ¡Pero se lo merecía, al olvidar traerle algo a la dulce, hermosa demonio de hielo un presente! Hundió la cara en sus manos.

   Un suave ulular interrumpió su pensar silencioso. Volteó la cabeza una fracción hacia la izquierda, a tiempo para ver a una gran lechuza acomodarse en el respaldo de la banca en la que se hallaba el muchacho sentado. Sus talones mantenían sujeta una carta a la madera pintada. Kuwabara alzó una ceja al ver la dirección visible al frente de la envoltura, y tomó el correo cautelosamente.

 

   Sr. K. Kuwabara
   La Parada del Autobús
   Templo de Genkai
   Tokio, Japón

 

   Se le veía confundido... ¿Cómo sabían que se encontraría ahí en ese momento? Abrió la carta y la leyó.

   "¿!Escuela de QUÉ!?"

*****

   En un callejón entre el templo y el parque, otro muchacho en un igualmente caluroso uniforme escolar, este azul, golpeaba la cabeza de un hombre contra un muro de ladrillo. Desdeñosamente liberó al hombre inconsciente, sin molestarse en mirar mientras caía a un montón en el suelo, y miró alrededor del callejón. Muchos hombres, también inconscientes, yacían donde cayeron.

   Urameshi Yuusuke se pasó una mano por el oscuro cabello, asegurándose que su peinado firmemente fijado estuviera en su lugar. Se la puso simple a esta banda, aunque era algo insultante ser marcado como un objetivo fácil.

   "¡Ah, mierda!" Murmuró. "¡Voy tarde!" Keiko se pondría a regañarlo, pensó mientras se apresuraba calle abajo.

   De repente lo cegó algo que revoloteaba frente a su rostro. Volvió sobre sus pasos con un pequeño grito de sorpresa, perdió su balance, y cayó sobre su espalda. "Itai..." Siseó, levantando la mirada para ver a su atacante.

   Una lechuza nevada reposaba en el pavimento frente a él, un talón puesto sobre una carta en el piso. Miró incrédulamente, la lechuza ululó y empujó la carta hacía él, de una forma que Yuusuke podría considerar deliberada. Cogió la carta, observando el hiragana escrito con tinta verde con una mezcla de confusión y disgusto.

 

   Sr. Y. Urameshi
   El Lado Norte
   El Callejón Con la Banda de Calle Golpeada
   Tokio, Japón.

 

   "¿Mou,  que es esto?" Gruñó al abrir el correo bruscamente. "Aves entregando cartas. El molestoso bebé pudo simplemente haber enviado a Botan...." Era obviamente un asunto de Koenma, Yuusuke pensó mientras desdoblaba la carta y comenzaba a leerla. "¿Qué nunca a oído hablar de celu... lares...?" La carta no era de Koenma. "¿Qué demonios?"

*****

   Una chica, usando un uniforme escolar azul marino, felizmente trepaba las escaleras hacia la entrada al segundo piso de su casa. Colocó su castaño y algo largo cabello detrás de su oreja, y buscó en su mochila por la llave de su hogar. Amplios y bellos ojos de color café se achicaron en concentración mientras empujaba pedazos de papel arrugado y libros fuera del camino, finalmente encontrando las llaves ocultas en un rincón de la bolsa.

   "¡Estoy en casa!" Yukimura Keiko llamó, sacándose los zapatos en la entrada. No hubo respuesta, pero no había esperado una de todos modos. Sus padres estarían trabajando en su tienda de ramen escaleras abajo a esta hora del día. Se dirigió a su alcoba y dejó su bolsa en el escritorio. Mientras abría el closet para conseguir un cambio de ropas, escuchó suaves golpes en la ventana. Keiko volteó hacía allá curiosamente, no viendo nada. Seguramente sería Yuusuke, ya que llegaría en cualquier momento. Pero él no había ido a su ventana desde que eran niños, ¿Y por qué rayos se quitaría después de tocar en la ventana? Deshizo el seguro, decidiendo que probablemente quería ser cortes (tan imposible como eso era) si ella se estaba cambiando, y abrió la ventana.

   Algo grande voló por la ventana, centímetros debajo del marco superior de la ventana, causando que la chica se agachara y cubriera su cabeza instintivamente. Un ulular dulce, el suave ‘thwap' de un papel rígido golpeando una superficie firme, y Keiko se atrevió a mirar a través de sus dedos mientras el ave salía por donde había entrado. Mientras los segundos pasaban y ningún segundo ataque parecía venir, Keiko se levantó derecha al fin. Cerró la ventana firmemente, dio una pausa, y se volteó para acercarse curiosamente a su escritorio. Estaba segura de que el ave había tirado algo ahí.

   Una carta, hecha de pergamino color crema, reposaba sobre su mochila.

*****

   Unos golpes suaves a la puerta agarraron la atención de Keiko lejos de la extraña carta. La había leído varias veces, no siendo capaz de creer lo que decía. Ausentemente cogió el pergamino al avanzar hacía la puerta para abrirla, leyéndola una vez más durante el tramo de su puerta a la entrada.

   Yuusuke le sonrió impertinente pero amistosamente. "Yo."

   Algo se aclaró en la mente de la chica, y agitó el pergamino frente a la cara de Yuusuke. "Si esta es tu idea de una broma..." Comenzó.

   "¿Oi, tú también tienes una?" Sacó su propia carta de su bolsillo y la desdobló. Keiko la tomo, comparando las dos mientras Yuusuke continuaba. "Un búho voló a mi cara de la nada y me entregó la cosa..."

   "¿Muy elaborado para ser un engaño, no es así?" Keiko remarcó.

   Yuusuke se detuvo por un momento. "No se. Yo he molestado a un montón de gente realmente rara..."

   "Más razón para preguntarle a Genkai acerca de ello."

   "¿Qué?" Yuusuke soltó, volteando al Keiko pasar por su lado y se dirigió a las escaleras. Gimió con resignación al percatarse de lo que Keiko estaba pensando, y la siguió, murmurando sobre chicas sábelo-todo mandonas y sacerdotisas.

*****

   En tanto que duró el viaje en autobús, Keiko no dio respuesta a los intentos de Yuusuke de hablar con ella, y eventualmente se silenció a murmullos. Keiko casi no lo notó, y Yuusuke eventualmente cayó en silencio total. Esto continuó hasta que llegaron casi al final de los aparentemente interminables peldaños que guiaban al templo.

   "Ahora la parte divertida." Dijo Yuusuke sarcásticamente. "Tratar de encontrar a la vieja." Keiko giró, arrojando su puño para hacer a Yuusuke caer boca-abajo a las lisas rocas del patio. Se empujó a si mismo hacia arriba, escupiendo polvo. "Hey, ¡¿para QUÉ hiciste eso?!"

   "¡¿Tienes que llamarla así siempre!?"

   "¡Si!" Le soltó automáticamente. Keiko dio un sonido de exasperación y se alejó ofendida, dejando a Yuusuke para alzarse rápidamente y perseguirla mientras ella avanzaba hacia los cuarteles tradicionalmente estilizados.

   "¿Hola?" Llamó Keiko. "¿Maestra Genkai? ¿Yukina?"

   "¡Oi!" Yuusuke gritó.

   Un panel se deslizó abierto a una corta distancia pasado el porche cubierto, y una delicada, pálida y dulce chica en un kimono dio un paso fuera. Su cabello era del más suave tono de azul hielo, y sus ojos de un color rojo vino que quedaban muy bien con los ornamentos de cristal en su cabello. "¿Keiko? ¿Yuusuke?" Los llamó curiosamente.

   Kuwabara dejó el cuarto tras la chica, visible y alto detrás de ella, con una sonrisa tonta y feliz en su rostro. "¡Oi! ¡Urameshi! ¡Keiko! ¿Qué hacen aquí, muchachos?"

*****

   Después de un corto tiempo, los cuatro jóvenes se sentaban en cojines en el interior del templo, cuatro cartas idénticas yaciendo en la mesa alrededor de la que se sentaban. Copas de té verde se enfriaban junto a las cartas, ignoradas mientras todos oían la voz suave de Yukina.

   "Y entonces Kazuma llegó con su carta, y la lechuza se fue volando." Yukina terminó su relato.

   Yuusuke habló primero. "¿Qué pasa con las lechuzas?" Demandó. "¿Por qué alguien enviaría una carta vía lechuza? Me parece muy estupido."

   "Bueno, Yuusuke, obviamente funciona, dado que todos recibimos estas cartas vía lechuza." Keiko le dijo. "Además, la forma de enviarlas no es lo que me preocupa."

   Kuwabara asintió para demostrar que estaba de acuerdo, frunciendo el ceño seriamente. "Si. ¿Cómo dem--? " Se detuvo con una mirada a Yukina. "Er. ¿Cómo fue que lograron obtener las direcciones correctas?"

   Keiko colocó una mano en su frente. "No, eso tampoco." Le dio un golpecito a las cartas con su dedo índice. "¿Quién las envió?"

   "Esta persona, ‘Minabba', por supuesto." Kuwabara respondió, entorpeciendo las silabas inglesas.

   "En primer lugar, los nombres occidentales están invertidos." Keiko le informó. "Ponen el nombre de familia al último. Y en segundo lugar, no sabemos quien McGonagall es, si ese es su nombre real..."

   "Oi, creí que pensabas que esto no era un engaño." Yuusuke le recordó.

   "¡No lo son!" Keiko balbuceó. "Pero.... pero.... podrían ser una trampa.... Aunque hay modos más efectivos y menos complicados para eso...."

   "¡Ha!" Se burló Yuusuke. "¡Todas esas cosas de la escuela han freído tu cerebro, Keiko! ¡Peleas contra ti misma!"

   Yukina recogió las cartas. "Um.... ¿Qué hacemos si son genuinas?" Preguntó suavemente, coincidentemente distrayendo a los que estaban a punto de pelearse. Los tres le miraron extrañamente.

   La puerta corrediza de abrió, y una pequeña anciana con cabello rosa pálido entró al cuarto. Sus ojos fueron de una cara en otra hasta caer en las cartas que Yukina sostenía.

   "Veo que han recibido sus cartas." Dijo simplemente. Parpadearon, sorprendidos, los jóvenes. "Me dijeron que llegarían en Julio..... no importa. Botan estará aquí a las seis."

**Contuniara**

Ningenkai: El mundo Humano.
Hiragana: Una de las formas de escritura Japonesas, para palabras japonesas. Los otros dos sistemas son katakana, para palabras extrañas, y Kanji, caracteres complicados derivados de la escritura China.


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