- tu no, tu no, tu no – veía al viejo. Sus ojos recorrían la fila mirando lujuriosamente a cada una de nosotras, a la tercera pasada se detuvo en ti – tu no, tu no… - me repetía un sin numero de veces, pero todo fue innecesario, al final te termino eligiendo. Y es que no tenias la culpa de ser tan hermosa, ni de ser tan especial, eras sensual y a la vez angelical.
Te encaminaste desganada hacia el viejo y lo tomaste de la mano, lo condujiste a una pieza y te encerraste con el. El tiempo cuando tu trabajabas pasaba tan lentamente, también dolorosamente, cada ves me impacientaba mas. Por fin se abrió la puerta y vi luz. Suspire. Vi al viejo salir con esa típica cara de satisfacción, su sonrisa me era aborrecible, como lo odie, si, lo se, se que no era su culpa, pero igualmente lo odie. Al rato saliste tu con cara de pena y como siempre, yo volé hacia ti a alegrarte nuevamente el día como siempre lo hacia. Era feliz al verte reír por mi causa, era feliz al saber que podía hacerte reír aunque sea por un momento, un insignificante momento. Llego sonriente.
- me imagino que fue generoso – le digo en tono interrogante.
- Si, pero eso da lo mismo ¿no?
- ¿Por qué lo dices? Por lo menos obtienes buenas recompensas.
- Si – dijo tristemente.
- Yo se que esto no te gusta, a mi tampoco y no creo que a nadie le guste, pero se que algún día alguien te sacara de aquí, quizás un príncipe azul y por fin recibirás todo lo que mereces.
- Eso es imposible – me moleste conmigo misma, en lugar de hacerte sentir mejor, estaba haciendo todo lo contrario – estoy atrapada, me siento atrapada aquí, encarcelada, hundida.
- Cada vez que me siento así pienso en lo que más quiero en este mundo – “en ti” pensé – eso me da fuerzas, ni te imaginas cuanto ayuda, gracias a eso puedo vivir, gracias a esa persona puedo vivir.
- Es diferente conmigo, en mi vida no existe nadie – quizás sea lo mas raro del mundo o lo mas irracional pero una de las cosas que mas me gusta de ti es tu melancolía.
- Todos tienen algo por lo cual vivir, eso es un hecho - en ese momento te sentí cerca, no cerca de mi, si no que simplemente cerca, presente – quedamos en silencio, decidí romper el silencio – el otro día me toco con un viejo y adivina… no se le paro – rió – no entiendo, ¿habrá sido mi culpa? ¿no soy lo suficientemente…?
- No claro que no fue tu culpa, o sea mírate ¿Quién no se calentaría contigo?
Llego la jefa a decirnos que había otro cliente.
- ¿Cómo pueden venir de día? – dije malhumorada y caminado desganadamente - ¿es que no tienen vida?
Me eligieron a mi ¬¬
- es tu oportunidad, andate.
- No quiero.
- Tienes que irte.
- No quiero sin ti, quiero que vengas conmigo.
- Pero ¿Por qué? Es la oportunidad de tu vida, de ser feliz. Amada, de ser libre, tienes que irte, tienes que hacerlo, hazlo por ti, o por ultimo por mí.
- ¿todavía no me entiendes? No quiero hacerlo por ti, quiero hacerlo contigo… te amo… tu eres esa persona por la cual vivo.
- Yo… no se que decir, es…
- No me digas nada, ven conmigo, salgamos de aquí.
- ¿recuerdas que te dije que yo no tenia nada ni nadie por lo cual vivir? Al tiempo descubrí que vivía gracias a ti, pero eso es diferente, vivo gracias “a ti”, no “por ti”, yo no te quiero de esa manera, no podría, no podría irme contigo.
- Entiendo – llore – de verdad que entiendo. No pido que me ames, en ningún momento te lo pedí, solo te pido que salgamos de aquí juntas. Porque no podría ser feliz sabiendo que tú sigues aquí, no podría seguir soportando la idea de saber que estarás con todos estos… con todos estos… no podría seguir soportándolo. Si ya si el dolor es insoportable al aguantarlo aquí, imaginate como seria al estar lejos, me moriría.
- ¿pero que haríamos? – me dijo secándome las lagrimas - ¿Qué haríamos?
- Nada, no haríamos nada
- Ya no es lo mismo, ya no puedo mirarte, no puedo estar contigo.