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De todos, era el más callado, el que siempre se apartaba de cierto modo y que se mantenía con un libro en sus manos, estudiando quién sabe que cosas. No lo hacía a propósito, era inconscientemente. Estaba tan acostumbrado a hacerlo que no se daba cuenta de las miradas que los demás le dedicaban, ni del puchero en labios de algunos. Se encerraba en su cuarto y leía, leía y leía. Pensaba que quizás de ese modo olvidaría las cosas que tanto dolor le causaban. Porque de ese modo podía imaginar historias fantásticas donde no había ni dolor ni cansancio. Donde todo era felicidad y él no estaba apartado. Fijó su vista en las páginas del libro, no obstante, no estaba leyendo. Veía las palabras pasar, pero no lograba procesarlas. Le era inútil.
Suspiró. Sus dedos frotando sus ojos, vano intento para despejar sus ideas. Aun siendo el segundo más pequeño del grupo, se preocupaba quizás mucho más que el resto. A veces solía pensar que había madurado demasiado rápido y que no disfrutaba del momento, porque siempre estaba pensando en el futuro. Se recostó en la cama, fijando su vista en el techo, escuchando como la nieve caía levemente, cubriendo las calles de Seoul. Comenzaba a bajar la temperatura, recién recordando que no había encendido el calefactor de la habitación. Aun así, no se levantó, no quiso hacerlo porque estaba demasiado cómodo en la cama como para intentarlo. Sumándose a ello, su cansancio tampoco le permitía moverse. Y si analizaba las dos posibilidades, estaba más que seguro que era más la segunda opción que la primera, porque siendo como era, comenzaría a preocuparse de su salud, su garganta y voz. Gruñó.
No escuchó la puerta abrirse, ni los pasos silenciosos que se acercaban a su cama. Pero sí sintió aquella cálida mano tocando su frente con suavidad y ternura. Sonrió, sus ojos aun cerrados porque no necesitaba abrirlos para saber quién era el dueño de aquella mano. Algo cálido tocó su mejilla, ¿Una taza? Abrió sus ojos, curioso. Encontrándose frente a frente con un par de ojos que lo miraban con… ¿Preocupación?
-Donghae Hyung.
Murmuró. El aludido sólo sonrió levemente, mostrando la taza de chocolate caliente en sus manos. Su sonrisa se agrandó, y sentándose en la cama recibió aquel hermoso obsequio con gusto entre sus manos. Fijó su vista en aquel líquido oscuro, dejando que el vapor calentara su rostro. Cerró sus ojos.
De todos, era el más callado, el que siempre se apartaba de cierto modo y que se mantenía con un libro en sus manos, estudiando quién sabe que cosas. Ni él sabía que en el fondo, todo aquello lo hacía a propósito, esperando a este momento. Porque, de cierto modo, estaba seguro que sería Donghae quien viniera a buscarlo para ir donde el resto o simplemente ser él entre sus brazos, mirando el techo mientras acaricia su cabello. Dejó la taza de lado, el chocolate caliente siendo completamente olvidado al ver como Donghae lo invitaba con su mano a venir con el resto.
Y no lo dudó. En un grupo de 13 personas, siempre habría una preocupándose siempre por ti. Cuidando de que no te quedes solo, cuidando que no pienses en el futuro y concentrándote sólo en el presente.
Tomó su mano, entrelazando sus dedos con ella. Disfrutando de aquella calidez, disfrutando de su presente.
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