ALAS DE CRISTAL
“Alas de cristal, tan bellas son y a la vez tan frágiles...así como el amor”Una tormenta aterradora se había desatado, no solo en el exterior de la habitación de David, también en su interior.
Los fuertes vientos y los estruendos eran apenas comparables en intensidad. La fría noche tormentosa pasó casi desapercibida por culpa de aquel fuego que le quemaba las entrañas. Su mente era una maraña indescifrable, el corazón le latía tan rápido y tan fuerte que podía escucharse en medio de las silenciosas sombras, apenas le dejaba respirar, le hacía sentirse tan frágil como las pequeñas alas de cristal que reposaban en su cómoda.
La oscuridad reinó mientras la tormenta continuaba, era escalofriante siquiera imaginarse que cosas se ocultaban tras esas penumbras. De pié, ahí frente a un espejo que se ilumina de repente con el fulgor de un rayo que caía cerca de ahí. Por un momento le permite ver su reflejo tal y como es, sin aquellas máscaras del pasado –“Porqué lloras?”- pregunta a la imagen en medio de ese eterno instante, en que su corazón desnudo se ha dejado ver por primera vez.
El resplandor desapareció nuevamente entre las sombras, aún así, la silueta que había observado, se quedó clavada en su ser, aquella silueta que lloraba estaba incrustada ahora en su pecho como una espina, tan pequeña que no podía sacarla, pero tan dolorosa y molesta que le hacia desear la muerte.
Cerró los ojos y cayó de rodillas justo en el momento en que el estruendo que precede al rayo, palideció de repente deseando verse una vez más.
Levantó su mano derecha y deslizó sus dedos por el espejo suplicando le mostrara de nuevo su realidad, esos ojos de su corazón que disfrazaban la sangre de su profunda herida con lágrimas. La respuesta esperada jamás recibió, la tormenta cesaba afuera, pero parecía que dentro jamás terminaría.
La luz se negó a volver a la habitación, David estaba solo nuevamente.
Se puso de pie y levantó la cabeza viendo hacia el techo, se dejo caer sobre la cama con los brazos extendidos y cerró los ojos. Tantos recuerdos, tantos pensamientos le invadieron, y entre todos uno rompió el silencio, un susurro de viento que se transformó en un “Te amo” que le atormentaba con solo recordar la primera vez que lo escuchó.
La voz entrecortada de Christian al momento de articular esas dos palabras, era la muerte en vida para su alma el saber que su mejor amigo estaba enamorado de él, pero le pesaba aun mas el sentirse confundido, después de todo, no tenia porque dudarlo ¿o si?...de algo estaba seguro, eso no podía ser.
El cielo comenzó a despejarse y la luz de luna entró por la ventana, un pequeño destello podía admirarse encima de la cómoda, era el brillo de unas pequeñas alas de cristal. Se levantó y las tomó entre sus manos, su llanto cesó cuando una bella memoria vino a su mente, el recuerdo de las vacaciones en la playa de tres meses atrás, cuando Christian se las regaló. Paseando por el muelle, las alas cayeron al mar accidentalmente, Christian se arrojó para recuperarlas, pero era una corriente tan agresiva que lo arrastró hacia lo más hondo. David saltó para intentar evitar el fatal destino que le esperaba. Terminaron a salvo en la orilla –“Las tengo”- dijo aliviado Christian y los dos se echaron a reír. Le entregó las alas de cristal a David y le sonrió con ternura haciendo que este último se sonrojara.
David abrazó aquellas pequeñas alas, le costaba trabajo aceptarlo, pero por dentro se sintió feliz de haber escuchado aquel “Te amo”.
Sin dudarlo salió corriendo hacia las calles cubiertas de rocío, recibiendo la bendición de la luz que por un momento se negó a verle mas. Quería que aquellas hermosas alas de cristal se transformaran en unas reales que le ayudaran a llegar más rápido a su destino.
Faltaban pocos metros para llegar, David pudo observar un resplandor color rojo a lo lejos, sabía que algo no estaba bien, se escuchaban sirenas y un par de carros de bomberos pasaron junto a él.
Corrió como jamás lo había hecho en su vida, fue acercándose cada vez más, y el extraño fulgor provenía del departamento de Christian. Los vecinos alarmados comentaban que habían visto caer un rayo, y que fue lo que provocó el incendio.
Irrumpió en el edificio en llamas, saltando todas las líneas de seguridad, pensaba en esa tarde, en el momento en que Christian le confesó sus sentimientos, no quería arrepentirse de nada, no quería perderlo.
Llegó y tiró la puerta del departamento de Christian, lo encontró ahí casi sin vida entre los escombros, lo cargó y quiso llevarlo afuera, era pesado pero en ese momento no le importó.
Lo llevó casi a rastras fuera del edificio por la puerta trasera.
Christian despertó y lo primero que vio fue un David que lloraba de alegría al ver que estaba bien. Christian se sintió apenado y no quiso verlo, rechazó el apoyo de David y le pidió que lo soltara...
-¿Porqué no me miras a los ojos?- Preguntó David muy extrañado-“Porque jamás corresponderán a los míos”- asintió tristemente Christian. David selló sus labios con un beso, no le dio oportunidad de reaccionar...simplemente se dejó llevar. Acto seguido lo abrazó tan fuerte, estaba feliz de haber descubierto lo que en verdad sentía por él. Le susurró al oído un “Te amo” acompañado de un “Te necesito”. Ambos sabían que su amor sería difícilmente aceptado, pero no importaba ya, porque ambos volarían con sus alas de cristal, tan bellas y tan frágiles que les llevarían tan alto, o que tal vez los dejarían caer al romperse, aun así, volarían, volarían hasta el lugar en que el sol nace y se oculta, con sus manos entrelazadas al infinito.