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Caricias por Rina Sayata

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Notas del fanfic:

Después de un mini-maratón yaoi (Enzai, Boku no pico y Sukisyo) pude conseguir la inspiración necesaria para terminar este fic.

Espero que les guste, especialmente a May Lee, pues lo hice para ella.

 

- Acaríciame

Las palabras cayeron pesada y francamente. Ella las oyó y trató de ignorarlas. Las manos de la joven que había hablado seguían alrededor de su cuello, cayendo por su espalda. Su rostro permanecía inclemente, como si tramara algo más bajo aquella coraza de inocencia.

- S-sempai -murmuró atrayéndola aún más hacia su cuerpo.

- ¿Pasa algo kohai? -respondió de la forma más inocente que pudo. El acento tan peculiar que había utilizado para la última palabra le provocó escalofríos.

- No puedo -dijo por fin con un suspiro.

- Oh, vamos. Sólo te estoy pidiendo que me acaricies. Recuerda que soy tu sempai -otra vez aquella peculiar entonación.

Y es que conocía perfectamente ese tono. Era el que solía utilizar para "obligarle" a hacer algo. Era un chantaje, tal vez una manipulación.

May movió la cabeza ligeramente y susurró al oído de su mayor:

- Si hubiéramos ido al hotel...

Sintió como su sempai dejaba de acariciar su espalda, seguramente le había sorprendido.

- Ya es tarde -dijo excusándose Kei, reanudando las caricias a la espalda de la menor.

- Que cruel sempai. Deseaba hacer cosas.

El silencio se abrió paso. May fue capaz de intimidar a su sempai y eso le alegraba.

- ¿Qué cosas? -preguntó después de unos minutos en silencio.

May se dio cuenta de que la pregunta llevaba doble intención: parecer inocente y saber sus planes. Debía dejar de  subestimar a su sempai, aunque más que eso, ella parecía querer llegar a ser su rival.

- Cosas -respondió por fin.

- Gracias por dejarme tan claro todo -se quejó Kei sonriendo con leve malicia.

- Por nada.

- Entonces, ¿vamos al hotel? -cuestionó con menos inocencia... mucho menos.

Esta vez, la sorprendida fue May. Kei podía llegar a romper sus planes, sus expectativas, sus cálculos, si, esa era la palabra: cálculos. Pensó en su respuesta: si le decía que si, terminarían en algo que no quería; si decía que no, su sempai se aprovecharía de esa debilidad...

-

Se escuchaban sus gemidos: suaves, sensuales y llenos de pasión. Aunque no quería, sus labios se abrían y gemía. Era una rara mezcla entre placer y dolor, "un dolor delicioso", como ella misma había dicho una vez.

Quien la sometía se encontraba sobre ella, mordiendo con fuerza sus pezones.

- No, espera -susurraba abrazando a su ahora amante.

Pero ella no le escuchaba, se dedicaba a lamer el estómago de la pelirroja, provocando más gemidos ahogados. Su hábil lengua se deslizaba por la mayor parte de cuerpo que podía abarcar, le gustaba ese sabor.

La habitación del hotel parecía hacerse pequeña debido al calor que la situación causaba. La cama, que al principio les había parecido grande, en esos momentos no bastaba. Ambas necesitaban más, pero ninguna se atrevía a pedirlo.

- Ya no... -se quejó la mayor. No es que no quisiera, simplemente sentía que estaba mal hacerlo.

- ¿Por qué no? -preguntó May dejando de lamer su cuerpo, pero sin abandonar la posición. Sus penetrantes ojos claros miraban a su sempai con cierto reproche.

- Está mal -respondió de golpe con la respiración aún agitada.

- Puede ser -dijo la menor levantándose, volviendo a acomodar su ropa.

Kei permaneció allí, como una muñeca de porcelana abandonada. Algunos rayos anaranjados penetraban las ventanas llegando hasta ella, provocando un efecto melancólico en su persona. Sus manos estaban inertes sobre su rostro, sus senos era levemente cubiertos por la sábana y sus piernas iluminadas con travesura por el sol.

Ahora se sentía mal.

-

"¿Crees que es malo tener amante? -le preguntó un día a May."

"No -respondió después de meditar un poco."

"¿Entonces por qué me siento culpable?"

"Porque eres tonta sempai."

"Si, eso debe ser."

-

May se acercó por detrás pensando si abrazarla o no. Una parte de ella quería, la otra no. Hace tiempo que lo pensaba, Kei le gustaba. Pero, ¿a Kei le gustaría ella? Lo pensaba y no quería escuchar la respuesta. ¿Qué pasaría si le decía y su sempai se asustaba? Que difíciles son los sentimientos.

"Es la primera vez -pensó en medio de su decisión."

- ¿Qué haces kohai? -cuestionó Kei, que parecía haberse dado cuenta de la indecisión de la menor.

- Nada.

- Oye, hace tiempo quería decirte algo, pero, no lo sé...

- ¿Qué es sempai?, ¿es malo?

- Para mi no. Para ti no lo sé, aún así lo dudo.

- Entonces dilo.

- Es raro, porque no quiero... seguir siendo tu amante.

- ¿Somos... eso?

- Para mi si. El contacto físico no es más que eso. Por eso aquel día te pregunté si era bueno, aunque tu respuesta no me ayudó -respondió mientras reía falsamente-. Es eso, ¿verdad? Sin embargo yo siento algo más por ti, y es difícil...

- Yo también -le interrumpió su kohai.

Kei volteó con ternura, con una bella sonrisa dibujada en su rostro. Observó que May se sonrojaba levemente, y le abrazó. No dijeron más, las palabras sobraban. Ambas cerraron los ojos, contuvieron la respiración, sólo era disfrutar el momento, bello momento.

- ¿Qué piensas sempai? -cuestionó muy bajito May.

- No tengo nada en que pensar, sólo en ti.

La menor no respondió.

- Creo que te amo kohai. Lo gracioso es que no lo había notado... del todo. Me di cuenta el día que fuimos al hotel, me sentía mal con ese contacto. No era que no quisiera, ni que no me gustase, sólo... sentía que me usabas. Ya no quiero ser una muñeca.

- Sempai... eres una tonta.

- Eso ya me lo habías dicho -respondió abrazando más fuerte a May-. ¿Sabes? Quiero que seas mía, mía y de nadie más. ¿Quieres serlo? -y esbozó una leve sonrisa.

Cerró fuerte los ojos esperando su respuesta. May se deshizo un poco del abrazo, obligándole a abrir los ojos y pensar lo peor. Entonces sus miradas se cruzaron, tratando de decir muchas cosas a la vez, pero sin poder responder a ninguna.

- Mejor respóndeme tú sempai. ¿Quieres... ser mi novia?

Kei rió. A su parecer la respuesta era obvia. Abrió los labios para responder, pero la menor le besó sin previo aviso. Y sólo pudo cerrar los ojos para disfrutar más del momento.

- Eso es un si -susurró Kei al terminar el beso.

- Entonces ya soy feliz.

- Yo lo soy más -respondió la pelirroja con un suspiro, volviendo a abrazar a la menor.

Notas finales:

Aunque creo que mi estilo de redacción se ha deteriorado, me agradó mucho.

Todo tipo de dudas, sugerencias, quejas o comentarios son bien recibidos.


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