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Ángel rubio por makino tsukushi

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Notas del capitulo:

 

Bueno acá estoy de vuelta XD, en esta ocasión les traigo esta historia corta que se me ocurrió mientras miraba una película. Prometo actualizar mi otro fic esta semana XD.  Quiero dedicar esta historia especialmente a mi niña The Queen of the damned, de alguna manera quiero devolverte el gesto que tuviste conmigo y hacerte saber que tus palabras me alientan mucho y me dan ánimos como para seguir adelante, besos grandes, mi linda mexicana ^3^.

 

Ángel rubio  

 

 

En la época de las colonias, en Estados Unidos, muchos de sus habitantes luchaban por la libertad. La diferencia entre ricos y pobres, blancos y negros, indios y colonos, era demasiado evidente. La esclavitud era, por aquellos tiempos, algo muy común.

     Dentro de esa sociedad que recién se estaba formando, y mucho tenía que aprender, un joven de apenas veinte años de edad luchaba por ganarse su lugar. Con un futuro  prometedor en el campo de la medicina y proveniente de una familia muy prestigiosa, Jason O'Brien había decidido independizarse y alquilar una pequeña habitación en un modesto hotel familiar.

     Después de haberse pasado toda la tarde estudiando y preso de un cansancio y agotamiento mental, decidió salir a dar un paseo por la ciudad.

     Se puso su abrigado saco azul, el cual le llegaba hasta las rodillas, y sin más preámbulos tomó su sombrero y salió del hotel.

     Sus rizos dorados bailaron un poco al ser acariciados por la suave brisa del atardecer; con un rápido movimiento se colocó el sombrero y se internó en la metrópoli. Numerosos comerciantes intentaron venderle todo tipo de mercadería, diversas  mujeres de toda clase y edad le dedicaban coquetas miradas y algún que otro caballero se detenía para hacerle una leve inclinación elegante a modo de cordial saludo. El joven respondió con esmero y educación a cada uno de los saludos y muy a su pesar comenzó a preguntarse si la idea del paseo había sido realmente buena, a ese paso lejos de relajarse lo único que había logrado era ponerse aun más nervioso de lo que en verdad estaba.

     Con fastidio se internó en una de las calles laterales, en donde el tránsito peatonal era escaso. Apresuró su paso en busca de algún refugio tranquilo que le permitiera distender su caótica mente y no vio que alguien venía en dirección contraria. El choque provocó que ambos cayeran al piso.

     Enfurecido, se puso de pie dispuesto a poner en su lugar al idiota con el que había chocado, mas las palabras murieron en su boca cuando vio el aspecto de aquel desdichado individuo. Sus ropas eran harapos y en su sucio rostro un claro signo de miedo y desesperación se hizo presente. Era un joven de cabellos negros, piel bronceada y ojos oscuros. Pero no fue esto lo que dejó a Jason totalmente sin habla, sino el estado de la pierna del muchacho que se hizo evidente cuando intentó ponerse de pie.

     -Lo siento señor -dijo con verdadera cara de terror cuando quiso levantarse-, no lo vi. No fue mi intención tirarlo.

     Al ver los dificultosos intentos del muchacho, Jason, salió de su estado de shock y ayudó al muchacho.

     -No hay problema -aseguró el joven, sintiéndose un poco culpable-, yo era el que venía distraído.

     El muchacho dio unos cuantos pasos, y Jason pudo ver como cojeaba con dificultad.

     -¿Qué te pasó en la pierna? -preguntó, y de inmediato se arrepintió por su impertinencia.

     El joven por el contrario no pareció darle mucha importancia a la pregunta; su atención estaba en otro lugar: su vista vagaba de un lugar a otro como si estuviera escapándose de alguien.

    -Le pido disculpas nuevamente, señor -se apresuró a decir el joven-, tengo que irme.

    Comenzó la retirada y en un acto totalmente inconsciente, Jason lo detuvo tomándolo por uno de sus brazos. Este simple movimiento alarmó al muchacho, quien se sobresaltó de forma abrupta y nuevamente el temor ganó su rostro.

      -Disculpa mi impertinencia, no quise asustarte -dijo el joven al ver la cara de preocupación del otro-; es que me preguntaba si serías tan amable de acompañarme a comer algo, soy nuevo aquí y no conozco mucho el lugar.

     La invitación había surgido de sus labios de forma totalmente espontánea, quizás sintió un poco de compasión por el muchacho y de alguna manera quería ayudarlo.

     -No, no puedo... -dijo algo desesperado-, me tengo que ir.

     -¿Estás escapando de alguien?

     El chico no contestó, y Jason pudo percibir que su observación había dado en el blanco.

     -Si aceptas acompañarme, te ayudo a esconderte.

     Dudó un momento. Hacía días que no comía nada decente, pero también era consciente de que no era prudente confiar en un desconocido. Levantó la mirada, y a lo lejos pudo ver a uno de sus perseguidores, de inmediato miró a Jason y asintió de manera desesperada.

     -Por favor ayúdeme, no quiero que me encuentren.

     -Muy bien. -Jason se quitó el sobretodo y se lo entregó al muchacho-. Ponte esto, así los despistas -agregó, y luego le entregó también su sombrero.

     Así los dos jóvenes lograron pasar desapercibidos. Al cabo de un rato de caminar para despistar a los perseguidores, se metieron en un bar cuya clientela era algo escasa.

     -Gracias señor -dijo el muchacho aún agitado.

     -Llámame Jason -dijo sonriente-; necesitaba un poco de acción -agregó divertido-, últimamente mi vida ha sido muy rutinaria.

     -Soy Francis Evans

     -¿Por qué te perseguían?

     -Mi padrastro me vendió como esclavo -dijo en un susurro-; me escapé de mi dueño. -Levantó la mirada y miró a Jason algo alarmado-. No me vas a entregar, ¿verdad?

     A pesar de sentir pena por el muchacho, Jason se permitió esbozar una sonrisa divertida.

     -Aunque pertenezco a una clase privilegiada, estoy totalmente en contra de la esclavitud -aseguró-. No te preocupes, sólo me interesa tener un compañero ocasional para mi tardío almuerzo, y sería muy descortés de mi parte denunciar a quien tan amablemente ha aceptado hacerme compañía.

     Francis sonrió verdaderamente agradecido.

     Trató por todos lo medios de no parecer un muerto de hambre, pero los días que había pasado sin probar un solo bocado le impidieron comportarse de manera decorosa.

     -¿Y a dónde piensas ir? -preguntó Jason algo divertido al ver cómo el muchacho mordía con ansias una pata de pollo que tenía en su mano.

     -No sé -dijo dejando por un momento el pollo y tomando un poco de jugo de naranja-, al sur quizás, o tal vez me tome un barco hasta Inglaterra -suspiró-. Cualquier cosa menos volver a donde estaba.

     -Pues te deseo suerte -sonrió sincero-. Yo por mi parte estoy estudiando Medicina, me mude aquí para estar más tranquilo, porque entre mis padres y mi hermana, es imposible concentrarme.

     -Al menos tienes una familia; yo después de la muerte de mi madre desconozco el significado de esa palabra.

     -No te preocupes -aseguró Jason alentador-, seguramente encontrarás una persona a la que puedas considerar como una familia.

     Cualquier persona que pasaba junto a los jóvenes, hubiera jurado que se conocían hacía años. Entre risas y entretenidos relatos, ambos consiguieron hacerse compañía, como dos viejos y conocidos amigos.

     -Te deseo suerte -dijo Jason cuando se estaban despidiendo-, gracias por la compañía.

     -Gracias a ti por la comida -susurró avergonzado.

     -Quédate con el abrigo y el sombrero. Te ayudará a escapar. -Se acercó al muchacho y le estrechó fuertemente la mano, al tiempo que dejaba una pequeña bolsa en el bolsillo del que minutos antes había sido su saco-. Y esto para que no pases hambre.

     No pudo negarse. A pesar de sentirse verdaderamente avergonzado, aceptó la ayuda del joven de buena gana. Después de tanto tiempo de sufrimiento, al menos quería disfrutar de esa pequeña racha de buena suerte.

 

 

Ya se le había hecho costumbre salir a pasear todos los días después de una tediosa jornada de estudio. En esos últimos días, debido a la proximidad de los exámenes, el tiempo que le dedicaba a su carrera era el doble, y necesitaba distraer la mente de alguna manera.

     "¿Qué habrá pasado con aquel joven lisiado del otro día? -se preguntó al pasar junto al bar en donde habían almorzado-. Espero que haya logrado escapar"

     Una multitud concentrada en la plaza del pueblo llamó su atención. En una improvisada tarima de madera se exhibía cual si fuese un mercado de chucherías, a diez hombres y tres mujeres de raza negra y mestiza ofreciéndolos como esclavos. Tanto en las manos como en los pies llevaban grilletes. En algunos de ellos se hacía evidente los rastros de latigazos, debido a los restos de sangre aún fresca, y la ropa convertida en harapos que vestían.

     Algunos de los presentes ofrecían gustosos dinero con tal de quedarse con algún desdichado esclavo.

     El comerciante de esclavos resaltaba feliz alguna que otra característica de su humillada mercadería. Llevaba la nada envidiable suma de cinco esclavos vendidos. A este paso Jason no supo qué fuerza retorcida lo hizo quedarse en aquel lugar mirando como se comercializaba con humanos.

     Con gesto brusco el hombre arrastró a un joven obligándolo a ponerse frente al público. El muchacho se retorció tratando de resistirse pero fue un acto completamente inútil.

     -Este joven es lisiado, por eso voy a hacer una rebaja. A pesar de que su pierna está  enferma les aseguro que puede realizar cualquier tipo de trabajo...

     El comerciante siguió hablando, pero Jason ya no lo escuchaba. El estado de Francis era lamentable. Parecía haber recibido una gran paliza. Una rabia incontenible se apoderó de él. ¿Cómo era posible que el ser humano fuera tan déspota?

     -Y bien -dijo el vendedor-, ¿alguien quiere comprarlo?

     -Yo -dijo el joven sin pensarlo, preso de la furia.

     En ese momento las miradas de ambos jóvenes se cruzaron, y Jason no pudo evitar que un par de lágrimas de compasión rodaran rápido por sus mejillas.

 

 

-No era necesario que hicieras eso -susurró Francis, dolorido, mientras permitía que Jason curara sus heridas.

     -En momentos como este, me doy cuenta de lo insignificante que soy -murmuró triste-. Jamás he estado a favor de la esclavitud, y mi familia tampoco, pero lamentablemente poco y nada puedo hacer al respeto.

     Francis escuchó su voz adormecido. Por primera vez en mucho tiempo sintió que alguien se preocupaba por él. Eso lo puso feliz.

     Tardó varios días en recuperarse totalmente de sus heridas. Con el cuidado y la compañía de Jason, tuvo la sensación de que sus lesiones, tanto físicas como emocionales, eran más fáciles de sobrellevar.

     Finalmente, después de tanto sufrimiento, sintió que la vida le estaba sonriendo.

     Jason se había convertido en alguien sumamente importante para él, y de alguna forma se sentía como una carga para el muchacho.

     Aunque su ángel rubio -como él solía llamarlo en su interior-, le había dicho que no tenía ninguna obligación de servirle, él sentía que a pesar de todo lo que hiciera, nada en el mundo podría pagar lo que Jason había hecho por él.

     Meses y meses pasó junto a su salvador. Tanto que la amistad entre ambos se había hecho muy grande. Todos los días ayudaba a Jason con sus estudios, y luego preparaban la comida y ambos salían a realizar una caminata.

     -Sabes, fui a pedir trabajo en el puerto y uno de los pescadores me dijo que mañana podía empezar.

     -No es necesario que trabajes -aseguró Jason-, dinero no te va a faltar.

     -No quiero abusar de ti. Ya has hecho demasiado por mí.

     -Eres mi mejor amigo -susurró el joven-, y me encanta que estés a mi lado.

     Francis no dijo nada. Hacía tiempo que un sentimiento extraño crecía en su interior. Aquel hombre que lo había salvado se había convertido para él en alguien muy importante. Deseaba con todo su corazón que aquel loco sentimiento fuera correspondido. Lo amaba con toda su alma y tenía miedo de que Jason se alejara de él si se enteraba de lo que en realidad sentía.

     -Recibí una carta de mi madre -dijo Jason después de un largo silencio-, quiere que vaya unos días a casa. Me gustaría que vinieras conmigo.

     -Si tú lo deseas -sonrió-, iré.

     -Quiere que conozca a la hija de una vecina muy adinerada -comentó sin interés-, dice que es un buen partido como esposa.

     Todo su mundo se vino abajo; si Jason se casaba, ¿qué haría él? No pudo evitar sentirse terriblemente desdichado.

 

 

La familia de Jason resultó ser muy agradable. Durante la cena que habían preparado a modo de bienvenida, y como pretexto para que Jason conociera a su posible futura esposa, lo pudo comprobar. Trató de pasarlo lo mejor posible, aunque en el fondo se sentía triste. Y más aún cuando conoció a la joven. Margaret era una hermosa jovencita de dieciocho años, de cabellos castaños y modales refinados. No pudo evitar que una punzada de celos se apoderara de su corazón. Incapaz de soportar la idea de que su amigo jamás llegara a corresponderle, se disculpó ante los presentes y subió a la habitación que le habían asignado. Se acercó al espejo que había en una de las esquinas del cuarto, y observó la figura que este le devolvía. Sus mechones negros estaban algo revueltos, la ropa que vestía era elegante, pero lejos estaba de poder competir con la  hermosa jovencita. Por primera vez desde que había empezado a vivir con Jason, sintió rabia por su pierna enferma.

     -Jamás se va a fijar en un lisiado como yo -susurró-, y tampoco creo que le guste saber que su mejor amigo está enamorado de él.

     Entristecido se dio cuenta de que la felicidad que había sentido durante ese tiempo junto a Jason estaba llegando a su fin. No pudo evitar que unas lágrimas de tristeza surcaran sus mejillas.

     -Por el bien de los dos voy a tener que alejarme de él -murmuró, y acercándose  al ropero comenzó a preparar su equipaje. Mientras más  rápido se alejara de Jason mejor.

     Durante la madrugada, mientras el resto de la familia descansaba, Francis emprendió su huida. Lo había decidido, buscaría trabajo en algún puerto y juntaría dinero para viajar a Inglaterra. Mientras más lejos estuviera de su ángel rubio mucho mejor. No tenía derecho a molestarlo con sus estúpidos sentimientos.

     Los primeros rayos del amanecer se hicieron presentes cuando Francis salió de la casa y tomó la carretera principal. Sus pasos eran lentos debido a su cojera, pero confiaba que en cuanto Jason despertara él estaría lejos de allí, no tenía el valor para despedirse de él.

     Habían pasado treinta minutos desde que había salido de la casa cuando sintió una mano en su hombro y se sobresaltó. Asustado, giró su rostro temiendo encontrarse con un asaltante, pero grande fue su sorpresa cuando se topó con los verdes ojos de Jason. El joven estaba algo agitado y aún vestía su ropa de noche.

     -¿Por qué te vas? -preguntó el joven, extrañado. Francis bajó la vista avergonzado.

     -¿Qué tal tu prometida? -inquirió en un susurro-. Es muy bonita, espero que seas feliz a su lado.

     Una leve sonrisa se dibujó en los labios del joven estudiante de Medicina.

     -Sí, es muy bonita, pero no me gusta como prometida -dijo sincero-, además me confesó que está perdidamente enamorada de un joven militar, y creo que es correspondida -sonrió-. Pero hemos empezado una bonita amistad.

     Francis levantó la vista y lo miró tímidamente.

     -Pero aún no me dijiste por qué te estabas yendo a esta hora de la madrugada, ¿es que no te sientes bien con mi familia?

      El muchacho se quedó en silencio, no se atrevió a pronunciar tan siquiera una palabra.

     -Contéstame, por favor -suplicó Jason.

     -No creo que sea lo más conveniente -murmuró-. Creo que me vas a odiar si te confieso mis razones, y no podría soportar que tú me odiaras, antes prefiero no volver a verte nunca más.

     -¿Tan desalmado crees que soy como para odiarte por una cosa así?

     Francis meditó un momento y finalmente decidió confesar aquel sentimiento que guardaba su corazón a riesgo de perder a la persona que más le importaba.

     -Una vez me dijiste que algún día encontraría a una persona a la cual podría considerar como mi familia -comenzó-, y desde que te conocí siento que tú eres mi familia. Si tú estás nada me falta, a tu lado me siento feliz, a tu lado me siento protegido. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida y es por eso que no quiero ensuciarte con mis malsanos sentimientos.

     -¿Y por qué me iban a hacer daño tus sentimientos? -susurró conmovido ante las palabras del muchacho, el cual tomó aire antes de continuar hablando.

     -Porque te amo -murmuró bajito y sintiendo que su corazón se liberaba-, te amo como un hombre ama a una mujer, y eso no está bien. -Un par de tristes lágrimas surcaron sus mejillas-. Y no soportaría ver odio y asco en tu mirada.

     Con brusquedad giró e intentó alejarse sin atreverse a mirar aquellos hermosos ojos que seguramente lo despreciarían, mas una mano de hierro le sostuvo y lo obligó a girar.

     -¿Y quién dijo que te odio? -murmuró Jason muy cerca de sus rostro-, si mi corazón siente lo mismo por ti.

      Con total delicadeza se apoderó de los labios del muchacho en un casto beso que pronto se convirtió en una salvaje demostración de reprimido deseo. Sus lenguas hambrientas se encontraron deseosas saboreando con ansias aquel rincón por largo tiempo anhelado.

     -¿Te parece bien que mañana regresemos a casa? -susurró Jason separándose apenas de sus labios-. He pensado en que nos tendríamos que mudar a un lugar más grande -sonrió-, en las afueras de la ciudad, aunque es una zona muy poco poblada.

     -Mientras estés a mi lado nada importa -susurró abrazando al joven y acurrucándose en el hueco de su hombro-. Tú eres mi familia, mi ángel rubio.

 

 

Fin

 

Notas finales:

Como les conté la historia me vino a la mente después de haber visto una película, y bueno para que sepan un poco la película a la cual me refiero es Nicholas Nickleby : Basada en una novela de Charles Dickens y la historia es mas o menos así:

  La historia trascurre durante la Inglaterra victoriana, Nicholas llega a trabajar a una escuela en donde los niños son tratados como animales allí conoce a un joven lisiado (el cual lamento no recordar el nombre) y  entre ambos nace una muy bonita amistad.

 Obviamente la historia esta lejos de ser yaoi, pero al ver como ambos amigos se ayudaban me surgió esta idea, y siendo Charles Dickens un famoso escritor, me hizo llegar de tal manera el sentimiento de los personajes, que realmente recomiendo a quienes tengan oportunidad ver esta película.

A quienes tengan televisión por cable en estos momentos esta rotando por el canal TNT (parezco critica de cine XD)

Bueno haciendo un poco de propaganda XD, aquellos que leyeron este fics les cuento que también tengo otro fics, si tienen ganas de leer mí otra historia:

"Sentimientos ocultos, pasiones prohibidas", esta en la sección de originales en esta misma pagina les dejo el link:

http://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=25595&index=1

Como siempre, agradezco a todos los que me leyeron ya saben que cualquier comentario, o sugerencia, o crítica será muy bien recibida. Besos, Makino Tsukushi.


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