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Al final... por Invierno

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Notas del fanfic:

Ojala les guste.

Permite que te invite a la despedida
no importa que no merezca más tu atención
así se hacen las cosas en mí familia
así me enseñaron a que las quisiera yo.
 

Lo vio. Sentado en medio del salón vació. Su hermoso cabello rubio caía sobre sus ojos violetas. Tan llenos de nostalgia. 
Seguro era por “Ella”. 

Electrizante. 

Kyoya respiro con dificultad. Dolía. Dolía tanto que se fuera. Al menos quería despedirse de manera correcta. Su madre le había enseñado que la mejor forma era bailando una última canción, pero él era un chico. Tal vez solo oirla… después de todo era probable que no se volvieran a ver. 

 Kyoya regresó sobre sus pasos y entro a la cabina de sonido. Busco entre los discos. Sus dedos finos encontraron lo que buscaba y con movimientos seguros prendió el pequeño reproductor de discos. 

Soltó todo el aire cuando oyó aquella música lejana que venía del salón. Con fuerzas renovadas regreso dispuesto a dejar un poco de su orgullo ¿Quién lo vería?.  

Cuando entro Tamaki se movía de un lado a otro, bailando al ritmo de la música. Kyoya alzó las cejas divertido. El rubio bailaba con su saco de manera cómica, dando vueltas suaves y pasos elegantes. 

Y entonces paso., Sus miradas conectaron. 

Sonrió como nunca antes. 

Permite que te dedique la última línea
no importa que te disguste esta canción
así mi conciencia quedará más tranquila.
 

Tamaki se acerco a él con pasos lentos. Kyoya dio un paso atrás, pero Tamaki pasó rápido sus manos por la cintura del ahora desconcertado chico. 

-¿Qué sucede Kyoya?, Pareces sorprendido.- Kyoya negó con la cabeza, tratando de pensar con coherencia. 

Esa actitud extraña y retadora en él Souh significaba ¡Enojo! -Cuidado con Tamaki cuando se enfada, porque era un hurácan terrible, y pocas veces se enojaba, tan poquitas que podría decirse que era un suceso de ver para creer.  

-No soy una chica.- Tamaki rió entre dientes y sus ojos azul-violeta miraron a Kyoya, más bien le atravesaron. Ootori pensó en que tal vez no le importaría ser la chica del rubio si este le miraba de aquella manera por el resto de su vida.

-¿Quién dijo eso?, En mi opinión tu eres el hombre mas hombre que yo haya conocido jamás.- Kyoya soltó una gran carcajada sarcástica.

 Si supiera. 

-No es gracioso Tamaki. Deberías soltarme.- Kyoya trato de safarse de los brazos. Tamaki lo apretó mas contra él.   

Y él no puedo evitar temblar como gelatina y tragar en seco. 

-¿A que le temes?, Mi estupidez no es contagiosa y mi inteligencia es tan pobre que no te haría ningún daño- Kyoya frunció el entrecejo, empezando a enfadarse- ¿Qué fué ese show que hiciste para que Haruhi y yo bailáramos juntos?-

 -Todos los del club lo organizaron. No solo fui yo.-Tamaki suspiró.

Estaba furioso. Porque en un principio él nunca había querido bailar con Haruhi. Y sin embargo se había pasado la noche a lado de la chica. 

Era desagradable.

Mentiroso. 

No entendían acaso que ella era como su hija. Sus prioridades estaban ahora en “otro lado”. A veces Kyoya podía ser infinitamente ciego en cuestiones sentimentales. ¿Cómo era posible? Un genio sobre computadoras y finanzas. Ingenuo. 

-No lo hagan de nuevo... no lo hagas de nuevo.- Tamaki movió sus caderas insitandolo a tomar el ritmo de la música y Kyoya se tenso como las cuerdas de un arco sintiéndo la repentina cercanía de aquel Host, aunque su rostro permaneció igual de indiferente que siempre.  

-Vamos baila conmigo.- Tamaki escondió su rostro en el cuello de Ootori y este se estremeció.- Seré tu princesa esta noche. 

-No seas ridículo Tamaki.-

El rubio movió sus pies.- -Uno, dos, tres. Vamos, se que sabes bailar. Además no se supone que debes complacer al King- Kyoya suspiró resignado.  

-Bailas fatal Tamaki.- él lo miro con ojos tiernos y brillosos. 

...y al final
te ataré con todas mis fuerzas
mis brazos serán cuerdas al bailar este vals.
 

Kyoya rodeo el cuello de Tamaki y se movió al ritmo de la música. 

-Ni creas que esto se volverá a repetir.- Tamaki sonrió con ternura.  

-Porque siempre termina así.- 

-¿Cómo? ¿A qué te refieres con cómo?- 

-Me golpearas si te lo digo.- Kyoya paro de bailar y le miro a los ojos con perturbación, esperando respuestas que ni él mismo entendía. 

-¿Por qué te golpearía? Dilo Tamaki.- El rubio bajo la mirada. Kyoya lo tomo del mentón dejando un poco su nerviosismo de lado y olvidando que estaban tan solo a unos centímetors de distancia. Se miraron. Había tanto ahí. Kyoya quería creer que todo  “eso” era para él. 

...y al final
quiero verte de nuevo contento
sigue dando vueltas
si aguantas de pie.
  

Labios. 

Se besaron. Tamaki busco los labios húmedos. Kyoya los entreabrió, dejando que la lengua caliente y desesperada entrara, entregandose ambos a la desesperación de sentirse, a la tensión que les devoraba por dentro. Kyoya enterró sus blancos dedos en el rubio cabello. Tamaki rodeo la espalda y acaricio con devoción.  

Que Dios se apiadara de sus almas. 

Al menos él era ateo. 

Sus manos bajaron por toda la espalda, hasta que llegó a las perfectas curvas que eran sus nalgas, con timidez acarició, memorizando la textura de aquella piel por encima de la tela. Mientras Kyoya se dejó hacer, dispuesto a olvidarse de quien era.

Era una danza ardiente y asfixiante.

Y el vals ahora se escuchaba lejano y la idea de despedida parecía solo una lejana y absurda idea.. ¡Oh, diablos!  Kyoya gimió. 

Se volvieron a mirar con complicidad y sincero cariño, escondido de amor y tristeza. 

-Déjame hacerlo Kyoya, por favor.-Suplicó Tamaki mientras Kyoya lo volvió a besar atrapando sus labios contra los suyos y mordiendolos levemente, después recorrió la mandíbula y bajó por todo  el cuello chupando y lamiéndo, mientras Tamaki ofrecía su piel con la cabeza inclinada hacía atrás y desabrochaba los botones de ambas camisas. Ootori bajo el cierre del pantalón de su amante con prisa sin ningún tipo de arrepentimiento. Tamaki enterró sus dedos en la finas hebras negras, memorizando la suavidad.

Su cuerpo se sentía arder. Quería todo con Tamaki. Su mano encontró en los boxers la eracción del rubio. Con maestría acarició en toda su extensión sintiéndo la extraña sensación de tocar a otro hombre. El rubio gemió descontrolado. 

Kyoya se sentía duro y húmedo.

Necesitaba sentirlo para que no se olvidara de él, y él no quería olvidarlo de ninguna manera. A la mierda el orgullo. 

-Tamaki… Tamaki… hazlo.- El rubio tomo a Kyoya por los hombros y con una renovada fuerza lo volteo. La mesa donde estaban recargados se tambaleo. Tamaki le bajo los pantalones hasta las rodillas y arrodillandose sin nada de pudor lamió la entrada de Kyoya. El Ootori de presuntó donde diablos había aprendido hacer eso mientras gemia tan alto que su verguenza no hubiera entrado en esa habitación. Una de sus manos se dirigía hacia él mismo proporcionandose placer, esperando que aquello aliviara el dolor que sentiría poco después.  

-¡Maldición Tamaki, si no lo haces ahora me arrepentiré!- Tamaki no se hizo del rogar. Lo penetro rápido y profundo. El cuerpo debajo de él soltó un largo lamento. El rubio se iba a disculpar pero su voz quedo ahogada cuando Kyoya se movió de forma rápida, entrando y saliendo. Tamaki araño la blanca espalda, mientras su mano se había dirigido hacia la erección de su amigo, masturbandolo en rápidos movimientos.

Dolía. 

Cuando se sintió venir no pudo evitar decirlo. 

-Te amo.-  

Te amo Kyoya le hubiera encantado escuchar pero no llegó. 

Se vino dentro de él.

Y por primera vez en su vida Ootori se sintió calido…  

Y solo. 

Como quiso  gritar mentiroso. 

Permite que te explique que no tengo prisa
no importa que tengas algo mejor que hacer
así nos podemos pegar toda la vida
así si me dejas no te dejaré de querer.
 

Dos días después Tamaki partió a Francia… junto con Haruhi. 

Durante la cena de despedida Kyoya ni siquiera se inmutó al verlos besarse. 

Ya se lo sabía… 

Tamaki solo estaba confundido… 

Lo extrañaría si, pero el era un Ootori.

Notas finales: La canción es de Bumbury por si les interesa. Es muy triste.

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