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Sora-sempai... por Satomi Nekomata

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Notas del fanfic:

Satomi: Y bien, aqui esta el primer fic SoraxGaku en la historia de la humanidaaaaaaaaad!!! n0n

Nekomata: Ya, ya... no te emociones, q despues d todo el credito m lo llevo yo, miau -w-

S: q? pero yo ayudeeeee! ToT

N: Tu solo pusiste el titulo, miau, y ni bien te qedo -__-U

S: o.oU eto.... bueno esto esta a echo a pedido de... la hija d robin hood (ella sabe a kien m refiero XD)

N: Una rabidfan del yaoi desde este año miau -w-

S: asi es, bueno espero q les guste y no me fusilen TwT

 

O.o O.o O.o O.o O.o O.o O.o O.o O.o

 

 

Capítulo 1

 

Caminaba a paso tranquilo hacia su edificio. Aquel día era nublado y de viento suave pero frío.

 

Cuando menos se dio cuenta, recibió el papel que le dio un chico de gorra que corría repartiendo volantes a todos los alumnos que caminaban por los alrededores. 

 

Fijó sus orbes celestes en las llamativas letras amarillas del anuncio. Se trataba del baile de fin de año que ocurriría en un mes. Era la mejor fiesta del año del Instituto, y la última para los que estaban en tercer año como él.

 

Dobló el papelito como sea, lo metió en su mochila y siguió caminando.  Daba por hecho que no iría. Su novio no era un gran fanático de las fiestas, y todas las veces que le había propuesto ir con él, lo había rechazado con alguna excusa.

 

“En fin… Ni que me interesara mucho…”

 

Entró en su edificio y subió las escaleras hasta llegar a su piso.

 

Ni bien hubo dado un paso, la puerta de otra habitación se abrió y dio paso a un chico de su edad, de cabello rubio largo y unos animados ojos verdes.

 

-¡Sora!- le gritó feliz al verlo, y se acercó a él -Justo ahora iba a buscarte. Tengo un trabajo para los Maestros del Todo y necesito que lo hagas tú.

 

-Mmmh… Ahora no Matsuri, estoy cansado- Hashiba Sora caminó perezosamente hacia su habitación.

 

-¡Ch...chotto!- el rechazado lo alcanzó y puso una mano en su hombro -Vamos, no es muy difícil. Sólo tienes que pasarte un rato por el Instituto, ir al tercer piso, y dejar este paquete en 2do B, en la carpeta que está en la tercera columna, segunda fila…

 

-Nah… paso.  Sora caminó hacia su habitación con las manos en los bolsillos.

 

-Oh…- Matsuri yacía parado con el fleco tapándole los ojos trágicamente- Ya veo… Así que, tantos años de amistad… han sido en vano…- una lágrima solitaria bajó por su mejilla -¿verdad? Sora.

 

El mencionado volteó y levantó una ceja.

 

-Sí. Como lo pensaba…- continuó Matsuri y le dio la espalda -No eres el amigo que creí que eras…

 

-Por dios, Matsuri…- Sora se acercó a él -No hagas tanto drama. Sólo dame el paquete…

 

-¿En serio?- el rubio le ofreció el paquete con una sonrisa de oreja a oreja -¡Arigatou, Sora! Sabía que podía contar contigo. 2do B, tercera columna, segunda fila. No lo olvides.

 

Y a paso loco se encerró en su cuarto. Sora sólo se quedó ahí parado con un tic en el ojo. Suspiró. “En fin…”.

 

Abrió la puerta de su habitación. Adentró encontró a un chico de cabello rosa muy largo sujeto en una cola, leyendo sentado en la cama de la izquierda.

 

-Hola, Sunao- lo saludó con una sonrisa. Hace ya un tiempo tenían la confianza suficiente como para llamarse por sus nombres.

 

-Hola…- respondió sin quitar la vista de su libro.

 

Sora tiró su mochila en el piso y colocó el paquete en su escritorio. Se echó en su cama agotado, y miró de reojo a Sunao.

 

“Ahora que lo pienso… Hace ya tiempo que…”

 

Sora y Sunao habían estado teniendo durante un año una terapia intensiva con el doctor Ayano, para curar su complejo de doble personalidad, que según los análisis, había resultado ser esquizofrenia generada como consecuencia del trauma de su niñez. El tratamiento estaba ya por terminar, y hacia ya varias semanas que no se convertían en Yoru y Ran.

 

Por un lado eso era bueno, ya que estaban superando aquel horrible recuerdo de la infancia. Pero por otro…

 

-Sunao…- habló el de cabello celeste ahora sentado en la cama, mirándolo fijamente.

 

-¿Mh?- el otro, que aún tenía la vista puesta en su libro, pasó una página.

 

-¿Sabes? Con todo esto de la terapia… Hace ya tiempo que nosotros no… tú sabes…

 

Sintió sus mejillas arder. “¡Demonios!” Estaba prácticamente gritando que estaba necesitado.

 

Por primera vez desde que Sora entró, Sunao quitó la vista del libro y lo miró con sus rosados ojos.

 

-Estás bromeando ¿verdad?

 

-¿Qué…?

 

-Si sólo me vez como un maldito par de piernas abiertas dispuesto a tus deseos, pues te aviso que te equivocas- cerró el libro con fuerza y se levantó de la cama.

 

-¿De qué hablas, Sunao? Yo sólo…

 

-Tú sólo ¿qué? ¿Sólo tenías ‘ganas’? Ohhh… pobrecito…- el pelirosado ahora puso una expresión seria -Si tan necesitado estás, métete a la ducha y jalonéate, porque yo no pienso colaborar.

 

Sunao salió de la habitación y cerró la puerta con violencia.

 

-Vaya, pero qué genio…- susurró Sora con morros una vez se hubo perdido el sonido de sus pasos.

 

Se recostó bruscamente en la cama. ¿Qué carajo le pasaba a Sunao? No le estaba pidiendo algo imposible ni muy difícil, sólo… algo de satisfacción. ¡Kuso! ¿Qué acaso era mucho pedir?

 

Sora cerró sus ojos claros y sin darse cuenta, se quedó dormido.

 

 

(o)(o)(o)(o)(o)(o)(o)(o)(o)(o)(o)(o)

 

 

Unos golpecitos en la ventana lo despertaron de golpe.

 

Cuando miró, resultaron ser gotitas de lluvia azotando el vidrio.

 

¿Cuánto tiempo había estado dormido? Miró el reloj de la pared. Ya pasaban de las siete de la noche. Sunao no había vuelto luego de tres horas.

 

Se sentó en la cama y se rascó la cabeza. Giró su mirada hacia su escritorio y al ver el paquete que había en él, recordó que debía dejarlo ese mismo día en el Instituto. Se trataba de una pequeña caja envuelta en papel de regalo morado, y con un lazo blanco. Muy lindo a la vista.

 

Luego de frotarse los ojos con los puños de las manos, salió con la cajita del edificio. Apenas puso un pie afuera, se arrepintió sinceramente de no haber traído un paraguas con él.  Pegó el paquete contra su pecho para que no se mojara con la lluvia y corrió hasta el Instituto.

 

Una vez cruzó las puertas, se sacudió el húmedo pelo como si de un perro se tratara y avanzó por el pasadizo hasta llegar a las escaleras. Subió hasta el tercer piso.

 

“Segundo B… segundo B… segundo B…”

 

Sora miraba cada puerta del largo pasadizo buscando el bendito salón, hasta que de pronto llegó a una, más grande que las otras, que decía LABORATORIO DE QUÍMICA. Dentro de ella, pudo escuchar dos voces, que identificó fácilmente. Miró disimuladamente por la ventanilla que tenía la puerta en la parte superior.

 

Adentro había un chico un año menor que él, de piel tostada, de cabello azul oscuro corto y unos grandes y llamativos ojos del mismo color. Él estaba sentado en un banquito frente a una mesa de mármol, ajustando las perillas de un microscopio mientras miraba por él. A su lado había un sujeto mucho más alto que él, de cabello verde muy oscuro, corto por atrás y con dos mechones largos por adelante, de orbes azules, brillantes y serios, que se ubicaban tras unas gafas ovaladas.

 

-Nagase-buchou, no se puede enfocar bien- dijo el joven de cabello azul, cuya voz reconoció Sora como la de Ichikawa Gaku, su amigo desde hacia muchos años.

 

-Talvez debas cambiar a un revólver de más capacidad- respondió el mayor. Inmediatamente Sora lo identificó como Nagase Kai, el presidente del Club de Química del Instituto, un sujeto muy reconocido. Y alguien con quien había tenido muchos problemas en el pasado.

 

Nagase se acercó a Gaku y pasó sus brazos por sus costados para arreglar el microscopio, quedando el menor pegado a su pecho.  A pesar de que no podía verlo, Sora daba por sentado que Gaku debía estar muy sonrojado en ese momento. Él sabía de sobra que a su amigo le gustaba Nagase. Es más, no paraba de gritarlo como si anunciara la buena nueva.

 

Habían pasado muchas cosas el año pasado, y razones le sobrarían para desconfiar de él, después de todo lo que le había hecho… Sin embargo, al parecer los sentimientos de Gaku no habían cambiado…

 

Sora despegó forzadamente su mirada de la ventana y siguió caminando por el pasadizo. Finalmente encontró no muy lejos un salón en cuyo tope decía 2° B. Abrió la puerta para encontrarse con varias carpetas individuales.

 

“Tercera columna… segunda fila…”

 

Dejó el paquete bajo el pupitre de la carpeta correspondiente. Vio por la ventana y se dio cuenta de que había dejado de llover.

 

Sora salió del aula y siguió por el mismo pasadizo. Ni bien se hubo acercado al Laboratorio de Química, escuchó una voz algo fuerte que salía de ahí.

 

-¡…Matte! N…Nagase-buchou, ¿qué hace?

 

-Nada que no quieras…

 

Sora corrió sigilosamente hasta la puerta y vio por la ventanita. Gaku estaba sentado sobre la mesa de mármol, con las manos apoyadas en los bordes. Nagase, ahora sin gafas, estaba parado entre las piernas del menor, con una mano en su mentón y la otra colándose bajo su uniforme. Empezó a besarlo con frenesí, callando temporalmente a un impresionado Gaku.

 

-¡Matte!- interrumpió, poniendo sus manos en los hombros del mayor, y con la voz agitada -No podemos hacer… esto aquí, Nagase-buchou…

 

-¿De qué hablas? Estamos solos…

 

Nagase comenzó a besar su cuello, logrando que Gaku se sonrojara más de lo que ya estaba y que apretara los labios para reprimir los gemidos que parecían venir.

 

-¡Yamete, kudasai!- gritó de repente el menor, sosteniendo sus hombros de nuevo.

 

Esta vez, Nagase frunció el ceño. Había agotado su paciencia. Tomó las muñecas del otro y lo chocó de lleno contra la fría mesa de mármol.

 

-¡Ah!- gritó de dolor Gaku.  El mayor le quitó a la fuerza el uniforme y la camiseta que tenía bajo éste, rompiendo ambos en el proceso y dejando su torso desnudo.

 

La mirada de Gaku mostraba desesperación, pero sobre todo, miedo.

 

Miedo de aquel sujeto que él había creído diferente, en quien había confiado ciegamente después de todo, y que ahora lo veía con lascivos ojos…

 

Cuando Nagase comenzó a desabrocharle el pantalón, Sora no pudo soportarlo más.

 

Abrió la puerta de golpe causando la sorpresa de ambos chicos.

 

 

 


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