Mirando la puerta del apartamento, Matt se preguntaba cómo se lo iba a decir. Cómo le diría a la persona que más quería en el mundo que no quería seguir. Cómo se las iba a arreglar para dejar a su razón de vivir. No podía...Pero tenía que hacerlo. No soportaría verlo sufrir....o peor...
*FLASH BACK*
-Le mataré entonces.
¿Qué acababa de decir? No, no podía estar hablando en serio...
Matt miró a Mikami a los ojos, aún sin dar crédito a lo que éste último acababa de decir.
-No puedes hacer eso. No puedes...
-¿Me estás diciendo qué puedo y qué no puedo hacer?- El tono amenazador del pelinegro hizo estremecerse al menor- Vamos, Matt...-Dijo con voz tranquilizadora- No tiene porqué ser así...sólo tienes que dejarle....y volver a mí. Eres mío, lo sabes.
-Yo...no...quiero volver contigo. Ya lo dejé claro....la última vez.
-Es una lástima....¿Jack? ¿Podrías...?
-¡Espera! Espera...No...Le dejaré, ¿de acuerdo?
-¿Y...?
-Yo...volveré...con...tigo- Dijo el pelirrojo cerrando los ojos con una mueca de dolor- pero....no le hagas daño.
-Muy bien. Sabes que cumplo mis palabras. Tu "Mello" seguirá vivo- Dijo con una sonrisa.
-Pero, si le pasa algo...
-No le pasará nada, tranquilo. Ahora, acércate...
*FIN FLASH BACK*
-¿Mello?-Matt intentó que su tono sonase neutral.
-¿Si?
-Ven un momento. Tengo que hablar contigo.
Mello se extrañó del seco tono del mayor. Salió para comprobar la razón del mismo.
¿Qué pas...?- El rostro del pelirrojo era una máscara de impasibilidad.
-Siéntate- ordenó- Me voy. Hoy.
-¿Qué?
-Lo que has oído. No voy a seguir engañándome a mí mismo. Yo...no quiero volver a verte-Casi le falló la voz al pronunciar esas palabras.
-¿Qué?
-No quiero volver a verte-repitió.- No siento nada por tí y nunca lo he sentido. Te mentí. Y ahora me voy. Porque me he cansado de todo, de tí.
-¿Por qué?
-No hay porqué. Es así. Punto.-respondió el mayor- No hay más que hablar.
Y no lo había. No podía permitir que le pasara nada, y menos por su culpa. Era la única solución. Se quedaría con Mikami si eso conseguía...
-¿Pero por qué tuviste que fingir que sentías algo por mí? ¿Por qué no pudiste decirlo desde el principio?
-No lo sé....Me aburría.
La ira, el odio y la frustración se iban acumulando en el rostro de Mello.
-¿Te aburrías? ¿Has dicho que te aburrías?- Matt encendió un cigarrillo y lo miró. La indiferencia de su rostro no flaqueó un solo instante, y su voz, ahora cargada de desprecio y desdén, no vaciló cuando dijo:
-¿Es que estás sordo? He dicho que me aburría.¿ Qué parte no entiendes?
Mello avanzó y le golpeó en la cara con el puño. El pelirrojo no se inmutó.El rubio volvió a golpearlo. Una, dos, tres veces, hasta que el mayor cayó al suelo. Desde allí lo miró. Su rostro aún era la indiferencia personificada.
-¿Eso es todo?-Sabía que no debía provocar a Mello, pero, ¿Qué más daba? Se lo merecía, y necesitaba un castigo por todo el dolor que sabía que le estaba causando. Mello apretó los puños. Volvió a golpearle. Se sentó en su abdomen, como tantas otras veces, pero, esta vez, no había rastro del amor y la pasión que los había empujado a ello en las otras ocasiones. El rubio siguió golpeándole.El pelirrojo no se defendió. Eso no hizo más que aumentar la ira del otro.
-Aunque me golpees tantas veces como quieras, sigo sin sentir nada por ti- Separó cada una de esas seis últimas palabras, poniendo cuidado en que causaran el efecto esperado.
Lo hicieron.
Las manos de Mello se cerraron en torno a su cuello.
Cerró los ojos. Prefería morir a manos de Mello que volver con Mikami....o que éste hiriese al rubio.
Algo le mojó las mejillas y los abrió.
Las lágrimas salían inconteniblemente de los ojos verdes del menor.
Esos ojos que tantas veces lo habían mirado cargados de amor y comprensión. Ya ni siquiera mostraban odio. Sólo el dolor se reflefaba en ellos.
Matt sintió que pronto dejaría de verlos. También sus ojos se llenaron de lágrimas.
-Lo siento...- dijo antes de que la última gota de vida se deslizara por su rostro hasta caer al suelo.
Mello lo soltó. Un segundo tarde. Cuando se dio cuenta, la desesperación se apoderó de él. Más fuerte y devastadora que nunca. Lloró y gritó, sintiendo que no quedaban lágrimas suficientes para expresar el dolor que le desgarraba el alma. Nada iba a hacer que volviera a abrir los ojos. Jamás...volvería..a verlos. La certeza irrumpió en su mente, dejándolo al borde de la inconsciencia. Golpeó el pecho de su amor inánime y lo zarandeó.
-¡¡Levántate!! ¡¡Abre los ojos!! ¡No puedes hacerme esto! ¿Por qué lo has hecho? ¿Cómo...cómo se supone que voy a seguir sin tí? Ni siquiera...te has...defendido...¿Por qué me has dejado hacerlo? ¿Por qué...?- Su voz se quebró conforme se apagaba lentamente hasta convertirse en un susurro- No me dejes solo....
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