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.::Forbidden tears::. por Nodokachan

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Notas del fanfic:

Konichiwaaaa!! 

Éste es mi primer fanfic, así que me he esforzado muchísimo para que me salga bien. ¡Espero que lo disfruten y que me escriban muchos rewievs!

Notas del capitulo: Aquí les dejo con el primer capítulo. Si ven algo que no les guste, pueden escribírmelo en un rewiev y así tenerlo en cuenta para el próximo capítulo. Arigato ^^

Tatsu abrió los ojos poco a poco. La luz del sol que entraba por la ventana bañaba la habitación. "¿Qué hora sería?" Miró el reloj. Ya  eran las 10:30, pero se sentía cansado y como era sábado decidió dormir un rato más.

Se levantó a las 12:00. Hizo la cama y se arregló un poco antes de salir, aunque a decir verdad no es que cuidara mucho su aspecto. Su pelo negro azulado siempre estaba revuelto, con un par de mechones que le ocultaban un poquito sus ojos de color violeta, y aciendo que su tez pareciera un poco más oscura. Era de estatura normal, más bien delgado. Muy popular entre las chicas.

Salió a la calle con la idea de comprarse un poco de ropa y de paso comprar una pluma nueva, que ya le hacía falta. Iba paseando tranquilamente, sin prisas. Hacía un día de otoño maravilloso. No hacía ni frío ni calor. Cuando entró a la tienda para comprar su pluma, se encontró a un hombre alto, trajeado, de ojos de color miel y el pelo caoba peinado ciudadosamente excepto un mechoncito que se escapaba para caer juguetón delante de la cara. Era realmente alto, era bastante musculado por lo que pudo ver. Hablaba con la dependienta con una gran sonrisa en la cara. Parecía amable… Nunca lo había visto por allí, y llevava puesto un traje de los caros y en cambio, él, llebaba unos tejanos rotos por las rodillas y un poco manchados de pintura, unas convers raídas y sucias, una camiseta de manga corta que le venía grande y el pelo despeinado. Se sintió un poco pobre a su lado, pero como hacía poco que se había marchado de casa, no había tenido suficiente dinero como para comprarse ropa decente.

-Ahora mismo se lo traigo, señor. Aguarde un momento, por favor.

-No me trate de usted, ¡que yo sepa no parezco tan viejo!- dijo medio en broma el hombre y entonces la dependienta se rio. –Llámeme Shiro-.

-De acuerdo Shiro. No le haré esperar-.

Entonces ella se fue a la trastienda a buscar lo que le tenía que dar. Mientras tanto Shiro, que parecía que no se hubiese percatado de mi presencia, se levantó la manga un poco para poder mirar con más comodidas la hora en su reloj. Era de oro, y, al igual que el traje, debería ser carísimo. Tatsu concluyó que debía ser muy rico. Entonces Shiro se giró y se sorprendió al ver aquel joven allí. ¿Cuánto tiempo llevaría allí?. Lo observó durante unos instantes. Era muy mono de cara, y su pelo revuelto le caía sobre la cara con gracia. Tatsu se dio cuenta enseguida de que aquel hombre lo observava con atención. “¿Pero se puede saber que mira tanto?”. Se estaba empezando a poner nervioso. Había algo en esos ojos tan profundos que lo hacían inquietar. De repente notó que se acercaba a él, y el corazón le dio un vuelco. “¿Qué le estaba ocurriendo?”.

-¡¡Hola, me llamo Shirogane, pero puedes llamarme Shiro!! ¿Llevas mucho rato esperando tu turno?-.

-Ho… hola. La verdad es que no mucho. – respondió Tatsu un tanto nervioso.

- ¿Cómo te llamas chico?

-Tatsunosuke Yuzuriha, pero si lo prefieres me puedes llamar Tatsu. Es más corto.

- ¿Tatsunosuke? ¡Por el amor de Dios! ¡Cuánto has crecido! La última vez que te vi apenas sabías caminar, así que por eso supongo que no te acordarás de mí. Tu padre y yo siempre hemos sido muy amigos, pero yo me tuve que ir de aquí por negocios, ya sabes.  ¿Le podrás dar recuerdos de mi parte?

Tatsu no acababa de asimilar lo que estaba pasando. ¿Aquel hombre le conocía? ¿Desde cuando?

-Me temo que eso no es posible. Ya no vivo con él. Y tampoco nos hablamos.

-¿Por qué no me acompañas a mi casa y me lo cuentas, pequeño? Seguro que hay algo que yo pueda hacer.

A Tatsu no le gustaba que lo tratasen como a un niño pequeño, ni tampoco quería hablar de su familia, pero no le podía decir que no con aquella calida sonrisa que resplandecía en su rostro.

-De acuerdo- asintió un poco de mala gana.

Shiro recogió el misterioso paquete de la tienda y Tatsu se compró el pincel y se fueron de allí. Iban hablando amistosamente de camino a la casa de Shiro, como si se fuesen amigos desde hace años. A Shiro le pareció que Tatsu era encantador, aunque había algo en él que lo hacía diferente a los demás. Al principio, Tatsu, se había mantenido serio, pero en seguida hicieron buenas migas y poco a poco fue cambiando su compostura.

Llegaron poco después a su casa. Era realmente grande. Era preciosa, con unos ventanales impresionantes. Las paredes eran de color blanco, y quedaba muy iluminada. Pasaron dentro.

-Antes de empezar a hablar, ¿quieres un poco de té?

- ¡Vale!-  Tatsu sonrió de tal forma que Shiro se enrojeció por momentos. ¿Qué le pasaba? Aquel ya no era el niño que conoció hará años, sinó que ahora era un muchacho joven y esbelto, de dieciocho años, con una sonrisa maravillosa y unos ojos violetas preciosos y que estaba sentado en el sofá de su casa.

-¿Pero se puede saber en que piensas? ¡Es un hombre!- se recriminó a sí mismo en voz baja por temor a que Tatsu le oyera decir algo.

Volvió con dos tazas de té y se sentó en un sillón tapizado de blanco, al lado del sofá tapizado de la misma forma donde se encontraba sentado su invitado.

-Siento ser tan directo, pero, ¿qué fue lo que ocurrió para tener que marcharte de casa?

-No pasa nada. Me tuve que ir porque el ambiente en mi casa se había hecho insoportable. Lo poco que hablabamos mis padres y yo era para discutirnos por cualquier cosa. Estaban muy enfadados conmigo y lo siguen estando, pero lo que no saben es que fueron ellos los que me decepcionaron a mí, porque pensé que me entenderían y me apoyarían en todo y en vez me lo pusieron más difícil. En resumen, ahora soy la oveja negra de la família.

- ¿Pero que hiciste o que les dijiste para que se pusieran así?

-Tan sólo quise seguir mi sueño de poder ser un mangaka, me da igual si muy famoso o si no. Simplemente es mi sueño y pienso convertirlo en mi futuro, por muy díficil que me lo pongan. Cuando les dije el año pasado de que haría bachillerato artístico al principio pensaron que era una broma de mal gusto, pero cuando le dije que se lo decía en serio, me dijieron que no podría vivir nunca de eso, que era una tontería y que me lo sacara de la cabeza. Al principio intentaron hacerme canviar de idea, pero al ver que no podían, acabaron por gritarme que hiciese lo que me diese la gana pero que en aquella casa no sería bienvenido y que no me pagarían mis estudios ni el material que me hiciese falta, pero aún así me las apaño como puedo.

-¡Pero es es terrible! ¿Y vives solo?

-Pues sí. La verdad es que la mayoría del tiempo estoy solo, porque si no estoy en el instituto estoy trabajando y si no estudiando. Siempre estoy solo…- Tatsu puso una expresión de tristeza, en lo que Shiro se dio cuenta en seguida. Sin percatarse de lo que hacía, se levantó del sofá para sentarse en el sillón al lado del joven lo atrajo hasta su pecho pasándole el brazo por encima de su hombro. Le acarició la mejilla y le susurró al oído:

-Debe ser muy triste.

-Sí, lo es.

Tatsu dejó caer su cabeza en los pectorales de Shiro, haciéndole sentirse pequeño y protegido a la vez. Estuvieron así un buen rato, hasta que Shiro se levantó y sijo enérgico:

-¡Decidido! ¡Hoy te quedas a comer aquí! ¡Y no acepto un no por respuesta!

 

 


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