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Alas silenciosas por reita

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Notas del fanfic:

Va para ti esposa^^ siento el retraso pero feliz cumpleaños!!

Notas del capitulo:

Sé que es un estúpido lemon como tantos miles que hay, al fin y al cabo no me gusta el fic, pero Osaka se lo merece, hecho con cariño para ti, espero que te guste ^^

 


- Esperame fuera, ahora voy. - dijo el moreno en un tono dulce y amable.

Uruha le obedeció y salió fuera del local de ensayo, se sentó en banco que había cerca y se dedicó a esperarlo, se sentía nervioso. No sabía porque estaba tan nervioso. Parecía que era la primera vez que iba a verse con su novio. Se sonrojó terriblemente, la palabra "novio" le venía terriblemente grande a una persona como él, no le gustaba llamarle así, pero que otro nombre podía darle a la persona de la cual estaba enamorado y esa persona de él y compartían más que sus vidas juntos? "Novio" era la respuesta, se volvió a sonrojar. Apretaba con sus manos el pequeño bolso negro que llevaba, lo estaba estrujando, era el único objeto que tenía para descargar su nerviosismo y se notaba, el pobre bolso ya estaba un poco desgastado.

Le sudaban las manos, se sentía incómodo sentado en ese banco, ya no sabía que posición tomar. Miró nerviosamente su reloj, lo miró fijamente intentando hallar una respuesta a una pregunta aún no formulada, guardó el telefono que le servía de reloj y sacó un pequeño espejito circular del bolso. Se miró y se retocó su cabello. Esa situación le causó gracia. Aoi siempre le decía que no podía separarse de su espejo. Él intentaba negarlo por todos los medios pero el moreno tenía razón. Constantemente se estaba mirando y retocando.

- No hace falta que te mires más, estás perfecto como siempre, - djo una masculina voz a su espalada, que le erizó los pelos de la nuca. Su voz siempre le estremecía, no importaba cuanto la oyera, siempre era un elemento que le hacía que un extraño escalofrío le recorriera el cuerpo. - Uruha. - terminó de decir el moreno.

De nuevo ese estremecimiento, le encantaba oír salir de esos perfectos, carnosos y suculentos labios su nombre, cada vez que lo escuchaba era una sensación nueva, no importaba la situación ni el momento, siempre cerraba los ojos y procesaba con placer esas palabras salidas de tan perfectos labios.

Aoi rodeó el banco en el cual Uruha estaba sentado, apretando más fuerte que nunca su bolso, se inclinó hasta quedar a su altura y se acercó a su rostro, topando sus labios en un corto y tierno beso. No tuvo tiempo de procesar nada, cuando ya sintió los labios del otro sobre los propios. Su sonrojo se multiplicó por mil. Odiaba que hiciera eso en lugares públicos, tan a la vista de la gente. Notaba el calorcito en sus mejillas que le hacía verse sonrojado.

Aoi se separó de él y sonrió tiernamente, le encantaba verle sonrojado, era una de sus aficiones, ver a su novio sonrojado, por eso siempre que podía le hacía sonrojarse, ya fuera con comentarios fuera de lugar o dándole pequeños besos en su perfecto rostro. Lo amaba sonrojadito, se le hacía más adorable.

- Hola. - saludó después un rato el moreno, al ver que su pareja no reaccionaba.

- Te he dicho mil veces que no hagas eso! - dijo en un tono un poco molesto.

- Es que no puedo. - respondió el otro sinceramente, acariciandole con ternura la mejilla.

- Eres incorregible. - suspiró algo más tranquilo el castaño. Al ver ese  ser tan perfecto delante de él todos sus problemas y nerviosismos desaparecieron, ahora sólo existian ellos dos, nada más. Su tensión se relajó y ya no tenía el típico comportamiento de chica adolescente enamoradiza, sólo él conseguía tranquilizarle.

Hacía ya un tiempo que estaban juntos, la verdad es que se declararon de la forma más tonta posible. Uruha llevaba muchos años enamorado de Aoi, y una noche en un bar, bajo los efectos del alcohol, sin saber porque Aoi comenzó a acercarse más y más al castaño, hasta que sus labios toparon y eso fue el principio de la relación, hacia ya bastantes meses. Después de aquel "incidente en el bar" Uruha se deprimió, pensó que no lo querría y que sólo lo utilizaba, pero al día siguiente se encontró con un Aoi más nervioso que nunca que se le confesó y desde entonces no han dejado de depender el uno del otro. Se amaban y mucho.

- Te extrañe mucho. - dijo Aoi en tono meloso, acercandose a su pareja, y rodenadole sus hombros con su brazo, atrayendolo en un tierno abarzo mientras caminaban por las calles de la cuidad.

Uruha suspiró, cerró sus ojos y apoyó su cabeza en el fuerte pecho del moreno, le encantaba ser abarzado, y por suerte Aoi era una persona que le gustaba abrazar, así el menor siempre se sentía querido y protegido.
Poco a poco llegaron al departamento del castaño e ingresaron en el edificio con calma, ya era algo tarde y ninguno de los dos tenía ganas de salir fuera, después de un duro día de ensayo, solo deseaban descansar. Iban hablando de cosas meramente triviales, en un ambiente agradable al tener al otro a su lado. Dejaron sus cosas y se sentaron tranquilamente en el sofá, fumando un cigarillo con calma y descansando.

Pasaraon unos minutos, en los que Aoi se dedicó a acariciar tiernamente el rostro y el cabello de su pareja, pequeños besos de vez en cuando, hasta que terminaron juntando sus rostros más apasionadamente y poco a poco Uruha iba quedando recostado en el sofá, mietras Aoi le besaba delicadamente. Quería poder saborear el interior de la boca de Uruha, jugando con su lengua, entrelazandola y masajeandola suavemente. Con sus manos iba acariciando primero su cuello, luego su barriga y finalmente sus costados, Lo adoraba, adoraba tenerlo allí bajo suyo y poder deleitarse con sus vistas.

Se separó lentamente de su rostro, sentandose en las caderas del castaño, y mirandolo desde esa posición. Su infatible sonrojo estaba brotando de nuevo en sus mejillas, mientras respiraba delicadamente, le encantaba acariciar sus costados en esa posición. El tierno y amoroso silencio fue interrumpido por el ruido de las tripas del castaño, haciendo que se sonrojara irremediablemente, llevando las amnos a su rostro y tapadandoselo. Aoi rió amorosamente ante ese gesto y sus tripas también sonaron, para no dejar en desverntaja al menor.

Rieron con soltura, llevandose las manos al estómago.

- Que quieres comer? - preguntó Uruha con innocencia, pensando en que podía cocinar para ambos, pues el hambre lo estaba matando.

Aoi arqueó una ceja, lanzandole uan exquisita mirada. Era una pregunta estúpida, allí todos sabían lo que quería comer. La expresión de su rostro lo delataba y Uruha volvió a sonrojarse, mientras lanzaba un cojín y se lo tiraba, no podía hacer más, Aoi estaba sentado en sus caderas y le impedía moverse.

- No me refería a eso!! - le regañó cariñosamente.

- A mí no me hace falta tener hambre para querer comerte. Además, ya te comeré luego, serás mi postre. - agregó riendo despreocupadamente, mientras se levanataba del sofá y estiraba sus brazos, tratando de desespabilarse.

Uruha se levantó, sonriendo por el último comentario del moreno, se sentía nervioso de nuevo. Sabía como iba a acabar todo aquello después de la cena, más de una vez se habían encontrado en esa situación, pero no podía evitar sentirse nervioso. Se arregló la ropa y se fue a la cocina, abriendo la nevera y pensando que podía cocinar, intentando no pensar en su nerviosismo, sientiendose más tranquilo instantes después.

- Ayúdame o te quedas sin postre. - ordenó el castaño, mientras sacaba todos los ingredientes de lo que sería un sencillo plato de pasta.

- Oh ... - respondió, mostandose aterrorizado. - no soportaría quedarme sin postre. - comentó juguetonamente, mientras abrazaba al menor por la espalda y le saba un suave beso en el cuello.

Rápidamente prepararon la comida entre los dos, sin más problemas, con el rumor de la tele de fondo comieron tranquilamnete. Habalndo entre ellos de cualquier cosa, disfrutando de la comida y de la compañía del otro, y porque no decirlo, de las vistas que tenían. A Aoi le agradaba observarle todo el tiempo, disfrutaba perdiendose en el delicado rostro del menor, amando todas y cada una de sus expresiones y gestos que ponía al comer.

- Que ocurre? - dijo Uruha con nerviosismo, Aoi le estaba mirando mucho y no podía aguantar más, tuvo que romper ese agradable silencio.

- Nada, sólo te estaba mirando. - respondió suaveemnte, como algo ido.

- Me miras todo el rato, pervertido. - dijo Uruha, sin saber aún adonde iba a llegar con aquella frase, arrepintiendose después de haberla dicho, agachando la cabeza y sonrojandose inevitablemente.

- Puedo mirar lo que me de la gana. - agregó el moreno, con cierto tono de superioridad, como mostrandose orgulloso de poder mirar y observar a tan bella criatura.

- Pero me pones nervioso. - dijo el castaño, dandole vueltas a su vaso vacio, pues ahcía ya nos minutos que habían terminado de comer, y simplemente se dedicaban a mirar sus platos vacios.

- Está bien, recojamos esto. - concluyó Aoi, sin mostrarse dolido ni enfadado ni mandón, simplemente tenía ganas de su postre.

Se levantaron con calma, recogieron todo lo que había sobre la mesa y se dispusieron a lavar los platos (sé que existen los lavavajillas pero así es más amoroso). Aoi se dedicaba a fregarlos y Uruha los aclaraba, para luego dejarlos sobre un plato a escurrir. Como es comprensible e imaginable, en pocos minutos empezaron a tirarse agua entre ellos, divirtiendose, perdiendose en una de esas duras batallas caseras. Largos minutos pasaron, hasta que terminaron algo mojados, abalanzandose el uno sobre el otro, besandose con verdadera pasión y desenfreno.

Aoi acariciaba tiernamente los costados de su pareja por debajo de su ropa, dejando entrever esa exquisita piel que  mnoría por saborear, mientras Uruha pasaba sus amnos por el cuello de Aoi, acercandose más a él y profundizando el beso. Se separaron y apenas apsaron décimas de segundo apra que volvieran a tener sus labios unidos en un exquisito y amoroso beso, algo más lento y relajado, dispuestos a saborear la boca del otro con calma,. deteniendose en cada rincón para que quedara eternamente grabado en su memoria, experimentando con calma todas las sensaciones que se sentían al recorrer la boca del otro.

Se separaron poco a poco y se miraron a los ojos, demostrandose su amor, Aoi rió por lo bajo.

- Es momento de reclamar mi postre, además estás todo mojado y no sería bueno que te resfriaras, es mejor quitarte esa ropa. - murmuró Aoi, entre pequeños besos, guiando al menor hasta la habitación, hasta dejarlo caer encima de la cama de la habitación del guitarrista. Uruha cayó sobre esa blanda y amplia superficie, llevandose consigo a Aoi, cogiendolo por el cuello de la camiseta que llevaba y tirandoselo encima, mientras unían sus labios en un lujurioso beso.

Uruha se recostó en la cama, mientras Aoi colocó cada una de sus piernas al lado de sus caderas, sentadnose encima de ellas, inclinandose ligeramente para poder saborear esos albios tan apetecibles que se mostraban ante él. Lo besó con calma y delicdez, haciendo que con cada beso el deseo de ambos aumentara, cada vez los besos se volvían más desenfrenados y pasionales, hasta que fueron bajando por el cuello del castaño. Aoi recorrió el cuello del castaño llenandolo de besos y caricias, mientras el otro gemia ligeramnete ante ese contacto y con sus manos se limitaba a acariciar los brazos y los hombros del moreno.

Sus besos fueron bajando por el cuello del chico, hasta llegar al borde de la camisa, que fue desabrochando hábilmente, mientras volvía de nuevo a esa adictiva boca y le robaba todo el aire que había en ella. Pronto la camisa de Uruha salió por los aires y cayó despreocupadamente al suelo de la habitación, mientras Aoi observaba ese cuerpo que moría por besar y que no tardó en empezar a llenar de besos y lamidas. Fue bajando poco a poco por su pecho, acariciandole los costados, yendo a un ritmo lento y tortuoso para el menor, que con cada segundo que pasaba se desesperaba por ser tocado más íntimamente.

Gastó varios minutos en besar y lamer cada parte del pecho del castaño, deteniendose con más atención en sus pezones, mordiendolos con delicadeza. Aoi se concentraba en escuchar cualquier sonido que escapara de la boca de Uruha, le encantaba escucharlo gemir, le encantaba tocralo y besarle, todo él le fascinaba. Coin delicadeza posó un amoroso beso en el vientre del menor, devolviendose a ssu labios y besándolos, notando como la erección del menor crecía bajo sus caderas, y también la suya propia.

Antes de separase de ese beso, Uruha llevó sus manos al filo de la camiseta de Aoi y se la sacó, ahora estaban en igualdad de condiciones y podía recorrer y rasguñar con sus dedos ese perfecto torso que tanto le gustaba. Se incorporó leveemnte y le dió otro beso, cambiando de lugar con el moreno, y sentandose él sobre las piernas de Aoi, tomando el control de la situación. Aoi sonrió, realmente eran pocas veces las que Uruha tomaba el control y dejarse hacer por el castaño era una cosa que le encantaba. Empezó por besrale los labios, cada vez más pasionalemnte, para leugo bajar por su cuello, dejandole algunas marcas rojas, que sin duda todavía se mantendrían al día siguiente. Bajó lentamente por su pecho, mientras Aoi emitía algun que otro gemido, mientras acariciaba insistentemente la espalda del castaño, provocandole cosquillas.

El menor rió y detuvo su labor de besar el epcho y vientre del moreno. No soportaba las cosquillas.

- Basta, Aoi . - rió en un tono leve - me haces cosquillas. - dijo levemente, para luiego esconder su rostro en el cuello del moreno, y dándole un suave abrazo.

Aoi le levantó el rostro y le besó delicadamente, parecía que al menor se el había ido la isnpiración y ahora solo se mantenía sentado sobre las piernas de Aoi, mientras las amnos de este le abrazaban por las caderas. Presionó suavemente las caderas de éste hacia abajo, ejerciendo más fricción entre ambos cuerpos.

- Uruha no me dejes así. - y es que el mayor ya estaba bastante erecto y que Uruha se detuviera le frustraba.

El castaño rió ante el comentario del mayor y volivó a su tarea, degustando el sensual vientre del moreno, sin pasar más lla´, realmente no le gustaba ese tipo de contacto, sentía que era demaisado expuesto y menos hacerlo él, auqnue nunca podía evitar que Aoi se lo hiciera a él, se sonrojó ante ese pensamiento y se separó rápidamnete dle cuerpo de Aoi, recostandose a su lado. Aoi gimió, haciendo pucherito, se giró y se acercó hasta el rostro de Uruha sin llegar a besarlo.

- Te gusta dejarme así - susurró en una especie de puchero, mostrandose molesto por la actitud de Uruha, que siempre le dejaba con ganas de más.

Sin pensarlomás se abalnazó sobre los labios de Uruha y los degustó larga y pausadamente, disfutando de ese contaco, para luego bajar lago más rápido de lo normal hasta su veintre y dándole una pequeña mordida en el costado izquierdo. No podía evitar morderlo, debía marcarlo de alguna manera. Verlo allí, bajo suyo con esa expresión de placer que tanto adoraba, le exciatba mucho, Bajó apresuradamente hasta su entrepierna, desabrochadno con rapidez y sacandole los pantalones que terminaban de cubrir sus perfectas piernas. Antes de dedicarse a su entrepierna, se entretuvo en acariciar sus muslos por varios minutos, Adoraba recorrer con sus dedos las piernas tan bien formadas de su pareja.

Se detuvo y se snetó sobre sus rodillas, observando con anhelo y lujuria esa incipiente erección que se mostraba ante sus ojos. Antes de dejar al castaño totalmente desnudo, mantuvo un tortuoso ritmo al moemnto de despojarlo de su ropa inteior. Uruha se retorcía de placer bajo sus caricias, respirando agitadamente, desesperadnose para que Aoi se apresurara. Finalmente terminó de quitarle la ropa interior y se inclinó para darle un delicado beso en la punta.

Uruhga se estremeció nate ese tacto, sonrojandose terriblemente de verse tan expuesto ante su pareja, se llevó las amnos a su cara, ocultando su notable sonrojo e impidiendo que saliera cualquier sonido de sus labios, cosa que molestaba a Aoi. Quería escuchar cualquier tipo de sonido, se detuvo un instante y cogió a Uruha delicadamente por las muñecas , apartandole las manos de la cara, mirandole con una sonrisa en el rostro a medida que iba descubriendolo, tratando de darle tranquilidad al menor, dandole un corto beso en los labios, antes de volver a bajar hasta la altura desu meimbro, y emepzar a almerlo más detenidamente, para fastidio del menor.

Le avergonzaba mucho ese tipo de contacto, peor una vez que Aoi había bajado más alá de su veintre no podía evitar desearlo con todas sus fuerzas. Aoi sabía que ese tipo de caricias le sonrojaban al castaño, pero en parte eso le agardaba. Tampoco quería causarle incomodidad al guitarrista pero sabía que en el fondo era una cosa que ambos disfrtutaban, dejando la verguenza de lado.

Aoi lamía entretenidamente la entrepierna de su pareja, rodeandola con sus labios y saboreandola gustoso. Notaba como cada vez se excitaba más, y es que los escandalosos sonidos de Uruha le hacían ir más rápido, pero no quería apresuarar las cosas. Tardó varios minutos entreteniendose con el miembro del otro en su boca, Uruha ya casi estaba llegando al final, subía las caderas, al ritmo que el moreno le imponía, gimiendo agitadamente y llevandose dos de sus dedos a la boca, intentando clamar la excitación que sentía.

Mordió sus dedos ligeramente, peor eso le dificultaba la respiración y no permitía que sus gemidos escaparan como debían de sus labios. Aoi se sintió algo molesto, escuchar gemir al guitarrista era una de las cosas que más le gustaban del mundo. Accentuó las caricias de su lengua en esa zona, haciendo que finalmente, Uruha se sacara los dedos de la boca y los llevara a la cabeza dle moreno, entrelazando el cabello entre sus dedos y tirando de él, mientras se desesperaba de sentir tanto placer junto. Un par de lamidas más y Uruha llegó al clímax, contrayendo sus músculos y gritando escandalosamente el nombre del moreno.

Aoi sonrió satisfecho después de lamer toda al esencia que había dejado escapar Uruha de su interior, le gustaba,pero sabía que al castaño no. Subió su mirada y se top´ño con el rostro de Uruha totalmente sonrojado, esas situaciones le avergonzaban mucho. El mayor fue acercandose poco a poco hasta el rostro del otro, viendo como éste se desesperaba en cada uno de sus movimientos, negandose a lo que sabía que irremediablemente vendría.

Aoi terminó de juntar ambos rostros en un exquisito beso, acariciando con su lengua el interior de la boca de Uruha, dejando que éste sintiera el amargo sabor que había dejado la esencia del castaño en su boca, cosa que le asqueaba, pero recorrer la cavidad del moreno,siempre era un lujo, le encantaba. Se separaon por la falta de aire y Aoi le miró con sus ojos brillantes, deseosos de llegar hasta el siguiente paso. Uruha le miró cariñosamente y volvió a acercar sus labios en otro beso, igual de pasional que el anterior, haciendole saber que estaba preparado y dispuesto para lo que llegaba.

Aoi sonrió y acarició con el dorso de su mano la mejilla del castaño. Le encantaba la forma que tenía Uruha de pedirle algo tan especial como eso. Le encantaba verlo avergonzado y abrumado por todas las sensaciones que sentía y a la vez deseoso de algo más. Se acercó hasta él para besarlo tiernamente, y el castaño aprovechó el momento, para desacerse de las molestas ropas del moreno. Con desición condujo sus manos al borde de los jeans que aún vestía el moreno y los bajó despreocupadamente, llevandose consigo también la ropa interior del guitarrista, dejandolo completamente desnudo.

Por unos minutos, Aoi se dedicó a la simple contemplación del cuerpo del castaño, mientras sus manos paseaban por el pecho y los costados del guitarrista acariciandolo tiernamente. Sus cuerpos se rozaban tentadoramente, sus entrepiernas se recreaban en esa deliciosa fricción, haciendo imposible perder la excitación del momento. Aoi condujo dos de sus dedos a los labios del guitarrista, contorneandolos débilmente para luego introducirlos en su boca, siendo dos de sus dígitos apresados entre aquellos carnosos labios. Le gustaba mucho la forma en que Uruha lemía sus dedos, lo hacía de una forma entre desesperada e innocente, le excitaba mucho mirar su rostro en ese momento, pues se reflejaban todo el cúmulo de sensaciones placenteras en él. Le amaba.

Dejando escapar un ronco gemido sacó los ensalivados dedos del interior de la boca del castaño, guiandolos suavemente por el cuello de Uruha, llevandolos luego por su pecho, dirigiendose a su espalada y terminando su recorrido en la pequeña entrada del menor, quien se estremeció al sentir ese húmedo contacto en esa zona tan sensible. Lentamente introdujo un dedo, haciendo al castaño rasguñarlee l pecho a su pareja, empezó a mover ese dedo, rápidamnete introduciendo otro, notaba como ese reducido espacio ya estaba acostumbrado. Y es que cada vez hacia menos falta acostumbrar al pequeño, pero siempre lo hacía. Las caderas del castaño se levantaban siguiendo el ritmo impuesto por los dígitos del moreno en su interior, gimoteando de placer, porque aquellos dedos fueran remplazados por otra cosa.

El más alto no tardó mucho en calzarse las piernas del guitarrista a sus caderas y guiar su erecto miembro hasta la sensibilizada entrada del castaño. Con una cuidada y certera embestida se introdujo en su interior, sintiendo la cálida estrechez y las miles de sensaciones placenteras que le brindaba aquel lugar. Ambos soltaron más de un gemido, cuando el moreno empezó a moverse lentamente, creando un placentero ritmo. El castaño gemía cada vez más escandalosamente, rasguñando con soltura los hombros del mayor, a los que se aferraba con fuerza, para cada vez sentir al guitarrista más profundamente. Las embestidas eran cada vez más ráìdas, más profundas y más placenteras. Ninguno de los dos, aún entendían como podían sentir tanto placer en un solo acto.

Aoi llevó sus labios al cuello del castaño, devorandolo con lujuria, dejando pequeñas marcas, luego atacó a sus labios, lamiendolos y mordiendolos con verdadera devoción. Cada gemido de Uruha en su oído lo llevaba a desearlo cada vez más, así que aumentó todavía más el ritmo. Uruha por su parte, gemía escandalosamente, sonrojado y preso de un placer descomunal. El castaño impuso su propio ritmo, haciendo las propias embestidas hacia el lado contrario, para que cada vez el moreno llegara más profundamente y sentir así más placer, si es que eso era posible.

Ambos empezaban a notar como estaban llegando al final, gimiendo con soltura, besandose y acariciandose con amor. El castaño levantaba sus caderas, se movía frenéticamente, aferrado al cuello de su pareja, tirandole suavemente del cabello y gimiendole en el oído. Un pequeño roce del meimbro erecto del menor con la mano de Aoi, hizo que este terminara, derramando su esencia entre los dos cuerpos, soltando un gemido aún más escandaloso que el resto. Aoi llevó sus manos a las caderas del castaño, ayudandose de ellas para accelerar el movimiento y hacerlo más profundo. Tuvieron que separar sus cuerpos, cuando el moreno arqueó su espalada, cogiendo al castaño por las caderas y empujandolo hacia abajo, a la vez que se corría en su interior, acabando con un ronco gemido.

Disfrutaron unos instantes más de las últimas sensaciones antes de separarse con calma y cuidado. Aoi salió del cuerpo del castaño y se recostó a su lado tranquilamente. Uruha se giró y apoyó su cabeza en el bien formado torso del moreno, con los ojos cerrados, bebiendo aún de las últimas sensaciones del orgasmo que mantenía en su cuerpo. Cerró los ojos con calma y se dedicó a pasar sus dedos por el pecho del moreno. Aoi pasó su brazo por los hombros del castaño y lo atrajo hacia sí en un tierno abrazo, tapandose luego con las sábanas con la otra mano.

- Te amo. - susurró antes de quedar dormido suavemente el guitarrista.

- Yo también . - dijo el moreno con una amplia sonrisa en su boca, al observar como el castaño ya se había dormido. Era sorprendente la facilidad con la que Uruha se dormía depués de aquello, y es que tanto placer de golpe le daba sueño. Poco a poco el moreno tambén fue cayendo en un agradable y profundo sueño.
Notas finales:

 

¿Qué tal? espero que haya gustado ...

gracias por leer se agradecen mucho los comentarios^^  


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