Volvió a entrar en su cuerpo con brutalidad. Ya quedaba poco. Gritó... pero ningún ruido salió de sus labios, tampoco lloraba, sólo hacía muecas y de vez en cuando abría la boca intentando que algún sonido saliera.
Perdió las fuerzas, era como si estuvieran violando a alguien muerto. Sólo un poco más. Penetró con tal brutalidad que el otro se retorció bajo él. Un gemido ronco y aquel líquido mezclándose con la sangre. Ardía. Se retiró causándole más dolor, no gritó.
Tomó su ropa, se vistió, y se fue dejando al muñequito muerto en su cama. Se incorporó con lentitud.
Me paré con un esfuerzo sobrehumano de mi cama. Entré en el baño. Abrí el grifo de la bañera llenándola, esperando impaciente, mirando la nada. Una vez estuvo llena, me introduje en ella.
Sentía que moría, dolía tanto, no podía soportarlo. Al poco rato renové el agua que ya tomaba un color rojizo. No podía relajarme, quería quedarme ahí y que me encontraran muerto al otro día. Fui usado, fui su muñeca... no lo entendía... ¿Cómo?... no sabía como iba a hacer para volver a mirarlo. Pero no, debía ser fuerte, y algún día cobraría venganza.
Salí de la bañera deseando quedarme ahí. Sequé vagamente mi cuerpo. Tomé una frazada y me dormí en el sillón.
Al otro día desperté por el dolor. Dolía más que en la noche anterior. Suspiré y miré debajo de la frazada... gracias a "no-sé-quién" no volví a sangrar.
Sentí un ruido que me sacó de mis cavilaciones. Mi celular... no recordaba dónde lo había dejado. Miré a la mesa ratona y milagrosamente ahí estaba.
Un mensaje << Hoy a las 8 en el bar de siempre >>. Genial... yo sólo quería morir y mis amigos sólo querían embriagarse y ser felices - al menos con eso -. Qué injusta es la vida ¿no?
Llamé, verificando con anterioridad si podía hablar. Sólo estaba ronco, se me pasaría.
- ¿Aló? - escuché del otro lado de la línea.
- Hola...
- ¡Ah!... ¿Cómo estás? - mi cabeza decía "horrible, idiota, me violaron"
- Bien - mentí - mh...llamaba para preguntar si era necesario que fuera.
- Por supuesto...no creas que no nos dimos cuenta que ayer poco menos te escapaste de nosotros, Rukito. Sí que es tu o-bli-ga-ción ir.
- Está bien, iré...
- Ponte lindo.
- No fastidies Aoi.
- Nos vemos en la tarde.
- Adiós -. Corté inmediatamente. ¿Qué haría?, debía comer si no el alcohol me tomaría con facilidad.
De repente paro y me doy cuenta de algo... él también estará ahí. Mierda... no quiero volver a fingir, no quiero... no quiero que me vuelva a usar una vez más.
El día pasó rápido para mi gusto.
Practiqué como tenía que caminar para disimular el dolor. Al poco rato, Kai estaba abajo esperándome en su auto. Temblaba.
- ¿Estás bien?
- Sí - respondí con la voz temblorosa. Se acercó y me abrazó. Qué tierno es este hombre...
En unos minutos estábamos en lugar.
Mis pasos eran torpes. Entré intentando disimular. Y ahí estaba él con su sonrisa, mirándome con ternura. Y los otros dos corriéndose mano descaradamente.
Me senté a su lado.- Perdóname...- dijo a mi oído. Me mordí el labio. Lo miré. Le di un beso en la mejilla.
-Te perdono...- dije tomando su rostro entre mis manos- Reita...- susurré a su oído y él me besó. Pero ambos con miedo. Él con miedo de no ser perdonado nuevamente, y yo, con miedo de que él no me pida perdón.
Fin.