Ese día, ese preciso día lo volvería a ver. Ya no sabía cuantos años habían pasado, y poco le importaba. En su mente el tiempo avanzaba con lentitud, pero en su rostro se dejaban ver pequeñas huellas de cansancio y desgaste. No se habían vuelto a ver desde aquel día en que dijeron “adiós”, pero él creía firmemente que incluso las despedidas no eran para siempre.
Miraba insistentemente su reloj, su nerviosismo era tal que ni siquiera podía tomar su vaso con una sola mano. Pero la silueta de quien esperaba atravesó con calma el umbral. Llamó su atención saludándolo con la mano y una leve sonrisa en su rostro.
-Perdón ¿Esperaste mucho? – preguntó sentándose frente a su viejo amigo, que lo observaba con tranquilidad.
-No, no fue tan eterno como creí que sería… Mayu… has cambiado tanto- exclamó sintiendo deseos de volver a estrecharlo en sus brazos, pero no supo si fue el lugar o él mismo lo que no se lo permitió.
Esbozó una pequeña sonrisa.- ¿Qué te parece si vamos a mi departamento?- Kamijo aceptó su invitación asintiendo levemente, parándose de su silla y ayudando al otro, quien rió por el actuar del ex-vocalista.
Salieron con lentitud, mientras en sus mentes pasaban millares de imágenes pasadas de sus conciertos, lo ensayos, y todo lo que vivieron juntos. Una rebelde lágrima corrió por el rostro de Mayu, no pudo contenerse más y lo abrazó en medio del estacionamiento, se separó cabizbajo, secándose el rostro que escondía tras su cabello.
-Lo siento…
-¿Por qué te disculpas, tonto?- Le tomó la mono y juntos se dirigieron al auto que los llevaría al departamento.
Al cabo de un rato llegaron al dichoso lugar. Kamijo se sentó cómodamente en un sofá, mientras el otro se dirigía a la cocina.
-¿Quieres vino o cerveza? Es lo único que tengo- Se encogió de hombros.
-Vino, por supuesto… ¿Y tú, qué vas a tomar?- Dijo mientras recorría con la vista el lugar.
-Yo… no puedo tomar alcohol… ¿No lo recuerdas?- sonrió con melancolía, sirviéndose un vaso con agua.
-Lo siento lo había olvidado…
-No te preocupes, suele pasar… -. De pronto sintió cono todos sus sentimientos se agolpaban en su garganta. Le entregó la copa, sentándose a su lado.
-¿Estas bien?- Mayu asintió bebiendo un poco- ¿Has seguido el tratamiento?
-Siempre que se puede… - Sonrió. De pronto sintió como unos brazos lo rodeaban.
-Cuídate…- Le besó la frente con delicadeza, sintiendo como sus ojos se humedecían, comenzó a recordar el tiempo en habían sido pareja, sus promesas de amor eterno que nunca pudieron cumplir, por la separación de la banda y la enfermedad del menor- No te debí haber dejado solo…
-Pero yo necesitaba eso, no quería a nadie cerca mío…- Cerro los ojos intentando no recordar aquella dolorosa época. De la nada comenzó a toser compulsivamente sentándose por reflejo. Kamijo lo miraba asustado
-Mayu, Mayu… ¿Qué hago…?- Mayu apuntó, como pudo, un frasco de píldoras, que le alcanzó con rapidez el otro.- Dios… ¿Estas bien?
-Sí… siempre me pasa… ya estoy acostumbrado…
-No… Mayu… ¿Por qué---?... –Kamijo se detuvo a mirarlo con atención.- ¿No estás siguiendo el tratamiento, cierto?
Mayu bajó la cabeza apenado y avergonzado de si mismo.- No fue fácil para mi aceptarlo… aún no lo acepto, para serte sincero… Mira… ya estoy olvidando las cosas, y no tengo ni 40 años… Nadie sabe lo que tengo ¿Puedes creerlo? ¡Nadie!... Kamijo… tu siempre fuiste tan bueno conmigo… no quería que te preocuparas… por mi.
-Mayu… - Lo quedó mirando atónito. Mayu acarició el rostro del mayor.
-Entiéndeme… No es bueno estar cerca de… mi… a cualquiera le hace mal… incluso a mi mismo…- Comenzó a toser nuevamente, pero estas vez más calmado.- Abrázame… -El otro le obedeció al instante. Dejó la cabeza del menor sobre su regazo- Yo quiero que seas feliz… y aquí… no puedes- Volvió a toser, mientras Kamijo le acariciaba el rostro con ternura- Te amo… tanto que no puedo permitirlo…
El mayor acercó sus labios, posándolos delicadamente sobre los del menor, pequeñas lagrimillas rebeldes se escaparon de ambos rostro. Se separaron con suavidad, como si temieran romperse, mirándose.- Yo también te amo… Je t’embresse ai shiteru ko… - susurró suavemente en su oído.
-Kami-san… - Rió al darse cuenta que lo había llamado como cuando eran pareja.- Llévame al doctor… por favor… No me estoy sintiendo muy bien-dijo cerrando sus ojos.
Kamijo no respondió, sólo lo levantó suavemente, tomándolo estilo nupcial, lo llevó hasta su auto, donde lo sentó en el co-piloto, rodeó el auto, subiéndose lo más rápido que pudo.
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Sus manos tomaban su cabeza apretándola con insistencia. Había perdido a la única persona que fue capaz de amar. El facultativo lo miraba con un poco de incomprensión mientras, volvía a formular la misma pregunta “¿Conoce usted algún familiar de _______-san?”. Negó con su cabeza. Le explicó al doctor la mala relación de Mayu con sus padres cuando les comentó acerca de su enfermedad. Esa noche Mayu no había parado de llorar y él se había quedado consolando toda la noche.
Dejó escapar un gemido de dolor.
Salió del hospital. No supo cuanto se demoró en llegar a su casa. Subió aún cabizbajo, con el rostro endurecido por las lágrimas ya secas. Entró a su baño dejando el agua correr. Suspiró un par de veces. Salió del baño. Descolgó su teléfono. Entró nuevamente. Ya estaba decido. Si no podía estar con Mayu en la tierra, al menos lo estaría en la otra vida.
-Je t’aime…
Fin