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sombras del pensamiento por daeva

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>>Ya seas un espíritu bondadoso o de genio condenado, ya traigas un aura celestial o las llamas del infierno, sea tu intención malvada o beneficiosa, te presentas ante mí en tal forma que es necesario que yo te hable<<

Hamlet, William Shakespeare.

 

Las cortinas estaban corridas, el sol entraba por la ventana de su habitación y le llegaba directo a los ojos. Se levanto de la cama, se sentía mareado y notaba que los pies le pesaban mucho, de pronto, un estruendo y mil cristales  esparciéndose por la habitación. El vidrio de la ventana se había roto. Sentía el peligro, algo dentro de él le decía >huye< pero sus piernas no le respondían, parecían raíces atadas al suelo.

>>tranquilo, no pasa nada<< escucho una voz suave, aterciopelada y entonces, el que había pronunciado esas palabras entro por la ventana.En ese instante supo que estaba soñando, porque alguien así, no podía ser de este mundo.

Se despertó algo sobresaltado, había estado teniendo sueños extraños, en donde le parecía estar despierto, pero esta era la primera vez que veía la perturbadora figura mirándolo desde su ventana, la voz de aquel hombre había sido suave pero firme, sus ojos pardos eran hermosos, tenía el cabello rubio y una expresión que denotaba seguridad y fuerza contenida. A pesar de su actitud sosegada, a Claude le pareció un tigre intentando verse inofensivo. Por lo general, los sueños no se le presentaban tan claros, y la figura de aquel hombre estuvo presente en su mente toda la mañana, hasta llegar al colegio y tener que escuchar la perorata de filosofía.

Claude (suponiendo que esa clase de persona existe) era un chico normal, de 16 años, en el colegio no se llevaba mal con nadie, y tenía algunos pocos, pero buenos amigos, practicaba tenis, no destacaba pero tampoco era malo. A veces era algo solitario, y de cierta forma era diferente, no le importaba la popularidad, no le interesaba ser aceptado y le encontraba poco sentido a la vida, para él, la vida era algo tan absurdo como la muerte. La mayor parte del tiempo era amable, por simple cortesía, pero no le gustaba llamar la atención ni tampoco le gustaba la gente que la llamaba. El vivía en su mundo, lo que los demás hicieran con el suyo no le importaba.

Toco el timbre anunciando el primer recreo, y no se sentía con ánimos de salir, se quedo sentado en su silla, se puso los audífonos de su pendrive y comenzó a leer un libro: “misery” de Stephen King.

- ¡Claude!- esa voz chillona, que le crispaba los nervios, podía oírla a pesar de la música, la reconoció al instante- ¿vas a quedarte aquí? ¿Cómo puedes leer algo con una portada tan fea? Porque no vienes conmigo y damos un paseo, ¡el fin de semana te eche tanto de menos!- le quito el libro de las manos y le dio un beso al que el respondió por inercia

- son solo dos días- si, solo dos días que él había podido disfrutar sin su irritante presencia.

- Si, pero no me contestabas el teléfono- dijo intentando parecer enfadada- pero, te perdono si vienes conmigo.- él le quito el libro, dispuesto a seguir con su lectura- Claude, soy tu novia, deberías ser mas cariñoso- ahora el tono dolido era real, y lo hacia sentir bastante culpable, porque a pesar de que detestara esa dependencia que le tenia, odiara que fuera tan chillona y superficial, le tenia cierto cariño, como a una mascota. Y definitivamente, no era justo que nadie sufriera por él y por su incapacidad de demostrar cariño.

- Esta bien, vamos- dijo esbozando una sonrisa para reconfortar a su “¿amiga?” definitivamente lo que esa alegre y algo estupida chica representaba para él se acercaba mas al concepto de amiga que al de “novia”.

Pasearon de la mano por el patio, ella le hablaba con las palabras saliendo a borbotones, él solo se limitaba a escuchar y a asentir, le agradaba que con ella no había necesidad de hablar demasiado. Paso el recreo y era hora de regresar a la sala, ¿Qué tocaba ahora? historia. Cuanto odiaba esa materia, le era tedioso tener que estudiar lo pasado, descrito por quizás que mentiroso.

Llegaban tarde a clase, ya hacia un buen rato que había tocado el timbre, sin embargo, el profesor aun no aparecía. Se sentó en su puesto, ubicado al final de la sala. Entonces, se abrió la puerta y en vez del viejo y canoso profesor de historia, entro un hombre alto y joven, de aspecto casi cómico, usaba lentes, ropa demasiado formal, el cabello rigurosamente peinado, era un profesor exageradamente estereotipado, parecía un personaje, tenia el aspecto de los repetidos profesores estrictos. Pero solo era en su forma de vestir, porque al fijarse bien en su rostro, Claude observo la discordancia con el atuendo; su mirada decidida, sus perfectos rasgos y su expresión de paz. Le costo un poco reaccionar, pero era él ¡era el tipo al que había visto en su sueño! Sintió como el corazón le latía deprisa, supuso que era por la extraña y perturbadora coincidencia o por que más bien, quizás no fuera una coincidencia.

- Buenos días, alumnos- la ultima palabra parecía tener un deje de sarcasmo, los murmullos a su alrededor se hacían presentes, él los escuchaba con una sonrisa imperturbable en el rostro, mientras algunos alumnos (as) susurraban >>que guapo!!<< >>¿viste sus ojos?<< y a algunos envidiosos, ya artos de que todas las chicas parecieran embobadas se preguntaban:>> ¿y este quien es?<< .

A nadie parecía importarle que había pasado con el antiguo profesor, pero de todas formas, él lo explico.

- Su profesor, Eugenio, se encuentra con algunos problemas de salud, por orden del medico tomara unas vacaciones, por ahora, yo seré su profesor - su tono de hablar era distendido y resuelto como si estuviese hablando del clima. Hubo un pequeño silencio y luego los cuchicheos continuaron.

Claude estaba atento a la clase, como pocas veces, intentaba encontrarle una explicación a esta “casualidad” porque pensar que había sido algo fortuito era incluso más tonto que creer que se trataba de una premonición o señal. De pronto, los candidos ojos verdes se fijaron en los suyos, azules y fríos zafiros. Claude sintió una gran inseguridad, como si lo traspasaran con la mirada y él no pudiera hacer nada por impedirlo, se sintió vulnerable, con lo poco que le agradaba mostrar sus emociones y aun más, con lo poco que le gustaba sentirse débil, pero mantuvo la mirada. El no se dejaba intimidar por nadie.

- Profesor… ¿Cuál es su nombre?- pregunto una sonrojada chica de cabello corto.

El tomo un plumón y lo escribió en la pizarra.

Marcel Hammoud Sagget

y luego se presento.

- mi nombre es Marcel, disculpen si demoro en aprenderme los suyos, soy malo con los nombres- dijo esbozando una conciliadora sonrisa a la que siguieron unos cuantos suspiros- Bueno, ahora comenzaremos con la materia- un >buu< general y varias lamentaciones se hicieron presentes- alguien podría decirme ¿que materia están pasando?.

Varios se apresuraron a contestarle al atractivo profesor.

Claude, a mitad de la hora, había transformado su intranquilidad en molestia ¿Quién era ese tipo?, en la clase estuvo completamente concentrado, pero no en la materia, sino que en el profesor, y eso lo irritaba aun mas, lo irritaba su forma de caminar, su forma de hablar, esa seguridad casi magnética, y esa suerte de hipocresía, le irritaba que pareciera tan perfecto y amable con todos. Se daba cuenta de que el tipo le afectaba demasiado y por eso, lo detestaba aun más.

Notas finales:

este es mi primer fic de esta tematica :D es el primer cap, asi que todavia no hay mucha accion, pero ya la habra. acepto criticas (constructivas), sugerencias, reclamos, etc.

espero que ojala les guste


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