El sueño sigue sin visitarme, y, aunque estoy cansado, no duermo. El susurro del viento es lo único que acalla este silencio, este horrible silencio lo único que provoca es que los recuerdos fluyan con libertad en mi mente. La persona que se hacia llamar mi madre esta muerta, ¿es realmente mi culpa?, no, yo soy solo un humano mas…si hay alguien a quien culpar es aquel que todo lo ve, él fue quien le quito la vida. Puede sonar cruel, pero no siento tristeza por su muerte, nunca llegue a quererla igual que ella no me quiso a mí. Cuando se es un niño siempre se busca aquel amor maternal, aquella sonrisa, aquel abrazo. Mamá apenas y podía dirigirme la mirada, ¿Cómo pensar que me abrazaría o me dedicaría una sonrisa sincera?, eso es una locura. Yo era la flor marchita en su bello campo de flores, yo era la espina en medio de los rosales, yo era su desgracia.
Su esposo la abandono cuando yo naci, aquella persona que se hace llamar mi padre no es mas que mi tío. Ellos estaban enamorados, y él, aprovechando el abandono de mi verdadero padre, ocupo su lugar. Aún así mi madre nunca olvido a su querido primer esposo, toda la culpa la tenía aquel niño maldito, yo había arruinado su felicidad desde mi nacimiento. Y la cereza del pastel fue que la vida me otorgo un rostro muy parecido al de ella, lo único que nos distinguía era el color de ojos, los de ella del color de la miel y los míos de un violeta oscuro. ¿Por que tuve que parecerme a ella?, tal vez por eso también me odiaba. Hizo todo lo posible por diferenciarse de mí, pero los rasgos no se pueden cambiar por más que se intente.
La luz entra débilmente por las rejas.Cierto, había olvidado decir que la ventana de mi cuarto esta cubierta por rejas, estas forman pequeñas cruces, de esa forma no podría escaparme cuando me encerraran aquí. Me levanto con dificultad, a pesar de haberme acostado no había logrado dormir. Me siento cansado, tal vez debería tomar un baño. Intentó abrir la puerta…continua cerrada. Comienzo a golpearla con la fuerza que me queda, muy probablemente mi padre ya este despierto, tiene que dejarme salir. Tras varios minutos me rindo, creo que no me ha escuchado o más bien no ha querido escucharme. La perilla gira con lentitud, siento que la felicidad me desborda, no se ha olvidado de mí.
Entra con lentitud, parece que el tampoco a dormido su aspecto lo delata. Pero a pesar de eso viste formalmente, todo de negro. Se acerca a mí y tomándome de la mano me conduce hacia la sala principal. Allí hay una persona esperando, no puedo ver su rostro hasta que estamos frente a frente…es el sacerdote.
-Aquí lo tiene-me suelta empujándome ligeramente hacia el visitante-ahora, ¿cumplirá con lo prometido?
-El Señor recibirá en su gloria a su esposa-hace una pequeña pausa y su mirada recorre mi cuerpo discretamente-…se harán las misas necesarias para ello, y no le cobrare. Todo sea en nombre del Señor.Ahora, si me disculpa, tengo prisa-me jala hacia si-lo veré pronto, señor Diermissen.
Intenta conducirme hasta la salida, y es cuando mi mente reacciona. Mi padre…me había vendido al sacerdote.Hize hasta lo imposible por que me soltara, pero sin haber dormido ni comido, era un sueño esperar librarme de él. No tenía mas remedio que dejarme llevar, por ahora.
El lugar donde vive el sacerdote Abel es de los mas lujosos de toda la ciudad, por que, además de ser un sacerdote, era el noble mas reconocido.”Abel Limerick”, el hombre mas rico de toda España. Aunque su fortuna me causa repulsión, toda ella obtenida por engaños y asesinatos a personas de su propia familia. Todo para que él fuese el único heredero. Ni siquiera merece el nombre de “sacerdote”.
Me condujo hasta el vestíbulo, más bien me arrastro hasta el vestíbulo por que yo me negaba a caminar. Tras eso, llamo a varias mujeres, quienes se encargaron de mi aseo y ropa para quedar lo suficientemente digno. En menos de una hora me hallaba compartiendo el desayuno con el sacerdote Abel. Pude no haber comido nada, haber demostrado rebeldía, pero tenía demasiada hambre como para estar de caprichoso. Comí todo lo que me ofrecieron, y debo admitir que estuvo delicioso. La comida de los nobles es todo un manjar.
Pese a ser un desayuno tan fino, mis modales no hicieron acto de presencia, me importo demasiado poco. Al terminar pude ver que el sacerdote Abel me miraba entre divertido y serio. Que piense lo que quiera de mi, el fue quien me trajo a su casa.
Acabado el desayuno me invito a dar un pequeño paseo por su jardín. Por momentos pensé que seria la oportunidad perfecta para escaparme. No lo fue, ya que el paseo lo realizamos a caballo, y claro esta, ambos montamos el mismo. A pesar de que su jardín es hermoso, no me gusto, por que las únicas flores que ahí crecían eran las rosas. Odio las rosas…mi madre las adoraba.