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Nada que no puedas decir por DraculaN666

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Notas del fanfic:

Estem... D= piedad, es mi primer fanfic MxM (y de DN) no tengo datos asegurados de ellos asi que me las ingenie para acomodarlo deacuerdo a mis necesidades (y del fic) emm... contiene una OOC (entiendan... hay escaces de personal en la serie D=...)
espero les guste...

Advertenicas: yaoi... que mas? talves no se depende de mi humor lemon en un futuro y... solo resta decir que Death no me pertenece si asi fuera Matt y Mello hubieran salido desde el principio, muy probablemente la serie seria yaoi y Ryuk se casaria conmigo... pero la realidad es muy dura y cruel...

Notas del capitulo: estem.... disfruten...??
ah si... la OOC es mia D= no usar! (como si alguien quisiera...)
blablah narrativa
-blahblah- personaje hablando
-blahblah- personaje pensando (???)
(blahblah) yo y mis cosas (-.-)

Miro por enésima vez en la noche la ventana, y justo como la última vez seguía lloviendo torrencialmente. Pasó distraído su mano por su rojizo cabello, sintiendo la humedad que dejó la ducha que hace poco había tomado.

Se encontraba en vacaciones de invierno (ya saben, navidad, año nuevo, excusas de un deficiente sistema educativo… lo normal) y estaba total y completamente aburrido. Y eso era en realidad poco, se podría considerar que se encontraba en un estado demencial en el que no tenía ni la más mínima idea de que hacer.

Aún faltaban, según su calendario, un mes y medio para regresar a clases (hacía casi nada que acababa de salir de estas) y no es que él sea un devoto a las largas jornadas de trabajo y el estridente discurso que cada profesor decía por clase. No, para nada. Pero podría jurar ante la tumba de su madre (que realmente seguía con vida) que es mejor aburrirse en conjunto que a solas. Por lo menos en la escuela puede molestar a algún inocente que se deje utilizar un rato, para ser el objetivo de descarga del colosal aburrimiento o aunque sea escuchar conversaciones ajenas y enterarte de quien se a acostado con medio salón. Ya saben, lo normal en quinto (próximo sexto y último) semestre de la preparatoria.

Pero ahora que se encontraba él solo, engarrotado en su mullido sofá, sin electricidad, ni golosinas para descargar su ira mientras estas sucumben bajo sus dientes. Son solo él, una casa oscura y vacía, y bueno, también su celular sin crédito para hablarle a su madre y pedirle (exigirle) que regrese lo más pronto posible, de donde quiera que este, y aun que sea le de un nuevo abastecimiento de dulces.

Su frustración aumenta al saber que no puede jugar con sus amados video juegos por que bendita la hora en que no se le ocurrió poner a cargar su DS, pero, ¡OH! Aún mas benditos los hijos de puta que no saben arreglar los cables de la electricidad y joden todo el sistema, ¡Que ni siquiera puede hackear decentemente una computadora! Todo por la falta de energía.

Pero justo en el momento en el que cree que su vida a terminado y seguramente a llegado la hora de escribir su triste testamento (en donde seguramente ¡NO! Le dejaría sus googles a Near, compañero de clases que ha estado insistiendo con ello) su teléfono celular comienza emitiendo pequeñas vibraciones que aumentan rítmicamente seguidas de una estridente melodía, propia del mismo pelirrojo.

Matt –dice la voz de una mujer al otro lado de la línea - lamento no haber llamado, la tormenta es terrible.- continuó con un tono bastante despreocupado.- posiblemente llegue más entrada la noche, ya que no corra tanto peligro manejando.- siguió con su monologo.

—“Con o sin la tormenta ya eres un peligro”- pensó Matt distante.- no te preocupes –habló el joven ahorrándose su pensamiento.- lo único que quisiera es que pasaras a una tienda y… -se vio interrumpido

Si, si, ya se, quieres que te lleve algún dulce o algo que no te alimentara sanamente –reprendió con algo de hastío.

Exactamente – Matt sonrió al escuchar el bufido de resignación del otro lado de la línea-

Por cierto- cambio el tema la mujer- ¿Por qué no contestas el teléfono de la casa? Tengo horas tratando de localizarte.- dramatizó fingiendo angustia con un tono áspero y sin lograr su cometido.

No hay luz.- no pudo evitar el resentimiento en sus palabras mientras acomodaba su cuerpo a lo largo del sofá- yo tengo horas esperando a que regrese, así que creo que estamos en las mismas.- su tono sarcástico causó un gruñido por parte de la mujer

Que poco respeto me tienes como madre.- se dramatizó, nuevamente, así misma.- como sea, creo que la tormenta se calmo un poco, llego en un rato.- no espero respuesta y corto rápidamente.

Que poco respeto me tiene como hijo- se dramatizo cómicamente para si mismo, dejando su celular sobre la mesita frente al sofá.

Su madre era una mujer joven (bastante) ella todavía trataba de engañarlo con el típico “fue un amor de quinceañera”.
Pero Matt sabía realmente que ella no era su madre, pues le había adoptado cuando tenía dos años, después de la muerte de sus padres. Su nombre real era Mail Jeevas, bautizado Matt por ella, de cierta forma tratando de borrar su pasado.

Es una mujer de un carácter bastante fuerte y un lúgubre humor sarcástico (algo hiriente) pero una buena persona (y por que no, una buena madre) cuando se le conocía de verdad. Un cabello largo (bastante) de un negro azabache. Con ojos verde esmeralda y una tez pálida. Rondando los treinta y algo (tema tabú en ella) Pero pasando al mismo, y aunque según su punto de vista, no hay mucho que comentar.

Es un típico estudiante de 17 años (razón mas obvia por la cual dudaba de la maternidad de Akira, nombre de su madre), asistía a una preparatoria pública cursando el 5to (bueno… ya 6to) semestre. No es de notas sobresalientes, según su criterio, son pasables (según su madre son un asco) nunca a tenido novia, pero es muy popular entre las mujeres, quizás él esta esperando encontrar a la persona ideal (alejemos los pensamientos cursis)

Es un completo adicto a los videojuegos, la nicotina y las computadoras, sobre todo a los cigarros, jamás abandona su cajetilla y el encendedor es su mejor amigo. Tiene una extraordinaria habilidad con las computadoras y con la suficiente práctica, dentro de poco hackear será mas fácil que sumar uno mas uno (si, modestia aparte) Pasando un poco a lo físico, su cabello corto y rojo como el fuego (expresión estupida, todo el mundo sabe que el fuego no es rojo) unos ojos verde esmeralda y tez blanca (lo cual ya no ponía tan en duda la maternidad de Akira). Siempre (o casi siempre) vestía una camisa de rayas negras con blanco, unos jeans algo deslavados y un poco ajustados y encima un chaleco café claro algo vistoso. Eso si, SIEMPRE tenía sus googles (¿Ya mencionamos los percances con Near? El albino acosa-googles) los cuales o estaban sobre su cabeza o en sus ojos (cuando jugaba con su DS)

Volviendo al tema inicial (una vez hechas las presentaciones)

Seguía aburrido, seguía BASTANTE aburrido y la desesperación por jugar alguno de sus juegos (duh) hackear, hablar con alguien por mensajes, robar algún banco cibernéticamente, comer algún dulce o todo junto, le carcomía lentamente como un escurridizo parásito dentro de él. Y según su reloj digital (lo único aparte del celular que aún permanecía con vida en esa penumbra) marcaban las seis quince, no hace ni cinco minutos que su madre le habló y él ya estaba sintiendo que moría de aburrimiento.

Escuchaba atentamente el golpetear constante de la lluvia en su ventana, poco a poco se comenzaba a introducir en un trance, donde la conciencia abandonaba su cuerpo. Un débil sonido comenzó a zumbar, en sí, era alguna vibración siendo retenida por algún objeto y luego una melodía que cada ves sonaba mas fuerte. Su celular estaba sonando.

Maldijo internamente a la tecnología por arrebatarle el sueño (bueno… seamos sinceros, maldijo todo menos su laptop y todos sus video juegos) Seguramente, pensó, debía ser su madre, que se olvidó de berrearle alguna orden para desperezarlo.

Sin observar el numero y con voz aún adormilada contesto.

¿Bueno? - su voz salió más débil de lo que había querido y dudó seriamente que haya sido escuchado por su interlocutor.

Buenas tardes- respondió del otro lado una voz desconocida

Al menos de que su madre en menos de diez minutos se haya hecho un cambio de sexo, la persona del otro lado de la línea era un hombre, y uno que no conocía (viva la coherencia del muchacho).

¿Quién habla? –Preguntó con oculto interés.

Eh… -el extraño dudo antes de proseguir- quisiera hablar con Elle, Elle Lawliet- continuó poco después.

Eso no contesta mi pregunta –Matt sonrió internamente, tal vez acababa de encontrar algo con que distraer un poco su mente.

No tengo por que contestar –Manifestó con enfado el del otro lado.

Que falta de educación –continuó socarronamente.- no puedes ir por la vida hablando con extraños –se incorporó un poco, quedando sentado, con su espalda recargada en el antebrazo del sofá y sus piernas estiradas a lo largo de este.

¡Tu también estas hablando con un extraño! –Se alteró un poco más, gruñendo alguna blasfemia inteligible- solo necesito saber –continuó más tranquilo - si se encuentra Elle Lawliet –terminó con un timbre de impaciencia en su voz.

Umm… -meditó falsamente.- no, creo que te haz equivocado de número.- se regocijo al escuchar las mil y un maldiciones que eran dirigidas a su persona.

Extrañamente, un gozo inexplicable le embargaba al escuchar los gritos o gruñidos que emitía el chico. Tenía una linda voz, algo frívola y un tanto prepotente pero agradable para su oído, y él se extasiaba al escucharle (aunque sea solo para maldecirle).

Maldito enano –espetó una vez terminó de insultar a Matt.- me dio el número mal, pero ya verá cuando… -siguió su monólogo.

Bueno –le interrumpió el pelirrojo- ¿Por qué no aprovechamos la llamada y platicamos un poco? –Se ofreció amablemente sin ningún tinte de malicia oculto tras su voz.

¿Qué te hace pensar… -habló con desconfianza- que yo hablaría con un desconocido? –Matt escuchó claramente un deslizamiento, como cuando el se acomodaba en el sofá al ponerse cómodo y supo que estaría un buen rato en el teléfono.

Pues –continuó acomodándose un poco él también- todos me llaman Matt así que ya no soy tan desconocido, ¿O si? –Agregó un tono burlón a la pregunta.

Un apodo no baja mis sospechas –inquirió el otro, aún sin perder la desconfianza.

Mail Jeevas –se rindió, quería hablar con él, y si no quedaba de otra…

Mello –Matt sonrió, al menos ya tenía su nombre- claro- agregó para desconcierto de Matt- también es un sobrenombre Matty –terminó agregando una risa floja y un gran disgusto por parte del pelirrojo.

Eso no es justo –se quejó- ahora tú eres el desconocido, aparte, ni que te fuera a raptar o algo así –no pudo evitar reírse ante tal idea.

¿Quién me lo asegura? –su risa se corto siendo continuada por la de Mello- Mihale Kheel –dijo finalmente- pero de mi no sabrás nada más –agregó con lo que le pareció a Matt, un tono áspero y serio.

No te preocupes.- respondió- con eso me basta, y me sobra –susurro para sí mismo lo último, recordando una enorme base de datos alojada en su computadora.

¿Puedo saber por que quieres hablar conmigo? –Interrogó después de un breve silencio.

Estaba aburrido –respondió con simpleza, como si fuera lo más común del mundo.

¡Grandísimo imbécil! –bramó Mello- ni que yo fuera tu payaso.

Lo sé –contestó en un tono calmado.- es solo que me parece muy entretenido hablar contigo –le sonrió calidamente a la nada.

Mello dio gracias por ser divididos por varios kilómetros de distancia (según su suposición) ya que ese comentario le había hecho sonrojar bastante.

Y dime… –llamó una vez más el pelirrojo- ¿Si puedo saber tu edad? –temía preguntar y ser mandado al diablo cortésmente por el otro.

Primero dime tu edad –Matt sonrió, eso era algo ¿No?

Te propongo algo –Meditó mejor.- yo contesto tus preguntas pero a cambio tú tienes que contestarme exactamente la misma pregunta, ¿Te parece? –el silencio embargó un rato y Matt se removió un poco en su lugar, observó que la lluvia había cesado y su madre aún no volvía.

Está bien –accedió después de un rato- pero nada de dirección ni escuela donde  estudio ¿Comprendes? –dictaminó finalmente.

Me parece bien –no hizo notar su desilusión- tengo 17 ¿Y tú? –esperó ansioso.

16 –contestó sin dudar, dándole más credibilidad a sus palabras, Matt sintió un regocijo al saberlo de su misma edad- ¿Sabes?, Debería colgar, hasta ahora recuerdo que estoy hablando a un celular –Matt consultó una vez mas su reloj, 6:47, tenía mas de media hora hablando… no quería ver el recibo de su teléfono.

¿Cuál es tu numero de casa? O ¿Dónde te puedo contactar? – un nudo en su garganta se formó, no deseaba cortar la comunicación pero ya se había excedido bastante y solo esperaba que Mello no se negara a seguir hablando con él.

Solo tengo el celular, no puedo darte el de mi casa –su voz comenzó a sonar apurada.

No importa –habló rápidamente, temiendo que cortara la comunicación. - cuando regrese la luz, yo te llamo a tu celular –seguramente a su madre le daría un infarto, pero sentía que lo valía.

De acuerdo –acepto finalmente- es el número de donde te estoy llamando, supongo que quedara en la memoria de tu celular.

Está bien –el pelirrojo sentía un alivio interior por saber que podía volver a escuchar al otro- entonces luego te llamo.

E… está bien –aceptó dudoso - adiós –cortó la llamada.

Matt sonrió bastante satisfecho sin saber el motivo. A pesar de solo haber escuchado su voz por un rato le había simpatizado bastante el chico y deseaba con toda su fé que la luz regresara, los video juegos y la laptop habían pasado a un segundo plano, ahora lo importante era hablar con Mello nuevamente. La puerta principal se abrió con un súbito golpe sordo, seguido del sonido de algo cayendo al suelo del recibidor.

Llegué –avisó una voz femenina- se puede saber ¿Qué haces?, ¡Holgazán! –chilló al ver la cómoda posición de Matt- la luz se va y no puedes ni encender una vela –inicio un típico monólogo de madre al estilo “Estoy enojada, quiero regañarte y te callas la boca” tan típico de ella- claro, yo llego y no veo ni mis pies, corriendo el peligro de partirme toda la madre en el suelo y tu muy bien gracias, aplastadote en el sillón –agregó un toque dramático a su voz.

Si, también te extrañe, madre –Matt ni se inmutó ante el regaño y se acomodo más en el sofá, recibiendo una de las bolsas que cargaba su madre.

Que poco respeto me tienes como madre –se lamentó- como sea –cambió drásticamente (como solo ella sabía) el tema- ¿Comiste algo?, ¿Llamó alguien? ¡Ah! No hay luz, olvida la pregunta, ¿Quieres comer?, Veré como cocino, Matt, baja los pies del sillón, cuantas veces te eh… -y habló y habló mientras la mente de Matt solo procesaba una cosa, Mello- ¡Por lo menos finge escucharme! –Bramó molesta al ver la nula atención que le daba Matt.

Sí te estaba escuchando, dijiste algo sobre si quería comer –comentó hurgando en una de las bolsas que la mujer le había entregado y atacando directamente unos caramelos.

Ves que no me pones atención, no escuchaste lo demás –continuó reprendiendo la morena, mientras buscaba unas velas en las repisas que estaban sobre la estufa de la cocina (¿Dónde mas?)

Correcto, dije te “estaba” escuchando –un cigarro bailaba en sus labios, trazando de un lado a otro la sonrisa que tenía, mientras una de sus manos buscaba el encendedor que se suponía estaba en su bolsillo.

Matt recargó su cuerpo en el marco de la puerta, maldita cosa, se dijo a sí mismo, nunca esta donde lo deja.

Te eh dicho que no fumes –comentó la oji-verde, prendiendo el cigarro y depositando unos cerillos en sus manos.

Dices eso, y aún así me compras y prendes los cigarros –picó burlonamente.

Pues es eso, o soportar tu irritable humor que te cargas cuando no tienes tu dosis diaria de nicotina –contraataco la mujer.

Uh, ese fue un golpe bajo –Matt colocó una mano en su pecho, simulando una mueca de dolor, de sus labios escapó una fina capa de humo, que dio directamente en el rostro de su madre.

Genial –se quejó mientras tosía un poco- gracias Matty, ahora huelo a ti –sacó una nueva cajetilla de cerillos y encendió tres de las cinco velas que momentos antes había extraído de uno de los estantes.

Por cierto –el pelirrojo aplasto la colilla en un cenicero que se encontraba sobre la mesa- quisiera ponerle crédito a mi celular –apuntó al aparato sobre el sofá.

Para eso si eres bueno –suspiró cansadamente- mañana le pongo- justo en el momento en el que coloco una de las velas encendidas, la casa se iluminó por el foco de la sala.

Ya era hora- su rostro se iluminó con una sonrisa triunfante y camino rápidamente hacia el teléfono.

Un momento jovencito –su madre dictadora (wow, nuevo apodo) detuvo su andanza- antes de que hagas cualquier otra cosa, aplasta tu trasero en la silla frente a la computadora y termina tu trabajo –Matt estuvo apunto de replicar- me importa poco que tengas algo que hacer, tienes una semana en lo mismo y el cliente se esta desesperando –sin ningún argumento, Matt encendió la laptop y comenzó con lo que se le había pedido.

Un largo rato más tarde, con sus ojos algo cansados y un gran enfado, se alejó del aparato deseando que por fin lo dejaran libre de obligaciones. Caminó tranquilamente hasta la sala para informar que había terminado satisfactoriamente.
Sobre el sofá se encontraba su madre, la tele frente a ella emitía su programación a la nada, pues ella se encontraba dormida. Matt resopló resignado, apagó el aparato y arropó a la mujer con una manta que se encontraba en el otro sofá. Consulto su reloj; marcaba las dos de la madrugada.

No creo que sea buena hora para marcar –razonó sabiamente el joven, y camino rumbo a su habitación.

A la mañana siguiente despertó tranquilamente, recibiendo los molestos rayos del sol sobre su rostro. Miró el despertador sobre su mesita de noche, era más de medio día y la casa estaba desconcertantemente silenciosa. Se levanto de su mullida cama y observó el desastre en su habitación, su ropa por ninguna parte, su laptop personal sumergida en una avalancha de ropa.

Su DS seguro en un rincón de su escritorio, intacto de cualquier daño. Sus consolas de videojuegos pulcramente acomodados en su armario (al cual le faltaba una puerta y exhibía su contenido) Posiblemente eso era lo único ordenado de su habitación.

Salió, saltando entre todo el desorden, abriendo la puerta cautelosamente, la cual le contesto con un molesto chirrido, así que se despidió de la salida silenciosa. El silencio seguía presente en la casa, acompañándole en su descenso por las escaleras. Sobre la mesa de centro que se encontraba frente al sofá, vio una hoja blanca, que la noche anterior no había notado.

En ella se encontraba escrito:

"Querido Matt (casi ríe por el escrito)
Tuve que salir urgentemente y no tuve oportunidad de molestarte como todas las mañanas (que sinceridad) Gracias por hacerme, por una vez en tu vida, caso y terminar el trabajo pendiente. Pasaré a cobrar por ello y te daré tus honorarios.

Te dejé el desayuno preparado (el joven puso cara de desconcierto) No, no esta envenenado (su cara ahora mostró asombro) eres predecible, no te asombres (ahora el enfado comenzaba a mostrase) ¡Y no te enojes que es verdad!. Si tengo tiempo y no se me olvida (que es algo muy probable) pasaré a ponerle crédito a tu celular.

Esta es la parte en donde te digo que te quiero, que te cuides o alguna de esas cursilerías, pero ¿Para que mentirnos? Nunca me crees y no me haces caso así que solamente te digo que quiero que la casa esté en pie cuando regrese. (Que confianza…)
¡Nos vemos!

Att: Akira"

PD: ¡No entres a mi cuarto!

Matt dejo la nota sobre la mesa, tomó el teléfono inalámbrico y caminó con el hasta el comedor, donde se encontraban unos platos tapados y olían bien.

La noche anterior mientras trabajaba, observaba constantemente el número grabado en su celular. No pudo evitar memorizarlo, mientras deseaba enormemente poder marcarlo. Tecleo el número al mismo tiempo en el que destapaba su desayuno (comida) y se sentaba para comenzar a comer (…)

La línea sonó cuatro veces antes de ser contestada por la misma voz frívola y prepotente con la que hablo el día anterior.

Diga –contestó distraídamente el otro.

¿Creíste que ya no te volvería a llamar? –Introdujo una cucharada del guiso de su madre en su boca, por lo menos tenía buen sabor y seguía con vida.

Me han dicho que soñar no cuesta nada –su tono de voz cambió a uno más relajado que fue notado por Matt.

Si, los sueños son gratis, la realidad es muy cara –deleito su oído escuchando la queda risa de Mello, al mismo tiempo deleito su paladar con la comida- bueno, al parecer el día de hoy andamos de muy buen humor ¿No es así? –Sorbió un poco del jugo que se encontraba a un lado de su plato de comida.

Ha sido una mañana agradable –respondió sinceramente- ¿Comiendo? No es algo temprano para comer –inquirió al escuchar el sonido del masticar del otro.

Yo diría que es muy tarde para desayunar –rió para sí mismo, continuando con su comida.

Pues que haces todas las mañanas ¿Planchar las sabanas? –Matt casi se atraganta con el jugo al retener la risa que escapó de su garganta.

Algo parecido –contestó una vez que pudo tranquilizarse- me dormí muy tarde anoche- tapó nuevamente el ahora vació plato, tomó su vaso de jugo y caminó hasta su amado sofá para depositar su humanidad en él y seguir con el siguiente paso de su dieta, comiendo dulces que dejó en ese lugar la noche anterior.

Ya veo… -se interrumpió a sí mismo para masticar algo.

No soy el único que desayuna tarde ¿verdad? –Burló el mayor.

Te equivocas- respondió con absoluta tranquilidad- siempre estoy comiendo barras de chocolates- mordió una ves más- son algo así como mi adicción- terminó su comentario, al tiempo que saboreaba el dulce.

¡Bien! Se alabo a si mismo el pelirrojo, ya tenía un dato importante sobre el otro, eso era un progreso.

Ya veo- oculto su felicidad- mi adicción son los juegos de video y las computadoras- reflexionó un poco- pero mas que nada, mi pasión son los cigarros- respondió con absoluta sinceridad.

Que adición tan fea- espetó con algo de enfado - aun que los chocolates no son tan saludables que digamos- se dijo más para si mismo que para el otro.

Supongo que si- una pregunta se atoro en su garganta- supongo… - dudo en proseguir.

¿Supones?- inquirió con curiosidad.

Supongo que has de estar pasado de peso- genial, eso había sonado a insulto.

Para nada- el pelirrojo se sorprendió- a pesar de eso soy bastante delgado- se ahorró la palabra sexy para sí mismo, que estaba fuera de lugar si hablaba de eso con un hombre, aun que estuvo muy tentado a decirlo.

Que extraño, mi madre come chocolate o dulces y una semana después esta gorda y con barritos –rió al recordar como casi se suicida por una diminuta espinilla y un kilogramo más de su peso normal.

Que drástica- parecía decirlo más para sí mismo que para Matt.

Y ya que entramos en este tema- sabía que era muy probable que se negara a hablar de ello, pero bueno, nada perdía con intentarlo- ¿Cómo eres físicamente?- un nudo se formó en su garganta ya podía escuchar las maldiciones que seguramente el otro le gritaría, sonaba como todo un superficial.

Quedamos en que tú responderías primero a las preguntas- Matt abrió los ojos sorprendido, ¿Eso quería decir que no se negaba? (disculpen, es de lento entendimiento).

Soy de cabello rojizo, ojos verdes y piel blanca- sintetizó lo más importante (según él)- bastante delgado según me han dicho, yo me veo normal (es que él ve todo normal)- pensó un rato y no encontró nada más que agregar.

Típico de un pelirrojo- contesto Mello- ojos verdes y piel blanca, me sorprende que no tengas pecas- se burló el otro.

Disculpa si soy tan ordinario –uso su mejor tono ofendido- es tu turno de responder.

Soy rubio de ojos azules y piel clara, pero no muy blanca… -comenzó de la misma manera que el otro- bastante delgado y según me comentan, algo bajo de estatura-  eso salió con cierto tono de reproche. Pensó unos momentos y Matt escuchó claramente como trastabillo con algo, daba la impresión de que quería agregar algo más, pero al final cambió de idea- supongo que es todo- contestó para resignación del pelirrojo.

Típico de un rubio, ojos azules y tez clara- burló en un intento de no sonar ansioso.

Uh, golpe bajo- Matt experimentó una ligera sensación de deja vu y recordó la escena con su madre la noche anterior.

Ahora somos dos personas ordinarias hablando por el celular como amigos de toda la vida –canturreó eufórico (asumamos que el chico no sabe lo que es la gente ordinaria)

Bueno, si omitimos la parte de amigos y toda la vida, creo que el concepto esta bien definido- un amargo sabor se alojó en la garganta de Matt.

Bueno, analizó un poco el pelirrojo mientras seguía con su vana plática con Mello, era lógico que el rubio (por que el confiaba en que fuera rubio) no le tendría confianza de la noche a la mañana, si hasta su madre (que era eso, su madre) aún le tenía algo de desconfianza, Mello no sería distinto, pero, se dijo así mismo Matt, con lo poco que tenía hablando con el oji-azul (si, también confiaba en eso) le agradaba bastante, como ese mejor amigo que nunca a tenido, por que eso podría ser ¿No? Amigos, muy buenos amigos (claro… ingenuo…)

Notas finales: Continuara?
no se... ustedes diran...
=D azias por leer...
<3~

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