Consuelo
El único consuelo seguro de Sirius, aquel que le permite cerrar los ojos pese a los demonios que sabe que va a hallar, es que Draco va a estar a su lado, intentando aparentar calma y cierta molestia, pero sin soltarle el hombro en ningún momento, ni darse cuenta de las lágrimas que aún brillaban en sus mejillas.
Beso
Draco sabía que algo mal debía haber en él cuando empezó a desear que los besos de Sirius fueran más seguidos, y supo que su locura ya era un hecho cuando tuvo la necesidad de ir a buscarlos por sí mismo.
Suave
Afirmar que por el hecho de ser pasivo Draco Malfoy era suave, era una clara evidencia de que nunca había pasado por sus cabalgatas, en especial las que se daban cada vez que el equipo de Slytherin perdía.
Dolor
Eso que sintió en su pecho al presenciar la mirada de Lupin sobre Sirius no podía bajo ninguna circunstancia significar dolor, seguramente se trataba de un mal estomacal que aumentaba al ver la sonrisa que le respondía, no podía ser otra cosa.
Patatas
La primera y única vez que Sirius cocinó para ambos (Kreacher se había hallado indispuesto por quién sabe qué mal propio de los de su especie) a Draco le resultó difícil relacionar ese revoltijo verde y humeante en su plato con las patatas que había comprado esa mañana.
Lluvia
Cuando Sirius se quejó con Draco de que la lluvia no le permitía ir a volar en escoba con Harry, el rubio había pateado disimuladamente debajo de la cama un libro de hechizos climáticos.
Chocolate
En el día de San Valentín ninguno esperó chocolates, flores o alguna de esas cursilerías y se contentaron con tener sexo salvaje en la cama, para que luego Sirius mantuviera un brazo alrededor de su joven amante, mientras éste se acomodaba en su pecho, listo a argumentar que cuando uno está dormido no controla lo que hace en caso de algún cuestionamiento.
Felicidad
Sirius se pregunta si lo que vive al lado de Draco es felicidad, comparándola constantemente con la que tuvo antaño, pero cuando lo ve entregársele con total confianza y sonriendo como diciendo “sabes que me deseas, Black” determina que sea lo que fuera que ese joven provocaba en él, no le disgustaba en lo absoluto.
Tacto
Es un hecho irónico, cómo es que alguien de tan poco tacto con la gente como lo es Draco, es el primero en impacientarse si no lo tocan como quiere.
Teléfono
Ninguno de los dos estaba familiarizado con aquel aparato alargado (instalado en su casa por insistencia de un entusiástico Harry para comunicarse con su padrino, no obstante las palabras de Draco acerca de que las chimeneas tenían el mismo uso), así que nadie se sorprendió mucho cuando Draco dejó aturdido a Harry a través de los gritos que dio en respuesta a su pedido de hablar con Sirius, el cual no estaba presente; incidente que, dicho sea de paso, no lamentó bastante.
Debilidad
Recurriendo sólo a un beso o a una caricia oportuna, Sirius aprendió rápidamente cuáles puntos tocar para derrumbar al estoico Draco Malfoy y hacerlo confesar si se había deshecho de sus postres.
Velocidad
Luego de que su padre fuera condenado al beso del dementor, a Draco no le tomó mucho tiempo dejar de asombrarse por la velocidad en la que desaparecía el whisky de fuego de la copa en su mano.
Devoción
En el valle de Godric, cada Hallowen, mientras los niños paseaban alegres con sus vistosos disfraces, un perro negro, más grande de lo usual, visitaba el cementerio para depositar un hermoso y bien cuidado, ramo de flores en la tumba de los Potter; en una ocasión, acompañado de un hombre rubio que parecía dispuesto a asesinar a cualquiera que interrumpiera el camino del devoto animal.
Infierno
Tapándose los oídos y gruñendo entre dientes, Draco maldice el día en que Sirius se aficionó a la infernal música rock.
Hogar
No, Draco no estaba seguro de lo que había formado cuando fue a vivir con Sirius; sólo que ahí es donde quería estar.
Confusión
Sirius no comprendía porqué cada vez que miraba esa expresión arrogante no le daba un golpe; qué le impedía maldecirlo por sus comentarios despectivos y altaneros o de dónde nacía su necesidad de dejarle sin aliento usando sus labios y hacer de su completo dominio cada rincón de su cuerpo.
Sol
Sirius apenas si logró reprimir una carcajada, cuando vio al señor “eres un desastre, Black”, completamente quemado por haberse quedado dormido bajo el sol.
Manos
En una ocasión, hallándose especialmente aburrido, Draco decidió darle una mano a Kreacher en la cocina para matar el rato; y esa tarde, cuando Sirius volvió a casa, los encontró a ambos tratando de controlar las voraces llamas que salían del recinto.
Miedo
De entre todas las cosas que Sirius pudo haber imaginado que el boggart (encerrado en el armario de su madre durante años) se convertiría en presencia de Draco; nunca se le ocurrió que se vería a sí mismo, muerto sobre la alfombra.
Gusto
A Sirius no le costó ningún esfuerzo admitir que le gustaban los hombres (a su opinión, había sido una excelente manera de joder a la señora que desde los catorce años le exhortó a buscarse chicas de “aceptable” alcurnia), y aun así le costó caer en cuenta de que no sólo le atraía el cuerpo masculino de Draco Malfoy, sino que le atraía Draco Malfoy.
Siempre
Casi siempre ocurría de la misma manera; uno de los dos exasperaba al otro, se insultaban hasta quedar afónicos, se besaban furiosamente y acababan encamados, una simple rutina que a ninguno le aburría.
Lazos
A la mañana siguiente, cuando Sirius se levantó y contempló las marcas rojas en sus muñecas, opinó que Draco había hecho demasiado fuerte el nudo que lo enlazó a los postes de la cama anoche.
Sensual
Draco desconocía el motivo, y no lo admitiría ni bajo pena de tortura, pero había algo tremendamente sensual en la imagen de Sirius (su Sirius, sólo suyo, no el padrino de Potter o el condenado Gryffindor) con el cabello desgreñado y aullando cual perro loco montado sobre su motocicleta voladora.
Libertad
Sirius nunca había presenciado a un Mafoy destrozado, y al mirar la expresión en el rostro de Draco luego de que le fuera negada la libertad a su padre, deseó nunca haberlo hecho.
Regalo
El rubio orgulloso jamás se daría por aludido, pero cuando Sirius lo recibió en su casa, aun tras la reciente vergüenza que implicaba su apellido, no creyó haber recibido mejor regalo.
Oídos
En la fiesta de Remus, al pasar por una habitación cerrada en la que sabía estaban su padrino y Malfoy, Harry deseó de repente que los oídos no le funcionaran.
Nombre
No debía colocarle nombre a lo que sentía por Sirius, porque si lo hacía lo entendería, probablemente comenzaría a racionalizarlo y eventualmente se terminaría dando cuenta de lo enormemente erróneo que era ese sentimiento.
Sexo
En un principio Sirius creyó que todo se trataba de sexo, pero cuando se percató de la mirada fulminante que el rubio le dedicaba a su ahijado, comenzó a pensar que ni siquiera un Malfoy podía tener tanto celo por algo que sólo era eso.
Muerte
Al encontrarse sus miradas en el campo de batalla, mientras los hechizos verdes volaban entre ellos como flechas fugaces de un cupido asesino, Sirius captó claramente el mensaje de Draco: “si te atreves a morir, te perseguiré al mismo infierno para joderte la eternidad”, a lo cual él responde con una sonrisa, luchando por soportar la carcajada, debido a que se imaginaba que cuando terminara todo, de alguna forma Malfoy se las arreglaría para hacer como que él se había preocupado demasiado.
Lágrimas
Por más grandes que hubieran sido las penas en Azkaban, Sirius no sintió las lágrimas hasta que tuvo el cuerpo inerte de Draco en sus manos, y en ese momento deseó que los dementores fueran los responsables, para que de ese modo la locura llorara y la cordura simplemente se perdiera.
Vida
Draco jamás había tenido una existencia modesta, por lo que cuando Sirius le espetó que los mayores placeres de la vida eran los más baratos (cabe acotar que ambos habían acabado de tener relaciones), no pudo hacer menos que mirarlo como si estuviera loco.
Celos
No había razón para que Draco tuviera celos de Harry, porque bien se vengaba de los momentos en los que le había quitado su pareja besando los labios de Sirius en su presencia.
Sangre
Sangre manchando las paredes y cubos de basura, cadáveres por doquier, partes irreconocibles de humanos, incluso de algunos perros, toda esa destrucción causada por quien no le hubiera importado acabar así, y al final Sirius se desmaya sin caerse, simplemente riendo a carcajadas, a penas consciente de los hombres que le arrastraban al sitio donde reviviría una y otra vez la pesadilla.
Viento
Volando en el aire, sintiendo sus dedos entumecerse al pasar entre las nubes, con los brazos de Draco ciñéndose en su cintura y oyéndolo quejarse de que se iban a congelar, el viento viajero es testigo de la risa triunfal de Sirius.
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