Ese mismo día Mustang se presentó con Edward. La obvia apatía del chico le era un poco desconcertante. Pinako había omitido el detalle de que Edward siempre lo relacionaría con George por su parecido.
-Edward, comenzaremos mañana a las 4. Vendré y te haré un examen para saber por dónde empezar.-le dice pacientemente.
Edward simplemente miraba hacia otro lado, prestándole poca o nada de atención.
-Claro.- dijo antes de levantarse del sillón rojo que estaba en medio de la sala.
-Edward. No entiendo tu actitud.- Lo alcanza para verlo de frente. Edward lo mira con odio. -Tendremos que poner ciertas reglas...-Ed lo interrumpe
-Y estas son: manténgase alejado de mí y no intente nada gracioso.- Dijo tajante y subió a su habitación.
Mustang suspiró resignado. No podía culparlo por su actitud hacia las demás personas. No era su culpa estar amargado.
Salió de aquella casa con la idea de que tal vez mañana estaría de mejor humor. Al menos tenía una esperanza.¨
*****
Justo al día siguiente lo volvería a ver, pero no sería precisamente a la hora esperada.
Edward se acababa de levantar. Siempre tomaba una ducha antes de irse a la escuela. Al salir tomaba su uniforme, un gakuran (estilo militar, oscuro) -ejemplo- XD
Y ese era el uniforme de los chicos y chicas del Instituto Risembool.
Los tres siempre salían de casa hacia la escuela. Era una costumbre irse caminando en primavera, pero cuando llegaba el invierno, había disponible un autobús que los llevaba y devolvía a sus casas.
Ya en la escuela, Ed y Winry entraron a su salón de clases. Ed ocupaba el segundo asiento en la fila de la entrada, mientras que Winry se sentaba a lado de él, en la segunda fila.
Todos estaban en el aula, algunos platicando, otros terminando sus tareas (¬_¬) otros tantos durmiendo.
La primera clase era Matemáticas. Edward odiaba esa materia, aunque la profesora era Gracia Hughes. Ella siempre trataba de ayudar a Ed y cualquier otro que la necesitara, pero Edward tenía especial rechazo hacia aquella asignatura. Por eso había pedido se le asignara un profesor particular.
Sin embargo, la profesora no llegaba. Siempre solía llegar a tiempo, sino es que 10 minutos tarde como máximo. Pero ya eran 20. Entonces abrió la puerta el subdirector Bradley.
-Buenos días a todos.-se escuhó su voz por toda el aula. Todos imaginaron que la profesora no iría. El subdirector hacía acto de presencia cuando eso pasaba.
Caminó hacia el puesto de la profesora. Se apoyó en el estrado.
-La profesora Gracia Hughes no podrá impartir su materia por un tiempo. Por eso, hemos llamado a un sustituto. Alumnos, quiero presentarles al profesor Roy Mustang.- Al oír esto, Edward puso una expresión de fastidio.
-Buenos días.-dice Mustang al entrar - Mi nombre es Roy Mustang. -se presenta como debe ser.
-Profesor, lo dejo a cargo de todo. Permiso.-se despide el subdirector.
Mustang los mira a todos.
-Muy bien, ustedes ya saben quién soy, ahora yo quiero que cada uno de ustedes se presente. Comencemos por la primera fila.- entonces una niña de cabellos castaños se pone de pie, dice su nombre y hace una leve inclinación.
-Edward Elric.-dice desganado. Se sienta a osbervar a los demás repetir aquel procedimiento.
Después de eso, Mustang comienza la clase. A pesar de todo, podía observar el comportamiento de Edward.
Le causaba gran interés el comportamiento del chico rubio, así que al final de la clase lo hizo quedarse para hablar con él.
-Que sea rápido, tengo clase de deportes.-le dice molesto.
-Será rápido. Antes que comencemos con todo esto, quisiera aplicar una terapia. No podremos avanzar con tu permanente aversión hacia las matemáticas y tu obvio desdén hacia mí.-le dijo serio.
-Usted debe encontrar la manera de hacer bien su trabajo, no me importa lo que planee, sólo hágalo y no vuelva a molestarme.-le dijo antes de irse sin dejarlo decir más.
Mustang respiró hondo, esa actitud en Ed ya no era normal. No lo conocía, pero ya le profesaba un gran odio. Se preguntaba cuál había sido su pecado.
Salió al patio. Edward estaba ahí, jugando foot-ball con sus compañeros. Pertenecía al equipo de la escuela y al parecer tendrían un torneo pronto.
Mustang seguía observando a Edward, analizando su comportamiento más allá de lo que sabía de él.
Y en efecto, se dio cuenta de que no era el único que era el blanco del odio irracional de Ed.
Ed ocupaba la posición de defensa, pero desafortunadamente, Russell era el portero, así que ya se imaginarán las rabietas que le provocaban los comentarios del otro rubio.
En cierto momento, Edward se quedó viendo hacia el horizonte, a medio juego. Russell trató de "despertarlo" gritándole, pues el balón y sus compañeros venían hacia ellos.
-¡Edward! ¡No te quedes ahí parado!-Russell se acercó a Ed y lo jaló del brazo.
Edward le dio un puñetazo en respuesta.
Cuando Ed"despertó" vio a Russell en el suelo, cubriendo su boca con una mano. Algunas gotas de sangre pasaban por sus dedos. Ed no entendía qué había pasado.
El profesor de deportes se acercó a ellos
-Edward Elric, ve a la dirección. Tringham, a la enfermería.-les ordenó Armstrong.
Ed no tuvo más remedio que obedecer. Había comprendido lo que había pasado. Había golpeado a Russell sin razón aparente, pero para Ed había sido un acto reflejo.
No sabía cómo iba a explicárlo sin tener que contar su pasado.
Llegó a la dirección preocupado. Ahí lo esperaba Mustang.
-¿Qué hace aquí?- preguntó molesto.
-Vi lo que sucedió, Edward, eso no es normal. Déjame ayudarte. Conozco buenos psicólogos y sé algunas terapias que pueden ayudarte.-le dijo comprensivo, acercándose a él.
-No necesito la ayuda de nadie. No estoy loco.- Dijo más enojado.
-No lo estás, pero necesitas superar algunas cosas. Si estás dispuesto a que te ayudemos, ven cuando salgas de aquí al aula 14. Ahí estaré.-Mustang se fue del lugar.
Ed esperó que el director lo recibiera.
-Edward Elric, pasa. Siéntate. Sólo quiero que me digas la razón por la que agrediste a Tringham.-dice el subdirector Bradley.
-No lo sé. Me sorprendió y lo golpee. Es todo. Me tomó desprevenido.-dijo cabizbajo.
-Tendrémos que llamar a tu tutora. Por el momento quiero que le pidas una disculpa a Tringham. Además, serás castigado un mes. Puedes retirarte.-le dice seriamente.
-Sí señor.-Ed sale de la oficina. Russell lo esperaba afuera.
Tenía unas ventoletas en la comisura del labio inferior. Había manchas en su playera. Russell lo miró un poco serio.
-Lo siento Russell.-dijo Ed desanimado -De verdad...no puedo explicárte lo que sucede...Yo...Lo siento.-no sabía qué decirle. Se sentó en la banca que estaba ahí.
Russell lo miró comprensivo. Se acercó a él, no mucho.
-No te preocupes. No fue nada. Edward...¿tú estás bien?-intuía que algo le pasaba.
-Sí...-respondió a medias.
-¿Estás seguro? Es decir...hoy fui yo...¿mañana será quién? ¿tu hermano?...-con esta interrogante en el aire, entró a la oficina del subdirector.
Y Edward recordó el día que había pasado exactamente lo mismo, pero con su hermano. Russell tenía razón. Si seguía así podría lastimar a más gente. ¿A caso tenía que haber sido Russell el que se lo dijera para que se decidiera?
Mientras pensaba en esto, había llegado ya al aula 14. Abrió la puerta lentamente. Entró y se acercó al profesor.
-Profesor...-suspiró -Por favor, ayúdeme...-
Continuará...