Se encontraba recostado en la cama porque aún no conseguía conciliar el sueño. Había perdido la cuenta de cuántas vueltas había dado ya en la cama. Desviaba la mirada hacia el reloj digital a su lado y veía los números sin encontrarles un sentido lógico.
Se acostó boca arriba y empezó a contar mentalmente desde el 1000 hasta el 1. Quizá eso serviría...Pero en algún punto de la cuenta regresiva terminó pensando en aquello que la Doctora le había dicho hacía unas horas.
Se acostó boca abajo y se puso la almohada sobre la cabeza, desesperado.
Mientras, el rubio parecía estar en la misma situación. Pensar en el asunto de Blake le hacía imposible dormir. No quería moverse demasiado en la cama para no despertar a Alphonse, pero...Simplemente no podía encontrar una posición cómoda que le permitiera relajarse y conciliar el sueño.
Se levantó y fue a hurtadillas a la cocina. Debía haber algo que lo ayudara a dormir...Quizá... ¿Leche tibia? Hizo una mueca de disgusto al pensarlo, pero...Si no quería quedarse despierto toda la noche y estar bien para ir a clases, tenía que...
Abrió el refrigerador en medio de la semioscuridad, la luz de éste lo encandiló un poco, pero aún así sacó aquella botella y la llevó hasta la mesa.
La miró un momento, se cruzó de brazos y exhaló. Tomó un vaso y sirvió un poco para luego meterlo en el horno de microondas y esperar. Una vez que estuvo lista, la sacó del horno y llevó a la mesa. La miró otro par de segundos con una cara de asco, pero estaba decidido. Asió el vaso, cerró los ojos y dio un sorbo.
Inmediatamente escupió sonoramente y corrió al fregadero para abrir la llave y llenarse de agua la boca. La luz se encendió y volteó rápidamente.
-P-Profesor.-
-¿Está todo bien Edward?-indagó algo alarmado, viendo hacia todos lados. Pensaba que quizá alguien había entrado a la casa.
-Sí, todo bien...solo que...No podía dormir...-rió nerviosamente mientras dejaba las cosas en su lugar e iba por algo para limpiar.
-¿Has tenido pesadillas?-
-No...solo...no logro conciliar el sueño porque...-se sonrojó y le dio la espalda. Mustang parpadeó un par de veces, pero recordó entonces. Las confusiones de Ed para con ese chico Blake... ¿Por qué sentía como que no estaba bien? Algo le molestaba un poco de esa relación, pero no le dio mayor importancia. Lo importante ahora era cuidar de Edward y...
Mientras Edward me decía todo aquello, no pude evitar pensar en él mismo...
Sacudió la cabeza y se acercó a Ed, le dio una palmada en la espalda.
-Me quedaré despierto hasta que te duermas.- Ed negó con la cabeza.
-No te preocupes profesor, tienes que descansar. Ya me entrará sueño más tarde, ¿sí?-sonrió de nuevo.
Tiene una sonrisa hermosa...incluso a mí me deja con ganas de querer verlo sonreír todo el tiempo.
-¡Por favor! ¡Roy! ¡Deja de pensar en eso! -correspondió la sonrisa. -No tengo sueño...Te podría acompañar.-
-Oh, está bien... ¿Qué tal si jugamos algo?-
* * *
Una hermosa mujer bajó de un auto negro y entró en un enorme edificio. Todo aquel que la veía simplemente no podía despegarle la mirada...era tan hermosa...pero tenía un aire de... ¿maldad? Bien, a los chicos les gustan las chicas malas, ¿no? Pero, ¿qué sería lo que necesitaría para atraer al pequeño Edward? Esas eran las preguntas en su cabeza. Edward no era un niñato común, al menos eso le decía su intuición respecto de lo que ya sabía de él y el rato que había estado observándolo hacía unos días.
Salió del elevador que había tomado para llegar al vigésimo octavo piso y caminó elegantemente hacia una puerta cercana. Tocó el timbre y esperó un poco.
Un hombre alto y delgado, que vestía un chaleco algo extraño le abrió la puerta y saludó con una sonrisa socarrona.
-¡Al fin llegas!- escuchó al segundo quejándose desde un sillón. Ella no dijo nada, fue hacia el sillón más cercano y dejó su bolsa a un lado antes de sentarse.
-Mañana comenzaré con el trabajo. El jefe ha dicho que Envidia será quien me acompañe, pero dijo que si llegabas a lastimar al rubio te iría mal.-sentenció la mujer y sonrió al ver la expresión de disgusto del otro.
-Como sea.-desvió la mirada muy enojado, tomó una botella de cerveza que estaba a su lado y comenzó a beber.
-Asegúrate de estar sobrio mañana temprano.-la mujer se levantó algo disgustada por la actitud del otro y fue hacia la que se supone sería su habitación esa noche. -Comenzaremos la vigilancia a las 7 en punto.-
* * *
Abrió los ojos y aún estaba oscuro. Trató de distinguir dónde estaba entre la semioscuridad y pudo notar que no estaba en la habitación, sino en el piso de la sala. Recargado en su hombro estaba el pequeño rubio, aún durmiendo. Sonrió enternecido por esa imagen a penas visible con la tenue luz de la luna, que se colaba por una ventana.
Pensó que podía quedarse así, le gustaba estar así...Resopló y resolvió despertarlo.
-Edward...Edward...-lo movió suavemente buscando despertarlo. El rubio únicamente se removió ligeramente, haciendo sonreír al mayor. -Vamos, Ed...te llevaré a tu cama.-se levantó con cuidado de no dejarlo caer al piso y se inclinó para cargarlo. -Eres más ligero de lo que pensé...-susurró con sorpresa y sonrió.
Ed se removió entre sus brazos aún dormido, buscando una posición más cómoda. Se aferró a su pecho suavemente y sonrió ligeramente.
Mustang empujó la puerta ligeramente, pues estaba entreabierta, entró sigilosamente y depositó a Edward en la cama delicadamente.
-Mamá...-susurró en su letargo. Mustang no pudo evitar sentarse a su lado y acariciar su cabeza mientras lo observaba en silencio.
-Es un verdadero ángel...-Y cuando se dio cuenta, se había inclinado y había depositado un suave beso sobre sus labios.