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Suicide... A death wish por broken black dreams

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Notas del capitulo:

ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh....

 

perdonene... ha pasado + tiempo del q deberia... lo lamento, maldita escuela q consume tanto tiempo!!!!!!! ¬¬ odio a la vieja d ed fisica... a fin d año, chiks le incendiamos el auto no? ^^

 

 

bueno, bueno, a lo nuestro... capi final... ojala les guste tanto como yo disfrute escribiendolo...

 

se lo dedico a todos los q leen y djan rr... y a mis ninias q m ayudaron con la idea: dany y mary...

 

ah, y ya saben q los personajes no son mios y bla bla =)

SUICIDE – A DEATH WISH –CHAPTER 16: IT NEVER ENDS 

¿Por que había dicho aquello? ¿Por que no pudo decirlo de otra forma? ¿Por qué no hizo ni el intento de que notasen lo difícil que era para él todo aquello? ¿Y por qué mierda se quedó callado y tan sólo pidió perdón?

 

Y mientras estaba sentado en la sala de su propia casa recordaba la desastrosa manera de notificar lo que pensaba hacer.

 

---- Flashback ----

 

-Mi lugar está solamente con vos...-

 

El rostro de Elle mostró sorpresa en demasía. Mello parecía no creérselo y el albino y Matt miraban con odio al abogado.

 

-¿Estás diciéndolo en serio Light? ¿Pensas irte con este engendro?- preguntó azorado el rubio.

 

-Ay, pobrecitos... ¿Vieron? Sí había algo mío en la casa...- la sonrisa tatuada en sus labios enfurecía cada vez más a Mello, en cualquier momento iba a comenzar a golpearlo.

 

Y al castaño también, para tratar de hacerlo entrar en razón, para acomodarle las ideas.

 

-Perdón...- musitó por lo bajo.

 

-Yo también lo siento.- dijo el pelinegro y les abrió la puerta para que ambos se retiraran.

 

-¡Que suerte que entendieron cómo son las cosas!- ironizó Mikami y volvió la mirada al adolescente –Entonces, ¿nos vamos?-

 

Sin esperar respuesta lo tomó de la mano y lo arrastró fuera de allí.

 

La casa quedó en silencio. ¿Había sido real todo eso?

  

Cuando se iban alejando Matt salió corriendo y parado en medio de la calle le gritó a la pareja:

 

-¡Vamos a ir por vos Light!-

 

---- End of Flashback ----

 

¿Ir por él? ¿Para qué? ¿Para que de todas formas termine haciendo lo mismo tras las amenazas de su sensei? ¿Para que termine lastimando a la gente que quiere por no encontrar respuestas, por no ser valiente? Antes que eso prefería que Elle siguiese su camino, que tuviese la oportunidad de no sentir dolor por su partida.

 

La puerta se abrió lentamente y tras ella vio a su hermanita y a su madre.

 

-¡Hermano!- gritó la menor lanzándose a abrazarlo.

 

Simplemente se quedó estático, sin reaccionar.

 

-Light, pero si es Sayu-chan... no la trates tan indiferente...- Mikami se le acercó susurrándoselo.

 

-No tiene sentido, ya no tiene sentido albergar sentimientos Mikami-sensei...- habló serio, tratando de evitar que la pequeña lo oyera.

 

-Al menos, fingilos con tu familia si no queres que alguien termine muerto, pendejo malagradecido...-

 

Era increíble como continuaba sonriendo aun cuando lo insultaba en un murmullo apenas audible.

 

-¿Cómo estás? ¿Cómo les fue en el viaje?- preguntó sin interés.

 

Y ella empezó a contar lo que hicieron, cómo era todo allá, las cosas que extrañaba. Y Light solamente asentía y sonreía falsamente, aquella sonrisa ficticia había vuelto por más despreciable que se le hizo.

 

-¿Y vos cómo estás hijo?- habló finalmente Sachiko que hasta ese momento se había mantenido ausente de la charla perdiéndose en la vista que le ofrecía ver conversar a sus dos hijos tan animosamente. O lo que ella pensaba era una conversación animosa.

 

-Bien.- respondió seco.

 

-También las extrañó mucho.- agregó el morocho sentándose al lado del castaño.

 

-Teru-san nos contó de tu pelea con tu padre... Hijo, ¡Cuánto lo siento! ¡Es todo mi culpa! ¡Tendría que haber estado acá! ¡Tendría que haber estado para vos!- y empezó a sollozar tristemente.

 

Es cierto, tendría que haber estado: ese día en particular como también tendría que haber estado en su vida y en los días anteriores a ese. Pero no estuvo, y ahora ¿no era tarde para hacer un mea culpa? ¿No era tarde para pedir perdón?

 

Sayu la secundó afligida a pesar de saber la mitad de la historia y se largó a llorar.

 

-No es tu culpa, madre...- dijo amargamente aun sabiendo que ella se había desligado de su propio hijo; pero por lo menos estaba arrepentida, eso ameritaba que no fuese un maldito ingrato y que no le echase todo aquello en cara.

 

Era raro, no estaba seguro qué sentía. Aquello no era pena por verlas llorar, tampoco tristeza contagiada, ni mucho menos reproche por su forma calmada de contestarle. Simplemente estaba ahí y no le gustaba verlas llorar por muy contrario a lo que pensó que debía sentir.

 

-Por favor, Sachiko-san, ahora que Light está acá es mejor no llorar. Las cosas van a estar bien de ahora en más, ¿no es cierto?- inquirió al castaño.

 

-Sí.- dijo por compromiso.

 

¿Qué bicho le había picado a Mikami que les hablaba tan bien, con aquella sonrisa dulce que casi parecía auténtica? En esa sala él era el que parecía salido de contexto: su madre y hermana trataban de calmar el llanto y Mikami las consolaba mientras él se mantenía observando todo con un tinte de indiferencia.

 

De repente la puerta fue abierta nuevamente: esta vez era Soichiro quien entraba.

 

-¡Papá!- gritó de nueva cuenta la menor y se lanzó a sus brazos.

 

-Cariño...- susurró la mujer viéndolo abrazar a la chica.

 

Pero los ojos del hombre miraban solo a una persona: a Light. Lo miraban con un odio escondido y después de unos momentos sus ojos rodaron por la habitación quedándose quietos cuando enfocaron al hombre sentado al lado de su hijo para luego volver al adolescente.

 

-Te perdono hijo.- habló al separase de la pequeña.

 

El castaño no reaccionó. ¿Qué lo perdonaba? ¿Perdonarlo por qué? ¿Por ser lo que era? ¿Lo perdonaba por no haberle contestado los insultos, por no haberle devuelto el golpe, por no haberse quejado de que lo echara de la casa? ¿Eso le perdonaba?

 

-¿Y puedo saber qué es lo que me perdonas?- preguntó fastidiado.

 

El hombre quedó sorprendido ante la declaración, nunca antes le había retrucado algo y ahora que lo hacía no estaba seguro sobre qué decir, especialmente si no quería insultarlo de nuevo.

 

-Quiso decir que acepta sus disculpas...- espetó el morocho tomándolo de la mano muy fuerte en forma de protesta silenciosa.

 

-¡Estoy tan contenta que seamos una familia otra vez!- y ahora era su madre quien abrazaba a Soichiro.

 

Si ellos eran una familia, Light debía estar delirando. Todo lo que había pasado, él no iba a olvidarlo y por más que a su madre, padre y hermana les pareciese más conveniente hacer de cuenta que nada había sucedido era su decisión, creer que todo aquello había sido culpa del quinceañero y que ahora ya lo habían “perdonado” era cosa de ellos, Light seguía emocional y mentalmente fuera de esa casa, de esa situación. Y hubiera dado lo que fuera por que su cuerpo también lo estuviese.

 

Mikami se sonreía sin motivo aparente más que el de violar al adolescente horas más tarde. Aunque la duda de cómo había hecho para alterar la percepción de Soichiro respecto al tema era un verdadero misterio, ¿Cómo pudo el abogado haber convencido a todo un grupo de personas que llevaban el nombre de familia por simples e insignificantes lazos legales y sanguíneos pero que a la vez aparentaban ser un grupo de desconocidos de estar bajo el mismo techo y soportarse y tratarse como verdadera familia? ¡Maldito manipulador!

 

-¿Cómo hiciste que esto pasara? ¿Cómo persuadiste a mi padre?- murmuró Light.

 

-Eso es un secreto, gatito Light.- le sonrió.

 

Al castaño lo estremeció un temblor que le recorrió la espina dorsal, aquel apelativo junto con ese tono le recordaron cierto acontecimiento en un callejón en una lluviosa tarde.

 

-Pero puedo decirte esto:- continuó –todos nos regimos por los mismos principios, el egoísmo y la necesidad. Ya lo decía Adam Smith: dame lo que necesito y tendrás lo que deseas.- articuló medio burlón.

 

-¿Acaso... sobornaste a mi familia Mikami...?-

 

Ambos sostenían esta charla en susurros, ajenos a las palabras de conciliación que se dirigían los esposos, y lejanos de la atención de la pequeña que estaba pendiente de sus padres.

 

-¿Sobornar?- preguntó en un tono de falsa inocencia –Eso suena muy feo Light, los abogados no debemos hacer eso...-

 

-No me vengas con que tenes convicciones porque...-

 

-Yo las tengo.- lo interrumpió –Y seguramente se parecen mucho a las tuyas, Light.- el nombrado lo fulminó con la mirada, que no lo comparara nunca y bajo ningún precepto con él –Yo hago lo que haga falta para obtener lo que quiero, quizás estoy dispuesto a llegar más lejos por lo que deseo pero ¿Qué clase de idiota sería si no aprovechara todo lo que hay a mi alrededor?-

 

-¿Eso incluye las amenazas y el soborno?- dijo algo sarcástico.

 

-Exactamente. Te lo dije, solamente hago lo que haga falta para obtener lo que quiero: tu cuerpo.-

 

/*/*/*/*/*/

 

-¿Por qué dijiste eso Matt?- reprochó receloso Mello.

 

-Porque fue lo primero que se me ocurrió... Además, es cierto, tenemos que ir por él...- se defendió.

 

-¿Por qué habríamos de hacer eso?- inquirió el pelinegro sentándose pesadamente en donde antes había estado el hombre que se había llevado a la única persona que verdaderamente había amado –Light se fue por su propia voluntad...-

 

-¡¡¡Eso no!!!- gritaron al unísono Matt y Near, y se miraron con complicidad.

 

-¿Eso no?- el rubio no entendía de qué hablaban.

 

-Me extraña que con su intelecto no se hayan dado cuento, a tu novio se lo llevaron por la fuerza. A lo mejor ese tipo lo amenazó o algo, pero definitivamente no se fue por voluntad propia...- aseveró el pelirrojo fulminando con la mirada a Ryuuzaki.

 

De repente algo se le vino a la mente a Elle.

 

---- Flashback ----

 

-Y me dijo que para su cumpleaños me iba a violar... dijo que si no le guardaba mi primera vez él... les iba a hacer algo, me amenazó con lastimarte, no sólo a vos, sino a los chicos también...-

 

-¿Su cumpleaños?-

 

-Sí, debe ser entre estos días...-

 

---- End of Flashback ----

 

¡Mierda! ¡Se lo llevó amenazado! Y él, cegado por la ira de pensar que Light      se había ido, no notó lo más obvio.

 

-Ryuu-chan...- habló el albino jugando con un mechón de su blanco cabello –Matt tiene razón: tenes que ir por él.-

 

Cerró los ojos por un milisegundo y se llevó el pulgar a la boca. Estaba pensándolo... Lo mejor sería ir a buscarlo a su casa.

 

-Necesito que me hagan un favor.- mencionó finalmente.

 

-Lo que quieras Ryuuzaki.- ofreció el rubio.

 

-Hackeen cuantas cuentas deban, pero consíganme la dirección de ese tipo: Mikami Teru.-

 

-Sí.- contestaron los tres al mismo tiempo.

 

Y se marchó, dejándolos ir corriendo hasta su habitación en donde la computadora les proporcionaría ese dato que tanto estaba necesitando en esos momentos.

 

/*/*/*/*/*/

 

Un lujoso auto negro. Unas calles muy transitadas. Un adolescente y su profesor viajando hasta la casa de este último.

 

Light miraba por la ventanilla, observaba las nubes ir y venir. Deseaba aquella libertad, pero carecía de ella.

 

-¿En qué pensas?- inquirió el otro.

 

-Pensaba en lo bien que se sentiría ser libre como las nubes.- respondió desganado y suspiró cansino.

 

-¡Que poético! ...Pero déjame decirte que las nubes no son libres.-

 

-¿Por qué lo decís?- y dio vuelta el rostro para encontrarse con un Mikami manejando responsablemente.

 

-Fácil: las nubes no son libres, no van a donde quieren, se mueven porque el viento las empuja. ¿O de verdad pensas que en este mundo hay algo o alguien que sea perfectamente libre?-

 

-Gracias por destruir un sueño.- ironizó.

 

-Light, Light... La libertad no puede ser un sueño porque no podes soñar con cosas que no existen, porque ni siquiera podes conseguirla, nadie puede. Todos estamos sujetos a algo más.-

 

Ignoró por completo esas frases. Él quería creer en la libertad, en el amor, en la felicidad... y, sin embargo, la vida se empecinaba en mostrarle que nada de eso existía.

 

-La vida es injusta.- refunfuñó de manera aniñada.

 

-No, las personas hacen que la vida sea injusta.-

 

Eso... eso sí era cierto.

 

/*/*/*/*/*/

 

Tocó timbre una vez. Esperó. Tocó timbre de nuevo. Esperó. Un tercer timbrazo al punto de la desesperación obligó a alguien dentro de la casa a abrir.

 

-¿Sí?- pregunta una chica recibiéndolo.

 

-¿Está Light-kun acá?- preguntó el pelinegro al borde de un ataque de nervios aunque su rostro pareciese sumamente tranquilo.

 

-¿Light? No, él ya se fue...-

 

-¿Quién es, Sayu?- se escuchó, era una voz de hombre. Se le hizo conocida pero no le dio importancia.

 

-¡Un muchacho buscando a Light!- exclamó hacia el interior.

 

Y en menos de un segundo el interlocutor salió desde adentro. Ahora sabía que era cierto que conocía la voz.

 

-Ah, sos vos... La loca de la estación de policía.- dijo despectivamente y con una sonrisa socarrona en el rostro.

 

-¿Loca?- Sayu parecía algo confundida.

 

-Mire Sr. Yagami yo sé que no nos llevamos bien pero no me interesa en estos momentos contestarle los insultos... Solamente necesito saber dónde está su hijo, puede que esté en peligro...-

 

-¿Peligro?- repitió alarmada la niña.

 

-Mi hijo está bien con quien está y no necesita que una puta de cuarta como vos se preocupe por él.-

 

Dicho esto le cerró la puerta en la cara. Elle quedó abatido, ¿eso quería decir que sabía donde estaba Light?

 

Suspiró resignado y comenzó a alejarse a paso tranquilo.

 

-¡Hey! ¡Vos! ¡El degenerado!- esa vocecita chillona sólo podía ser de... -¡MisaMisa exige saber dónde está su Light!- y la pequeña rubia sujetó el pantalón del pelinegro.

 

-Ojala yo lo supiera...- contestó desanimado.

 

-¡¿Qué?! ¡¿Vos tampoco sabes?!- los ojos se le empezaron a llenar de lagrimas -¡¡Light dejó a MisaMisa y no fue capaz de decírselo en la cara!!- gritaba mientras se aferraba con más fuerza al mayor.

 

-Vamos Misa-san... que para estar triste conmigo basta y sobra...-

 

-¡¡Esto es culpa de ese tipo!! ¡¡Ese cuatro ojos se llevó a Light lejos de MisaMisa!! ¡¡Buaaaaaaaaaa...!!- continuó llorando y gritando.

 

-¿Ese tipo? ¿Qué tipo?- arriesgó.

 

-¡¡No sé!! ¡¡Un tipo!!-

 

Elle se agachó hasta quedar a la altura de la rubia y la agarró por los hombros.

 

-Misa, necesito que me digas quién era... por favor, es muy importante...-

 

-Pero... es que... es que no sé.- se empezó a calmar y a dejar de llorar –No es la primera vez que lo veo en la casa de Light, pero de verdad no sé quién es...-

 

-¿Y viste para dónde se fueron?-

 

-Los vi subir a un auto negro e irse por allá.- dijo señalando calle arriba.

 

-Bien, gracias.-

 

La soltó despacio y caminó hacia donde la pequeña le había dicho.

 

-¡Ryuuzaki!- el aludido se giró –Asegúrate de ayudarlo... parecía muy triste y serio cuando se fue, más de lo normal... ¡¡¡Ayúdalo degenerado de las ojeras!!!- exclamó emocionada agitando su manito en forma de saludo.

 

Podría haber obviado eso último... A Elle le caían bien los chicos, pero Misa era un caso especial.

 

De repente su celular comenzó a sonar, lo sacó de su bolsillo y lo agarró tan sólo con el pulgar y el índice por la parte superior.

 

-Ryuu, tenemos lo que nos pediste...- sentenció segura y satisfecha la voz desde el otro lado de la línea.

 

/*/*/*/*/*/

 

Por si siempre se preguntó cómo sería la casa de un sádico como su sensei ahí tenía la respuesta. Una pequeña casona acogedora en un barrio tranquilo. Aunque no quería, observaba a cada paso todos los detalles que se le presentaban, era como si en esos momentos realmente pudiese enfocarse en algo tan nimio como resultaba ser la casa en la que vivía Mikami en vez de enfocarse en cómo resolver la situación en la que estaba.

 

La sala constaba de tres sillones individuales alrededor de una mesita ratonera. Unos recortes de diario en los cuales se lo mencionaba por sus casos colgaban en las paredes. Light se detuvo frente a uno en particular y vio la fotografía, en blanco y negro, de un hombre esposado camino a un auto; no tuvo tiempo de leer el epígrafe o el titular de la nota que Mikami ya estaba encima suyo.

 

Lo había abrazado con fuerza y sus brazos estaban alrededor del pecho del menor.

 

-¿Te interesa mi carrera, Light?- preguntó en su oído.

 

-Nada tuyo me interesa...- mencionó en tono frío.

 

-No juegues con tu suerte... No me tientes a lastimarte más de lo que ya estás...- amenazó con una sonrisa socarrona.

 

-Aun no me dijiste cómo convenciste a mi padre de “perdonarme”.- habló ignorando la amenaza y soltándose delicadamente de los brazos del abogado.

 

-Ya te dije que es un secreto...- y lo siguió con la mirada por la habitación hasta que el castaño se sentó en un sillón dándole la espalda.

 

-Y a mi madre... ¿le dijiste la verdad?-

 

-Depende de que verdad tomes...- rió un poco antes de seguir –Le dije que Soichiro-kun te había echado porque eras homosexual y que todo este tiempo habías estado parando con un amigo y no conmigo, tu verdadero novio, porque estabas enojado y me echabas la culpa de la pelea con tu padre...-

 

-En pocas palabras, le mentiste.- aseguró mirando la mesita en la que tan sólo había una revista de interés general y unos papeles que no sabía qué eran.

 

-No mentí, alteré un poco la realidad... ¿no lo hacemos todos alguna vez Light? ¿O vos sos tan perfecto que nunca mentiste?-

 

-Nadie es perfecto.- dijo como ausente de la conversación, mirando un punto vacío en la pequeña mesa, usando un tono por el cual parecía más hablarse a sí mismo que a su interlocutor.

 

El otro simplemente sonrió y posó sus manos en los hombros del adolescente. Luego se agachó un poco y comenzó a besarle y mordisquearle el cuello. Light se dejaba hacer, pensaba en otra cosa si es que pensaba; solamente mantenía la mirada perdida y vacía observando la nada.

 

De pronto el timbre de la residencia sonó insistentemente lo que hizo que el quinceañero volviera un poco en sí.

 

-Déjalo que suene...- le dijo aun pegado a su cuello.

 

/*/*/*/*/*/

 

Mello sentado en el escritorio con la computadora aun encendida por si se precisaba algo más de ella. Matt sentado sobre el escritorio al lado de la computadora mirando al rubio con sumo interés, como si por mirarlo comer chocolate algo mágico pudiera pasar. Near estaba en el piso, sentado a un costado con su pequeño rompecabezas hecho por vigésima tercera vez en lo que iba de rato.

 

-¿Por qué Ryuu-chan no llama? ¿No los habrá encontrado ahí? ¿Tendrá algún problema?- cuestionaba nervioso el albino mientras jugaba con un mechón de su cabello.

 

-El canoso tiene razón, Mello: llama a Ryuuzaki a ver qué pasa...- le ordenó el pelirrojo.

 

Near lo miró con desprecio y el nombrado ni siquiera reaccionó a las palabras.

 

-¿Mello?- preguntaron a coro los otros dos.

 

-¡¿Qué?!- respondió ofuscado e intranquilo.

 

-Llama a Ryuu a ver qué pasa...- insistió el pelirrojo.

 

-¡Que deben estar bien! ¡Dejen de joder!-

 

El celular que descansaba a un costado de la computadora comenzó a sonar y a moverse por la mesa producto del vibrador. Mello se lanzó como buitre sobre su presa y contestó presuroso.

 

-¿Hola? ¿Ryuuzaki?- arriesgó puesto que en la prisa no vio el nombre del autor de la llamada.

 

-No, mi pequeño ponny.- ironizó molesto como nunca antes había estado.

 

-¿Qué pasó?- preguntaron Matt y Near ante la cara tan extrañada que ponía el rubio.

 

Volvió a posar el celular en la mesa y esta vez lo puso en altavoz.

 

-¿Light está bien?- quiso saber el albino que se paró y se acercó al escritorio.

 

-Eso es lo que me encantaría saber. Ahora recuérdenme ¿por qué demonios les pedí algo tan sencillo si lo iban a hacer mal?- Elle nunca se ponía así de furioso ni nunca insultaba en vano.

 

-¿A qué te referís?- dudó Mello.

 

-¡Me refiero a la condenada dirección! ¡Manga de inútiles!-

 

-Pero eso decía en su ficha, no puede ser que...-

 

-¡Sí! ¡Pero acá no vive!- interrumpió -¡A menos que le encante tanto trabajar que pase la noche en su bufete de abogados!-

 

El rubio se enderezó en la silla y tecleando rápidamente siguió buscando lo que le fue pedido en un principio.

 

-Perdón Ryuuzaki, ya lo estamos buscando.-

 

/*/*/*/*/*/

 

No sabía cómo había pasado, cómo habían llegado ahí y cómo habían terminado así como estaban pero ya era tarde para preguntarse eso, ¿no? Era tarde porque estaba tirado boca arriba sobre la mesa de la cocina y él encima suyo desperdigaba besos y caricias que le quemaban la piel.

 

Era como si su mente gritara por dentro pero su cuerpo no hiciera atisbo de moverse, y en ese inerte intento de gritar sus ojos reflejaban la distancia que deseaba entre ambos.

 

Quería gritar, gritarle a esa persona que no estaba ahí por ayuda, quería gritarle a Mikami que lo dejara, quería gritar y hacer saber que todo aquello no le gustaba, que estaba en contra, que odiaba a lo que habían llegado.

 

¡Quería gritar y ahí estaba, mudo! Sus labios apenas se abrían para suspirar con fuerza y balbucear algún que otro monosílabo. Quería que lo rescataran, que Elle lo salvara del error que había cometido.

 

Y es que esto nunca iba a terminar.

 

-No es muy divertido si no te resistís...- dijo enterrando su rostro justo donde el hombro y el cuello se unen.

 

¿Resistirse? En esos momentos aquello le parecía una hazaña imposible. Su cuerpo no le respondía, sencillamente sentía impotencia, debilidad, dolor, tristeza... Sentía que se estaba desmoronando aunque nadie fuese capaz de notarlo.

 

-Bas... ta...- articuló cansado, deseoso de que dejara de hacer lo que hacía.

 

El otro tan sólo se separó un poco y lo miró burlonamente. Dibujó un “no” con los labios y se deleitó con el rechazo que le entregaban los ojos del castaño.

 

Mikami era un retorcido hijo de puta que disfrutaba horrores con eso. Disfrutaba del miedo ajeno, del dolor que provocaba, de la tristeza y reticencia que procuraba.

 

-Basta...- volvió a decir inútilmente al tiempo que el mayor comenzaba a desabotonar su camisa.

 

Le besaba el pecho y sentía que su corazón se iba a detener por lo desagradable que le resultaba. Estaba hipnotizado e inmovilizado por su propia conciencia y su mente le seguía gritando. ¡Que lo golpeara! Eso quería, golpearlo hasta que sangrando clamara por piedad, piedad que rehusaría y continuaría golpeándolo hasta que cegado por el odio recordara algo llamado realidad. Quería verlo sufrir tal como él había sufrido por tanto tiempo, por más tiempo del que pensaba quizás.

 

Un gemido involuntario lo devolvió levemente a lo que el abogado le estaba haciendo. ¡Maldito cuerpo que aun así reaccionaba a las caricias! Esas manos no eran delicadas ni mucho menos queridas, ¿entonces por qué mierda se dejaba hacer? ¿Por qué mierda gemía?

 

¿Golpearlo? No, no quería eso: quería matarlo de a poco, entregarlo aun con conciencia al sufrimiento. Y si era sadismo, entonces él era un endemoniado sádico, era el marqués de Sade. Pero al menos el placer proveniente del sufrimiento derivaba directamente de la venganza, de su venganza.

 

¿Estaba mal querer verlo sufrir? Pues, ¡que pena! Seguramente eso estaba tan mal como todo lo malo que su sensei le había hecho. Y aunque no estuviese mal, el sentimiento de que eso era incorrecto prevalecía como prevalecía el sentimiento de goce.

 

Hacer lo incorrecto también es divertido. Y aquello se le antojaba increíblemente divertido. Hacerlo sufrir... ¿quebrarle los huesos, descuartizarlo? No, tan sólo devolverle el dolor que le había ocasionado, tan sólo pagar con la misma moneda.

  

Comenzó a removerse incomodo, ¡por fin el cuerpo le respondía y se movía! Y comenzó a estirar los brazos y las piernas, como intentando zafarse del agarre, queriendo quitárselo de encima.

 

Su mano derecha chocó contra algo, un objeto metálico y frío. Giró la cara para ver qué había y sintió el peso de volver realidad su sádico anhelo. Un cuchillo, una cuchilla más bien y bastante afilada por lo que veía.

 

¿Tendría que...?

 

No importaba realmente si tenía, él quería hacerlo.

 

Lo sujetó y se le vino a la mente la imagen de la navaja con la que se había cortado el día que Elle se le había declarado. Era bizarro, difusamente interesante y, por lejos, lo más cercano a matar a Mikami que iba estar. Lo sujetó aun más fuerte y cerró los ojos.

 

El mayor simplemente se centraba en satisfacer sus deseos carnales con el cuerpo compañero sin importarle nada más. Aun seguía perdido en su pecho lamiendo y besando, frotándose contra él como una alimaña en celo.

 

Aquello le dio asco, sentirlo tan cerca, tan próximo... Abrió los ojos por un instante y el estomago se le revolvió de verlo con la mirada llena de lujuria y tentación.

 

-Basta...- repitió angustiado.

 

Ya no estaba luchando contra su sensei, estaba peleando consigo mismo por pensar con mayor claridad.

 

-Seguro que no le decías eso al puto de tu novio, ¿no? Entonces, no me lo vengas a decir a mí...-

 

-No hables de Ryuuzaki sin saber.- contestó molesto, algo sorprendido de su propia respuesta.

 

-Ay, que dulce...- dijo sarcásticamente y lo forzó a un beso.

 

Light no contestó, pero tampoco se opuso. Llega un punto en que uno ni siquiera lo intenta, se dijo mentalmente. E incluso se reprochó el ni haber tratado de sacarse a Mikami de encima. Que más daba, tenía un cuchillo en sus manos y... Y un gran deseo de matarlo, eso seguro.

 

Sentía algo entumecida la mano de tan fuerte que estaba agarrando la cuchilla.

 

-Basta, sensei... de verdad...- suplicó en tono bajo.

 

Ahora, ¿Por qué suplicaba si sabía que al otro aquello le encantaba?

 

De nuevo le dibujó un “no” con los labios, sin emitir sonido y empezó a desvestirse. Sin la camisa el menor podía ver la blanca piel, parecía tersa. Casi tan tersa como la piel de la muñeca que él se había cortado.

  

El blanco no representa siempre, precisamente, a la pureza.

 

Ni el rojo sangre, la pasión.

 

/*/*/*/*/*/

 

Corría como un loco, desesperado por encontrar la casa. Ahora sí debía estar en el lugar correcto, un barrio tranquilo y todas casas residenciales.

 

Corrió más deprisa al notar la numeración de las calles y lo mucho que se estaba acercando. De pronto se detuvo en seco cuando divisó la pequeña edificación.

 

¿Cómo podía vivir ahí un desgraciado como él? ¿En un barrio tan decente? Realmente era una locura.

 

Miró la puerta con detenimiento y observó sigiloso lo que veía: una casa común y corriente. El número le decía que allí efectivamente vivía Mikami, pero al pelinegro se le hacía difícil creerlo.

 

Estaba todo en silencio, lo cual lo preocupaba y lo ponía aun más alerta si era posible. Sólo se percibía el sonido de la gente y del tráfico, pero dentro de la casa aparentaba no haber nadie.

 

Giró el picaporte lentamente rezando por sus adentros que la puerta no estuviera con llave o trabada de alguna forma. La puerta cedió, y el interior de la casa se alzó frente a él.

 

Un sala de estar normal y simple. Tranquilamente así podría estar decorado su living room.

 

Agudizó los sentidos y captó un leve respirar. Ni el propio Elle supo cómo lo escuchó. Quizás no lo hizo, a lo mejor sencillamente lo sintió.

 

Otra puerta y el horror tras ella.

 

Mikami tirado en el suelo con una gran mancha de sangre en lo que le quedaba de ropa, múltiples heridas que diría eran de repetidas puñaladas. Pero, por la cantidad de sangre, era obvio que había muerto por desangramiento, seguramente ninguna de las puñaladas habrían tocado órganos vitales. Eso era obra de un novato... ¡¿Estaba buscando a Light y se ponía a analizar la “escena del crimen” como si fuera su caso?!

 

Solamente los muertos le infundaban aquella paz. Sórdido... pero cierto.

 

-Ryuuzaki...- la temblorosa voz del castaño lo llamó.

 

Estaba en un rincón, también manchado de sangre pero sin ninguna herida aparente. Aun sostenía el cuchillo en sus manos.

 

-¡¡Light!!- gritó y fue a su encuentro.

 

No le importó nada, simplemente quería abrazarlo y confirmar que no era una ilusión todo aquello.

 

-Yo... fui yo, ¿no?- cansada como se oía su voz, dolía.

 

-No sé, ¿Qué pasó acá Light-kun?- aun así no lo soltaba, tenía miedo de que volviera a desaparecerse.

 

-Yo le hice eso a Mikami, ¿no?- volvió a preguntar.

 

-¿Lo hiciste?-

 

Todo lo que respondió fue un asentimiento con la cabeza.

 

-Voy a ir preso... Maté a mi sensei...- murmuraba como desquiciado.

 

-No es tu culpa...- intentó tranquilizarlo en vano.

 

-Sí, es mi culpa... yo lo maté...-

 

-No digas eso... ¿No fue en defensa propia?- los ojos se le pusieron acuosos.

 

Parecía que el castaño iba a perder la conciencia en cualquier momento, es decir, ¡ya no estaba en sus cabales, por Dios!

 

Si no fuera porque Mikami estaba muerto él mismo lo iba a matar por causar aquella confusión en el menor.

 

-Lo fue, ¿no?- dijo algo más seguro, retomando un poco su voz normal.

 

-No importa Light... Vamos a solucionarlo como sea...-

 

-¿De verdad?- el otro asintió –Gracias...-

 

-No te preocupes, te lo prometo: voy a arreglarlo como sea.-

 

Y selló la promesa con un beso. Uno tierno, largo... Ryuuzaki iba a arreglar aquel desastre, porque a estas alturas ya no podía arreglar a Light, sólo amarlo.

 

-Te amo Ryuuzaki...-

  

- FIN -

Notas finales: sip, no lo mat con un laser nn

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