Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Despacito Aioria, Despacito... por AthenaExclamation67

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Aioria & Death Mask

Despacito Aioria, Despacito

By AthenaExclamation67

 

"POV DEATH MASK"

 

-          Aioria...  ¡BASTA! Me estás haciendo daño - le dije con lágrimas en los ojos para después marcharme al cuarto de baño donde me encerré.

No era solo daño físico, me estaba hiriendo en lo más profundo de mi corazón, con esa actitud tan salvaje, tan bruto, sin preocuparse lo más mínimo de si estoy sintiendo, de si se siente bien lo que me está haciendo. Solo se preocupa de correrse, inundar mis entrañas con su espeso semen para luego darse la vuelta y dormirse dejándome a medias.

Aunque no se de lo que me quejo, siempre fue así, nunca tuve el valor de decírselo por miedo. Miedo a que me y me entregué a él por completo, pero realmente le amo y por más que me duela admitirlo, Aioria es un salvaje, y ese miedo que tenía de perderlo, ahora no me parece nada en comparación a las dudas que me están surgiendo. Creo que cada vez lo tengo más claro.

¡AIORIA SOLO ME QUIERE POR EL SEXO!

 

FLASHBACK...

Fiesta de cumpleaños de Sagitario, todos tenemos que asistir, es el nuevo discípulo del patriarca y aunque encantados de que se rompa la seriedad que reina en el santuario, de no querer ir tendríamos que ir obligados.

Todo era fantástico. Perfectamente decorado, no faltaban ni los globos y por supuesto una suculenta cena con un buen vino tinto que nos dejó a todos muy alegres.

Durante toda la cena, no dejó de mirarme, y tampoco yo a él, pero me parecía tan irreal, ese león indomable y fiero me estaba seduciendo, a mí, al cangrejo insociable. No podía creerlo, pero tras la típica canción de cumpleaños a su hermano, todos nos despendolamos, el santuario esa noche parecía una bacanal donde no dejaban de correr el alcohol y la lujuria dejándose ver pronto algunos de mis compañeros besándose. Unos besos que personalmente me dieron mucha envidia, yo también quería de eso, poder probar los labios esos labios que me volvían loco, que me hacían enloquecer del deseo cada vez que me hablaban. Pero Aioria no parecía estar por la labor, así que después de un rato de estar viendo como alguno de mis compañeros se hacían caricias y arrumacos decidí marcharme a mi templo.

Descendí las escaleras con un paso lento, pesado y cuando llegué a la casa de leo tuve que tragar saliva y mantener la calma para no atravesarlo corriendo. Ese templo hermoso que estaba protegido por imponentes columnas, y que además tenía ese olor, ese que me derretía y me hacía perder la concentración. El olor de Aioria, suave fresco,

No me percaté, pero Aioria me había seguido y me dio un susto que me dejó el corazón encogido.

-          ¡Hola cangrejo! - exclamó saliendo de detrás de una columna.

El brinco que di casi hace que pegue con el techo del templo mientras que él se reía como un poseso.

-          Te parece bonito, te fuiste sin darme ni un beso - habló.

Me puse rojo como un tomate, eso es poco, como un pimiento morrón. Estaba soñando, seguro, eso o el león travieso me estaba tomando el pelo. Pero no, estaba equivocado y mucho, Aioria me abrazó por la cintura y me besó. Primero solo posó sus labios sobre los míos, haciéndome volar. Después, lenta y sabrosamente profundizó ese beso dejando que su lengua recorriera cada centímetro de mi boca. Cerré mis ojos y me dejé llevar, me dejé hacer lo que el quisiera. Me erizaba cuando desnudó mi cuerpo, excitándome cuando desnudó el suyo, retorciéndome de dolor al sentir como su carne se adentraba en la mía, disfrutando al máximo cuando me acostumbré a sus fuertes y salvajes embestidas y muriendo de goce cuando inundó mis entrañas con su semilla, para después quedar dormidos en su cama hasta el amanecer.

FIN FLASHBACK...

 

Incluso ahora lo pienso y no se preocupó lo más mínimo de si yo disfrutaba, no mostró cariño, solo tomo posesión de mi cuerpo y lo hizo suyo a su antojo.

-          Mask... Masky... - me decía - vamos, sal ¿Qué te pasa? - preguntaba extrañado.

Tras dudarlo unos segundos le contesté enfurismado.

-          Pasa, que no te aguanto más, estoy harto de que seas tan egoísta y solo pienses en ti - le respondí tras abrir la puerta y salí de su templo cabreado para irme al mío. Dejándolo con cara de desconcertado.

Llegué a mi templo y me encerré, y como un estúpido recordé loa momentos pasados junto a él en este año. Año de relación que se cumplía dentro de poco, justo coincidiendo con el cumpleaños de Aioros.

A mi mente, llegaron toda clase de imágenes que me hicieron abrir los ojos, imágenes que me recordaron lo delicado que siempre había sido, que solo él se satisfacía olvidándose de mi y como en ocasiones después de que él se dormía, yo seguía necesitando terminar, dar el último suspiro para alcanzar el máximo placer, teniendo que usar mis manos para lograrlo.

Desconsiderado y egoísta como ningún otro, estaba muy cansado de que no fuera capaz de darme una muestra de cariño, de decirme te quiero o te amo, de lo incapaz que era después de compartir este año de saber cuando yo me sentía mal, de cuando necesitaba un abrazo, sentirme amado, que me hiciera el amor y lo único que hacía era follarme a lo bestia dejándome peor de lo que ya estaba. Sintiéndome mal conmigo mismo al ser incapaz de enfrentarle y de decirle lo mal que lo estaba pasando a la cara.

Decidí tratar de olvidarle, echar tierra de por medio y así sacármelo de la cabeza, pero me era imposible, lo veía a cada rato, incluso trataba de abordarme para disculparse o que se yo. Pero la barrera, el muro que empezaba a separarnos iba creciendo a pasos agigantados. No quería ni verle, estaba demasiado dolido, me sentía utilizado por Aioria que solo usaba mi cuerpo para calmar sus ansias de sexo.

La situación se estaba convirtiendo en algo insostenible, y decidí marcharme, dejar mi armadura libre y partir hacia mi bella Italia.

Cuando llegué al templo de Sino para comunicarle la decisión que había tomado.

-          ¡Espera! - dijo Aioros - Shion, deja que hable con él y si después sigue pensando igual acataremos su decisión.

Sino asintió con la cabeza y nos dejó ir, descendimos hasta el templo de Sagitario y tras servir algo de beber, Aioros me preguntó algo.

-          ¿Vas a marcharte sin luchar? - dijo sin rodeos.

Le entendí perfectamente, la indirecta que me tiró no pasó desapercibida a mis oídos. Medité sus palabras unos segundos, Aioria seguro que había hablado con él, a saber que le había dicho.

-          Luchar... ¿Por qué Aioros? - le contesté.

Me miró triste, apenado.

-          Death Mask... Mi hermano está completamente confundido, en realidad, no sabe lo que ha hecho.

-          Que típico - le dije con saña - estoy harto de ser su juguete Aioros, de que sea tan egoísta, necesito sentirme querido, con un gesto, una caricia, pero por más que espero, no sucede Aioros. Le amo mucho, pero no se si el sentimiento es mutuo y eso duele. Duele mucho.

-          Sabes... - me habló triste - Mi hermano no sabe demostrar cariño, afecto, no sabe decir te amo, o te quiero y hacer que te estremezcas. Tienes toda la razón Death Mask, pero la verdad, si te soy sincero, nadie le ha enseñado a expresar sus sentimientos, no es una excusa, lo sé, pero después de que me mataran quedó solo, desamparado y maltratado por muchos. El año pasado, cuando todos regresamos resucitados por Athena, vi que había cambiado por completo, el niño cálido y dulce había sido enterrado en lo más hondo de su ser. Pero de una cosa estoy seguro, te quiere con locura, se preocupa, si no, no hubiese venido ayer a mi templo totalmente desconcertado. Puede que no sepa como mostrarte sus sentimientos, que solo sepa imponértelos siendo un poco brusco, incluso salvaje, pero ten algo en cuenta, nadie le ha dicho como expresar sus emociones, y si tu no corriges sus errores... ¿Cómo quieres que él lo haga? Si consientes todo lo que dice, o hace, da por hecho que no sucede nada malo... ¿Me entiendes?

Quedé mirando a los ojos de Aioros, el brillo, el resplandor, el entusiasmo que envolvía a sus palabras al hablar de su hermano, su sinceridad, imagino que él también se habrá sentido dañado por Aioria.

-          Si te entiendo, ahora puedo entenderlo, gracias por explicármelo.

Aioros se alegró de mis palabras, ninguno queríamos ser lastimado más por la forma de ser de Aioria.

-          ¡Habrá que enseñarle! - exclamé.

Aioros sonrió - ojala puedas ayudarle - dijo - yo no lo conseguí por más que lo he intentado.

Después de agradecerle sus palabras, salí del templo de Sagitario tras pedirle que le dijera a Aioria que pasara por mi templo a las diez de la noche.

Preparé algo de cena, tallarines con almejas y un buen lambrusco, después me bañe y esperé a que llegara.

Cuando llegó, entró tímidamente, elevando su cosmo para que no me asustara.

-          Hola - dijo casi en un susurro - Aioros me dijo que querías verme - añadió con un tono de voz triste.

Alzó sus ojos que brillaban más de lo habitual y me miró esperando una respuesta.

-          Si verás... - le dije conteniendo mis ganas de abrazarle, pobrecito, se veía tan tierno con sus ojitos de perrito mojado - tengo una propuesta que hacerte. Pero cenemos primero.

Nos sentamos frente a frente y cenamos, sentía como sus ojos me miraban a cada rato, coincidiendo nuestras miradas, estudiándonos, tratando de adivinar lo que el otro estaba pensando. Después de servir el postre, un suculento helado de chocolate, llevé a cabo mi plan, el que mi cerebro había organizado para tratar de enseñar a Aioria lo que es sentirse amado.

-          Aioria... Te propongo un juego - le dije sorprendiéndolo - solo deberás  dejar que haga lo que yo quiera... ¿Te apuntas?

Aioria me miró, en sus ojos se veía la ilusión abriéndose paso.

-          Claro - contestó suave pero decidido.

-          Está bien... Empecemos pues...

Se sorprendió al ver lo que estaba haciendo. Tomé un pañuelo de seda y tapé sus ojos para cegarlo. Permanecía  sentado mientras me aseguraba de que no pudiera ver nada y empecé con mi juego.

-          Concéntrate en sentir - le susurré al oído - quiero que experimentes todo lo que pienso hacer - acabé de decirle viendo como se erizaba su piel.

Le tomé de una de sus manos y lo llevé a mi dormitorio, donde lentamente empecé a desnudarlo. Dejé que mis manos se deslizaran por debajo de su túnica acariciando su pecho, sus duros pezones, cada músculo bien formado por tantos años de entrenamiento.

Termine de sacarle la túnica y cambié mis manos dejando que ahora fueran mis labios los que acariciaran su piel, mi lengua que se deslizaba suavemente por su cuello y descendía para a saborear su pecho empezando a escuchar sus primeros gemidos. Seguí bajando hasta su ombligo cuando mis ojos se percataron de lo hinchada que estaba ya su entrepierna.

Le obligué a estirarse en la cama y terminé de desnudarle deleitando a sus ojos con su cuerpo perfecto para después desvestirme y tras acomodarme entre sus piernas, tomé su sexo entre mis manos para que después pudiera lentamente introducirlo en mi boca. Lo lamía como si fuera un rico helado, lo mordía suavemente para excitarlo, saboreando sus primeros fluidos que humedecían su sexo y caían en mi boca.

-          Ahhh... - gemía y jadeaba Aioria.

Seguí devorando su sexo, recreándome en darle placer, haciéndole que se sintiera único, que me desvivía por hacer vivir una experiencia única, regalándole caricias hasta que vi que se agarraba fuertemente a las sábanas, como se retorcían sus pies y sus deditos se contraían anunciándome que terminaba y yo lo  recibía sin dejar escapar una gota de su semilla.

Me senté sobre su cadera y descendí hasta sus labios que trataban de recuperar el aire que le faltaba los besé y él me rodeo con sus brazos dejándome algo sorprendido.

-          ¿Qué te hicieron sentir mis caricias? - le pregunte al separar nuestros labios.

Aioria quedó en silencio, imagino que extrañado ante semejante pregunta.

-          Sentí... Sentí... Me dieron mucho placer, y no solo placer físico, también sentí mucho interiormente - dijo para después quedar en silencio.

Lo observaba mientras estaba en silencio, tan lindo, con su piel perlada por el sudor, con su pecho contrayéndose.

-          Lo siento... Fui un egoísta - dijo - ahora entiendo lo que sucedió el otro día.

Vi como las lagrimas empezaban a rodar por sus mejillas y rápidamente saque el pañuelo que le cegaba. Aioria se incorporo rápidamente sorprendiéndome y me abrazó muy fuerte, enterrando su cabeza en mi cuello. Le abracé para corresponderle, sintiendo como su cuerpo temblaba, como se aferraba a mi cuerpo llorando, impidiendo que me fuera, cosa que no estaba en mi mente.

-          Tranquilo... No me voy a ir a ningún lado - le susurré mientras le obligaba a mirarme - te amo demasiado como para separarme de ti Aioria.

-          Yo también te amo - me dijo sonrojándose - te compensaré todo el daño que te hice. Todo será diferente desde ahora.

No pude más que sorprenderme ante sus palabras, me emocionaron, cautivaron a mi corazón que se sentía abandonado.

Fue entonces cuando Aioria tomó mi cara con sus manos y me besó, un beso como nunca me había dado. Beso que se prolongo mientras me estiraba en la cama, mientras acariciaba suavemente mi cuerpo. Beso que cuando nos separamos se dedicó a bajar por mi cuello, mi pecho, llegando a cada rincón con su lengua, recorriendo cada milímetro provocándome un sinfín de sensaciones nuevas que me hacían gozar, hacían sanar a mi cuerpo que antes no disfrutaba y ahora enloquecía con sus caricias.

Tomo mi sexo con su boca, al igual que yo hice con el suyo y preparó la entrada de mi cuerpo, tocándola, acariciándola, dejando que sus dedos, primero uno y luego otros dos se deslizaran dentro sin dejar de moverlos. Cuando sintió que estaba relajado y muy excitado, llevó sus labios a los míos besándome nuevamente al tiempo que su sexo completamente hinchado entraba en mi cuerpo. Me arquee de placer, un placer delicioso que me desataba mientras sentía su carne entrando y saliendo de la mía, se preocupaba de hacerme sentir sin olvidarse de acariciarme, sin dejar de besarme, entrelazando su mano a la mía, colmándome de atenciones todo el tiempo. Dejó por un momento mi mano y la pasó por debajo de mi espalda para rodear mi cintura con ella mientras que con la otra aguantaba su propio peso, levantando mi cadera para que le sintiera dentro de mi completamente al embestirme, aprisionando mi miembro con su vientre que se masturbaba cada vez que el se movía provocando que gimiera y jadeara de tan excitado que estaba.

-          Ahhh... Mmmm... Aioria - jadeaba incesantemente - Aioria, voy a...

-          Shhh... - susurró para luego embestirme una vez más provocando que nos derramáramos simultáneamente, el inundando mis entrañas y yo bañando nuestros cuerpos.

Se dejó caer por el agotamiento sobre mi pecho y lo abracé sin pensarlo, como un acto reflejo. Era la primera vez que Aioria terminaba lo que había empezado dejándome completamente satisfecho. Se apoyó sobre su codo, liberándome de su peso y se quedó mirando como trataba de recuperar el aliento.

-          Te amo - me dijo para después darme un tierno beso.

-          Yo también te amo - le contesté y rodee su cuello con mis manos para obligarle a repetir ese dulce beso.

Después de volver a besarnos, se recostó sobre mi pecho y quedó dormido. Me sonreí, parecía que todo empezaba a cambiar, que el cangrejito había calmado al león fiero.

 

Fin.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).